Comienza el juego Mis piernas resintieron el golpe de efecto de tener que encontrarme de frente con aquellos ojos profundamente escrutadores que me miraban desde la altura de su solemne altanería. Aquel rostro de rasgos marcados y vertiginosos ahora se encontraba cubierto por la sombra de una barba hirsuta que dejaba adivinar que la rasurada diaria no había sido aplicada. Yo quise decir algo, pero el grito de Ana a mis espaldas me sacó de mi estupefacción. ― ¡Por Dios, es Cristian Cavill! ―la sorpresa en la voz de Ana dejó en claro el impacto que ocasionaba el descubrirse de buenas a primeras al frente de uno de los hombres más famosos del país, sin contar a cantantes ni actores. La fama del señor Cavill estaba basada netamente en su portentoso atractivo físico y el ineludible hecho de ser uno de los hombres más ricos del mundo. El señor Cavill me dio una última mirada que me dijo mucho sin necesidad de tener que abrir la boca, entonces se permitió corresponder aquella especie de s
Nada normal.Aquella especie de cumplido que el señor Cavill había tenido conmigo al decirme aquello me permitió de cierta manera reposar de aquella sensación de incomodidad que no me abandonaba ni por un segundo. Estando cerca de él, yo me sentía completamente cambiada, justo como si me traicionara a mí misma, pues de manera inexplicable me encontraba cediendo de manera directa ante su persona. Yo estaba convencida de que cumplir ese contrato debía ser, lo que me permitiría cumplir mi meta, lo que nunca pude haber anticipado era que desde lo más profundo de mi ser brotara esa necesidad inconsciente de someterme a la voluntad de él.Aún me sentía traicionada por la forma en que me había dejado ir el día anterior después de que me tomara casi a la fuerza, pero el hecho de que en persona él mismo se presentara a buscarme como si yo de alguna manera le importara me hacía esperanzarme de manera estúpida. Era algo sin sentido, pues yo sabía, gracias a la confesión hecha por él mismo, que n
El palacio del señor Cavill Apenas había recalado en la verdad de la que no era consciente: nuestro primer destino de esa mañana no era la oficina del señor Cavill, él lo había dejado entrever, aunque yo no había sido capaz de descubrirlo. Ahora me encontraba con la boca abierta, viendo a través del cristal la impresionante construcción hacia la cual nos dirigíamos. Dejamos atrás una verja de metal de estilo modernista con acabados que hacía pensar en el Art Deco de las construcciones de principios del siglo pasado, pero era apenas el principio de lo que se presentaba como un espectáculo sin parangón. Todo el camino, desde la entrada hasta la fachada de la inmensa misión, se encontraba bordeado por jardines que podían competir con los del Palacio de Versalles, adornados con esculturas que parecían ser la muestra de una colección eclíptica: desde esculturas del estoico estilo romano hasta las desenfadas siluetas de las composiciones del neo dadaísmo. Incluso yo misma me sorprendí de
Juegos de poderSu mirada volvía a ser la de un depredador jugando con su presa y mi sentir volvía a ser la de una indefensa criatura aplastada por la intensa fuerza de aquel hombre poderoso que se erguía delante de mí. Por instinto quise protestar, pero el único sonido que brotó de mi garganta fue una especie de gemido apacible que al señor Cavill parecía enardecer aún más.Mis ojos se levantaron para ver en la altura al hombre más poderoso que me escrutaba, como no pudiéndose de acuerdo respecto a lo que estaba por hacerme.― ¿Qué me hará? ―le pregunté con curiosidad, metiéndome casi que a la fuerza el papel que él esperaba de mí. Era algo que parecía ser innato en mí, pues sin proponérmelo podía convertirme en una mujer dual, que podía al mismo tiempo ser terca y obstinada, lo mismo que sumisa y complaciente.Aún no me había sobrepuesto del todo a la idea de que él me hubiese ultrajado la inocencia y luego me haya dejado así sin más, pero de momento tampoco podía disimular que aque
En los dominios del jefeDespués de aquel revelador encuentro, todo quedó en una relativa calma. El señor Cavill salió de la habitación luego de acomodar su pantalón y ordenarme ponerme cómoda hasta recibir nuevas órdenes.Lo menos que yo esperaba al salir esa mañana de la cama era terminar descubriendo ese poder a mi alcance. De cierta manera acababa de perder una segunda virginidad, pues aquella era también la primera vez que siquiera se acercaba un miembro masculino a mi boca, pero aquello me había permitido descubrir cosas bastante reveladoras y poderosas. Me perdí en aquel baño que parecía un sueño. No podía creer que ese se convertiría en mi baño privado a partir de ese día y quedé tan encantada que terminé tomando una ducha de casi una hora a pesar de que recién un par de horas antes me había bañado antes de salir de casa de Ana. Todo parecía de ensueños, la grifería y la ducha, incluso las toallas que parecían hechas del material más suave de la tierra, era un espectáculo sen
Momento de cercaníaEl trayecto desde la casa hasta la oficina se produjo sin el más mínimo intercambio de palabras. El señor Cavill permanecía sumido en su silencio sepulcral mientras descubrirle sumido en una profunda reflexión. Por un momento se me ocurrió pensar que tal vez él había descubierto eso mismo, que yo ya comenzaba a entender y esa era la causa de su incomodidad, pues que para un hombre que buscaba a toda costa mantener el dominio e imponer su autoridad, de pronto descubrirse sucumbiendo ante los encantos de una jovencita veinteañera no debía ser algo fácil de procesar. Yo no quería cantar victoria aún, pero me sentía bastante motivada luego de descubrir aquel secreto y quería encontrar la forma de poder seguir con las pruebas de aquella teoría, que por lo menos me servía como aliciente para olvidar que me encontraba metida en un lado abismal, con un millonario con problemas de personalidad, que me había sometido por medio de un contrato a cambio de dinero. Con razón, An
Cuestión de negociosDespués de que llegamos a la oficina, el señor Cavill me explicó la situación con el contrato que yo había firmado y como la rubia nunca fue su elección directa, sino más bien parte de un programa de elección a ciegas que era llevado a cabo por su abogado de confianza y amigo.― ¿El señor del traje marrón? ―le pregunté confundida.―No, él ese día solo estaba cumpliendo funciones transitorias ―me aclaró el señor Cavill mientras me daba una par de hojas para revisar unas cuentas de la empresa―. Ese día Martins, mi abogado de confianza, estaba enfermo y «el señor del traje marrón», como tú le llamas, pero su apellido es Ramírez, ocupó el lugar de Martins para concretar lo del contrato, puesto que yo estaba urgido por conseguir una chica que ocupara la vacante dejada por la última que había salido corriendo.―Pobre mujer.―Lo mismo harás tu algún día.―No lo creo ―le aseguré.Aquella respuesta parecía haber calado bastante bien en el ánimo del señor Cavill por lo que
Cláusulas de poderEl abogado se quedó impávido al descubrir la respuesta inamovible del señor Cavill. Él conocía bien el temperamento del CEO y, por lo tanto, estaba curado para no dejar que aquella respuesta directa afectara de forma alguna su ánimo, por lo que en ningún momento dejó de esgrimir aquella sonrisa de lobo rapas.Rebeca había intentado abrir la boca para decir algo, pero Martins le hizo una seña para pedirle que callara, pues sabía bien que cualquier cosa que ella dijera solo serviría para acrecentar la brecha que le distanciaba del señor Cavill. El abogado lo sabía bien, aunque Rebeca había sido su escogida, el señor Cavill ni siquiera la soportaba, así que lo mejor era desistir de su fallida empresa.La Rubia hizo un berrinche silencioso, teniéndome a mí como receptora de toda su rabia y frustración. Ella era una mujer hermosa, de eso no cabían dudas, pero era su actitud despectiva y su egocentrismo apabullante el que hacía que se convirtiera en una persona insufrible