Cláusulas comprometedoras.Aquel momento de comprometedora cercanía había terminado por suerte para mí, pues de seguir un par de segundos más no hubiese tenido la entereza para mantenerme dentro de mis cabales.No podía entender cómo funcionaba aquella fuerza que ocasionaba que un hombre altanero y burlón como el señor Cavill pudiera desencadenar en mí ser un golpe de efecto tan impresionantemente incomprensible. Una debilidad demoledora que me dejaba sin margen de maniobra.El señor Cavill volvió a su silla para extraer de un cajón dos copias del inmenso fajo de hojas que yo ya reconocía del día anterior. Aquel era el dichoso contrato. El señor Cavill se quedó con una copia y la otra me la acercó cuando ya me había sentado frente al límpido escritorio.Los nervios me desbordaban superándome de manera abrupta cuando los ojos de él se posaban sobre mí para escrutar cada movimiento y reacción de mi parte. Era algo incómodo hasta cierto punto, pero también me intrigaba saber y entender e
AprensiónMi alma toda quedó obnubilada por ese despilfarro de soberbia y seguridad exhibido en las palabras del señor Cavill. Aquello era algo que me superaba con creces y me hacía sentirme diminuta ante una montaña de tantas inconsistencias ilógicas.De no haber tenido frente a mí a ese hombre con la mirada desbordando seriedad, hubiese dado por creer que aquello no era más que una mala broma. «Sumisión» en ese contexto me sonaba a «esclavitud», algo verdaderamente insólito teniendo en cuenta que estábamos hablando de un contrato legal propuesto por el CEO más importante y millonario de todos.―Usted está loco ―espeté con desgano.El señor Cavill ni siquiera se inmutó con mi aseveración, su rostro seguía siendo esa máscara de indiferencia y seriedad que le caracterizaba siempre.―Nada diferente a usted que sabe lo que se le sugiere y aún sigue aquí sentada leyendo el contrato… los locos nos sentimos a gusto con otros con nuestros mismos trastornos.Aquello me ocasionó rechazo, no ta
Señorío.―Yo seré todo para ti… tú serás para mí lo que yo quiera y necesite ―el señor Cavill comenzó a darme aquella explicación, apenas se dio cuenta de que yo había sucumbido al fin a sus pretensiones―. Compórtate a la altura y conocerás a un Señor bondadoso que sabrá recompensar tu entrega y sumisión… Compórtate de manera errática e incorrecta y sabrás recibir el castigo de mi mano.― ¿Castigo? ―pregunté con un susto creciente, apoderándose de la plenitud de mi ser.― ¿Se te olvido lo de ayer?―No, señor ―asentí sintiendo de pronto en mi piel el recuerdo de aquel contacto―, lo recuerdo… ¿La violencia física está permitida en el contrato?El señor Cavill levantó su ceja mientras me regaló una sonrisa que desmoronó cualquier certeza de mi ser. Sus labios sensuales y provocativos se inclinaron sobre el lado derecho de su rostro al sonreír con lo que solo podía entenderse como un derroche de picardía y lujuria.―Solo cuando se realiza como un complemento de la sexualidad.En mi gargan
Acuerdo.Ya habiendo quedado completamente en acuerdo el ritmo que debía tener nuestro pacto a partir de ese punto, el señor Cavill se encargó de dejarme en claro, ahora sí, los puntos sobre lo que serían nuestros convenios a partir de ese momento. El contrato exigía que desde ese mismo día yo debía mudarme a un anexo de la mansión del CEO, donde estaría a las expensas de sus órdenes y caprichos las veinticuatro horas el día, lo mismo que durante el horario de trabajo, pues yo debía estar en su oficina como una especie de asistente para cumplir cualquier petición de su parte. Entre lo más disonante de lo que se me había dejado en claro estaba aquello de tener que someterme enteramente a cualquier petición de su parte, peticiones que podían ir desde algo sencillo como darle de comer en la boca o limpiar sus zapatos, hasta situaciones muchísimo más demandantes y extremas como cumplir cualquier capricho sexual o arrodillarme delante de él como lo había tenido que hacer recién.Por suerte
Vida nuevaAquella insinuación me dejaba con el alma sedienta de curiosidad expectante, pero después de haber quedado en el aire aquella cuestión respecto a lo que él pretendía que hiciera respecto a mi familia y amigos, no podía permitirme seguir con el juego sin aclarar primero la situación.―Lo siento, señor Cavill ―le dije con mucha timidez y preocupada por no alterar ese ánimo volátil que él parecía tener a flor de piel―, es que con el asunto de la familia no puedo ceder. Como ya le dije, tengo un asunto familiar bastante delicado que atender y por eso no puedo acceder a ese punto… sencillamente estoy dispuesta a renunciar a demasiadas cosas para seguir adelante con esto, pero esto es algo que se escapa completamente de mis manos.El señor Cavill entonces clavó en mí su atención para escrutar cada uno de mis gestos mientras me sostenía con sus brazos. Sobre mis mejillas podía sentir la respiración de él y su aliento se entremezclaba con el mío. En esa cercanía sus brazos poderoso
La asistente del CEOArthur nos estaba esperando ya para cuando salimos del ascensor al living de la recepción. El trayecto en el elevador había sido incómodo y sobrecogedor, pues la imponencia del Señor Cavill gobernaba de manera imperiosa aquel espacio, obligándome a permanecer aplastada contra una de las paredes de metal para así no importunar con mi cercanía.―Señor, su coche está listo, aguarda por usted ―le comunicó Arthur, apenas le vio aparecer frente a él.El señor Cavill apenas y se inmutó, dedicándose a corresponderle con un simple gesto de aprobación hecho con un movimiento de su cabeza. Arthur comenzó a caminar detrás de su jefe de inmediato y yo un poco más atrás caminaba yo sin entender bien a donde me llevaría aquello. Las palabras del CEO habían sido enigmáticas y complejas, por lo que solo podía aspirar a tener una vaga idea de lo que él se proponía.Descendimos hasta un estacionamiento subterráneo que era de uso exclusivo para los coches del Jefe. Allí Arthur había
La mujer más bella del planetaEl apremio que gobernaba al señor Cavill era inversamente proporcional al temor y la ansiedad que a mí me gobernaba. No tenía idea de cómo iba a terminar todo aquello, y aunque yo había terminado accediendo de mi entera voluntad, ahora comenzaba a preocuparme un poco el rumbo que podía tomar todo aquel asunto.El señor Cavill hablaba de «mis responsabilidades» y eso era algo que me aterraba. Yo estaba dispuesta a ganarme la vida de cualquier forma y sin preocuparme por nada, mi determinación y mis motivaciones eran muy importantes como para detenerme por menudencias, lamentablemente mi formación y educación se había visto truncada desde el accidente y muerte de mis padres, pues en el internado, a pesar de lo que prometían, no nos brindaban más que una educación paupérrima y sin sentido laboral. Por eso yo había llegado a esa empresa con la idea de que mi trabajo consistiría en trapear pisos y lavar ventanas y eso no me molestaba, pero ahora me encontraba
Responsabilidades de la asistenteEra obvio y de esperarse que la pelirroja me fuera a dar un trato despectivo y bastante distante; sin embargo, nada de aquello podía hacer menguar el buen ánimo que se adueñara de mi corazón después de haber escuchado aquella sentencia del señor Cavill. No tenía forma de saber si aquello que él había dicho era verdaderamente lo que él pensaba, pero se había escuchado tan bien que me permití el placer de asumirlo como verdad, teniendo el plus de deleitarme con lo que había sido la quijada desparramada de la pelirroja después de haber escuchado la sentencia del señor Cavill.En un trajín interminable tuve que probarme una infinidad de prendas: vestidos, blusas, pantalones, conjuntos; un sinfín de variantes y combinaciones de estilos. Elegante, formal, casual, deportivo, de fiesta, para el trabajo, para el deporte; y un centenar de colores, sobre todo los que mejor combinaba con mi tono de piel lechosa. El espejo estuvo a punto de gritar para suplicar pi