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Margaret y Bennet fueron los primeros en presentar a su pequeña, el sacerdote mojó su cabecita tres veces, mientras ella sollozaba. —Yo te bautizo con el nombre de Eva Luna, en el nombre del padre, del hijo y del Espíritu Santo. Cuando finalizó, Margaret cargó a su hija, y la alejó ya que lloraba. Luego, Natalia y Andrés se acercaron, el sacerdote cargó al pequeño niño, y este mojó su cabecita tres veces, angelito primero lloró, luego se calmó, mirándolos conmocionado. ——Yo te bautizo con el nombre de Àngel; en el nombre del padre, del hijo y del Espíritu Santo. La misa finalizó. Los padrinos se acercaron, de ambos fueron Oscar y Evangelyn, aunque fue raro, no querían a nadie más. Evangelyn puso dos pulseras de oro en las manos de los bebés, tenían un trébol de cuatro hojas y era de esmeraldas. —Cuando crezcan, hare que esta pulsera sea reemplazada para que puedan siempre usarla. Natali y Margaret estaban emocionadas, era tan bonita. —Gracias. —Mis sobrinos ahijados serán con
Al día siguiente. Marcus bajó del auto, y abrió el primer auto, ayudó a Margaret a bajar, sonrió al verla. —Te ves hermosa, cariño. Margaret sonrió emocionada. Luego, Marcus fue a abrir la siguiente puerta, su hija bajó, sus ojos se humedecieron, sonrió. —Te ves como una princesa, te amo. —Papito, no me hagas llorar. Él asintió. —¿Están listas? Margaret y Evangelyn tomaron sus manos, se miraron nerviosas, emocionadas, felices. —Muy listas, papá, es hora de entrar. Marcus se situó en medio de ellas, y las chicas tomaron sus brazos. —Muchas gracias por acompañarme al altar en un momento tan importante para mí. Marcus sonriò. —Yo estoy agradecido porque me permitas esto, cariño, después de todo, ahora ya eres mi querida hija también. Margaret sonriò dichosa, era cierto, los Ford la trataban como si ella fuese una más, tomaron su brazo. —Quiero que sean felices, que sepan que siempre que Dios me lo permita estaré aquí para ustedes, para apoyarlas o cuidarla, siempre pueden
POV Evana Ford. Siete años después. Despierto, observo los rayos de sol que se cuelan por nuestras cortinas, es un precioso día, estoy emocional, es fin de año, siempre que es este día me pongo nostálgica y sensible. Observó a mi esposo a mi lado, me gusta verlo dormir, hace un ligero sonido al respirar, y su ceño está fruncido, hace que dos arrugas enmarquen su frente, las tocó para hacer que ablande el gesto, lo logro luego de una caricia. Lo amo, ni siquiera sé si lo amo como el primer día o lo amo más, los recuerdos suelen venir a mí en una cascada, pero ya no son tristes, es como si fuesen dorados por nuestro amor. Como nació y creció en mí esta relación que me transformó en alguien mejor, nunca tuve tanta suerte en mi vida. Me abrazó a su pecho, escucho el latido de su corazón, que es mi mejor canción de cuna. Luego de un rato me despierto, él sigue durmiendo. No lo despierto, quiero que descanse. Entro al cuarto de baño, hace frío en Barza, dejó correr el agua hasta que
—Lo siento mucho, señora Monet, su bebé murió horas después de nacer, nació muy enferma, no pudimos hacer nada por ella. Aún estamos tratando de localizar a su esposo, no sabemos nada de él, desde hace tres días.Evana se quedó en silencio, fue como si hubiesen arrancado una parte de su corazón, lloró por un largo rato estaba destrozada, pero quería irse de ahí, volver a casa, se preguntaba por su esposo Álvaro, era raro que no estaba a su lado, pensó que pronto iría a verla.Hace tres días dio a luz a su pequeña hija, y después tuvo una fuerte infección que la mantuvo en cama casi inconsciente por unos días más.Fue dada de alta, pero su esposo no fue por ella, lo que le pareció extraño, intentó llamarlo, nunca respondió.Salió de ahí y tomó un taxi a casa, al llegar él no estaba ahí, se quedó dormida luego de rezar y llorar, por la noche recibió su llamada, diciendo que estaba en un viaje de negocios, eso la tranquilizó un poco.—Ya lo sabes, querida, el tío Marcus me envió a una ju
La mujer entró, y miró tal escena, lanzó un grito aterrorizado, Evana tocaba su herida, evitando que la sangre siguiera fluyendo, tenía miedo, se sentía cansada, el dolor ardía hasta sus entrañas, pero pensó que era su último momento, él iba a matarla, estaba segura. Álvaro se distrajo con Nicol, suplicando que llamará a la ambulancia, cuando se giró Evana no estaba, la puerta resonó con su salida, intentó ir por ella, la vio correr, se desesperó, y la persiguió. Estaba seguro de que, si esa mujer hablaba y lo denunciaba, él estaría acabado, todo por lo que luchó se vendría abajo. Su abuela no lo elegiría presidente de la empresa Ford, además, acabaría en la cárcel. Corrió con más fuerza, pero no vio a la mujer por ningún lado, siguió su instinto, avanzando por una calle, sin saber que Evana se escondía tras un bote de basura, como un animal herido y asustado. Ella sabía que eran sus últimos momentos, estaba sangrando mucho, si llegaba a perder más sangre, iba a morir, sollozaba
Álvaro y Nicol llamaron a todos los hospitales, pero en ninguno les daban razón sobre Evana Monet. —Olvídala. —¿Cómo puedo hacerlo? Si esa mujer me denuncia, ¡Estoy perdido! ¡Lo perderé todo! ¿No lo entiendes? ¡Puedo ir preso! —No sucederá, ella seguro morirá antes de que alguien la ayude, perdió mucha sangre, y si sobrevive, no es capaz de denunciarte, Álvaro, Evana siempre fue una tonta, ella no hará nada en tu contra. —¡Más te vale! —exclamó furioso y a la vez asustado—. Mejor pensemos en que decir, ahora tenemos el camino libre. Nicol tomó los papeles del divorcio. —Ella firmó los papeles de divorcio, eres un hombre libre, Álvaro, ahora podemos casarnos, tu abuela me adora, a ella la desprecia, iremos a casa, contemos que te fue infiel, digamos que le descubriste un amante, todos la despreciarán, si ella te acusa de algo, yo diré que jamás la lastimaste, seré tu cómplice por siempre. Nicol se abrazó a Álvaro, él estaba mortificado, pero luego se calmó, bebió un trago de lic
Evana intentaba salir del hospital, tomó alguna ropa que encontró, no le importaba nada, tenía miedo, intentó llamar a su banco, no tenía nada de ella, no había forma en que pudiera recibir ayuda, no tenía muchos amigos, se sentía sola en el mundo. Cuando la puerta se abrió, se quedó perpleja al mirar a Marcus Ford ante ella su presencia imponente la hizo retroceder, conmocionada, tuvo miedo al verlo. —¿Qué quiere aquí? —espetó recelosa —Te he salvado la vida, ¿Es así como debes recibirme? Ella lo miró confusa. —¿Estás coludido con tu sobrino? Dime, ¿Van a matarme? —exclamó paranoica. Él sonrió, luego rio de ella. —¿Qué locuras dices, mujer? No, si quisiera hacerte daño, no te hubiese ayudado, ¿No lo crees? Ella retrocedió, estaba temblorosa. —Vine por ti, he pagado la cuenta, te dejarán ir —el hombre le dio una bolsa con ropa—. Vístete, y nos vamos. —¿Qué? ¿A dónde? —preguntó dudosa. —Ya lo verás, quiero que hablemos lejos de este lugar, tengo una propuesta que hacerte.
Los ojos de Álvaro nunca fueron tan oscuros y grandes, como si la noche estuviera en ellos. —¡¿Esto es una clase de m*****a broma, tío?! ¿Tienes idea de quién es está mujer? —Esta mujer es mi esposa, la nueva señora Ford, la dueña de mi corazón, eso es todo lo que me importa —dijo Marcus y besó su mano con dulzura, ella miró sus ojos, tan azules que le recordaron a un cielo, sintió que su piel se erizó, sonrió ante Álvaro, que enfurecido no daba crédito a lo que sus ojos veían. —¿Te contó que fue mi esposa? Esta mujer fue mi esposa antes, tío, ella me engañó, fue infiel, ¡Es una traidora! Una socarrona risa de Evana hizo enmudecer no solo a Álvaro, sino a todos. —¿Eso dices para poder dormir? Mal, querido sobrino, pero tú y yo sabemos la verdad. Fátima se interpuso entre ellos. —¡¿Qué demonios es esto, Marcus Ford?! ¿Cómo has podido darme este disgusto? —exclamó la mujer al borde del llanto —¿Disgusto? Madre, ¿No has querido siempre que siente cabeza y construya mi propia famil