La mujer entró, y miró tal escena, lanzó un grito aterrorizado,
Evana tocaba su herida, evitando que la sangre siguiera fluyendo, tenía miedo, se sentía cansada, el dolor ardía hasta sus entrañas, pero pensó que era su último momento, él iba a matarla, estaba segura.
Álvaro se distrajo con Nicol, suplicando que llamará a la ambulancia, cuando se giró Evana no estaba, la puerta resonó con su salida, intentó ir por ella, la vio correr, se desesperó, y la persiguió.
Estaba seguro de que, si esa mujer hablaba y lo denunciaba, él estaría acabado, todo por lo que luchó se vendría abajo.
Su abuela no lo elegiría presidente de la empresa Ford, además, acabaría en la cárcel.
Corrió con más fuerza, pero no vio a la mujer por ningún lado, siguió su instinto, avanzando por una calle, sin saber que Evana se escondía tras un bote de basura, como un animal herido y asustado.
Ella sabía que eran sus últimos momentos, estaba sangrando mucho, si llegaba a perder más sangre, iba a morir, sollozaba
Caminó tan rápido como pudo, mucha gente la miró, se alejó, había tan poca empatía, como si la gente la juzgara solo al verla.
Esta mareada, supo que perdería el conocimiento, no podía aceptarlo, sin saber en manos de quién quedaría.
Se atravesó a un auto, que, con el semáforo en verde, apenas pudo detenerse, el conductor accionó el claxon, pero la mujer tocaba la ventanilla del auto, Evana quiso abrir las puertas y subir, quería ayuda, pero no, nadie le hacía caso. Estaba impotente.
Hasta que tocó esa ventanilla del asiento trasero con tal fuerza y apuro, que capturó la atención de alguien.
Bajó el vidrio, un hombre la observó, sus ojos la escudriñaron con furia.
—¿Qué quieres mujer? ¡No tengo dinero! —la juzgó como mendiga.
—¡Ayuda…! Ayúdame… —exclamó con voz temblorosa.
El hombre observó la sangre en su ropa y piel, la miró asustado, abrió la puerta de inmediato.
Evana se acercó, y cayó sobre el asiento, encima del regazo de ese hombre perdió el conocimiento.
Él pudo notar su herida. Sus ojos azules y fríos se abrieron incrédulos, la llevó adentro del auto, sintió algo de pena, no fue capaz de dejarla ahí.
—¡Está mujer está herida! ¡Vamos a llevarla al hospital! —exclamó e intentó ayudar a detener el flujo de sangre usando un pañuelo.
El chofer condujo.
Al llegar al hospital, la llevó hasta el área de emergencias, la llevaron en una camilla.
—¿Cuál es el nombre de la mujer?
Marcus Ford no tenía idea de quien era esa mujer.
—Yo… no lo sé, la encontramos en la calle, pidió ayuda.
La enfermera asintió.
—Buscaremos a sus familiares, si sobrevive…
Esas palabras golpearon su conciencia.
«¿Cómo qué si sobrevive?»
—Ella necesita sangre A positivo urgente, pero ya no contamos con suficiente sangre en nuestro banco, me temo que si no conseguimos esa sangre puede morir.
El hombre observó al doctor aturdido.
—Mi tipo de sangre es O negativo, ¿Podría donarle?
—¡Claro! Sígame.
Marcus Ford siguió al doctor, pronto se encontró donando sangre para esa mujer, era solo una desconocida, pero no tenía tan cruel corazón para dejarla ahí.
Luego de donar sangre, espero afuera, su asistente llegó a su lado, sorprendido de tal situación.
—Señor, ¿No irá a la junta de socios fundadores?
—No lo haré, informa que me ocuparé unos días.
El asistente le miró con sorpresa.
—Le recuerdo que su madre organizó la cena esta noche para que conociera a una mujer, ella la considera perfecta para usted.
—Cancélala.
El asistente aceptó, y se fue.
Marcus Ford era hijo menor de la familia Ford, su hermano mayor había muerto hace años.
Su madre quería que él dirigiera la empresa Ford, como presidente, pero su padre a punto de retirarse solo querría a un hijo que estuviese casado, pues eso aseguraría una estabilidad como la que él tuvo durante su larga gestión.
Marcus no quería saber nada del amor, pero dirigir la empresa era su gran sueño, además, cuando la empresa estuvo al borde de la quiebra por la gestión de su tonto sobrino, fue Marcus Ford quien la salvó, dando parte de su dinero personal, y creando un plan de trabajo que la catapultó a ser una gran empresa otra vez, nadie lo merecía como él.
«Me casaré si eso tengo que hacer, pero yo seré el presidente de la empresa Ford», pensó.
—¿Señor?
El hombre miró a la doctora.
—La mujer está bien, ahora está fuera de peligro.
Él asintió.
—¿Quiere verla?
Su pregunta le causó confusión, pero de pronto, sintió curiosidad de verla, asintió.
Entró a esa habitación, la mujer estaba tendida en la cama, era tan frágil como una muñequita vapuleada. No la conocía, nunca la vio en el pasado.
Ella abrió los ojos, miró alrededor, estaba asustada, miró a ese hombre con duda, notó la mirada de ese hombre sobre sus manos, pero no entendió la razón.
—¿Quién es usted…? ¿Qué me pasó? ¿Morí?
Una sonrisa sarcástica se dibujó en los labios de ese hombre.
—No. Sobreviviste, alguien te atacó, te hirió, perdiste mucha sangre que casi mueres, ahora estás a salvo.
—Usted… ¿Usted me salvó? —exclamó
De pronto, todos los recuerdos volvieron a Evana a una velocidad que la marearon, su ahora exesposo intentó matarla, podría buscarla, corría un grave riesgo, eso pensó.
—Te acercaste a mi auto, pidiendo ayuda, soy un hombre justo, no dejaría en la calle a alguien tan necesitado.
Los ojos de Evana se llenaron de lágrimas, tuvo mucha suerte.
—Gracias… —susurró
—Me llamo Marcus Ford, si necesitas algo más…
Su nombre resonó en sus oídos con gran fuerza, sus ojos se abrieron enormes.
—¿Usted es Marcus Ford? Usted es… ¿El dueño de la empresa Ford?
Él se sorprendió de que ella lo conociera.
—Bueno, mi familia y yo somos dueños de la empresa, ¿Me conoces? —exclamó con duda
Ella esbozó una sonrisa sarcástica.
—Claro que te conozco, al menos he escuchado tu nombre, a ti y a tu familia, pero sobre todo a Álvaro Ford, él es quien me destruyó, es culpa de ese miserable que yo esté en esta cama de hospital.
Marcus Ford abrió ojos enormes, impactado ante sus palabras.
—¡¿Qué has dicho?! ¿Cómo es posible? ¡Ahora mismo me dirás toda la verdad! —exclamó, su mirada severa y su porte altivo la hicieron sentir pequeña y tener miedo de nuevo.
Álvaro y Nicol llamaron a todos los hospitales, pero en ninguno les daban razón sobre Evana Monet. —Olvídala. —¿Cómo puedo hacerlo? Si esa mujer me denuncia, ¡Estoy perdido! ¡Lo perderé todo! ¿No lo entiendes? ¡Puedo ir preso! —No sucederá, ella seguro morirá antes de que alguien la ayude, perdió mucha sangre, y si sobrevive, no es capaz de denunciarte, Álvaro, Evana siempre fue una tonta, ella no hará nada en tu contra. —¡Más te vale! —exclamó furioso y a la vez asustado—. Mejor pensemos en que decir, ahora tenemos el camino libre. Nicol tomó los papeles del divorcio. —Ella firmó los papeles de divorcio, eres un hombre libre, Álvaro, ahora podemos casarnos, tu abuela me adora, a ella la desprecia, iremos a casa, contemos que te fue infiel, digamos que le descubriste un amante, todos la despreciarán, si ella te acusa de algo, yo diré que jamás la lastimaste, seré tu cómplice por siempre. Nicol se abrazó a Álvaro, él estaba mortificado, pero luego se calmó, bebió un trago de lic
Evana intentaba salir del hospital, tomó alguna ropa que encontró, no le importaba nada, tenía miedo, intentó llamar a su banco, no tenía nada de ella, no había forma en que pudiera recibir ayuda, no tenía muchos amigos, se sentía sola en el mundo. Cuando la puerta se abrió, se quedó perpleja al mirar a Marcus Ford ante ella su presencia imponente la hizo retroceder, conmocionada, tuvo miedo al verlo. —¿Qué quiere aquí? —espetó recelosa —Te he salvado la vida, ¿Es así como debes recibirme? Ella lo miró confusa. —¿Estás coludido con tu sobrino? Dime, ¿Van a matarme? —exclamó paranoica. Él sonrió, luego rio de ella. —¿Qué locuras dices, mujer? No, si quisiera hacerte daño, no te hubiese ayudado, ¿No lo crees? Ella retrocedió, estaba temblorosa. —Vine por ti, he pagado la cuenta, te dejarán ir —el hombre le dio una bolsa con ropa—. Vístete, y nos vamos. —¿Qué? ¿A dónde? —preguntó dudosa. —Ya lo verás, quiero que hablemos lejos de este lugar, tengo una propuesta que hacerte.
Los ojos de Álvaro nunca fueron tan oscuros y grandes, como si la noche estuviera en ellos. —¡¿Esto es una clase de m*****a broma, tío?! ¿Tienes idea de quién es está mujer? —Esta mujer es mi esposa, la nueva señora Ford, la dueña de mi corazón, eso es todo lo que me importa —dijo Marcus y besó su mano con dulzura, ella miró sus ojos, tan azules que le recordaron a un cielo, sintió que su piel se erizó, sonrió ante Álvaro, que enfurecido no daba crédito a lo que sus ojos veían. —¿Te contó que fue mi esposa? Esta mujer fue mi esposa antes, tío, ella me engañó, fue infiel, ¡Es una traidora! Una socarrona risa de Evana hizo enmudecer no solo a Álvaro, sino a todos. —¿Eso dices para poder dormir? Mal, querido sobrino, pero tú y yo sabemos la verdad. Fátima se interpuso entre ellos. —¡¿Qué demonios es esto, Marcus Ford?! ¿Cómo has podido darme este disgusto? —exclamó la mujer al borde del llanto —¿Disgusto? Madre, ¿No has querido siempre que siente cabeza y construya mi propia famil
El rostro de Marcus enrojeció al instante en que escuchó las palabras de su padre. —¿Qué dices? ¿Yo? ¿Enamorado? —negó con rapidez, hasta recordar que eso formaba parte de su plan—. ¡Oh, sí! ¿por qué me casaría con Evana si no la amara, padre? Ha sido un amor a primera vista, ha sido un amor de locura, pero, así es el amor, ¿No? El viejo Andrés caminó de un lado a otro, pensativo. —Supongo que, Evana y Álvaro son pasado, ahora él tiene a su nueva esposa, todo lo que hubo en ellos ha acabado, no es fácil estar con una mujer que ha sido de otro, hijo. —No me importa, no cuando ese no ha sido un buen hombre. —¿Por qué hablas así de Álvaro? ¿Acaso olvidas que es tu sobrino, hijo de tu único hermano que Dios guarde en la gloria? Marcus tuvo que tragar sus palabras. —Lo sé, solo que, Álvaro no amó a Evana, solo la lastimó, no vamos a cegarnos sobre él y Nicol, eso es el pasado, ahora Evana es mía, y él puede seguir con su familia feliz. Supongo que ahora que has entendido mi punto, ¿P
Los ojos de todos los presentes estaban sobre ellos, era inaudito que una mujer desconocida hubiese conquistado el corazón del magnate primogénito de la familia, incluso la prensa se hizo eco de tal información. Evana sonrió, y él se alejó un segundo, huyendo de sus instintos, aunque sus labios parecían reclamar algo que no quería entender. De todas las miradas, la mirada de Álvaro era la que más se notaba, sus ojos envenenados de incredulidad y rabia, se sentía en la peor de sus pesadillas. «¿Por qué tenías que caer tan bajo, Evana? Mira ahora lo que has hecho, enredarte con mi propio tío, ¡Debes sentirte como una triunfadora, creyendo que él es mejor que yo, siempre quiso ser mejor que yo, pero, esto no se quedará así, los dos ahora son mis peores enemigos, acabaré con ustedes, cuando sea el presidente de la empresa Ford los desterraré de la familia, los dejaré sin nada» Nicol se quejó amarga. —¿Qué? —Tus manos me aprietan con gran fuerza, ¿Qué es lo que pasa? Debes dejar de mi
Marcus y Evana caminaron al lado de la familia, había un rastro de incomodidad en el aire que ambos respiraban. Despidieron a los invitados. Y luego a los nuevos esposos. —Hijo, cuídate mucho, te veré mañana en el club. —¿No irás de luna de miel, querido sobrino? Álvaro clavó la mirada en su tío con desprecio. —No iré, estaré aquí el lunes para la elección de presidente, ¿Acaso creíste que aprovecharías mi ausencia? Marcus se echó a reír con burla. —¡Oh, mi querido niño! De todas maneras, ¿Crees que tienes una oportunidad? Álvaro había bebido suficiente, cuando se acercó a su tío. —Sigue así, la caída será enorme, querido tío —dijo a su oído—. Ya que te gusta tanto comer de mis sobras, espero que disfrutes a mi exmujer, pero no debes olvidar cuando esté en tu cama, que primero fue mía. Marcus volvió a reír, habló en el mismo tono de voz, casi secreto para los demás. —¡Oh, mi niño, no te angusties por mí! Evana es demasiada mujer para ti, te quedó muy grande, por eso elegiste
Su lengua acariciaba la suya, un calor impregnó su cuerpo, Evana luchó por desprenderse, pero se dejó seducir por su dulce beso apasionado. Pronto su agarre se volvió leve, cuando ella pudo recordar, ya no era un beso forzado, también correspondía, le gustaba el sabor y la forma de su beso. Se miraron a los ojos, él se recostó al lado de ella, en la cama, respiró profundo, sus ojos se cerraron, se quedó dormido. Evana respiró profundo, sintió el calor disminuir en su cuerpo. Se quedó dormida. A la mañana siguiente. Ella fue la primera en despertar, se levantó de la cama y fue a vestirse, al salir, él estaba despierto. Ella trajo un vaso con agua con pastillas para curar el dolor. —Beba, le pasará el malestar. Él sonrió, bebió y tragó la pastilla, ella puso el vaso en una mesa. —¡Qué buena esposa me conseguí! —dijo con algo de ironía, ella lo miró con duda, desvió la mirada. —No vuelva a entrar a mi habitación sin invitación, señor Ford —sentenció. Dio la vuelta, cuando sint
—¿Has visto esto, abuelo? Está mujer es una vulgar, no sabe controlarse, debería alejarse de la familia, arruinará el prestigio de los Ford con su actuar salvaje —exclamó Álvaro Evana sentía la rabia y la vergüenza correr por su rostro. —¿Qué sucede aquí? —exclamó Marcus al ver la escena. —¡Tú mujer es una salvaje fiera, me ha golpeado! —chilló Stella Los ojos de Marcus se clavaron en su mujer, ella bajó la mirada temerosa, sabía que tenían un trato, él la ayudaba a avergonzar a Álvaro, ella ha conseguir la empresa Ford como presidente, pero su actuar podría perjudicarlo. —¡Yo…! ¡Ella me ofendió, solo me he defendido! —exclamó —¿Qué dices? —gritó Stella —Ahí lo tienes, padre, Stella ha ofendido a mi mujer, y ella no es una mujer frágil que agachará la cabeza ante alguien, ¿Acaso Fátima Ford era una mujer débil ante sus enemigos? Andrés se quedó perplejo ante sus palabras, negó. —¿Tu madre una mujer frágil? ¡Oh, no! —rio—. Fátima Ford pudo hacer que las piernas de sus enemigos