—Lo siento mucho, señora Monet, su bebé murió horas después de nacer, nació muy enferma, no pudimos hacer nada por ella. Aún estamos tratando de localizar a su esposo, no sabemos nada de él, desde hace tres días.
Evana se quedó en silencio, fue como si hubiesen arrancado una parte de su corazón, lloró por un largo rato estaba destrozada, pero quería irse de ahí, volver a casa, se preguntaba por su esposo Álvaro, era raro que no estaba a su lado, pensó que pronto iría a verla.
Hace tres días dio a luz a su pequeña hija, y después tuvo una fuerte infección que la mantuvo en cama casi inconsciente por unos días más.
Fue dada de alta, pero su esposo no fue por ella, lo que le pareció extraño, intentó llamarlo, nunca respondió.
Salió de ahí y tomó un taxi a casa, al llegar él no estaba ahí, se quedó dormida luego de rezar y llorar, por la noche recibió su llamada, diciendo que estaba en un viaje de negocios, eso la tranquilizó un poco.
—Ya lo sabes, querida, el tío Marcus me envió a una junta en la playa. ¿Puedes creer lo desconsiderado que es? Volveré la siguiente semana —dijo, pero su voz era tranquila, Evana sabía que el trabajo era importante para Álvaro.
—Quiero saber donde enterraste a nuestra hija, quiero visitarla, por favor —dijo Evana
—En el cementerio de Nova Luz, en la tumba de tus padres.
—Gracias, iré a visitarla y llevaré rosas.
Colgó la llamada.
Durante días, Evana lloró desconsolada por la memoria de su hija, hasta que, por fin pudo tener fuerzas para levantarse e ir a verla.
Decidió ir al cementerio, llevó rosas blancas, y encontró la tumba de su pequeña hija en la de sus padres muertos; su madre murió cuando ella era aún una niña, pero su padre volvió a casarse pronto con una mujer que tenía una hija, su hermanastra Nicol, nunca fueron las mejores amigas, siempre las alejó la competencia que Nicol parecía tener contra ella.
Luego de dejar las rosas y rezar, volvió a casa, su salud mejoró, pero su ánimo seguía por los suelos.
Al llegar, vio el auto de su esposo estacionado afuera de casa, se sorprendió al ver ahí también el auto de Nicol; su hermanastra y ella se habían vuelto cercanas luego de la muerte de sus padres cinco años atrás, en un accidente de tránsito, ella solía visitar su casa, pero no a menudo, supuso que vino a dejar sus condolencias luego de lo ocurrido.
Entró y no vio a nadie en el salón principal, lo que le resultó extraño, sin embargo, al subir la escalera, escuchó esos sonidos. Su piel se erizó, sus manos temblaron, sintiendo un nudo en su garganta, esos ruidos eróticos eran inconfundibles, eran aberrantes.
Sintió que temblaba, pero debía enfrentarlo.
Subió despacio, casi sin hacer ruido, abrió la puerta, entonces los vio, estaban en la misma cama que solía dormir.
—¡Álvaro! ¡Nicol! —gritó con rabia, sus ojos se volvieron llorosos, pero resistió antes de romper en llanto.
Aquel par de amantes casi saltaron de la cama, alejándose, la observaban con ojos grandes e incrédulos.
—¡Evana! Yo… —exclamó Álvaro.
—Qué pena me das, y con mi propia… ¡Ahora puedo ver que eres una gran zorra Nicol! —sentenció con odio.
La mujer solo agachó la mirada, incapaz de mirarla.
Evana salió a toda prisa, no quería seguir viendo a ese hombre, él bajaba la escalera tan rápido como ella, solo vestía pantalones.
Ella estuvo por salir, cuando él la detuvo, tomando su brazo con fuerza.
—¡Evana!
Ella alejó su brazo, ahora sentía que su piel la quemaba.
—¿Cómo pudiste? ¡Eres asqueroso! Me divorciaré de ti, no quiero volver a verte.
Él la empujó contra el suelo, haciéndola caer, ella se quedó perpleja, ahora no tenía idea de quién era ese hombre, durante tres años fue su esposo amado, ahora era un traidor descubierto.
Álvaro parecía fuera de sí, caminó a un mueble, tomó unos papeles y los puso sobre la mesa.
—¡Es el divorcio! ¿Quieres que esto acabe? Te lo pongo tan fácil.
Ella se levantó, estaba incrédula, miró esos papeles, sin dudar los firmó, tenía rabia y odio, incluso el mismo Álvaro se sorprendió de ver que los firmara con tanta facilidad.
—¡Sé lo diré a toda tu familia! Les diré la clase de porquería de hombre que eres, y también a la prensa, todos se enterarán de la clase de basura que son ustedes dos —dijo al mirar a la mujer bajar la escalera.
Nicol sonrió con cinismo.
—¡Nadie te quiere, nadie te va a creer, Evana! Para todos solo eres una loca y ya, los Ford te detestan por casarte con Álvaro, nadie va a creer en tu palabra. Y sobre tu herencia, ahora es toda mía —dijo Nicol.
—¿Qué? —exclamó con voz titubeante, no podía creerlo.
—¿Acaso no le firmaste un acuerdo a Álvaro para que manejara tu dinero, ¡Pobre tonta! Ahora es nuestro dinero, ahora tú no tienes nada.
Evana miró al hombre con rabia, le encestó una fuerte bofetada, pero él se la regreso con el doble de fuerza, de pronto, sintió que cayó al suelo, él golpeó su mejilla tan fuerte que casi se desmaya, se sintió mareada.
Incluso Nicol se sorprendió, luego rio satisfecha.
Evana sintió la sangre escurrir por su nariz, cuando se levantó y vio a ese hombre, sintió rabia.
—¿Crees que te dejaré ensuciar mi nombre cuando obtendré la presidencia de la empresa Ford? No permitiré que te interpongas en mi camino, Evana.
Ella lo miró asustada, esta vez le pareció que era una fiera dispuesta a atacarla, debía ser lista, no podía enfrentarlo, al menos no de esa manera violenta.
Se echó a correr hasta llegar a la cocina, intentaba salir por la puerta trasera.
Álvaro fue tras ella, Nicol gritó que se detuviera, pero él no la obedeció.
Evana estaba por irse, cuando ese hombre haló sus cabellos, la detuvo, asustada de que volviera a golpearla, ella tomó un cuchillo.
Él se quedó quieto, ella lo amedrentó con ese cuchillo.
—¡No te atrevas a golpearme una vez más! —exclamó
—¿Qué harás? ¿Vas a lastimarme? ¡Mujer, te faltan agallas! —exclamó burlón.
Evana sintió que de verdad le faltaba fuerza para hacerlo, su mano temblaba como una hoja al viento, y él podía notarlo.
De pronto, se abalanzó contra ella, Evana sostuvo el cuchillo con fuerza, comenzaron a forcejear, él queriendo quitarle el cuchillo, queriendo calmarla, ella luchando por resistir.
Evana fue vencida por su fuerza, y sintió un dolor quemante en un costado, tan repentino que la impactó, cuando se dio cuenta él había clavado el cuchillo en su piel, la sangre comenzó a salir a borbotones, se miraron a los ojos, incrédulos de lo que pasó, no era la forma en que Álvaro quería acabar con ella, en realidad, solo quería echarla de su lado, no llegar hasta ese extremo, ahora había cruzado el límite, no había retorno.
Sacó el cuchillo de su piel, lo lanzó al suelo. Retrocedió un paso, mirándola con terror.
—¡Nicol, llama a la ambulancia! —exclamó
La mujer entró, y miró tal escena, lanzó un grito aterrorizado, Evana tocaba su herida, evitando que la sangre siguiera fluyendo, tenía miedo, se sentía cansada, el dolor ardía hasta sus entrañas, pero pensó que era su último momento, él iba a matarla, estaba segura. Álvaro se distrajo con Nicol, suplicando que llamará a la ambulancia, cuando se giró Evana no estaba, la puerta resonó con su salida, intentó ir por ella, la vio correr, se desesperó, y la persiguió. Estaba seguro de que, si esa mujer hablaba y lo denunciaba, él estaría acabado, todo por lo que luchó se vendría abajo. Su abuela no lo elegiría presidente de la empresa Ford, además, acabaría en la cárcel. Corrió con más fuerza, pero no vio a la mujer por ningún lado, siguió su instinto, avanzando por una calle, sin saber que Evana se escondía tras un bote de basura, como un animal herido y asustado. Ella sabía que eran sus últimos momentos, estaba sangrando mucho, si llegaba a perder más sangre, iba a morir, sollozaba
Álvaro y Nicol llamaron a todos los hospitales, pero en ninguno les daban razón sobre Evana Monet. —Olvídala. —¿Cómo puedo hacerlo? Si esa mujer me denuncia, ¡Estoy perdido! ¡Lo perderé todo! ¿No lo entiendes? ¡Puedo ir preso! —No sucederá, ella seguro morirá antes de que alguien la ayude, perdió mucha sangre, y si sobrevive, no es capaz de denunciarte, Álvaro, Evana siempre fue una tonta, ella no hará nada en tu contra. —¡Más te vale! —exclamó furioso y a la vez asustado—. Mejor pensemos en que decir, ahora tenemos el camino libre. Nicol tomó los papeles del divorcio. —Ella firmó los papeles de divorcio, eres un hombre libre, Álvaro, ahora podemos casarnos, tu abuela me adora, a ella la desprecia, iremos a casa, contemos que te fue infiel, digamos que le descubriste un amante, todos la despreciarán, si ella te acusa de algo, yo diré que jamás la lastimaste, seré tu cómplice por siempre. Nicol se abrazó a Álvaro, él estaba mortificado, pero luego se calmó, bebió un trago de lic
Evana intentaba salir del hospital, tomó alguna ropa que encontró, no le importaba nada, tenía miedo, intentó llamar a su banco, no tenía nada de ella, no había forma en que pudiera recibir ayuda, no tenía muchos amigos, se sentía sola en el mundo. Cuando la puerta se abrió, se quedó perpleja al mirar a Marcus Ford ante ella su presencia imponente la hizo retroceder, conmocionada, tuvo miedo al verlo. —¿Qué quiere aquí? —espetó recelosa —Te he salvado la vida, ¿Es así como debes recibirme? Ella lo miró confusa. —¿Estás coludido con tu sobrino? Dime, ¿Van a matarme? —exclamó paranoica. Él sonrió, luego rio de ella. —¿Qué locuras dices, mujer? No, si quisiera hacerte daño, no te hubiese ayudado, ¿No lo crees? Ella retrocedió, estaba temblorosa. —Vine por ti, he pagado la cuenta, te dejarán ir —el hombre le dio una bolsa con ropa—. Vístete, y nos vamos. —¿Qué? ¿A dónde? —preguntó dudosa. —Ya lo verás, quiero que hablemos lejos de este lugar, tengo una propuesta que hacerte.
Los ojos de Álvaro nunca fueron tan oscuros y grandes, como si la noche estuviera en ellos. —¡¿Esto es una clase de m*****a broma, tío?! ¿Tienes idea de quién es está mujer? —Esta mujer es mi esposa, la nueva señora Ford, la dueña de mi corazón, eso es todo lo que me importa —dijo Marcus y besó su mano con dulzura, ella miró sus ojos, tan azules que le recordaron a un cielo, sintió que su piel se erizó, sonrió ante Álvaro, que enfurecido no daba crédito a lo que sus ojos veían. —¿Te contó que fue mi esposa? Esta mujer fue mi esposa antes, tío, ella me engañó, fue infiel, ¡Es una traidora! Una socarrona risa de Evana hizo enmudecer no solo a Álvaro, sino a todos. —¿Eso dices para poder dormir? Mal, querido sobrino, pero tú y yo sabemos la verdad. Fátima se interpuso entre ellos. —¡¿Qué demonios es esto, Marcus Ford?! ¿Cómo has podido darme este disgusto? —exclamó la mujer al borde del llanto —¿Disgusto? Madre, ¿No has querido siempre que siente cabeza y construya mi propia famil
El rostro de Marcus enrojeció al instante en que escuchó las palabras de su padre. —¿Qué dices? ¿Yo? ¿Enamorado? —negó con rapidez, hasta recordar que eso formaba parte de su plan—. ¡Oh, sí! ¿por qué me casaría con Evana si no la amara, padre? Ha sido un amor a primera vista, ha sido un amor de locura, pero, así es el amor, ¿No? El viejo Andrés caminó de un lado a otro, pensativo. —Supongo que, Evana y Álvaro son pasado, ahora él tiene a su nueva esposa, todo lo que hubo en ellos ha acabado, no es fácil estar con una mujer que ha sido de otro, hijo. —No me importa, no cuando ese no ha sido un buen hombre. —¿Por qué hablas así de Álvaro? ¿Acaso olvidas que es tu sobrino, hijo de tu único hermano que Dios guarde en la gloria? Marcus tuvo que tragar sus palabras. —Lo sé, solo que, Álvaro no amó a Evana, solo la lastimó, no vamos a cegarnos sobre él y Nicol, eso es el pasado, ahora Evana es mía, y él puede seguir con su familia feliz. Supongo que ahora que has entendido mi punto, ¿P
Los ojos de todos los presentes estaban sobre ellos, era inaudito que una mujer desconocida hubiese conquistado el corazón del magnate primogénito de la familia, incluso la prensa se hizo eco de tal información. Evana sonrió, y él se alejó un segundo, huyendo de sus instintos, aunque sus labios parecían reclamar algo que no quería entender. De todas las miradas, la mirada de Álvaro era la que más se notaba, sus ojos envenenados de incredulidad y rabia, se sentía en la peor de sus pesadillas. «¿Por qué tenías que caer tan bajo, Evana? Mira ahora lo que has hecho, enredarte con mi propio tío, ¡Debes sentirte como una triunfadora, creyendo que él es mejor que yo, siempre quiso ser mejor que yo, pero, esto no se quedará así, los dos ahora son mis peores enemigos, acabaré con ustedes, cuando sea el presidente de la empresa Ford los desterraré de la familia, los dejaré sin nada» Nicol se quejó amarga. —¿Qué? —Tus manos me aprietan con gran fuerza, ¿Qué es lo que pasa? Debes dejar de mi
Marcus y Evana caminaron al lado de la familia, había un rastro de incomodidad en el aire que ambos respiraban. Despidieron a los invitados. Y luego a los nuevos esposos. —Hijo, cuídate mucho, te veré mañana en el club. —¿No irás de luna de miel, querido sobrino? Álvaro clavó la mirada en su tío con desprecio. —No iré, estaré aquí el lunes para la elección de presidente, ¿Acaso creíste que aprovecharías mi ausencia? Marcus se echó a reír con burla. —¡Oh, mi querido niño! De todas maneras, ¿Crees que tienes una oportunidad? Álvaro había bebido suficiente, cuando se acercó a su tío. —Sigue así, la caída será enorme, querido tío —dijo a su oído—. Ya que te gusta tanto comer de mis sobras, espero que disfrutes a mi exmujer, pero no debes olvidar cuando esté en tu cama, que primero fue mía. Marcus volvió a reír, habló en el mismo tono de voz, casi secreto para los demás. —¡Oh, mi niño, no te angusties por mí! Evana es demasiada mujer para ti, te quedó muy grande, por eso elegiste
Su lengua acariciaba la suya, un calor impregnó su cuerpo, Evana luchó por desprenderse, pero se dejó seducir por su dulce beso apasionado. Pronto su agarre se volvió leve, cuando ella pudo recordar, ya no era un beso forzado, también correspondía, le gustaba el sabor y la forma de su beso. Se miraron a los ojos, él se recostó al lado de ella, en la cama, respiró profundo, sus ojos se cerraron, se quedó dormido. Evana respiró profundo, sintió el calor disminuir en su cuerpo. Se quedó dormida. A la mañana siguiente. Ella fue la primera en despertar, se levantó de la cama y fue a vestirse, al salir, él estaba despierto. Ella trajo un vaso con agua con pastillas para curar el dolor. —Beba, le pasará el malestar. Él sonrió, bebió y tragó la pastilla, ella puso el vaso en una mesa. —¡Qué buena esposa me conseguí! —dijo con algo de ironía, ella lo miró con duda, desvió la mirada. —No vuelva a entrar a mi habitación sin invitación, señor Ford —sentenció. Dio la vuelta, cuando sint