Cuestión de negociosDespués de que llegamos a la oficina, el señor Cavill me explicó la situación con el contrato que yo había firmado y como la rubia nunca fue su elección directa, sino más bien parte de un programa de elección a ciegas que era llevado a cabo por su abogado de confianza y amigo.― ¿El señor del traje marrón? ―le pregunté confundida.―No, él ese día solo estaba cumpliendo funciones transitorias ―me aclaró el señor Cavill mientras me daba una par de hojas para revisar unas cuentas de la empresa―. Ese día Martins, mi abogado de confianza, estaba enfermo y «el señor del traje marrón», como tú le llamas, pero su apellido es Ramírez, ocupó el lugar de Martins para concretar lo del contrato, puesto que yo estaba urgido por conseguir una chica que ocupara la vacante dejada por la última que había salido corriendo.―Pobre mujer.―Lo mismo harás tu algún día.―No lo creo ―le aseguré.Aquella respuesta parecía haber calado bastante bien en el ánimo del señor Cavill por lo que
Cláusulas de poderEl abogado se quedó impávido al descubrir la respuesta inamovible del señor Cavill. Él conocía bien el temperamento del CEO y, por lo tanto, estaba curado para no dejar que aquella respuesta directa afectara de forma alguna su ánimo, por lo que en ningún momento dejó de esgrimir aquella sonrisa de lobo rapas.Rebeca había intentado abrir la boca para decir algo, pero Martins le hizo una seña para pedirle que callara, pues sabía bien que cualquier cosa que ella dijera solo serviría para acrecentar la brecha que le distanciaba del señor Cavill. El abogado lo sabía bien, aunque Rebeca había sido su escogida, el señor Cavill ni siquiera la soportaba, así que lo mejor era desistir de su fallida empresa.La Rubia hizo un berrinche silencioso, teniéndome a mí como receptora de toda su rabia y frustración. Ella era una mujer hermosa, de eso no cabían dudas, pero era su actitud despectiva y su egocentrismo apabullante el que hacía que se convirtiera en una persona insufrible
Un almuerzo y un par de cuestionesVolvimos al coche con Arthur y después de que el señor Cavill le indicase al chofer cuál sería nuestro destino partimos de inmediato. Yo había quedado con bastantes dudas y preguntas después de lo que había acontecido en aquella oficina. Para mi mala suerte, al poco rato de haber subido al auto, el teléfono del señor Cavill anunció la recepción de una llamada que parecía muy urgente, pues el jefe se vio obligado a responder de inmediato, pero no sin antes dedicarme una mirada que me dejó con un buen sabor de boca.Me impacto bastante escucharle de repente empezar a hablar en un inglés fluido como si aquella fuese su lengua materna. Su interlocutor debía ser alguien foráneo con quien el señor Cavill sostenía negociaciones, pues en mi casi nulo entendimiento del idioma, pude reconocer las palabras Busines, Money y Company. Aquella comunicación telefónica duró más de lo esperado, tanto que aun después de haber llegado al lugar destinado por el señor Ca
Un poco de contextoEl almuerzo avanzó en calma después de aquel beso delicioso que el señor Cavill me regaló.No estaba segura si él lo sabía a plenitud, pero era algo que a mí me quedaba completamente en claro y me aterraba de solo pensarlo: El dominio que él pretendía imponer sobre mí no radicaba en la autoridad con la que hablara o el carácter fuerte con el que ordenase algo, sino que dé a poco él iba logrando impregnarse en mi ser con esos momentos de intensa cercanía que me dejaban con el alma sedienta y las sienes palpitantes de pasión y deseo. Cuando su fragancia embriagante me inundaba los pulmones y mi piel temblaba por el roce de sus dedos, no había nada más que hacer.Comencé a degustar el exquisito plato de ensalada que a expensas de la exigencia del señor Cavill terminé ordenando y que resultó ser una buena elección, por lo menos en ese sentido me quedaba en claro que obedecer al señor Cavill me aportaba un alto porcentaje de probabilidades de evitar malas decisiones. De
Problemas familiares y desahogoTodo el desparpajo que podía existir en mi ser quedó opacado de repente. La ingente cantidad de preguntas que de un solo golpe querían ser expresadas en forma de palabras para inquirir respuestas al señor Cavill eran abismales, pero de manera inexplicablemente asombrosa, mi lengua se había quedado trabada. Me sentía como conminada por un embrujo pasional que emanaba de esos ojos penetrantes y poderosos que me mantenían sumida en un estado de inacción y suspensión temporal mientras le miraba. Parecía que de un momento a otro, el mundo a mi alrededor dejaba de andar y que todo lo importante se concentraba ahí en ese par de cristales que ahora me dejaban descubrir sin disimulo ese brillo de vida que antes había descubierto solo de forma pasajera, pero que ahora al fin podía verlo a mi entera disposición para perderme en su mirada de cielo y de mar.El señor Cavill se dio cuenta de mi mutismo, por lo que se permitió conservar el silencio para darme la oport
Tiempo libreCuando regresamos al coche, Arthur ya estaba aguardando por nosotros. El protocolo de embarque y desembarque ya comenzaba a formar parte de mis automatismos. La caballerosidad era sencillamente algo que, a riesgo de ser reiterativa, no faltaba en esos lares. Subí al lado del señor Cavill, quien después de hacerme aquella advertencia se había quedado callado por completo. Yo de igual manera, temerosa de no remover el tema que me obligase a tocar el tema de mi situación familiar, preferí callar.Yo sabía que si iba a seguir al lado del señor Cavill, seguramente tarde o temprano iba a tener que contarle todo, puesto que mis planes eran sacar a mi hermano, apenas tuviese la oportunidad, pero de momento prefería guardarme la información para no caer en el terreno de la lástima y la conmiseración. Además, yo odiaba eso, odiaba que la gente se compadeciera de mí por ser la huérfana que lucha por su hermano. Me incomodaba de manera suprema el hecho de que me tuvieran lástima, eso
Empacar en el corazónArthur estacionó el coche frente al edificio y me acompañó hasta la puerta del departamento. Por cortesía le invité a pasar mientras recogía las cosas que me llevaría a esa aventura, pero él no aceptó, dejándome en claro que su trabajo era el de resguardarme en todo momento, aunque sin involucrarse de manera directa, por lo que me aseguró que él estaría bien esperándome sentado en la banca del pasillo.No le presté mayor atención al asunto, pues una fuerza había nacido sobre mí y era esa la que me impulsaba a querer terminar cuanto antes para regresar y esperar al señor Cavill lo más pronto posible. No podía saber a ciencia cierta si aquello calificaba como un comportamiento obsesivo de mi parte, pero no era algo en lo que quería recalar por el momento, ya que tenía mucho por hacer si quería terminar en poco tiempo.El reloj marcaba las tres menos cuarto de la tarde cuando comencé a priorizar las cosas que llevaría conmigo, sobre todo aquellas pocas que tenían un
Entre amigasLa puerta de la habitación volvió a cerrarse para dejarnos a las dos encerradas a solas.― ¿Por qué lo invitaste? ―le pregunté de inmediato.― ¿Por qué lo preguntas? Es nuestro amigo, el merecía saber que estás a punto de embarcarte en una decisión de tal envergadura.―Lo sé, lo sé ―respondí dejándome caer pesadamente sobre el colchón de la que había sido mi cama hasta la noche anterior. Anita permanecía de pie cerca de la puerta―, pero es que sabes todo lo que está pasando y tenías que imaginar que él no se iba a tomar de buena manera la noticia de mi partida.Ana se acercó entonces, rodeando la cama para sentarse a mi lado para mirarme al hablar.―Emi, yo no tengo ni la menor idea de nada de esto que está ocurriendo y no sé si aún debes cumplir esa estúpida cláusula de confidencialidad.―Sí, aún debo.―Bueno, igual, yo no sé nada de todo esto, lo que sí sé es que si te mudas a la vuelta de la esquina o si te vas a la luna, tus amigos seguiremos siendo tus amigos. Puede