La noche había caído, y con ella, una neblina pesada se había asentado sobre la ciudad. Las sombras, antes inofensivas, ahora parecían moverse por su cuenta, al compás de una fuerza desconocida. En las calles vacías, solo se oían los pasos de quienes no sabían que el mundo tal como lo conocían comenzaba a desmoronarse a su alrededor. En el interior de la vieja mansión, los ecos de las últimas decisiones resonaban como una condena silenciosa.Kael había depositado a Lía sobre una cama en una de las habitaciones más apartadas de la mansión. Freya había dicho que necesitaba descansar, que debía recuperar fuerzas, pero el miedo que la bruja compartía no era fácil de disimular. Lía estaba sumida en un silencio profundo, su respiración irregular, su cuerpo aparentemente inerte. Sin embargo, Kael sabía que ella aún estaba consciente, atrapada en una realidad que no podía entender completamente.—Ella está cambiando, Kael —dijo Freya en un susurro mientras observaba a Lía desde la puerta, sus
El viento cortaba con fuerza a través del bosque sombrío, llevando consigo un eco lejano que parecía un aullido. Lía ajustó la capucha de su abrigo y miró hacia el cielo encapotado. La luna, apenas visible entre las nubes grises, iluminaba con un débil resplandor el camino que serpenteaba entre los árboles. Sabía que no tenía mucho tiempo antes de que ellos aparecieran.—Lía, apúrate —susurró una voz a sus espaldas.Ella se giró, encontrándose con los ojos oscuros y alertas de Samuel, su mejor amigo y compañero en esta peligrosa misión. Vestido con ropas de combate gastadas, Samuel sostenía un viejo mapa que temblaba ligeramente en sus manos.—Estamos cerca, ¿verdad? —preguntó ella, más para confirmar lo que ya sabía.Samuel asintió.—El portal debería estar a unos doscientos metros al norte. Si las coordenadas son correctas... —Hizo una pausa y apretó los labios—. Pero no somos los únicos que lo buscan.Lía apretó el mango de la daga oculta en su cinturón. Había sentido la presencia
El primer paso fue como caer al vacío. Lía sintió que su cuerpo era arrastrado por una corriente invisible, un torbellino de luces y sombras que la envolvía mientras cruzaba el umbral del portal. Einar sujetaba su mano con fuerza, sus dedos firmes alrededor de los de ella, como si supiera que un solo instante de debilidad podría separarlos para siempre.El aire a su alrededor cambió, y el zumbido ensordecedor del portal dio paso a un silencio profundo y extraño. Lía sintió que sus pies tocaban el suelo, pero este no era el suelo del bosque que había dejado atrás.—¿Dónde… estamos? —preguntó, su voz apenas un susurro.Einar soltó su mano con lentitud y miró a su alrededor, sus ojos dorados ahora serios, analizando cada detalle del nuevo entorno. Estaban en una vasta llanura oscura, con un cielo que parecía más cercano de lo normal, teñido de un tono púrpura profundo. La tierra bajo sus pies era fría y dura, como si estuviera hecha de piedra negra. No había árboles, ni montañas, ni rast
El aire en el Otro Lado se tensó, cargado con una energía que se sentía como una advertencia. Lía observó cómo la sombra en la distancia se movía con una rapidez antinatural, acercándose cada vez más. Su forma no era clara, pero había algo en ella que provocaba un instinto primario de huir.—Einar… —repitió Lía, su voz temblando, mientras retrocedía instintivamente.Einar se levantó lentamente, su mirada fija en la sombra. Sus músculos se tensaron, listos para el combate.—No te alejes del punto de anclaje —dijo con calma, aunque había una seriedad en su voz que Lía no pudo ignorar—. Si dejamos que nos saque de aquí, no podremos regresar.—¿Qué es eso? —preguntó Lía, sin apartar la vista de la silueta que se acercaba.—Un Cazador de Sombras —respondió Einar, con los ojos entrecerrados—. Son guardianes del Otro Lado. No permiten que nadie salga sin pagar un precio.Lía tragó saliva.—¿Y cuál es el precio?Einar no respondió de inmediato. En cambio, extendió una mano hacia ella.—No lo
El bosque estaba en calma, demasiado en calma. Ni el susurro del viento entre las hojas ni el canto de los pájaros rompían el silencio opresivo que envolvía a Lía y Einar. Apenas habían pasado unos minutos desde que atravesaron el portal, pero el aire a su alrededor ya parecía cargado de algo ominoso, como si el Otro Lado hubiera dejado una marca imborrable en ellos.—¿Dónde estamos exactamente? —preguntó Lía, tratando de controlar la ansiedad que crecía en su pecho.Einar inspeccionó el área con cautela. Sus ojos dorados brillaban bajo la tenue luz que atravesaba las ramas altas.—De vuelta en nuestro mundo. Pero no estamos solos. —Su voz era grave, y cada palabra parecía cargada de advertencia.Lía frunció el ceño.—¿Qué quieres decir con que no estamos solos?Einar no respondió de inmediato. En cambio, cerró los ojos y respiró hondo, concentrándose en algo que Lía no podía ver ni oír. Después de unos segundos, abrió los ojos.—Nos siguieron.Lía sintió que el estómago se le encogía
La cabaña, hasta hace unos minutos un refugio seguro, ahora parecía un ataúd de madera y piedra. Las paredes crujían como si algo antiguo y oscuro presionara desde fuera, intentando entrar. Lía sintió la opresión del aire, como si el mismo bosque estuviera conteniendo el aliento.—¿Cuántos son? —preguntó Einar al hombre herido que acababa de entrar.El extraño, jadeando, apenas podía sostenerse en pie. Fenrir lo ayudó a sentarse junto al fuego, pero la mirada en sus ojos dejaba claro que la seguridad no duraría.—Son… demasiados. —Su voz estaba rota, como si hubiera corrido días enteros para llegar hasta allí—. Están cerca. Cazadores… y algo más. Algo que nunca antes había visto.Fenrir se agachó a su lado, sus ojos dorados analizando cada gesto.—¿Algo más? —preguntó con gravedad.El hombre asintió, temblando.—Una criatura… diferente. No es humana ni lobo. Es… sombra pura.Lía sintió un escalofrío recorrerle la espalda.—¿Sombra pura? —susurró, temiendo la respuesta.—Una aberración
Lía respiraba entrecortadamente mientras observaba a Freya, la mujer que había emergido de las sombras para salvarla. Había algo inquietante en ella: sus ojos azules resplandecían con una intensidad casi sobrenatural, y su presencia emanaba una fuerza que Lía no podía comprender del todo. La luna, alta en el cielo, iluminaba el filo de la espada que Freya sostenía con firmeza.—¿Protección? —Lía se incorporó lentamente, sin apartar la mirada de la recién llegada—. ¿Por qué? ¿Quién eres en realidad?Freya le tendió una mano, ayudándola a levantarse del suelo cubierto de hojas.—Soy más de lo que parezco, pero eso ahora no importa. Lo que importa es que tú estás en peligro, y ese peligro no se detendrá hasta que te encuentren. Debemos seguir adelante antes de que lleguen más Cazadores.Lía dudó por un momento, pero la urgencia en los ojos de Freya la empujó a moverse. Se apartaron del claro, internándose en el bosque. A cada paso, Lía sentía cómo el aire se volvía más denso, como si el
El altar en el centro del claro vibraba con una energía antigua. Las runas brillaban con más fuerza mientras Lía se acercaba, como si reconocieran su presencia. La brisa nocturna se tornó densa, cargada de una tensión que se filtraba en el aire. Freya y Kael permanecían a su lado, uno con la mirada alerta y la otra con una expresión de cautela.—¿Qué debo hacer exactamente? —preguntó Lía, sintiendo el peso de su decisión como una losa sobre sus hombros.Kael, con los ojos dorados fijos en las runas, respondió con voz grave:—El Umbral es una puerta entre ambos mundos, pero no es un paso sencillo. Debes ofrecer algo a cambio… un sacrificio.Lía frunció el ceño, su corazón acelerándose.—¿Sacrificio? No mencionaste eso antes.Freya dio un paso adelante, colocando una mano firme sobre el brazo de Lía.—Cuidado. No confíes completamente en lo que dice. —Sus ojos se clavaron en Kael con una advertencia velada—. Él tiene secretos que aún no ha revelado.Kael mantuvo la calma, aunque una som