La mañana siguiente llegó con un pesado cielo gris, y la ciudad de Nueva York despertaba bajo una capa de neblina que parecía envolverlo todo. Victor Crane caminaba por las calles, su mente lejos del bullicio de la ciudad, ensimismado en los recuerdos que aún lo perseguían. Esa frase en el espejo, escrita con sangre… “Sabes quién soy, Victor.”
No podía dejar de pensar en ella. Había algo tan personal en esas palabras que lo inquietaba más que los crímenes mismos. Se preguntaba si realmente el asesino sabía algo más que lo que parecía. ¿Estaba jugando con él? ¿O había algo más oscuro detrás de esas palabras? Su teléfono vibró, sacándolo de sus pensamientos. Era un mensaje de Elena. "Victor, el mapa que encontraste tiene marcas de lugares específicos. Todos están dentro del barrio de West End. Se adjunta un informe más detallado." West End. Un distrito en las afueras de la ciudad, conocido por sus callejones oscuros y su población vulnerable. Victor sintió un nudo en el estómago. Era el lugar donde había crecido. “Esto no puede ser una coincidencia”, murmuró, mientras apretaba los dientes. Decidió ir directo a la comisaría. Al llegar, Elena ya lo esperaba con la información sobre los puntos marcados en el mapa. Con el rostro serio, le entregó una carpeta gruesa llena de datos. “Todos estos lugares están conectados con crímenes sin resolver de hace años”, dijo Elena, señalando las marcas. “La mayoría son robos, pero hay algunos… que parecen más relacionados con los asesinatos.” Victor frunció el ceño. ¿Cómo podían esos crímenes estar conectados con los recientes? La violencia de los robos no coincidía con la meticulosidad de las muertes actuales. Decidió investigar por su cuenta. Sabía que la única forma de encontrar respuestas era volver a esos lugares, revivir su pasado. La primera parada fue una antigua casa de la que poco recordaba, pero que le helaba la sangre cada vez que pensaba en ella. Allí, en su niñez, fue donde sucedieron cosas extrañas. Su madre había desaparecido misteriosamente, y su padre nunca había hablado de ello. Victor se acercó con cautela, observando la casa deteriorada. El miedo que había sentido de niño volvía, envolviéndolo en una oscuridad que le nublaba la mente. Se dirigió al sótano, el lugar que más temía, y al entrar, un olor a moho y olvido lo envolvió. Con la linterna en mano, comenzó a revisar los cajones viejos y las cajas llenas de polvo. Fue entonces cuando una pequeña caja de madera llamó su atención. La abrió con cuidado, y dentro encontró un conjunto de fotografías de una persona, varias de ellas en lo que parecía ser un hospital psiquiátrico. Al principio, no reconoció al hombre en las fotos. Pero al ver una imagen más cercana, su corazón dio un vuelco. Era él. Era su rostro, pero más joven, en una cama de hospital, rodeado de médicos. Victor se tambaleó atrás, el sudor recorriéndole la frente. ¿Qué significaba todo esto? ¿Acaso había estado allí antes? De repente, escuchó un ruido detrás de él, y cuando se giró, vio una sombra que desapareció rápidamente por la puerta trasera. “¿Quién está ahí?” gritó, pero la figura ya había desaparecido. Victor salió corriendo de la casa, el miedo apoderándose de su mente. Algo no estaba bien. Algo dentro de él empezaba a desmoronarse.Victor no pudo dormir esa noche. La imagen de las fotos, el rostro de su yo más joven en el hospital psiquiátrico, lo perseguía como una sombra que se negaba a irse. ¿Por qué no recordaba nada de eso? Su cabeza daba vueltas, tratando de armar las piezas de un rompecabezas roto, pero cada intento solo lo dejaba más confundido.La mañana llegó sin respuestas. Victor se preparó para regresar a la comisaría, pero algo dentro de él le decía que no podía seguir ignorando lo que había encontrado. Decidió tomar un desvío, conduciendo hasta el viejo psiquiátrico del que hablaban las fotos. La institución estaba a las afueras de la ciudad, rodeada por un manto de niebla que lo hacía parecer aún más sombrío.Cuando llegó, se detuvo frente a las enormes puertas de hierro. La estructura de ladrillo se alzaba ante él, vieja y en ruinas, como un eco de un pasado que preferiría olvidar. Se acercó al portón, y al intentar abrirlo, la puerta crujió bajo su peso. Nada lo preparaba para lo que encontrarí
Victor se quedó allí, paralizado por un instante. El retrato en la mesa lo miraba fijamente con los ojos de un niño que no reconocía. Un niño llamado Victor Crane, que, según los informes, había sido un paciente en este hospital años atrás. ¿Cómo podía ser posible que no recordara nada de esto?La puerta de la salida se cerró con un golpe seco, y Victor sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. La sensación de estar atrapado se apoderó de él. Era como si estuviera dentro de una pesadilla de la que no podía despertar, un sueño donde las piezas de su vida se volvían cada vez más confusas.Escuchó el sonido de pasos rápidos acercándose a él. Se giró, y allí, al final del pasillo, vio una figura sombría. Al principio, pensó que era otro de los empleados del hospital, pero cuando la figura se acercó más, algo en ella le hizo detenerse. La silueta era familiar, pero no podía reconocerla.La figura dejó de moverse y, por un momento, Victor no supo qué hacer. La atmósfera se cargó d
Victor despertó de golpe, el sudor empapando su frente. Estaba en su apartamento, rodeado por la quietud de la madrugada. El eco de las palabras de la figura en el psiquiátrico aún resonaba en su mente. “El psicópata eres tú, Victor.”Se levantó rápidamente, mirando alrededor como si esperara ver algo que no comprendía, algo que confirmara lo que había experimentado. Pero no había nada. Solo la penumbra de su hogar, el sonido lejano de la lluvia golpeando las ventanas, y la familiaridad de las paredes que siempre había conocido.Pero algo había cambiado. El miedo, esa sensación visceral que lo había perseguido, seguía presente. Ya no podía ignorar lo que había visto, lo que había oído. ¿Era posible que su mente lo hubiera llevado a ese punto de quiebre? ¿Podía ser cierto que él mismo, sin saberlo, fuera el asesino que había estado buscando?Se vistió rápidamente y salió a la calle, sin rumbo fijo, buscando respuestas en los edificios, en la gente que pasaba, en cada rincón de la ciuda
Las luces de las sirenas parpadeaban en el horizonte cuando Victor y Elena llegaron a West End. La lluvia caía con fuerza, empapando las calles desiertas. Las ventanas de los edificios rotos reflejaban una ciudad que parecía haber sido olvidada por el tiempo. El ambiente estaba cargado de tensión, y Victor no podía sacudirse la sensación de que algo oscuro se cernía sobre ellos.El cadáver fue encontrado en un callejón trasero, lejos de la vista de los transeúntes. Cuando llegaron al lugar, un oficial se acercó rápidamente a Elena.—Detective, la escena es como las anteriores. Es la misma firma, y el mensaje en la pared… es claro.Victor se acercó con cautela, mirando la pared cubierta de grafitis. Allí, en sangre fresca, estaba escrito el mismo mensaje que había visto en la escena del primer asesinato: "Sabes quién soy, Victor."Un escalofrío recorrió su cuerpo. ¿Cómo podía saber el asesino su nombre? ¿Era una amenaza directa o simplemente un juego macabro? La conexión entre él y los
El eco de la grabación se mantenía flotando en el aire. “Estás a punto de perderte a ti mismo, y no habrá vuelta atrás.” Victor no podía dejar de escuchar esas palabras en su cabeza. La voz en la grabación sonaba demasiado real, demasiado familiar. ¿Era posible que hubiera grabado esto él mismo sin saberlo?Sintió el peso de la cinta en su mano como un objeto extraño, ajeno a él. ¿Qué había hecho durante esos días de los que no recordaba nada? Se giró y miró a su alrededor, como si los objetos en la habitación pudieran darle alguna pista sobre lo que había estado ocurriendo. Pero nada lo ayudaba. Cada vez que pensaba que estaba a punto de entender algo, nuevas preguntas surgían, más inquietantes que las anteriores.Decidió salir del edificio y regresar al departamento. Necesitaba un poco de espacio para procesar lo que había descubierto. Las calles de West End parecían más oscuras que nunca, como si el propio lugar lo estuviera absorbiendo. Cada esquina que recorría lo hacía sentir má
La lluvia caía con fuerza cuando Victor llegó al lugar del nuevo asesinato. Las luces intermitentes de los coches de policía daban al lugar una atmósfera surrealista, como si el tiempo se hubiera detenido allí, en ese mismo instante. Los agentes que trabajaban en el lugar se movían con rapidez, revisando cada rincón, tomando fotos, recogiendo pruebas. Todo parecía demasiado familiar, demasiado parecido a los otros crímenes.Victor se acercó al perímetro de seguridad, ignorando las miradas de los oficiales que lo reconocían. No había tiempo para dar explicaciones. Necesitaba encontrar algo, cualquier cosa, que lo conectara con las víctimas, con el asesino. Algo que lo sacara de la espiral de desesperación que lo tenía atrapado.Un oficial se acercó a él. —Detective Crane, tenemos una nueva víctima. El patrón parece el mismo. Herida precisa en el cuello, ninguna señal de lucha.Victor asintió, pero su mente estaba en otra parte. Había algo en la víctima, algo que no podía identificar. E
Victor dejó caer la carpeta sobre el escritorio, sus manos temblorosas. El nombre John Miller lo atravesó como un cuchillo. Recordaba algunas cosas vagamente, pero nunca había oído ese nombre en relación con su familia. ¿Quién era este hombre? ¿Por qué su nombre estaba vinculado a Crane Industries, y más importante aún, por qué estaba en un informe que parecía estar etiquetado como confidencial?Tomó los papeles con cautela, leyendo en silencio las primeras líneas. El informe hablaba de una serie de transacciones financieras, algunas completamente legales y otras que no tenían ninguna explicación razonable. Había menciones a investigaciones internas, experimentos y personas desaparecidas, pero el detalle que más lo inquietó fue una línea al final del informe:"El Sr. Miller ha sido identificado como un testigo clave en el caso relacionado con los experimentos de Crane Industries, pero su conexión con Victor Crane aún debe ser aclarada."Su cabeza daba vueltas. ¿Testigo clave? ¿Qué tip
La noche se cernía sobre la ciudad como una manta oscura, cubriendo las calles de West End con una calma inquietante. Victor y Elena estaban sentados en la oficina de Crane Industries, rodeados por montones de papeles, todos conectados de alguna manera con los oscuros secretos de su familia. Cada documento, cada archivo, parecía una pieza de un rompecabezas que, cuanto más lo armaban, más confuso se volvía.—Todo esto… —murmuró Elena, mirando un archivo que contenía una serie de transacciones bancarias—. Todo esto indica que tu familia no solo estaba involucrada en empresas legítimas. Había cosas… no tan claras. ¿Qué estaba pasando, Victor?Victor observaba los papeles con el ceño fruncido. No podía dejar de pensar en lo que había descubierto. Los documentos hablaban de pruebas experimentales, investigaciones psicológicas y algo que hacía que su piel se erizara: programas de manipulación mental. Pero la pieza más inquietante de todas era un conjunto de nombres: pacientes, prisioneros,