Preguntas sin respuestaEl superdeportivo del señor Cavill recorrió las calles y avenidas a una velocidad de pronto mucho menos abusiva que la que había empleado anteriormente. Me dejaba la impresión de que él no quería llegar al destino, pues incluso llegamos a dar vueltas en círculo en un par de ocasiones. Al final terminamos enfilando en dirección a la torre de oficinas de las industrias Cavill, donde nos encontramos con Arthur, que llego al poco rato después de nosotros. La repentina llegada del guardaespaldas del señor Cavill conduciendo el mismo coche que había visto aparcado en frente de la «tienda», entonces me di cuenta de que Arthur había estado cerca de nosotros todo ese tiempo.El señor Cavill se bajó del auto sin decir nada y a diferencia de las veces anteriores no se acercó para abrirme la puerta, sino que se fue directo a charlar con el jefe de su departamento de seguridad. Al no haber recibido ninguna orden directa del señor Cavill decidí quedarme para esperar a sabe
No es lo que pareceLa cabeza me dolía después de todo aquel disparate vivido. Apenas era el primer día que había pasado al lado del señor Cavill y mi mundo ya estaba completamente de cabeza. Mis emociones y sentimientos estaban como embotadas por culpa de la premura con la que se había desarrollado todo aquello, por lo que no pude dimensionar la realidad de la situación en la que me encontraba inmersa.Seguí caminando aún y cuando las piernas y mi parte baja me dolían de manera insoportable. Quería que aquel día llegara por fin al final para poder encontrarme en la cama donde esperaba poder al fin meditar sobre todo lo que había vivido en ese primer día. Ana me abrió la puerta a prisa. Su rostro era de plena sorpresa mientras me increpaba con apremio haciéndome notar de manera enérgica la hora que marcaba la pantalla de su reloj.― ¡¿No habías visto la hora acaso?! ―me reclamó con una mirada desbordante de preocupación.―No, recientemente ¿Por qué? ―le pregunté pasando a su lado para
Pesadillas y dolor.Llegue a la habitación y por suerte para mí, Ana supo darme mi espacio después de darse por enterada de que yo no quería hablar más sobre el tema. Al final de cuentas aquella era su casa y ella bien podía simplemente imponer su voluntad para hacerme salir de la habitación, pues yo ahí no era más que una inquilina, pero ella no hizo nada, me dejo irme tranquila a ese espacio de soledad que yo tanto anhelaba. Ni siquiera pude quedarme a comer algo, pues la discusión había terminado en malos términos, sobre todo después de mi grosera reacción, por lo que me tocó irme directo a la ducha con lo que esperaba poder por lo menos liberarme del cansancio y la pesadez que aplastaba mi cuerpo entero. Me terminé de bañar con el agua tibia para revitalizar mi cuerpo y me fui directo a la cama luego de colocarme una bata de dormir.Era de esperar que los pensamientos y las ansiedades pudieran abordarme de manera impetuosa en ese momento de silencio, por lo que me obligue con tod
Ganancia y pérdidaEntré en mi cuarto después de haber cometido una intromisión garrafal y vergonzosa. Yo sabía bien que Ana no me recriminaría por aquello, pero no por eso podía sentirme en paz por la forma en la que había ocurrido todo por mi metida de pata. Yo esperaba que Ana estuviese dispuesta para mí en todo momento, esa era una idea que se había asentado en mi subconsciente después de tantos momentos en los que ella había estado a mi lado de manera irreprochable y por eso no había estimado la posibilidad de que ella estuviese «ocupada» cuando me encaminé a su habitación. Ahora ya no había nada que pudiera hacer para reparar el «daño», solo podía rogar al cielo que la suerte de Ana fuese la suficiente como para poder continuar en la cama con Erick.La historia de Ana y Erick era complicada. Él había estado luchando incansablemente para ganarse la confianza y el cariño de ella, pero Ana era una mujer que por sus propios miedos y temores se había encerrado en una vida bastante ce
¿Qué hiciste qué?― ¿Qué hiciste qué?La pregunta estridente y sin filtro de Ana retumbo como un huracán que colmó de golpe todo el espacio de la habitación. Sus ojos casi desorbitados y su expresión de completa perplejidad dejaban en claro que aquella revelación no había sido procesada del todo por ella, pues su mano se alargó para hacer mi brazo, como en un intento desesperado de procurar corroborar que era yo la persona a su lado que le acababa de proporcionar tal información.Mi reacción fue la de alguien que no se pone de acuerdo entre la tristeza y la comicidad, pues el gesto de exagerada sorpresa de Ana me hizo distender de cierta manera la tristeza que me había acompañado después de lo que había sido una culminación fatídica para lo que en teoría debía haber sido uno de los días más especiales de mi vida.―Es en serio, Ana… hoy lo hice por primera vez.La confirmación de mis palabras ocasionó que mi amiga reaccionara de manera violenta, atreviéndose incluso a propinarme un fue
Comprensión y complicidadAnte él giró desenfadado que Ana le había dado a nuestra conversación, no pude hacer otra cosa más que sonreír de manera distendida. Ella procuraba mantener en alto el nivel de su idoneidad respecto a la temática de sus consejos y reproches, pero no pudo contenerse a la hora de dejar fluir lo que eran sus deseos más profundos, pues recién acababa de conocer la desnudez de su novio y por la forma en que le brillaban los ojos quedaba en claro que lo que había visto le había dejado bastante animada y con mucha motivación, solo era cuestión de superar un par de barreras mentales y emocionales y ella estaría lista para entregarse en brazos de aquel que era para ella la materialización de un verdadero príncipe azul, uno dispuesto a esperarla por más de veinte minutos, abandonado y solitario en una habitación con una erección incontrolable que yo misma había podido contemplar durante la fatídica interrupción. ―Créeme que duele como el infierno… pero soportar ese do
Comienza el juego Mis piernas resintieron el golpe de efecto de tener que encontrarme de frente con aquellos ojos profundamente escrutadores que me miraban desde la altura de su solemne altanería. Aquel rostro de rasgos marcados y vertiginosos ahora se encontraba cubierto por la sombra de una barba hirsuta que dejaba adivinar que la rasurada diaria no había sido aplicada. Yo quise decir algo, pero el grito de Ana a mis espaldas me sacó de mi estupefacción. ― ¡Por Dios, es Cristian Cavill! ―la sorpresa en la voz de Ana dejó en claro el impacto que ocasionaba el descubrirse de buenas a primeras al frente de uno de los hombres más famosos del país, sin contar a cantantes ni actores. La fama del señor Cavill estaba basada netamente en su portentoso atractivo físico y el ineludible hecho de ser uno de los hombres más ricos del mundo. El señor Cavill me dio una última mirada que me dijo mucho sin necesidad de tener que abrir la boca, entonces se permitió corresponder aquella especie de s
Nada normal.Aquella especie de cumplido que el señor Cavill había tenido conmigo al decirme aquello me permitió de cierta manera reposar de aquella sensación de incomodidad que no me abandonaba ni por un segundo. Estando cerca de él, yo me sentía completamente cambiada, justo como si me traicionara a mí misma, pues de manera inexplicable me encontraba cediendo de manera directa ante su persona. Yo estaba convencida de que cumplir ese contrato debía ser, lo que me permitiría cumplir mi meta, lo que nunca pude haber anticipado era que desde lo más profundo de mi ser brotara esa necesidad inconsciente de someterme a la voluntad de él.Aún me sentía traicionada por la forma en que me había dejado ir el día anterior después de que me tomara casi a la fuerza, pero el hecho de que en persona él mismo se presentara a buscarme como si yo de alguna manera le importara me hacía esperanzarme de manera estúpida. Era algo sin sentido, pues yo sabía, gracias a la confesión hecha por él mismo, que n