Puesta al día

Puesta al día

Ana quedó con la expresión de quien no alcanza a creer lo que tiene ante sí. No era mi intención lucirme frente a ella ni mucho menos, pues nuestra amistad no estaba para ese tipo de estupideces, pero de cierta manera nuestra dinámica de amigas si admitía ese juego tonto donde ella me acusaba de haber robado un banco.

― ¡Estúpida! ―le dije sonriendo al indicarle como debía colocarse el cinturón de seguridad―, tu sabes bien que soy demasiado nerviosa como para atreverme a robar un banco ―le dije en forma de broma.

― ¿Entonces qué? ¿Secuestraste a tu jefe y le pediste rescate?

Ante las ocurrencias de Ana no pude hacer otra cosa más que reírme con desparpajo, después de todo precisamente para distraerme era que había decidido invitarla a ella a almorzar. Su compañía era para mí una de las mejores medicinas, capaz de quitarme todo el estrés y la preocupación con una sola conversación. Ana me conocía, ella era para mí una de las personas más especiales del mundo, si no es que
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