KarlDespués de haber pasado un momento agradable en el río junto a Naira, subimos de nuevo hacia la hacienda. La ayudé a bajarse del caballo, y ella entró corriendo a la mansión mientras yo me quedé riendo como un idiota. Bajé tranquilamente, le pedí al capataz que limpiara la caballeriza y se asegurara de que mi caballo estuviera bien cuidado después del paseo. Luego, subí detrás de Naira.No sé qué estaba pasando conmigo y esta mujer. Desde que experimenté esa pasión desenfrenada, ese éxtasis inigualable, no podía dejar de querer estar cerca de ella. Sin embargo, me repetía a mí mismo que no sentía amor, porque sé que no soy capaz de amar. No obstante, en el ámbito físico... el deseo era algo difícil de ignorar, imposible de controlar.Al entrar a la habitación, la encontré tratando de quitarse la ropa mojada. Me acerqué y, sin decir nada, comencé a ayudarla. Ella levantó la mirada y sonrió.—¿Otra vez? —pregunto tratando de mantenerse tranquila.—Sí, otra vez —respondi, con una vo
Naira El sol me golpeaba el rostro, abrasador y despiadado, y sentía que en cualquier momento iba a desmayarme. Esto era demasiado. Las mujeres que trabajaban para mi el señor Karl, murmuraban entre ellas cuando me veían, lanzando miradas cargadas de curiosidad y juicio. Una de ellas apenas se atrevía a dirigirme la palabra, pero yo no tenía ánimos de hablar. Quizá no sabían quién era yo; tal vez pensaban que solo era una chica más, una trabajadora cualquiera. Pero si supieran que estaba con su jefe... Ah, si lo supieran, tal vez no me mirarían de esa manera. Aunque por otro lado, Karl me ha tratado peor, jamás sería reconocida como su mujer, más bien como su jueguito, nada más. Solté un respiro, estaba demasiado cansada de esto y no había de otra.Karl, el maldito de Karl, me vigilaba de cerca. No sé si intentaba probarme, controlarme o si simplemente disfrutaba viéndome sufrir. ¿Pensará que voy a escapar? Sería absurdo. Sé que si intentara algo, él me atraparía de todas formas.
Karl El corazón era el peor enemigo de la mente humana, capaz de volvernos vulnerables ante sentimientos engañosos. Tal vez eso era lo que me pasaba con Naira, un sentimiento falso, una debilidad que no podía permitirme. Pero ahora, no había espacio para reflexiones: estaba a punto de matar a ese imbécil que se atrevió a tocar lo que es únicamente mío. Entré al calabozo y allí estaba el animal que intentó violar a Naira. Parecía petrificado, sudando a mares y al borde de perder el control de sus esfínteres. —Señor, perdóneme la vida. Sé que cometí un error, no sabía que ella era su mujer... Cuando la vi trabajando ahí... —balbuceó, su voz temblando de miedo. Lo miré con desprecio, dejando que el silencio se llenara de su patético ruego. —Estás perdido. Aunque no fuera mi mujer, no tienes derecho a tocar a ninguna mujer indefensa. —Mi voz era firme, fría—. Ahora que lo pienso, has estado abusando de tu puesto. Eso no me gusta. Vamos a ver qué desea mi mujer que hagamos contigo.
Capitulo súper Hot🥰🥵🤭😋NairaObservaba desde lejos cómo entrenaban a los caballos. Karl estaba de pie, junto a un grupo de hombres, supervisando cada movimiento. Yo solo podía mirar, tal y como él me había ordenado. Mi herida aún estaba fresca, y desde aquel día, su comportamiento había cambiado. Algo en él me descolocaba. Sabía que era un hombre impredecible, pero últimamente parecía más contenido, como si intentara mostrar otra faceta. A pesar de ello, no debía sentir nada por él. No se lo merecía.—Es un hombre voluble,—me repetía, tratando de convencerme a mí misma. Sin embargo, no podía evitar preguntarme si podría controlarlo. Y si lo lograba, quizá podría escapar. Irme con mi madre y dejar este lugar atrás. Pero, ¿por qué últimamente mi deseo de permanecer a su lado era más fuerte? Había algo en su manera de mirarme, de envolverme en sus brazos y susurrar "muñeca" con esa voz grave que me hacía estremecer.—Quizá estoy rota,—pensé, sintiendo una punzada en el pecho. —Como e
Karl.Mi mente aún estaba atrapada en lo que había sucedido unas horas antes. Los recuerdos en los platillos de girasoles, la conversación con Naira, y ese sentimiento indescriptible que había comenzado a nacer en mí, seguían invadiendo mi mente. Naira estaba siendo todo lo que yo quería, su actitud, su presencia… todo en ella estaba diseñado para complacerme, para hacer que me sintiera bien, pero también me hacía cuestionar algo. Este placer que estábamos compartiendo, ¿era solo con ella o era algo que podría experimentar con otras? Debía descubrirlo, quizás esta noche lo haría.La noche caía lentamente y, con ella, venía la necesidad urgente de entender qué era lo que realmente estaba pasando dentro de mí. No podía permitirme ser vulnerable ante ningún ser humano, ni siquiera ante una mujer. Siempre me había considerado un hombre sin emociones, sin esas pequeñas cosas que algunos llaman amor o afecto. Eso era un lujo que nunca tuve, ni de mis padres, ni de nadie. Siempre me enseñaro
Karl.Naira estaba nerviosa, lo podía notar en cada uno de sus gestos. Sus manos jugaban inquietas con el borde de su vestido, y sus ojos esquivaban los míos. Sabía bien que este evento podría marcar el destino de su vida… y de la mía. Pero yo no pensaba perderla. No. Ella sería mía, y lo sería limpiamente, aunque lo que estuviera haciendo fuese un absurdo juego de orgullo y sombras. Pero así era yo: un hombre sin escrúpulos, sin furor. Necesitaba arrancarme de raíz aquel sentimiento amargo que se había instalado en mi pecho. ¿Era amor lo que sentía por Naira? ¿O simplemente era mi ego, intentando comprobar su propio poder?Estábamos ahí, entre murmullos y risas de los demás, cuando escuché mi nombre a mis espaldas.—¡Cuánto tiempo, Karl! Ahora eres todo un adulto —dijo una voz femenina que heló mi sangre.Me giré lentamente, y allí estaba Margaret. La misma mujer que había destrozado mi dignidad junto a mi padre… y al suyo. Y no estaba sola. A su lado, el hombre que había sido su cóm
Karl. Cuando finalmente terminó la subasta, el salón quedó inundado de murmullos y risas discretas. Los asistentes disfrutaban de los aperitivos y el brillo de las copas de champán, reflejando las luces de las grandes lámparas que pendían sobre nuestras cabezas. Me encontraba de pie junto a una mesa, observando cómo los últimos detalles de la velada se desenvolvían, cuando el gobernador volvió a acercarse a mí. Su rostro irradiaba una mezcla de admiración y curiosidad. —Es usted muy astuto, señor Karl — Comentó , levantando su copa en un gesto que pretendía ser amistoso—. Por un momento pensé que iba a vender a esta bella dama. Me permití esbozar una sonrisa ligera, aunque mis ojos permanecieron fríos. Respondí con voz calmada, pero firme: —¿De verdad cree que iba a vender lo que me pertenece? Esta muñeca es mía y solo mía. La subasta fue un simple juego, uno en el que sabía que ganaría. El gobernador asintió con una risa breve, admirando el juego de diamantes y zafiros que l
Naira Estaba experimentando una sensación demasiado deliciosa, quería soltar ese líquido que me estaba volviendo loca a punto de acabar, y recibir mi orgasmo. Pero sabía que él no quería eso y tenía que obedecerlo, sus juegos estaban a punto de volverme loca y ambiciosa ante él, ya no había marcha atrás, Karl ya me había contagiado, no había manera de cambiar las cosas. Los meses a su lado me había hecho una mujer fuerte, diferente y sobre todo necesitada de su cercanía, de sus besos, de sus manos sobre mi piel, sus caricias únicas y placenteras.Lamentablemente había caído en la red del monstruo, ya no había marcha atrás. Dejé mis ensimismamiento al ver que empezó a mover su lenguas de una manera excitante y a la misma vez dolorosa.Unto mi cuerpo con chocolate, al parecer esto lo excitaba aún más. —Te encanta mi amor ¡Dímelo — Exigió con la voz pesada.—Sí mi señor — respondi soltando un suspiro, que hasta varios gemido me salió. Él se levantó, vi que agarró una fresa, lo puso so