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Capítulo 3: Tendré una esposa

Álvaro y Nicol llamaron a todos los hospitales, pero en ninguno les daban razón sobre Evana Monet.

—Olvídala.

—¿Cómo puedo hacerlo? Si esa mujer me denuncia, ¡Estoy perdido! ¡Lo perderé todo! ¿No lo entiendes? ¡Puedo ir preso!

—No sucederá, ella seguro morirá antes de que alguien la ayude, perdió mucha sangre, y si sobrevive, no es capaz de denunciarte, Álvaro, Evana siempre fue una tonta, ella no hará nada en tu contra.

—¡Más te vale! —exclamó furioso y a la vez asustado—. Mejor pensemos en que decir, ahora tenemos el camino libre.

Nicol tomó los papeles del divorcio.

—Ella firmó los papeles de divorcio, eres un hombre libre, Álvaro, ahora podemos casarnos, tu abuela me adora, a ella la desprecia, iremos a casa, contemos que te fue infiel, digamos que le descubriste un amante, todos la despreciarán, si ella te acusa de algo, yo diré que jamás la lastimaste, seré tu cómplice por siempre.

Nicol se abrazó a Álvaro, él estaba mortificado, pero luego se calmó, bebió un trago de licor.

—Está bien, hagámoslo, ahora esa mujer es solo el pasado en mi vida.

Mientras en el hospital.

—¡Habla, ahora mismo, mujer! —sentenció Marcus

Ella sintió mucho miedo, ahora deseaba callar, temblaba.

—Yo…

—¡He dicho que hables! Has ofendido a mi sobrino, bueno, ahora quiero saberlo todo.

—Álvaro era… mi esposo.

Marcus Ford no se sorprendió por eso, era cierto, Álvaro estaba casado, pero él no conocía a su esposa, nadie en la familia la quería, solían hablar pestes de esa mujer. Él solo conocía a Nicol Gate, una gran amiga de Álvaro, que además trabajaba en la empresa Ford.

—¿Así que tú eres «la perdición de Álvaro»?

Ella se sorprendió, no sabía que era así como la llamaban, negó.

—Aquí el único miserable es Álvaro Ford, podrá ser su sobrino, pero es un desgraciado —dijo con la voz llena de dolor.

Marcus sintió que sus palabras tenían todo sentido, él conocía a Álvaro, era un ambicioso e hipócrita, por su culpa hace un año casi perdían la empresa por sus malos negocios, luego él tuvo que salvarlo todo, ahora sus padres se debatían en darle la presidencia a uno de los dos.

—¿Qué te hizo? —preguntó

Los ojos de la mujer se nublaron al recordarlo.

—He perdido a mi hija, murió al nacer, y ese miserable me dejó sola en el hospital, pero, hoy, lo encontré siéndome infiel, acostándose con Nicol, mi hermanastra, ¿Puede creerlo? Tal vez sea como él, después me golpeó, y me hirió, casi me mata… —las lágrimas se escurrieron por su rostro.

Marcus se quedó congelado, la miró con ojos grandes e incrédulos.

—¿Dices qué Álvaro fue quién te hirió?

Ella asintió despacio. El hombre se quedó perplejo, supo que la mujer decía la verdad, pudo verlo en sus ojos, ella no mentía, Álvaro era peor de lo que él mismo imaginó.

Evana estaría en el hospital por unos días más, mientras revisaban su herida, estaba convaleciente, el hombre se había marchado horas atrás, creyó que no lo volvería a ver.

—¿Cuándo me darán el alta médica?

—Mañana temprano se la darán, señora, en cuánto el doctor hable con el señor Ford —dijo la enfermera

Escuchar ese apellido le dio escalofríos.

—¿Señor Ford?

—Así es, el señor Marcus Ford nos dijo que no saldría hasta que él autorizara, debe venir mañana.

Los ojos de Evana se abrieron enormes, se asustó terrible.

—¿Por qué? ¿Quién es él para decidir sobre mí? —exclamó molesta.

La enfermera sonrió.

—Mire a su alrededor, tiene la mejor sala médica, la mejor atención, él es quien está pagando por todo esto, no sea malagradecida.

La mujer salió.

«Quizas me vayan a matar para que no ofenda el apellido Ford», pensó con terror.

Marcus Ford llegó a casa, su madre y su padre estaban en el jardín, al verlo sonrieron. Él los abrazó.

—Hijo, pronto será la votación para elegir al presidente de la empresa, estoy preocupada por ti.

—¿Por qué?

—No eres el mejor candidato —sentenció su padre con voz firme

—Me he esforzado por años, hice mi propia fortuna lejos de ti, ¿Acaso no he demostrado que soy capaz de dirigir la empresa que creaste para tus hijos?

Su madre Fátima lo miró con tristeza.

—¡Claro que sí lo mereces, hijo querido! Pero…

—No has podido formar tu propia familia, Marcus Ford, ¿Cómo podrás tener la estabilidad de dirigir la empresa? Ni siquiera quisiste conocer a la mujer que tu madre te iba a presentar hoy.

—Es porque…

—¡Abuelos! —Álvaro los interrumpió, Marcus alzó la vista, recordó las palabras de aquella mujer, sintió rabia al ver lo cobarde que era—. ¿Cómo están?

Fátima se deshizo en halagos a su querido nieto.

—Les tengo una gran noticia, me divorcié de mi primera esposa.

Fátima sonrió feliz, igual que su abuelo Andrés.

—¡Me alegro tanto, esa mujer perdida no te merecía!

—Ella me engañó con otro hombre, decidí dejarla apenas me enteré.

—¡Es una mujerzuela! —exclamó Andrés

—Pero, es solo el pasado, abuelo, me casaré de nuevo, con Nicol, es la mujer que amo.

Los abuelos estaban felices de escucharlo, los abrazaron.

—¿Tú no me felicitas, tío?

Marcus lo miró fijamente, sintió odio contra ese hombre que era un mentiroso e hipócrita, pero no lo demostró, sonrió.

—Querido sobrino, felicidades.

—Como pueden ver, estoy listo para ser el nuevo presidente de la empresa Ford, soy un hombre que se casará con una buena mujer, pronto tendré hijos, tengo juventud, y soy obediente, tío, ¿Espero que seas un buen perdedor?

Marcus esbozó de nuevo una sonrisa que a Álvaro le pareció maliciosa.

—Querido niño —dijo dándole una ligera palmada en la mejilla—. Hay hombres que nacieron para ganar, y otros para perder, el segundo eres tú, acostúmbrate, no quiero verte llorar, puedes seguir imaginando dirigir una empresa, solo en tus sueños salvajes.

Álvaro frunció la boca con rabia, detestaba a su tío Marcus, y que siempre fuera tan perfecto y mejor que él en todos los aspectos.

—Me caso a fin de mes, tío, espero poder verte en mi boda, será aquí en la casa de mis abuelos —dijo sonriente, sus abuelos lo respaldaron.

—¿Una semana antes de las elecciones de presidente? Que pertinente, sobrino, estaré aquí, quizas tenga un buen regalo que darte.

Marcus se despidió, salió de ahí.

Subió a su auto, sintió rabia ante el cinismo de Álvaro Ford.

«No te dejaré el camino libre para que destruyas el patrimonio Ford, Álvaro. ¿Quieren que sea un hombre casado para demostrar que soy estable? Está bien, tendré una esposa, ¿Qué tal si traigo a tu exesposa, Álvaro? Ella sería mi mejor equipo para demostrar que eres un miserable, ante la vista de todos», pensó.

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