Alianza de muerte―Adelante señorita Reyes ―me indicó aquella voz que yo recordaba como siempre, con ese tono que procuraba ser inmaculado y preciso en la pronunciación de cada sílaba posible.― ¡¿Qué demonios ocurre aquí?! ―espeté con un grito que me brotó del alma en el más puro desahogo de mi entera confusión. No había forma de procesar aquella discordancia a la que me enfrentaba y me llenaba de más dudas que respuestas. Mis piernas en ese momento estuvieron a punto de sucumbir a la fuerza que las halaba hacia abajo, queriendo desplomarse por la impresión.―Por favor, señorita Reyes, es preferible que guarde silencio. No queremos que mi socio tenga que accionar de manera “Disuasoria”―al decir esto, el sujeto que según el señor Cavill era su abogado “de confianza”, el señor Martins, señaló al sujeto que hasta ese momento ya había evitado volver a mirar, pues su sola presencia en ese lugar me traía de vuelta todo el dolor, la agonía y el odio que yo pensaba que había dejado en el pas
Graves consecuenciasHablar de locura era poco comparado a lo que me parecían las palabras con la que ese abogado me había propuesto aquella barrabasada, que en la cabeza ni siquiera me cabía. Fue tanto mi desconcierto que de manera inmediata me levante de mi asiento con intenciones de dar por terminada la conversación si ni siquiera prestar atención a las amenazas de la pistola que el jefe guardaba debajo del cinto de su pantalón.Dejar al señor Cavill era algo que de ninguna manera podía estar dispuesta a asumir. Ni siquiera por aquella promesa de la que ellos me hacían mención. Después de todo el señor Cavill me había pedido matrimonio, y aunque esa petición hubiese estado impulsada por el temor de perderme, yo sabía bien que existía de verdad un trasfondo tangible detrás de ella y estaba segura también que él estaría dispuesto a ayudarme con lo de mi hermano si yo se lo llegaba a pedir. No estaba ni cerca de considerar siquiera esa propuesta que él me acaba de plantear, sin mencio
Vacío insoportableMi mundo se destruyó en ese instante en el que quedé a solas en aquella salita del departamento de Ana. Aquella conversación me había devuelto la vida que antes había estado anhelando, pero me la había dado después de tener que renunciar a la vida que había descubierto recién. No podía saber cómo sentirme. Me llenaba de regocijo saber que podía ir a buscar a mi hermano en ese mismo momento, si es que era eso lo que quería, pues el señor Martins lo dejó en claro antes de salir, pero sabía que si lo hacía debía cumplir mi palabra y olvidarme completamente del amor que sentía por el señor Cavill.Las preguntas se me amontonaban y me llenaban de una insoportable cantidad de incertidumbre que solo servía para acrecentar el miedo y la confusión. Yo no era más que una niña indefensa en un mundo de mentiras y traiciones, no tenía ni la menor idea de cuál podía ser el interés de dos personas tan diferentes para hacer todo eso solo para alejarme del señor Cavill. La duda me d
Como aquella lejana vezLogré dejar a Ana tranquila con esa promesa que le hice. Después de todo no había conseguido la manera de resolver todavía el cómo le explicaría todo ese asunto, por lo que de momento solo quería concentrarme en resolver un asunto a la vez. Así que salí de vuelta a la calle, donde me esperaba aquel auto que me recordaba de manera inevitable al hombre al que me encontraba traicionando de manera artera. Con todo el dolor de mi alma tomé el lugar frente al volante y accioné el motor. El internado no quedaba muy lejos y todavía tenía veinte minutos para llegar a tiempo a la cita pautada.Comencé a conducir con la mente enajenada y el corazón vacío. Solo quería tener un propósito para poder seguir adelante después de haber tenido que renunciar de manera forzosa a lo que prometía ser mi felicidad definitiva, por eso necesitaba llegar cuanto antes a ese lugar donde esperaba que por lo menos la sonrisa de mi hermano pudiese darme de nuevo las ganas de vivir.Llegué cas
Una felicidad a cambio― ¡Emi! ―le escuché decir con aquella voz dulce e inocente que me hizo volver a vivir, por lo menos estaba descubriendo que, en medio de mi mar de angustia, estaba reservada una felicidad para mí― ¡Viniste por mí!David sonrió cuando comenzó a correr hacia mí. Él era un chico que parecía mucho mayor a la edad que de verdad tenía, pero en el fondo aún era un niño capaz de emocionarse sin disimulo como el niño que era.Mi hermano llegó a mis brazos y me regaló la vida que había perdido todo ese tiempo. Tenerlo entre mis brazos por lo menos me permitía saber que aquello era tangible, que era real, sabía que en medio de mi angustia y miseria, por lo menos la que era mi meta de vida, estaba siendo alcanzada de manera efectiva.Sus huesos a flor de piel daban muestra de la mala alimentación que recibía en el lugar, lo mismo que aquella ropa sucia y raída que demostraba la poca importancia que le daban a los internos, situación que yo tenía más que comprobada, pues yo
Explicaciones difícilesAna abrazó a David de una manera muy emotiva que me hizo sonreír de felicidad de solo poder contemplar esa escena. David apenas podía acordarse de aquella joven que estudiaba con su hermana y que visitaba la casa de vez en cuando, por eso se sintió un poco incómodo cuando esa que ahora era toda una mujer en todo el sentido de la palabra lo estrechó entre sus brazos estrechándolo contra sus enormes pechos. En el rostro de mi hermano pude descubrir ese destello de incertidumbre que me podía hacer saber que la inocencia del niño ya había comenzado a abandonarle; sin embargo, yo me seguía negando a aceptar aquellas acusaciones que Owen había hecho en su contra de manera cobarde. Aquello no me cabía en la cabeza, era algo que sencillamente no podía asimilar.En el trayecto de regreso al departamento intenté y de hecho estuve a punto de preguntarle sobre el asunto, pero preferí callar y no arruinarle el momento, pues la sonrisa de su rostro era algo verdaderamente gr
Epílogo¿Despedida?― ¿Pero cómo piensas comenzar de cero? ―se preocupó Ana al escuchar mis planes de mudarme al pequeño pueblo donde habíamos crecido con mis padres antes de mudarnos a la ciudad. La idea se había instaurado de inmediato en mi cabeza, apenas entendí que mi estancia en la ciudad iba a ser imposible por demás. La preocupación de Ana era entendible, sobre todo asumiendo que los últimos dos años no había tenido ni siquiera el suficiente dinero como para pagar el arriendo de un lugar propio, pero lo que ella no sabía era que en cuestión de un par de días el dinero había dejado de ser el problema. La que antes era la mayor prioridad en mi vida, ya había dejado de serlo. De golpe me encontraba con el dinero suficiente como para estar viviendo una vida tranquila con mi hermano, puesto que el señor Martins antes de irse había depositado en mis manos una paca, de billetes de a cien, tan grande que ni siquiera me había atrevido a contarla. Mi mochila de los días de escuela, esa
Muchas gracias, querida lectora por darle la oportunidad a mi historia y llegar hasta este punto. Sé que esto no es un final ni mucho menos. Son demasiadas las preguntas sin respuesta que quedan en el aire, pero no te preocupes, la historia no acaba aquí, esta solo es la primera parte de una trilogía que he preparado con muchísimo amor para todas ustedes. Sé que no es perfecta, pero hemos puesto todo el corazón escribiéndola para que sea de su agrado y puedan tener una historia con la cual suspirar y enamorarse.Sometida por obligación es el título de la segunda parte de esta trilogía, donde seguiremos los pasos de la protagonista para enfrentarse a esa nueva vida obligada a vivir lejos del amor de su vida y lo que hará falta para recuperar lo que perdió.Sé que las dudas son muchas y que hay muchas preguntas que no nos dejaran dormir, por eso les aseguro que si siguen la segunda parte no se arrepentirán.Les recuerdo que pueden seguirme en mi página de escritor en Facebook, donde est