La mujer más bella del planetaEl apremio que gobernaba al señor Cavill era inversamente proporcional al temor y la ansiedad que a mí me gobernaba. No tenía idea de cómo iba a terminar todo aquello, y aunque yo había terminado accediendo de mi entera voluntad, ahora comenzaba a preocuparme un poco el rumbo que podía tomar todo aquel asunto.El señor Cavill hablaba de «mis responsabilidades» y eso era algo que me aterraba. Yo estaba dispuesta a ganarme la vida de cualquier forma y sin preocuparme por nada, mi determinación y mis motivaciones eran muy importantes como para detenerme por menudencias, lamentablemente mi formación y educación se había visto truncada desde el accidente y muerte de mis padres, pues en el internado, a pesar de lo que prometían, no nos brindaban más que una educación paupérrima y sin sentido laboral. Por eso yo había llegado a esa empresa con la idea de que mi trabajo consistiría en trapear pisos y lavar ventanas y eso no me molestaba, pero ahora me encontraba
Responsabilidades de la asistenteEra obvio y de esperarse que la pelirroja me fuera a dar un trato despectivo y bastante distante; sin embargo, nada de aquello podía hacer menguar el buen ánimo que se adueñara de mi corazón después de haber escuchado aquella sentencia del señor Cavill. No tenía forma de saber si aquello que él había dicho era verdaderamente lo que él pensaba, pero se había escuchado tan bien que me permití el placer de asumirlo como verdad, teniendo el plus de deleitarme con lo que había sido la quijada desparramada de la pelirroja después de haber escuchado la sentencia del señor Cavill.En un trajín interminable tuve que probarme una infinidad de prendas: vestidos, blusas, pantalones, conjuntos; un sinfín de variantes y combinaciones de estilos. Elegante, formal, casual, deportivo, de fiesta, para el trabajo, para el deporte; y un centenar de colores, sobre todo los que mejor combinaba con mi tono de piel lechosa. El espejo estuvo a punto de gritar para suplicar pi
Una tienda de sorpresa y una verdadDespués de aquel sorpresivo cambio de planes, me tocó cambiarme de manera apresurada para estar lista antes de que la paciencia del señor Cavill colapsara. Antes de salir me detuve a darle las gracias a Rachel.―Gracias por todo ―le dije con una sonrisa amistosa. A pesar de que aún seguía sintiendo hacia ella ese recelo por sus aproximaciones insidiosas hacia el señor Cavill, no podía desestimar lo que había sido su intención de regalarme un buen consejo en medio de todo.―No te preocupes, solo espero que puedas sobrellevar el asunto con Cristian ―me respondió la pelirroja que poco a poco había abandonado su actitud de altivez y soberbia.Pero para no seguir importunando la poca paciencia del señor Cavill salimos después de que me había vestido. El señor Cavill había ordenado que las prendas seleccionadas fuesen sumadas a su cuenta y enviadas a la dirección que él les proporcionó. Entonces, después de que me encontré de pie frente a él, volví a ver
Imposición y vulnerabilidadAquel brillo en su mirada, ese que tanto me atraía, de pronto se mostró como la muestra de un deseo incontenible que le hacía destellar en ese hermoso par de cristales que tenía por ojos. La seguridad de él parecía haberse trastocado por la inesperada revelación que recién yo acababa de hacerle. Era una hecatombe que se producía en aquella tienda que parecía estar desierta y donde solo nosotros dos nos movíamos en medio de aquella parafernalia sexual. Dos almas con actitudes completamente distintas: Yo gobernada por un montón de miedos e inseguridades, mientras el señor Cavill se relamía de placer después de haberme escuchado decir aquello. Sin duda alguna parecía que el hecho de haber descubierto mi condición de neófita le había potenciado el deseo que parecía haber estado conteniendo hasta ese momento de revelación, puesto que de manera intempestiva ahora había procedido a abordarme de manera demoledora.Sus brazos me atrajeron hacia su pecho, aplastándom
En las sombrasLa respiración del señor Cavill se hacía cada vez más agitada a medida que mi cuerpo reaccionaba a sus aproximaciones. Aquellas palabras del señor Cavill me hicieron estremecer al dejarme en claro que no había marcha atrás. No podía procesar que estuviera en esa posición con un hombre al que apenas había conocido el día anterior, pero debía aceptarlo, pues después de convenir que mi voluntad quedara sujeta a ese contrato de relación, no tenía manera de escapar de mis compromisos adquiridos y uno de ellos estaba precisamente ligado a lo que era la actividad sexual y todo lo relacionado con ello.― ¿Puedo pedirle algo? ―le pregunté suplicante y con timidez.Sus manos se habían afincado en desatar la última prenda que cubría mi cuerpo para dejar a su completo dominio mi cuerpo entero cuando se detuvo para escuchar mi petición.― ¿Qué quieres? ―espetó con impaciencia.―Sea cuidadoso, por favor.El señor Cavill reaccionó incrédulo ante mi petición, quedándose con la boca en
Tormenta después de la calmaYo hubiese querido que aquel momento durase toda una vida, sin embargo, tan pronto como el señor Cavill logró recomponerse, se colocó de pie y se espabiló para espantar las secuelas de la resaca después de nuestro efímero encuentro. Con rapidez logró volver a acomodar su ropa de manera rápida y metódica. Yo aún no podía procesar todo lo que había pasado en tan poco tiempo, así que solo me quede ahí recostado, sobre ese lecho ajeno, mirando al señor Cavill moverse con aquella seguridad avasalladora que caracterizaba su naturaleza. El término sus ocupaciones y se dirigió a un estante que se encontraba en el fondo de la habitación que apenas se veía por la poca luz del lugar, tomo una toalla y se volvió a donde yo me encontraba.―Toma―me dijo extendiéndome la toalla cuando yo aún no me había levantado de la cama―, esa puerta del fondo es mi baño privado. Aséate. En diez minutos nos vamos.― ¿Perdón? ―después de haber disfrutado a su lado de un momento de cáli
Algunas explicacionesSalimos de la tienda después de que el señor Cavill diese a Luis un par de indicaciones de algunos asuntos que ni me tome la molestia de indagar. La vergüenza que me invadía era tanta que después del incidente de los juguetes me moví como un autómata, conducida por la fuerza del momento, pero sin saber a dónde se encaminaban mis pasos. Volvimos al coche del señor Cavill y yo ni siquiera me atreví a decir nada la bolsa con los objetos que me avergonzaban se encontraban detrás de mi asiento.La tarde había comenzado su avance en el cielo que se presentaba como una postal lista para enmarcar. A esa hora de la tarde la vía de la costa era un deleite para la vista, donde los yates y las embarcaciones de los más ricos de la ciudad se podían apreciar desde lo alto de la carretera. Allá abajo, más allá del muelle, se podía descubrir un mar que era un caleidoscopio que mezclaba los tonos de azules hasta su última combinación posible.Mi corazón no estaba en posición de se
Preguntas sin respuestaEl superdeportivo del señor Cavill recorrió las calles y avenidas a una velocidad de pronto mucho menos abusiva que la que había empleado anteriormente. Me dejaba la impresión de que él no quería llegar al destino, pues incluso llegamos a dar vueltas en círculo en un par de ocasiones. Al final terminamos enfilando en dirección a la torre de oficinas de las industrias Cavill, donde nos encontramos con Arthur, que llego al poco rato después de nosotros. La repentina llegada del guardaespaldas del señor Cavill conduciendo el mismo coche que había visto aparcado en frente de la «tienda», entonces me di cuenta de que Arthur había estado cerca de nosotros todo ese tiempo.El señor Cavill se bajó del auto sin decir nada y a diferencia de las veces anteriores no se acercó para abrirme la puerta, sino que se fue directo a charlar con el jefe de su departamento de seguridad. Al no haber recibido ninguna orden directa del señor Cavill decidí quedarme para esperar a sabe