El silencio en la cueva era espeso, roto solo por el sonido del goteo de agua desde el techo. Los licántropos que habían colapsado tras la explosión de luz permanecían inmóviles, pero Lía y Kael no se atrevieron a bajar la guardia. Sabían que en el mundo que habitaban, la calma rara vez era permanente.Kael, con la espada aún en la mano, inspeccionó a las criaturas caídas. Algunos todavía respiraban débilmente, pero algo en sus ojos había cambiado. El rojo brillante que antes los dominaba había desaparecido, reemplazado por una mirada confusa y casi humana.—¿Qué les hiciste? —preguntó Kael mientras volvía la vista hacia Lía.Ella se levantó lentamente, tambaleándose por el esfuerzo de canalizar el poder del altar.—No lo sé exactamente —respondió, mirando el artefacto que sostenía en sus manos—. Desactivé lo que los controlaba, pero creo que esto solo los liberó... al menos por ahora.Kael frunció el ceño, aún alerta.—Si los hemos liberado, ¿eso significa que podrían ser aliados?Lí
El viento del sur soplaba con fuerza, azotando el rostro de Lía mientras avanzaban por el árido paisaje. Cada paso les recordaba la magnitud de la misión que habían emprendido. El sol quemaba el terreno seco y resquebrajado, mientras que el horizonte parecía interminable, solo roto por montañas lejanas que se alzaban como gigantes vigilantes.Kael lideraba el grupo, su figura robusta y decidida marcando el ritmo. Lía caminaba detrás de él, su mente trabajando en cómo enfrentarse al hombre que buscaban: Koryan, un experto en magia antigua, aislado del resto del mundo desde hacía décadas. Rilan los seguía en silencio, sus pasos más pesados debido a su reciente transformación, sus ojos llenos de inquietud y culpa.—¿Estás segura de que este Koryan nos ayudará? —preguntó Kael, rompiendo el silencio.Lía asintió, aunque su expresión mostraba dudas.—Es nuestra mejor oportunidad. Si alguien entiende cómo funciona este artefacto, es él. Pero no será fácil convencerlo.—¿Por qué se aisló? —in
El refugio de Koryan era más vasto de lo que parecía a simple vista. Pasillos interminables se extendían en todas direcciones, algunos iluminados por la tenue luz azulada de los cristales incrustados en las paredes, mientras que otros permanecían envueltos en oscuridad. Lía apenas había comenzado a comprender la magnitud de la tarea que tenían por delante, pero el tiempo no estaba de su lado.—No queda margen para errores —dijo Koryan mientras colocaba el artefacto sobre una mesa tallada con runas antiguas—. Si el Vigía siente la activación del fragmento, lo sabrá de inmediato. Y lo hará todo para detenerlos.Kael, apoyado contra una pared cercana, observaba con los brazos cruzados.—Que lo intente. Llevamos meses lidiando con sus lacayos. Esto no será diferente.Koryan levantó la vista, sus ojos entrecerrados.—La soberbia no te servirá aquí. Lo que enfrentan va más allá de cualquier batalla que hayas librado. El Vigía no necesita enviar soldados; su presencia basta para doblegar men
El aire del refugio estaba cargado de tensión, el eco de los pasos de Kael resonando contra las paredes de piedra mientras iba de un lado a otro. La intrusión de Sarya había alterado cualquier sensación de seguridad que pudiera haber existido. Koryan, firme pero evidentemente preocupado, no apartaba la vista de la figura que los acechaba desde las sombras.—¿Crees que tus palabras bastarán para intimidarnos? —dijo Kael, levantando su espada en dirección a Sarya.La mujer, con una elegancia perturbadora, dejó escapar una risa baja.—Oh, querido. No estoy aquí para intimidar. Estoy aquí para reclamar lo que pertenece al Vigía.Rilan avanzó un paso, situándose al lado de Kael, sus ojos evaluando cada movimiento de Sarya.—No vas a pasar de aquí.Sarya los miró con desdén, sus ojos brillando con una intensidad sobrenatural.—¿Y qué piensan hacer para detenerme? ¿Confiar en esa espada oxidada y en la esperanza? —preguntó, extendiendo una mano mientras las sombras a su alrededor comenzaban
La atmósfera del refugio estaba cargada con una mezcla de alivio y tensión. Aunque Lía había alcanzado el fragmento y logrado repeler al Vigía, nadie podía ignorar que lo que acababa de suceder era solo un preludio de algo mucho más grande. Los cristales en las paredes brillaban intermitentemente, un recordatorio silencioso de que la batalla aún no había terminado.Kael, con los brazos cruzados y la mirada fija en el suelo, rompió el silencio.—Hemos ganado tiempo, pero ¿a qué costo? —dijo, su tono bajo pero cargado de frustración.Koryan, sentado cerca, sostenía un mapa antiguo que parecía estar desgastado por siglos de uso.—El costo es algo que siempre tenemos que asumir en esta lucha. Lo importante ahora es preparar el siguiente movimiento.Rilan, quien había estado afilando sus dagas en silencio, intervino con una sonrisa sarcástica.—¿"El siguiente movimiento"? ¿No crees que sería mejor entender qué fue lo que acabamos de enfrentar? Esa cosa, esa sombra… Sarya no solo juega con
El viento helado arrastraba el eco de las hojas secas mientras el grupo avanzaba por el sendero que los conducía hacia las Tierras Perdidas. Cada paso parecía resonar como un presagio en el suelo duro, recordándoles que el destino de su mundo dependía de este arriesgado viaje. Kael lideraba el grupo, con los ojos atentos y su espada al alcance de la mano, mientras Ceyar los seguía desde atrás con su característico aire de confianza.Lía, aún débil después de su encuentro con el Vigía, caminaba junto a Koryan, quien la observaba con preocupación. Sus manos sostenían un mapa antiguo, pero su mente estaba dividida entre las marcas en el papel y las palabras de advertencia de Ceyar sobre el costo de cruzar las Tierras Perdidas.—¿Por qué debería confiar en ti? —preguntó Kael, girándose de repente hacia Ceyar. Su voz era baja, pero su tono estaba cargado de sospecha.Ceyar se detuvo, alzando una ceja con una sonrisa sarcástica.—Porque soy el único que conoce el camino y, aunque te cueste
El resplandor en el horizonte parecía aumentar con cada paso que daban, como si el Santuario del Alba estuviera llamándolos. Sin embargo, el aire se volvía más denso, y el suelo bajo sus pies se sentía cada vez más frágil, como si la tierra misma estuviera cediendo ante una fuerza desconocida.—Estamos cerca —dijo Koryan, rompiendo el silencio tenso.Lía observó a su alrededor, notando cómo las sombras parecían hacerse más largas y amenazantes. Había algo en el ambiente que no solo la inquietaba, sino que también resonaba con una extraña familiaridad. Una sensación de déjà vu la envolvía, aunque no podía precisar por qué.—No puedo evitar sentir que algo nos está esperando ahí —murmuró.Kael, caminando a su lado, asintió con la cabeza.—No estás equivocada. Este lugar... parece vivo.Ceyar, con su acostumbrado aire despreocupado, levantó una ceja y se detuvo un momento.—Por supuesto que está vivo. Las Tierras Perdidas son un ecosistema de magia antigua. Cada roca, cada sombra, tiene
El aire dentro del Santuario del Alba era denso y cargado de una energía que parecía vibrar con vida propia. El grupo avanzaba en silencio, con los pasos resonando sobre el suelo de piedra pulida, reflejando tenues destellos de luz dorada. La arquitectura era imponente, con arcos altos y grabados intrincados que narraban historias de tiempos antiguos. Sin embargo, lo que captaba la atención de todos era la enorme puerta al final del pasillo, una estructura que parecía latir al compás de sus propios corazones.—Es aquí —murmuró Koryan, deteniéndose frente a la puerta.Lía sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había algo en esa puerta que la llamaba, una conexión inexplicable que la hacía sentir que esto era más que un simple destino. Era un punto de convergencia, una pieza clave en un rompecabezas que apenas comenzaban a comprender.—¿Cómo la abrimos? —preguntó Kael, con la mano descansando sobre la empuñadura de su espada.—No es cuestión de fuerza —respondió Ceyar, observando las