Evana intentaba salir del hospital, tomó alguna ropa que encontró, no le importaba nada, tenía miedo, intentó llamar a su banco, no tenía nada de ella, no había forma en que pudiera recibir ayuda, no tenía muchos amigos, se sentía sola en el mundo.
Cuando la puerta se abrió, se quedó perpleja al mirar a Marcus Ford ante ella su presencia imponente la hizo retroceder, conmocionada, tuvo miedo al verlo.
—¿Qué quiere aquí? —espetó recelosa
—Te he salvado la vida, ¿Es así como debes recibirme?
Ella lo miró confusa.
—¿Estás coludido con tu sobrino? Dime, ¿Van a matarme? —exclamó paranoica.
Él sonrió, luego rio de ella.
—¿Qué locuras dices, mujer? No, si quisiera hacerte daño, no te hubiese ayudado, ¿No lo crees?
Ella retrocedió, estaba temblorosa.
—Vine por ti, he pagado la cuenta, te dejarán ir —el hombre le dio una bolsa con ropa—. Vístete, y nos vamos.
—¿Qué? ¿A dónde? —preguntó dudosa.
—Ya lo verás, quiero que hablemos lejos de este lugar, tengo una propuesta que hacerte.
—¿Una propuesta? —Evana no entendía nada, pero entró al baño, se cambió rápido, una vez lista, salió.
El hombre seguía ahí, ella pudo verlo, vestido con un perfecto traje oscuro, era alto, no se parecía en nada a Álvaro; era elegante, con el gesto severo, y distante, pero tenía un aura como si fuera inalcanzable, excepto por su mirada que parecía confiable.
—¿Lista?
Ella asintió
—Vamos.
Salieron del hospital hasta el estacionamiento. Caminaron lento, ella aún estaba convaleciente, miró al auto, el chofer abrió la puerta.
«¡Es ahora nunca!», pensó
Intentó escapar, pero, como si ese hombre hubiese descubierto sus intenciones, la sostuvo con fuerza del brazo, ella lo miró asustada
«¿Acaso puede leer mis pensamientos?», pensó, estaban tan cerca, pudo ver su rostro a plenitud, sus ojos azules le recordaban al océano.
—Sube al auto —ordenó
Ella subió por miedo.
Luego, no supo a donde iban, cualquiera que fuera ese lugar, era desconocido para ella.
Llegaron a un lujoso edificio, bajaron del auto, y sintió que él aun la llevaba de la mano, como si temiera que fuera a escapar.
Tomaron el elevador, y al abrirse las puertas, ya estaban en un elegante pent-house.
—Siéntate.
Ella tomó asiento en un sofá, miró alrededor, ella tenía dinero, pero no tanto como ese hombre, sin embargo, ese dinero era todo lo que sus padres le dejaron, ahora lo habían robado.
—Pensé en las cosas que me contaste, ¿Supongo que debes estar furiosa? Álvaro te engañó con Nicol, ¿Quién sabe desde cuándo? Pronto van a casarse.
Los ojos de Evana se abrieron grandes, hubo un dolor en ella, como si el tocara una herida.
—¿Se casarán?
Él le dio un poco de agua, y ella bebió.
—Sí, él intentó matarte, te dejó en tu peor momento y se casará con Nicol.
—¡Y me robó mi dinero!
Marcus sintió que nada le sorprendía de Álvaro.
—¿Y lo dejarás ser feliz, así, tan fácilmente?
Ella le miró con duda.
—¿Qué es lo que quiere? —exclamó al notar que tras esas palabras había algo más, él sonrió.
—Quiero que te vengues de Álvaro, él es un mentiroso, que debe pagar por su maldad.
Ella frunció el ceño, confusa.
—¿Cómo podría? No puedo contra él.
—Antes, no, pero ahora sí, porque yo te ayudaré, le daremos una buena lección que no olvidará jamás.
—¿Por qué lo haría? Él es su sobrino.
—Eso no importa, Evana, él es una mala persona, merece pagar por sus pecados —sentenció con furia
—¿Qué es lo que quiere de mí? Sé que hay algo más, no soy tan tonta para caer en eso —sentenció con amargura.
Él asintió.
—Es cierto, esto es un trato, una propuesta, un ganar, ganar. Te ayudaré a vengarte de Álvaro y su maldad, a cambio de que tú me ayudes a mí: sé mi esposa, Evana.
Los ojos de la mujer se abrieron impactados.
—¿Qué dices? ¡Imposible! ¿Es una broma? —estaba perpleja.
—¿Acaso no tienes dignidad? Él acabó contigo, lo justo es que pague por lo que te hizo, yo necesito una esposa por contrato, solo será un matrimonio de apariencias, Evana, con eso, seré el presidente de la empresa Ford, Álvaro no lo será, y ver que perdió todo, lo arruinará por siempre.
Evana se quedó pensativa.
—¿Olvidaste lo que te hizo, Evana? ¡Iba a matarte! No le importó nada, te robó, te traicionó con alguien a quien tenías aprecio, ¿Qué más necesitas para entender que él merece un castigo?
Evana se sentía aturdida, abrió y cerró los ojos con desesperación, luego recordó lo que pasó ese día, desde su bebé muerta, hasta su traición, sintió como el rencor se apoderaba de su corazón, ella le dio todo su amor a Álvaro, y él lo hizo trizas, peor por si fuera poco intentó matarla, robó su patrimonio, ¿Por qué tenía que ser tan cruel? ¿Por qué debía salir victorioso siendo tan malvado?
Sintió una rabia que creció en su alma.
—¡Está bien, seré su esposa! Podrá tener su presidencia, y yo, podré vengarme de mi ex.
Al día siguiente, Evana despertó en esa habitación, era el amanecer, se enderezó, sintió que su herida aún dolía.
Cambió su vendaje, observando aún la herida. La voz de Álvaro vino a su mente, y sintió un escalofrío.
Tocaron a la puerta, se puso una bata y abrió.
Él estaba ahí, bien vestido, y con esa sonrisa que de pronto le parecía irónica.
—El juez llega en dos horas, debes estar lista.
El hombre puso un vestido sobre la cama, ella lo miró perpleja.
—¿Qué dices?
—Hoy nos casaremos, y a fin de mes, iremos a la boda de Álvaro y Nicol, ahí, nos presentaremos ante todos como marido y mujer.
—¿Es divertido para ti este juego? ¿Verdad?
Él la miró a los ojos.
—Es divertido ver a alguien que hizo daño pagar lo justo, no lo olvides, Evana, él te destruyó, si no fuera por mi ayuda, tal vez estuvieras muerta.
Cerró la puerta, ella tomó el vestido blanco, era un vestido sencillo, recordó cuando se casó, amaba con locura a Álvaro, no le importó casarse muy pronto, ni que su familia la odiara, creía que sería feliz por siempre, ahora estaba en esa pesadilla.
Marcus Ford esperaba con el juez, su asistente estaba ahí, él trajo los papeles necesarios de Evana, cuando ella entró al salón, los ojos de Marcus se fijaron en ella, y en lo bella que lucía, no podía entender que Álvaro la dejara ir por una mujer como Nicol.
«Tonterías… ahora debo concentrarme en que, al cumplir el capricho de la familia, no me negarán la presidencia, mis padres me elegirán a mí», pensó.
Evana observó el acta de matrimonio, el juez señaló donde debía firmar, ella tomó el bolígrafo, su mano temblaba, firmó.
Estaba casada, ahora de nuevo era Evana Ford, pero era la esposa de Marcus Ford, el tío de su ex.
«No hay tiempo para arrepentimientos, Evana, ahora Álvaro pagará por el daño que me hizo, cuando acabe esto, me iré lejos de aquí»
—Los declaro marido y mujer, el hombre puede besar a la novia.
Se miraron fijamente.
Ella quiso salir corriendo, él se acercó, ¿Iba a besarla? Cuando pensó en eso sintió sus labios cálidos, un ligero roce la invadió, se estremeció, nunca besó otros labios que no fueran los de Álvaro, sintió que Marcus era peligroso para su corazón.
«Ahora estoy casada sin amor», pensó.
Días después.
Evana permanecía en ese pent-house, su herida cicatrizó pronto.
Observó el vestido rojo que debía usar, ese hombre no debía tardar en llegar, no venía muy a menudo y eso le agradaba, pero a partir de hoy todo cambiaría.
Una vez lista, lo esperó, cuando abrió la puerta él estaba ahí, se quedó detenido en el umbral de la puerta, pero su mirada recorría su figura con una mirada oscura que la estremeció.
—¿Qué?
—Nada —dijo él, tragando saliva, queriendo olvidar lo hermosa que era esa chica—. Debemos irnos, ellos ya nos esperan.
Evana respiró profundo.
Al llegar a la mansión Ford, ella observó el lugar con sorpresa, nunca visitó ese lugar, la familia solía odiarla desde que supieron de su matrimonio, y la madre de Álvaro se lo hizo saber.
Se detuvieron en la puerta.
—¿Qué pasa? —exclamó al ver que ella se detenía, su mirada se volvía nerviosa.
—¿Estás seguro? —exclamó insegura, perdió la fuerza al sentir que enfrentaría a ese hombre.
Él sonrió como si estuviera orgulloso de ella por su valentía.
—Es difícil volver a confiar, pero, confía en mí, no estás sola, nunca más.
Sus palabras le dieron una fuerza inexplicable.
Tomó su mano entre la suya y entraron a la mansión, caminaron hasta el salón donde era la fiesta.
La familia estaba reunida en el brindis, los novios en el centro, felices.
Marcus tomó una copa, lo miró con burla.
—¡Muchas felicidades a los novios, nuestros mejores deseos, querido sobrino! —exclamó en voz bien alta.
Álvaro sonrió, pero se congeló al ver a esa mujer de la mano de su tío, Evana Monet ahí, vistiendo de rojo resplandeciente.
—¡¿Qué haces está mujerzuela aquí?! ¡Es Evana Monet, la exesposa de Álvaro! ¡Qué desagradable mujer! —exclamó Stella, la madre de Álvaro, mordiendo con rabia sus palabras.
—¿Qué dices, Stella? Marcus, ¿Qué haces con esta zorra? —exclamó Fátima.
—¡Madre, mucho cuidado con tus palabras! Nadie puede ofender a mi mujer —exclamó como una orden que sorprendió a Fátima.
Los ojos de todos se abrieron enormes, Álvaro se acercó como una fiera herida
—¡¿Qué dices, tío?! —Álvaro estaba perplejo, no podía creerlo.
Él sonrió irónico.
—Lo que oyes, me casé, ahora Evana Ford es mi esposa —Marcus tomó la mano de la mujer con firmeza.
Evana levantó la barbilla, una sonrisa burlona se dibujó en sus labios.
—Felicita a tu tía, querido sobrino —dijo Evana mirándolo fijamente.
Los ojos de Álvaro nunca fueron tan oscuros y grandes, como si la noche estuviera en ellos. —¡¿Esto es una clase de m*****a broma, tío?! ¿Tienes idea de quién es está mujer? —Esta mujer es mi esposa, la nueva señora Ford, la dueña de mi corazón, eso es todo lo que me importa —dijo Marcus y besó su mano con dulzura, ella miró sus ojos, tan azules que le recordaron a un cielo, sintió que su piel se erizó, sonrió ante Álvaro, que enfurecido no daba crédito a lo que sus ojos veían. —¿Te contó que fue mi esposa? Esta mujer fue mi esposa antes, tío, ella me engañó, fue infiel, ¡Es una traidora! Una socarrona risa de Evana hizo enmudecer no solo a Álvaro, sino a todos. —¿Eso dices para poder dormir? Mal, querido sobrino, pero tú y yo sabemos la verdad. Fátima se interpuso entre ellos. —¡¿Qué demonios es esto, Marcus Ford?! ¿Cómo has podido darme este disgusto? —exclamó la mujer al borde del llanto —¿Disgusto? Madre, ¿No has querido siempre que siente cabeza y construya mi propia famil
El rostro de Marcus enrojeció al instante en que escuchó las palabras de su padre. —¿Qué dices? ¿Yo? ¿Enamorado? —negó con rapidez, hasta recordar que eso formaba parte de su plan—. ¡Oh, sí! ¿por qué me casaría con Evana si no la amara, padre? Ha sido un amor a primera vista, ha sido un amor de locura, pero, así es el amor, ¿No? El viejo Andrés caminó de un lado a otro, pensativo. —Supongo que, Evana y Álvaro son pasado, ahora él tiene a su nueva esposa, todo lo que hubo en ellos ha acabado, no es fácil estar con una mujer que ha sido de otro, hijo. —No me importa, no cuando ese no ha sido un buen hombre. —¿Por qué hablas así de Álvaro? ¿Acaso olvidas que es tu sobrino, hijo de tu único hermano que Dios guarde en la gloria? Marcus tuvo que tragar sus palabras. —Lo sé, solo que, Álvaro no amó a Evana, solo la lastimó, no vamos a cegarnos sobre él y Nicol, eso es el pasado, ahora Evana es mía, y él puede seguir con su familia feliz. Supongo que ahora que has entendido mi punto, ¿P
Los ojos de todos los presentes estaban sobre ellos, era inaudito que una mujer desconocida hubiese conquistado el corazón del magnate primogénito de la familia, incluso la prensa se hizo eco de tal información. Evana sonrió, y él se alejó un segundo, huyendo de sus instintos, aunque sus labios parecían reclamar algo que no quería entender. De todas las miradas, la mirada de Álvaro era la que más se notaba, sus ojos envenenados de incredulidad y rabia, se sentía en la peor de sus pesadillas. «¿Por qué tenías que caer tan bajo, Evana? Mira ahora lo que has hecho, enredarte con mi propio tío, ¡Debes sentirte como una triunfadora, creyendo que él es mejor que yo, siempre quiso ser mejor que yo, pero, esto no se quedará así, los dos ahora son mis peores enemigos, acabaré con ustedes, cuando sea el presidente de la empresa Ford los desterraré de la familia, los dejaré sin nada» Nicol se quejó amarga. —¿Qué? —Tus manos me aprietan con gran fuerza, ¿Qué es lo que pasa? Debes dejar de mi
Marcus y Evana caminaron al lado de la familia, había un rastro de incomodidad en el aire que ambos respiraban. Despidieron a los invitados. Y luego a los nuevos esposos. —Hijo, cuídate mucho, te veré mañana en el club. —¿No irás de luna de miel, querido sobrino? Álvaro clavó la mirada en su tío con desprecio. —No iré, estaré aquí el lunes para la elección de presidente, ¿Acaso creíste que aprovecharías mi ausencia? Marcus se echó a reír con burla. —¡Oh, mi querido niño! De todas maneras, ¿Crees que tienes una oportunidad? Álvaro había bebido suficiente, cuando se acercó a su tío. —Sigue así, la caída será enorme, querido tío —dijo a su oído—. Ya que te gusta tanto comer de mis sobras, espero que disfrutes a mi exmujer, pero no debes olvidar cuando esté en tu cama, que primero fue mía. Marcus volvió a reír, habló en el mismo tono de voz, casi secreto para los demás. —¡Oh, mi niño, no te angusties por mí! Evana es demasiada mujer para ti, te quedó muy grande, por eso elegiste
Su lengua acariciaba la suya, un calor impregnó su cuerpo, Evana luchó por desprenderse, pero se dejó seducir por su dulce beso apasionado. Pronto su agarre se volvió leve, cuando ella pudo recordar, ya no era un beso forzado, también correspondía, le gustaba el sabor y la forma de su beso. Se miraron a los ojos, él se recostó al lado de ella, en la cama, respiró profundo, sus ojos se cerraron, se quedó dormido. Evana respiró profundo, sintió el calor disminuir en su cuerpo. Se quedó dormida. A la mañana siguiente. Ella fue la primera en despertar, se levantó de la cama y fue a vestirse, al salir, él estaba despierto. Ella trajo un vaso con agua con pastillas para curar el dolor. —Beba, le pasará el malestar. Él sonrió, bebió y tragó la pastilla, ella puso el vaso en una mesa. —¡Qué buena esposa me conseguí! —dijo con algo de ironía, ella lo miró con duda, desvió la mirada. —No vuelva a entrar a mi habitación sin invitación, señor Ford —sentenció. Dio la vuelta, cuando sint
—¿Has visto esto, abuelo? Está mujer es una vulgar, no sabe controlarse, debería alejarse de la familia, arruinará el prestigio de los Ford con su actuar salvaje —exclamó Álvaro Evana sentía la rabia y la vergüenza correr por su rostro. —¿Qué sucede aquí? —exclamó Marcus al ver la escena. —¡Tú mujer es una salvaje fiera, me ha golpeado! —chilló Stella Los ojos de Marcus se clavaron en su mujer, ella bajó la mirada temerosa, sabía que tenían un trato, él la ayudaba a avergonzar a Álvaro, ella ha conseguir la empresa Ford como presidente, pero su actuar podría perjudicarlo. —¡Yo…! ¡Ella me ofendió, solo me he defendido! —exclamó —¿Qué dices? —gritó Stella —Ahí lo tienes, padre, Stella ha ofendido a mi mujer, y ella no es una mujer frágil que agachará la cabeza ante alguien, ¿Acaso Fátima Ford era una mujer débil ante sus enemigos? Andrés se quedó perplejo ante sus palabras, negó. —¿Tu madre una mujer frágil? ¡Oh, no! —rio—. Fátima Ford pudo hacer que las piernas de sus enemigos
—¡¿Qué carajos hiciste?! El caballo salió desbocado al acercarte a ella. Álvaro abrió ojos enormes al escuchar la voz de su tío enfurecido, él aún estaba montando su caballo. —¿Qué? ¡No sé de qué hablas! —exclamó Marcus lo tomó del cuello alzando la mano, bajándolo del caballo con tal violencia, que el hombre por poco cae al suelo. —¡Más te vale que mi esposa esté sana y salva, o juro que te mataré! Marcus montó el caballo, subiendo de un solo salto, montó tan rápido como pudo, decidido ir a alcanzar a Evana a todo galope. Álvaro lo miró con rabia. «¡Ojalá que ambos desaparezcan para siempre de mi vida! Los aborrezco», pensó. —¡Álvaro! ¿Qué hiciste? La voz de su abuela lo sobresaltó, lo inculpaba del suceso. —¿Qué dices, abuela? ¡No he hecho nada! ¿Cómo puedes pensar algo tan malo de mí? La mirada de Fátima recorría al joven, como si pudiera escudriñarlo y leer a través de él. Se acercó a paso lento cuando miró algo brillar en su mano, se lo arrebató tan rápido que él no lo
Marcus quería hacer enfadar a Álvaro, intimidarlo, pues sabía que lo envidiaba, que era inseguro ante él. Sin embargo, esos dulces y deliciosos besos lograron borrar todo de su mente, fue solo un instante en que se dejó llevar, no supo más de él, hasta que sintió que ella quiso alejarlo, pero él no la dejó, su mano libre estrechó su cintura y subió a su espalda, pegando su cuerpo al suyo. Evana no pudo hacer nada, su lengua se abrió paso por su boca, acariciándola suavemente. Su cuerpo se estremeció al sentirlo tan cerca, era un beso diferente, demandante, codicioso, la dejaba sin aliento, la hacía estremecer, nunca se sintió tan vencida por un simple beso, ni tan necesitada por él. Cuando él detuvo el beso, y se miraron a los ojos, el deseo brillaba en sus pupilas. Evana retrocedió un paso, sus mejillas se encendieron de un rojo carmesí. —¡¿Por qué ha hecho eso?! Marcus alzó la vista, Álvaro no estaba ahí, —Álvaro… estaba ahí, pero… Evana corrió asomarse, pero no había rastro