Castigo apetecible.El señor Cavill me había dejado en claro que mis manos debían permanecer quietas en todo momento, pero aquello resultó algo imposible, llevándome a ocasionar que al final de cuentas aparecieran nuevos implementos del contenido de aquella bolsa: dos esposas entraron en escena, cuando no conteniendo el estallido de placer incontenible, mis manos procuraron detener el avance de aquel objeto sobre mi clítoris. El movimiento de aquel cuerpo extraño que el señor Cavill aplastaba contra el centro de placer de mí entre pierna me hacía entrar en un estado de agonizante disfrute. Incluso después de que mis dos manos terminasen «encadenadas» a la estructura de la cama, el instinto mismo me llevaba a contorsionarme inútilmente para procurar detener aquel castigo apetecible.Mis gritos habían dejado de serlo para convertirse en alaridos del más puro descontrol. No existía manera de contener de forma púdica aquel despropósito de placer en estado puro al que el señor Cavill me s
Lazos que unenTal vez era el hecho de que era nuestra segunda vez juntos, o tal vez era el hecho de que ahora nos conocíamos mucho más, o también podía ser el hecho de que yo me había confesado y le había dado a saber mis sentimientos por él, incluso, quizás, podía ser por el hecho de que mi cuerpo ya estaba listo para el placer y mis piernas y manos se encontrasen atadas y listas para presentarme ante el cómo una ofrenda sexual, pero sin duda alguna aquella noche conocí el cielo en manos del señor Cavill. Él me tomó sin ningún tipo de consideración. De haber sido por la dureza de aquella cama que parecía de confección industrial, posiblemente habríamos roto el lecho de haberse tratado de una cama ordinaria. El cuerpo del señor Cavill me asfixiaba por la posición que él tomaba sobre mí desde su posición entre mis piernas. Su respiración me permitía medir el ascenso absoluto de aquella excitación incontenible que invadía a nuestro cuerpo como una febril sensación de llenura que colap
Noticias matutinasVolví del baño después de haber logrado lavarme para quedar fresca como lo necesitaba para poder irme a la cama en completa paz. Allí no tenía ropa como para cambiarme por completo, así que terminé regresando a la cama con esa misma muda de ropa diminuta que me sometería a los embates del frío.Cuando volví a la habitación la luz ya había sido apagada y el señor Cavill se encontraba abrigado debajo de una cobija gruesa y con sus ojos cerrados. Me sentí incómoda al no saber cómo proceder entonces. Ya entre nosotros no quedaba mucho margen para el pudor o el recato en guardar apariencias, pero de ninguna forma hubiese podido abordar esa situación de otra forma que no fuese el sentirme apremiada por una timidez congénita. Por suerte para mí, aquella cama era exageradamente inmensa, por lo que resolví acomodarme en el borde, dejando suficiente espacio, separándonos, manteniendo en todo momento la delicadeza de no hacer movimientos bruscos que perturbasen el sueño del je
Incómodo asombro.Ana quedó impactada, apenas recibió mi invitación, casi tanto como yo había quedado al momento de que el señor Cavill me dijera aquello, ya que de cierta manera él se daba por entendido que con Ana yo no guardaba ningún tipo de secretos. De cierta manera estaba obligada a seguir guardando las apariencias en cuanto a la inocencia de Ana respecto a esa relación de «amo y sumisa» que yo mantenía con el señor Cavill, pero que cada vez se alejaba más desea premisa inicial para acercarse más a un tipo de relación amorosa no enlistada ni mucho menos convencional.Lo mío con el señor Cavill era algo que escapaba completamente de cualquier imagen preconcebida de lo que se pudiera siquiera esperar, pues solo habían pasado cinco días desde la firma de ese contrato, cinco días que había sido una montaña rusa que me había hundido en un trance insoportablemente intenso que me tenía con el corazón confundido y el alma desparramada en diez mil posibilidades.Aún mantenía muchas duda
La habitación tentadoraAna se ofreció a visitar el internado esa misma tarde, apenas Erick regresará con su coche, ella había escuchado todas mis indicaciones con mucha atención. Entonces mi alma regocijó por la esperanza de tener nuevamente noticias de mi hermano.Desde el día que salí de ahí, salvándome en último momento de los planes malévolos que «el jefe» tenía para mí, prácticamente se convirtió en un territorio que yo no debía siquiera pisar, pues dentro de esos muros él tenía el dominio absoluto de todo, era como si sus dominios llegaran más allá de las restricciones del tiempo y del espacio, llegando a imponerse por sobre cualquier razón y lógica para gobernar con mano de hierro. Por eso, aunque mis intenciones fueran otras, yo no podía visitar a mi hermano todo lo que quisiera, incluso muchas veces tenía que ausentarme por meses enteros cuando la permanencia de «Él» ponía en riesgo mi sola presencia en el lugar. Por eso dependía muchas veces de la mediación de una mujer odi
Naturaleza humanaLa naturaleza humana no puede desprenderse nunca de ciertas aprensiones significativas respecto a lo que deviene en patrones comportamiento irrestrictamente repetibles en el tiempo y el espacio. Si a un niño se le prohíbe algo sin especificar de manera suficientemente elocuente una razón entendible y lógica, el niño terminará desarrollando un interés inconsciente respecto a esta prohibición y de no poseer la supervisión suficiente llegará a sucumbir ante el peso de esa curiosidad que la llevara de manera casi inevitable a incursionar en el objeto o situación prohibitiva. Así me encontré yo, sintiéndome impulsada por una fuerza de abismal atracción hasta aquella habitación que encerraba para mí el misterio de aquella prohibición. Yo normalmente no me consideraba una persona que atendía a patrones de comportamiento del todo normales, pero no por ello podía prender que mi mente tuviese la entereza para soportar ese arrobo de curiosidad. La lealtad cierta que comenzaba
Como vacacionesNo pude evitar sentirme una traidora después de haber desobedecido la que había sido una orden expresa de su parte. Mi mente me decía que no era para tanto, que tan solo había sido una cuestión minúscula, pero de la misma manera aquella parte de mi alma que bebía de las mieles del señor Cavill me reprochaba de manera radical el haber faltado de esa manera al que era el dueño de mi voluntad.Tuve que hacer un esfuerzo inaudito para controlarme y mantener la compostura cuando lo primero que hizo el señor Cavill fue dedicarme unas palabras de elocuente galantería. No estaba preparada para ello por lo que sin darme cuenta termine ruborizada al percatarme que le había recibido con apenas un poca ropa cubriéndome la piel, sin duda alguna debía ser una señal bastante clara para él, solo esperaba que eso no le motivara a querer recurrir nuevamente a aquel aparato del infierno que tenía el poder de llevarme al cielo; no por qué hubiese desdeñado de aquella experiencia, puesto q
En el paraíso Después de que el señor Cavill cerrase aquella puerta, yo aún tarde un poco más en reaccionar de mi estupefacción. Me había quedado con el ánimo picado por aquella situación en la que él me había llevado hasta el extremo, dejándome con las ganas de seguir en aquella misión exploratoria, pues aunque ya para ese punto había tenido la oportunidad de indagar experiencias en el ámbito sexual al lado del señor Cavill, la realidad era que en casi todas las ocasiones me había tocado asumir un rol pasivo que no me había permitido poder explorar más allá de lo que él propiciaba y dictaba, pero yo también tenía esas ansias de explorar y conocer. No solo mis ojos tenían la necesidad de saciarse con la magistral visión de aquel cuerpo escultural, sino que también mis manos e incluso mis labios y lengua, querían explorar cada rincón de él para disfrutarle en todo el sentido de la expresión. Lamentablemente por lo pronto debía contentarme con atender las que eran sus órdenes, que no m