Álvaro y Nicol llamaron a todos los hospitales, pero en ninguno les daban razón sobre Evana Monet.
—Olvídala.
—¿Cómo puedo hacerlo? Si esa mujer me denuncia, ¡Estoy perdido! ¡Lo perderé todo! ¿No lo entiendes? ¡Puedo ir preso!
—No sucederá, ella seguro morirá antes de que alguien la ayude, perdió mucha sangre, y si sobrevive, no es capaz de denunciarte, Álvaro, Evana siempre fue una tonta, ella no hará nada en tu contra.
—¡Más te vale! —exclamó furioso y a la vez asustado—. Mejor pensemos en que decir, ahora tenemos el camino libre.
Nicol tomó los papeles del divorcio.
—Ella firmó los papeles de divorcio, eres un hombre libre, Álvaro, ahora podemos casarnos, tu abuela me adora, a ella la desprecia, iremos a casa, contemos que te fue infiel, digamos que le descubriste un amante, todos la despreciarán, si ella te acusa de algo, yo diré que jamás la lastimaste, seré tu cómplice por siempre.
Nicol se abrazó a Álvaro, él estaba mortificado, pero luego se calmó, bebió un trago de licor.
—Está bien, hagámoslo, ahora esa mujer es solo el pasado en mi vida.
Mientras en el hospital.
—¡Habla, ahora mismo, mujer! —sentenció Marcus
Ella sintió mucho miedo, ahora deseaba callar, temblaba.
—Yo…
—¡He dicho que hables! Has ofendido a mi sobrino, bueno, ahora quiero saberlo todo.
—Álvaro era… mi esposo.
Marcus Ford no se sorprendió por eso, era cierto, Álvaro estaba casado, pero él no conocía a su esposa, nadie en la familia la quería, solían hablar pestes de esa mujer. Él solo conocía a Nicol Gate, una gran amiga de Álvaro, que además trabajaba en la empresa Ford.
—¿Así que tú eres «la perdición de Álvaro»?
Ella se sorprendió, no sabía que era así como la llamaban, negó.
—Aquí el único miserable es Álvaro Ford, podrá ser su sobrino, pero es un desgraciado —dijo con la voz llena de dolor.
Marcus sintió que sus palabras tenían todo sentido, él conocía a Álvaro, era un ambicioso e hipócrita, por su culpa hace un año casi perdían la empresa por sus malos negocios, luego él tuvo que salvarlo todo, ahora sus padres se debatían en darle la presidencia a uno de los dos.
—¿Qué te hizo? —preguntó
Los ojos de la mujer se nublaron al recordarlo.
—He perdido a mi hija, murió al nacer, y ese miserable me dejó sola en el hospital, pero, hoy, lo encontré siéndome infiel, acostándose con Nicol, mi hermanastra, ¿Puede creerlo? Tal vez sea como él, después me golpeó, y me hirió, casi me mata… —las lágrimas se escurrieron por su rostro.
Marcus se quedó congelado, la miró con ojos grandes e incrédulos.
—¿Dices qué Álvaro fue quién te hirió?
Ella asintió despacio. El hombre se quedó perplejo, supo que la mujer decía la verdad, pudo verlo en sus ojos, ella no mentía, Álvaro era peor de lo que él mismo imaginó.
Evana estaría en el hospital por unos días más, mientras revisaban su herida, estaba convaleciente, el hombre se había marchado horas atrás, creyó que no lo volvería a ver.
—¿Cuándo me darán el alta médica?
—Mañana temprano se la darán, señora, en cuánto el doctor hable con el señor Ford —dijo la enfermera
Escuchar ese apellido le dio escalofríos.
—¿Señor Ford?
—Así es, el señor Marcus Ford nos dijo que no saldría hasta que él autorizara, debe venir mañana.
Los ojos de Evana se abrieron enormes, se asustó terrible.
—¿Por qué? ¿Quién es él para decidir sobre mí? —exclamó molesta.
La enfermera sonrió.
—Mire a su alrededor, tiene la mejor sala médica, la mejor atención, él es quien está pagando por todo esto, no sea malagradecida.
La mujer salió.
«Quizas me vayan a matar para que no ofenda el apellido Ford», pensó con terror.
Marcus Ford llegó a casa, su madre y su padre estaban en el jardín, al verlo sonrieron. Él los abrazó.
—Hijo, pronto será la votación para elegir al presidente de la empresa, estoy preocupada por ti.
—¿Por qué?
—No eres el mejor candidato —sentenció su padre con voz firme
—Me he esforzado por años, hice mi propia fortuna lejos de ti, ¿Acaso no he demostrado que soy capaz de dirigir la empresa que creaste para tus hijos?
Su madre Fátima lo miró con tristeza.
—¡Claro que sí lo mereces, hijo querido! Pero…
—No has podido formar tu propia familia, Marcus Ford, ¿Cómo podrás tener la estabilidad de dirigir la empresa? Ni siquiera quisiste conocer a la mujer que tu madre te iba a presentar hoy.
—Es porque…
—¡Abuelos! —Álvaro los interrumpió, Marcus alzó la vista, recordó las palabras de aquella mujer, sintió rabia al ver lo cobarde que era—. ¿Cómo están?
Fátima se deshizo en halagos a su querido nieto.
—Les tengo una gran noticia, me divorcié de mi primera esposa.
Fátima sonrió feliz, igual que su abuelo Andrés.
—¡Me alegro tanto, esa mujer perdida no te merecía!
—Ella me engañó con otro hombre, decidí dejarla apenas me enteré.
—¡Es una mujerzuela! —exclamó Andrés
—Pero, es solo el pasado, abuelo, me casaré de nuevo, con Nicol, es la mujer que amo.
Los abuelos estaban felices de escucharlo, los abrazaron.
—¿Tú no me felicitas, tío?
Marcus lo miró fijamente, sintió odio contra ese hombre que era un mentiroso e hipócrita, pero no lo demostró, sonrió.
—Querido sobrino, felicidades.
—Como pueden ver, estoy listo para ser el nuevo presidente de la empresa Ford, soy un hombre que se casará con una buena mujer, pronto tendré hijos, tengo juventud, y soy obediente, tío, ¿Espero que seas un buen perdedor?
Marcus esbozó de nuevo una sonrisa que a Álvaro le pareció maliciosa.
—Querido niño —dijo dándole una ligera palmada en la mejilla—. Hay hombres que nacieron para ganar, y otros para perder, el segundo eres tú, acostúmbrate, no quiero verte llorar, puedes seguir imaginando dirigir una empresa, solo en tus sueños salvajes.
Álvaro frunció la boca con rabia, detestaba a su tío Marcus, y que siempre fuera tan perfecto y mejor que él en todos los aspectos.
—Me caso a fin de mes, tío, espero poder verte en mi boda, será aquí en la casa de mis abuelos —dijo sonriente, sus abuelos lo respaldaron.
—¿Una semana antes de las elecciones de presidente? Que pertinente, sobrino, estaré aquí, quizas tenga un buen regalo que darte.
Marcus se despidió, salió de ahí.
Subió a su auto, sintió rabia ante el cinismo de Álvaro Ford.
«No te dejaré el camino libre para que destruyas el patrimonio Ford, Álvaro. ¿Quieren que sea un hombre casado para demostrar que soy estable? Está bien, tendré una esposa, ¿Qué tal si traigo a tu exesposa, Álvaro? Ella sería mi mejor equipo para demostrar que eres un miserable, ante la vista de todos», pensó.
Evana intentaba salir del hospital, tomó alguna ropa que encontró, no le importaba nada, tenía miedo, intentó llamar a su banco, no tenía nada de ella, no había forma en que pudiera recibir ayuda, no tenía muchos amigos, se sentía sola en el mundo. Cuando la puerta se abrió, se quedó perpleja al mirar a Marcus Ford ante ella su presencia imponente la hizo retroceder, conmocionada, tuvo miedo al verlo. —¿Qué quiere aquí? —espetó recelosa —Te he salvado la vida, ¿Es así como debes recibirme? Ella lo miró confusa. —¿Estás coludido con tu sobrino? Dime, ¿Van a matarme? —exclamó paranoica. Él sonrió, luego rio de ella. —¿Qué locuras dices, mujer? No, si quisiera hacerte daño, no te hubiese ayudado, ¿No lo crees? Ella retrocedió, estaba temblorosa. —Vine por ti, he pagado la cuenta, te dejarán ir —el hombre le dio una bolsa con ropa—. Vístete, y nos vamos. —¿Qué? ¿A dónde? —preguntó dudosa. —Ya lo verás, quiero que hablemos lejos de este lugar, tengo una propuesta que hacerte.
Los ojos de Álvaro nunca fueron tan oscuros y grandes, como si la noche estuviera en ellos. —¡¿Esto es una clase de m*****a broma, tío?! ¿Tienes idea de quién es está mujer? —Esta mujer es mi esposa, la nueva señora Ford, la dueña de mi corazón, eso es todo lo que me importa —dijo Marcus y besó su mano con dulzura, ella miró sus ojos, tan azules que le recordaron a un cielo, sintió que su piel se erizó, sonrió ante Álvaro, que enfurecido no daba crédito a lo que sus ojos veían. —¿Te contó que fue mi esposa? Esta mujer fue mi esposa antes, tío, ella me engañó, fue infiel, ¡Es una traidora! Una socarrona risa de Evana hizo enmudecer no solo a Álvaro, sino a todos. —¿Eso dices para poder dormir? Mal, querido sobrino, pero tú y yo sabemos la verdad. Fátima se interpuso entre ellos. —¡¿Qué demonios es esto, Marcus Ford?! ¿Cómo has podido darme este disgusto? —exclamó la mujer al borde del llanto —¿Disgusto? Madre, ¿No has querido siempre que siente cabeza y construya mi propia famil
El rostro de Marcus enrojeció al instante en que escuchó las palabras de su padre. —¿Qué dices? ¿Yo? ¿Enamorado? —negó con rapidez, hasta recordar que eso formaba parte de su plan—. ¡Oh, sí! ¿por qué me casaría con Evana si no la amara, padre? Ha sido un amor a primera vista, ha sido un amor de locura, pero, así es el amor, ¿No? El viejo Andrés caminó de un lado a otro, pensativo. —Supongo que, Evana y Álvaro son pasado, ahora él tiene a su nueva esposa, todo lo que hubo en ellos ha acabado, no es fácil estar con una mujer que ha sido de otro, hijo. —No me importa, no cuando ese no ha sido un buen hombre. —¿Por qué hablas así de Álvaro? ¿Acaso olvidas que es tu sobrino, hijo de tu único hermano que Dios guarde en la gloria? Marcus tuvo que tragar sus palabras. —Lo sé, solo que, Álvaro no amó a Evana, solo la lastimó, no vamos a cegarnos sobre él y Nicol, eso es el pasado, ahora Evana es mía, y él puede seguir con su familia feliz. Supongo que ahora que has entendido mi punto, ¿P
Los ojos de todos los presentes estaban sobre ellos, era inaudito que una mujer desconocida hubiese conquistado el corazón del magnate primogénito de la familia, incluso la prensa se hizo eco de tal información. Evana sonrió, y él se alejó un segundo, huyendo de sus instintos, aunque sus labios parecían reclamar algo que no quería entender. De todas las miradas, la mirada de Álvaro era la que más se notaba, sus ojos envenenados de incredulidad y rabia, se sentía en la peor de sus pesadillas. «¿Por qué tenías que caer tan bajo, Evana? Mira ahora lo que has hecho, enredarte con mi propio tío, ¡Debes sentirte como una triunfadora, creyendo que él es mejor que yo, siempre quiso ser mejor que yo, pero, esto no se quedará así, los dos ahora son mis peores enemigos, acabaré con ustedes, cuando sea el presidente de la empresa Ford los desterraré de la familia, los dejaré sin nada» Nicol se quejó amarga. —¿Qué? —Tus manos me aprietan con gran fuerza, ¿Qué es lo que pasa? Debes dejar de mi
Marcus y Evana caminaron al lado de la familia, había un rastro de incomodidad en el aire que ambos respiraban. Despidieron a los invitados. Y luego a los nuevos esposos. —Hijo, cuídate mucho, te veré mañana en el club. —¿No irás de luna de miel, querido sobrino? Álvaro clavó la mirada en su tío con desprecio. —No iré, estaré aquí el lunes para la elección de presidente, ¿Acaso creíste que aprovecharías mi ausencia? Marcus se echó a reír con burla. —¡Oh, mi querido niño! De todas maneras, ¿Crees que tienes una oportunidad? Álvaro había bebido suficiente, cuando se acercó a su tío. —Sigue así, la caída será enorme, querido tío —dijo a su oído—. Ya que te gusta tanto comer de mis sobras, espero que disfrutes a mi exmujer, pero no debes olvidar cuando esté en tu cama, que primero fue mía. Marcus volvió a reír, habló en el mismo tono de voz, casi secreto para los demás. —¡Oh, mi niño, no te angusties por mí! Evana es demasiada mujer para ti, te quedó muy grande, por eso elegiste
Su lengua acariciaba la suya, un calor impregnó su cuerpo, Evana luchó por desprenderse, pero se dejó seducir por su dulce beso apasionado. Pronto su agarre se volvió leve, cuando ella pudo recordar, ya no era un beso forzado, también correspondía, le gustaba el sabor y la forma de su beso. Se miraron a los ojos, él se recostó al lado de ella, en la cama, respiró profundo, sus ojos se cerraron, se quedó dormido. Evana respiró profundo, sintió el calor disminuir en su cuerpo. Se quedó dormida. A la mañana siguiente. Ella fue la primera en despertar, se levantó de la cama y fue a vestirse, al salir, él estaba despierto. Ella trajo un vaso con agua con pastillas para curar el dolor. —Beba, le pasará el malestar. Él sonrió, bebió y tragó la pastilla, ella puso el vaso en una mesa. —¡Qué buena esposa me conseguí! —dijo con algo de ironía, ella lo miró con duda, desvió la mirada. —No vuelva a entrar a mi habitación sin invitación, señor Ford —sentenció. Dio la vuelta, cuando sint
—¿Has visto esto, abuelo? Está mujer es una vulgar, no sabe controlarse, debería alejarse de la familia, arruinará el prestigio de los Ford con su actuar salvaje —exclamó Álvaro Evana sentía la rabia y la vergüenza correr por su rostro. —¿Qué sucede aquí? —exclamó Marcus al ver la escena. —¡Tú mujer es una salvaje fiera, me ha golpeado! —chilló Stella Los ojos de Marcus se clavaron en su mujer, ella bajó la mirada temerosa, sabía que tenían un trato, él la ayudaba a avergonzar a Álvaro, ella ha conseguir la empresa Ford como presidente, pero su actuar podría perjudicarlo. —¡Yo…! ¡Ella me ofendió, solo me he defendido! —exclamó —¿Qué dices? —gritó Stella —Ahí lo tienes, padre, Stella ha ofendido a mi mujer, y ella no es una mujer frágil que agachará la cabeza ante alguien, ¿Acaso Fátima Ford era una mujer débil ante sus enemigos? Andrés se quedó perplejo ante sus palabras, negó. —¿Tu madre una mujer frágil? ¡Oh, no! —rio—. Fátima Ford pudo hacer que las piernas de sus enemigos
—¡¿Qué carajos hiciste?! El caballo salió desbocado al acercarte a ella. Álvaro abrió ojos enormes al escuchar la voz de su tío enfurecido, él aún estaba montando su caballo. —¿Qué? ¡No sé de qué hablas! —exclamó Marcus lo tomó del cuello alzando la mano, bajándolo del caballo con tal violencia, que el hombre por poco cae al suelo. —¡Más te vale que mi esposa esté sana y salva, o juro que te mataré! Marcus montó el caballo, subiendo de un solo salto, montó tan rápido como pudo, decidido ir a alcanzar a Evana a todo galope. Álvaro lo miró con rabia. «¡Ojalá que ambos desaparezcan para siempre de mi vida! Los aborrezco», pensó. —¡Álvaro! ¿Qué hiciste? La voz de su abuela lo sobresaltó, lo inculpaba del suceso. —¿Qué dices, abuela? ¡No he hecho nada! ¿Cómo puedes pensar algo tan malo de mí? La mirada de Fátima recorría al joven, como si pudiera escudriñarlo y leer a través de él. Se acercó a paso lento cuando miró algo brillar en su mano, se lo arrebató tan rápido que él no lo