El peso de la indecisión El señor Cavill me dejó impactado con el peso impregnado a su afirmación. Aquello me dejaba en claro que su necesidad de protegerme iba mucho más allá de lo que yo pudiese imaginar. Era cierto que aún tenía que lidiar con todo aquello que había sucedido, aún no tenía ni la menor idea quienes eran esos tipos ni cuáles eran sus intenciones, pero de momento solo podía pensar en el cómo el señor Cavill se había atrevido a desdeñar de su propio contrato para dejarme en claro que su máxima determinación estaba puesta para protegerme a toda costa, sin embargo, eso solo servía para dejarme más confundida de lo que ya de por sí podía estarlo.Con sus manos haciéndome de manera intensa y con su rostro peligrosamente cerca del mío, me le quedé viendo para descifrar el mensaje detrás de esa mirada intensa y significativa.―Pero ese contrato es lo único que nos une a usted y a mí ―le dije para establecer con claridad una opinión marcada.El señor Cavill no se inmutó. Su r
Por el peso de la lujuriaLa noche llegó después de que me quedara viendo el paisaje desde la ventana que me permitía apreciar el crepúsculo desde una posición inmejorable. Desde ese lugar pude apreciar los distintos matices de naranja que fueron avanzando en el cielo a medida que el sol comenzó su descenso. De repente el naranja se manchó de azules y violetas y al final terminó empapándose en un todo de matices de azul estrellado. La nostalgia de ese momento, que encerraba en su fugacidad la realidad efímera de la vida, me hizo pensar en todos los rostros que había amado en mi vida. Amores de familia y de amistad todos ellos, pero ahora me tocaba conocer lo que sin duda alguna era otro tipo de amor, mucho más violento y pasional, peligroso e inestable, sobre todo, pero intenso como ningún otro.No podía dejar de pensar en lo que Ana había querido decirme respecto a la decisión que debía tomar, pero el asunto había dejado de ser de decisiones hacía mucho tiempo, ahora era una cuestión
Metida de pataEl trayecto del pasillo y las escaleras se me hizo interminable, pero por lo menos me dio el tiempo necesario para perfeccionar mi caminar cadencioso y temerario.Me enfilé directo a la cocina después de estar en la planta baja, soñaba con encontrarme al señor Cavill ocupado en las labores de la cocina tal como había ocurrido la noche anterior. De solo imaginarlo igual de sexi en la cocina preparándome la cena sin camiseta me hizo estremecer el cuerpo al punto de obligarme a mantener la concentración para no perder el rumbo. Adelante escuché un par de ruidos y me sentí victoriosa de comprobar que el señor Cavill si se encontraba en la cocina tal como lo había anticipado. Debía cruzar a la izquierda para quedar de frente a la enorme cocina. Me detuve un poco para ensayar lo que sería un arribo sorpresivo y teatral. Acomodé mi melena y humedecí un poco mis labios, dejándolos incluso entreabiertos tal como se veía en las películas subidas de tono, entonces me atreví a fran
Rebelde o sumisa― ¿O si no qué? ―me atreví a correr el riesgo de que mis palabras tentaran a la bestia que se relamía frente a mí. Yo sabía bien que estaba jugando con fuego en ese momento, pero ese fuego me quemaba y lo que me hacía sentir sin duda alguna me dejaba disfrutar.El señor Cavill afiló su mirada para hacerme sentir penetrada por una intensa aprensión, producto de aquel par de cielos que me miraban con lascivia impúdica y que me apretujaba contra su pecho mientras su respiración me ahogaba cortándome la respiración de plano. El solo sonido de aquella sartén sobre la cocina era lo único que podía escucharse más allá de nuestras respiraciones agitadas.― ¿Regresó la Emily temeraria? ―me preguntó él entonces con ese tono de inquisición apremiante. Su mirada era rapaz y dejaba entrever un apetito voraz, pero aun así era capaz de contenerse más allá de los límites de mi paciencia, empujándome de golpe a sentir que la vida se me cocinaba a fuego lento en la expectación de saber
Algunas cuentasTodo rastro de interés por la cena que podía existir en mí antes de aquello, terminó desapareciendo por completo al descubrir que nada me salvaría ahora que me encontraba siendo cuestionada por las preguntas interesadas del jefe a quien por compromisos contractuales no podía no responderle.Demoré el asunto bebiendo un sorbo de mi copa de vino a pesar de que aún no había logrado conseguirle el gusto a esa bebida insípida.―La verdad no es una historia agradable ―dije para tratar de disuadirlo de su intención. ―No me importa, quiero saber más de ti.Los ojos del señor Cavill eran un espejo hipnótico, por lo que resultaba bastante difícil resistir, contenerme y seguir resistiendo a sus órdenes.― ¿Por qué quiere saber de mí? Yo solo soy una sumisa transitoria. Cuando se canse de mí ya no querrá saber ni mi nombre, así que no encuentro el sentido a su petición, con todo respeto. Por miedo a quedar expuesta me atreví a plantarme con una argumentación clara y lógica que a
Otras explicacionesYo procuré moverme de manera coqueta sin que él se diera cuenta de que yo me estaba enterando del peso de su mirada sobre mi cuerpo. Incluso me atreví a mover disimuladamente el cabello hacia mi espalda para dejar que él pudiera verme sin ningún tipo de impedimento. Incliné la espalda hacia atrás, curvándola de manera sensual y logrando que mis senos quedasen plenamente a la vista para él. Ahora más que nunca estaba quedando todo a un lado, los platos de comida ya ni siquiera eran tomados en cuenta, sino que tanto él como yo, solo jugueteábamos con las copas de vino.―No crea que por eso me hará olvidar del tema de su familia ―me dijo al fin haciendo con ello que toda mi intención quedase desmoronada en segundos.―Lo siento ―me disculpé llena de rabia―, es solo que me preocupa el tema de la posible fugacidad de este vínculo nuestro.―No se preocupe por lo que aún no llega ―me aclaró, volviendo a mirarme a los ojos con total naturalidad, como si segundos atrás no hu
El tesoro del corazón― ¿Por qué quiere saber eso? ―le pregunté luego de que él se sentara frente a mí en aquel sofá de la estancia, frente a la puerta que daba a la piscina. El señor Cavill me había dado un breve tiempo mientras que él terminaba de ordenar todo en la cocina mientras me había pedido esperarle en ese cómodo espacio iluminado de manera tenue y serena donde podía ver los hermosos jardines que circundaban ese patio adornado y preparado para ser un acogedor espacio de descanso.El señor Cavill había llegado mucho más sereno y calmado que de costumbre, como si de repente aquella conversación en la que logramos obtener algunas respuestas de parte y parte, él hubiese logrado abrirse un poco más y de tanto en tanto se le hiciera más factible la idea de abrirse a un buen trato sin tener que recurrir a su abusivo dominio y sometimiento.De manera calmada me miró sin darle mucha importancia al tema de imponer sus voluntades como siempre acostumbraba. Ahora se había tomado a la li
Límites rotosEl señor Cavill entonces hizo un derroche de su fuerza incólume al tomarme por la cintura y subirme a su hombro de una manera irreparablemente sexi. Aquello de ser tratada como un objeto podía ser malinterpretado e incluso de mal gusto, pero cuando lo hace el hombre que me robaba el sueño, entonces no me importaba que él hiciera lo que se le antojase.Subida a su hombro me llevó por el pasillo y sin siquiera resentir mi peso sobre su hombro, que no debían ser más de cincuenta kilos, pero igual debía dificultarle en algo, subió los escalones como si aquello fuese algo rutinario y normal. Sus piernas eran como máquinas de una fuerza y una potencia incontenible.Sobre su hombro tuve tiempo de pensar en tanto, pero al final de cuentas no me dio tiempo de pensar en nada de ello, pues el señor Cavill aprovechó la oportunidad de tener mis nalgas a su entera disposición para darme de nalgadas justo como lo había hecho aquel primer día en forma de «castigo». Los golpes de su mano