Victor despertó de golpe, el sudor empapando su frente. Estaba en su apartamento, rodeado por la quietud de la madrugada. El eco de las palabras de la figura en el psiquiátrico aún resonaba en su mente. “El psicópata eres tú, Victor.”
Se levantó rápidamente, mirando alrededor como si esperara ver algo que no comprendía, algo que confirmara lo que había experimentado. Pero no había nada. Solo la penumbra de su hogar, el sonido lejano de la lluvia golpeando las ventanas, y la familiaridad de las paredes que siempre había conocido. Pero algo había cambiado. El miedo, esa sensación visceral que lo había perseguido, seguía presente. Ya no podía ignorar lo que había visto, lo que había oído. ¿Era posible que su mente lo hubiera llevado a ese punto de quiebre? ¿Podía ser cierto que él mismo, sin saberlo, fuera el asesino que había estado buscando? Se vistió rápidamente y salió a la calle, sin rumbo fijo, buscando respuestas en los edificios, en la gente que pasaba, en cada rincón de la ciudad. La noche lo envolvía como una manta de incertidumbre, y las luces de la ciudad brillaban como espejos distorsionados. ¿Era esta la realidad, o estaba atrapado en una pesadilla interminable? Decidió dirigirse hacia la estación de policía. Necesitaba respuestas. No podía seguir viviendo con la incertidumbre de saber si la figura en el psiquiátrico, esa versión distorsionada de él, tenía razón. Si el asesino era él, tendría que enfrentarlo de una vez por todas. No podía seguir huyendo. Al llegar, se dirigió directamente a la oficina de Elena. La encontró revisando algunos informes, como si nada hubiera cambiado, pero el semblante de Victor dejaba claro que algo estaba ocurriendo. —Elena, necesito hablar contigo. —Su voz sonó grave, cargada de una urgencia que no podía ocultar. Elena lo miró, preocupada por el tono en su voz. —¿Qué pasa, Victor? Te ves… diferente. Victor se sentó frente a ella, su mente en ebullición. —Creo que el asesino… soy yo. —Las palabras salieron como un susurro, como si no pudiera creerlas ni siquiera al decirlas. Elena frunció el ceño, sin entender del todo. —¿De qué estás hablando? Tú eres el detective aquí, ¿qué quieres decir con eso? Victor respiró profundamente, buscando las palabras correctas. —Anoche, cuando estuve en el psiquiátrico, vi algo. Vi… vi una versión distorsionada de mí mismo. Y me dijo que el psicópata soy yo. Que he estado persiguiéndome a mí mismo todo este tiempo. Elena lo miró en silencio durante un largo momento. Luego, con una expresión seria, dijo: —Victor, has estado bajo una presión tremenda con este caso. Necesitas descansar. Tal vez… tal vez todo esto sea solo el estrés, las piezas del caso mezclándose con tu mente. Pero Victor no estaba convencido. Algo en su interior sabía que no podía ser solo estrés. Lo que había visto, lo que había experimentado, no podía ser explicado tan fácilmente. —Elena, necesito que me ayudes. No sé qué es real y qué no lo es. ¿Cómo puedo estar seguro de que no soy yo quien está cometiendo los crímenes? —La angustia era palpable en su voz. Elena lo observó, con una mezcla de preocupación y compasión. —Victor, no estás solo en esto. Vamos a resolver esto juntos. Te voy a ayudar a investigar más a fondo. Pero primero, necesitas descansar. Lo último que necesitas es seguir buscando respuestas con una mente tan fragmentada. Victor la miró fijamente. Sabía que tenía razón, pero no podía dejar de preguntarse si el tiempo se estaba agotando, si el asesino seguiría cometiendo crímenes mientras él buscaba la verdad en sus propios recuerdos rotos. De repente, el teléfono de Elena sonó. Ella lo tomó rápidamente, y su rostro cambió al instante. —Es la comisaría… hay otro asesinato. Es el mismo patrón. Victor se levantó, el miedo volviendo a apoderarse de él. —¿Dónde? —En West End. —Elena colgó y miró a Victor con una determinación feroz en los ojos. —Vamos, ahora.Las luces de las sirenas parpadeaban en el horizonte cuando Victor y Elena llegaron a West End. La lluvia caía con fuerza, empapando las calles desiertas. Las ventanas de los edificios rotos reflejaban una ciudad que parecía haber sido olvidada por el tiempo. El ambiente estaba cargado de tensión, y Victor no podía sacudirse la sensación de que algo oscuro se cernía sobre ellos.El cadáver fue encontrado en un callejón trasero, lejos de la vista de los transeúntes. Cuando llegaron al lugar, un oficial se acercó rápidamente a Elena.—Detective, la escena es como las anteriores. Es la misma firma, y el mensaje en la pared… es claro.Victor se acercó con cautela, mirando la pared cubierta de grafitis. Allí, en sangre fresca, estaba escrito el mismo mensaje que había visto en la escena del primer asesinato: "Sabes quién soy, Victor."Un escalofrío recorrió su cuerpo. ¿Cómo podía saber el asesino su nombre? ¿Era una amenaza directa o simplemente un juego macabro? La conexión entre él y los
El eco de la grabación se mantenía flotando en el aire. “Estás a punto de perderte a ti mismo, y no habrá vuelta atrás.” Victor no podía dejar de escuchar esas palabras en su cabeza. La voz en la grabación sonaba demasiado real, demasiado familiar. ¿Era posible que hubiera grabado esto él mismo sin saberlo?Sintió el peso de la cinta en su mano como un objeto extraño, ajeno a él. ¿Qué había hecho durante esos días de los que no recordaba nada? Se giró y miró a su alrededor, como si los objetos en la habitación pudieran darle alguna pista sobre lo que había estado ocurriendo. Pero nada lo ayudaba. Cada vez que pensaba que estaba a punto de entender algo, nuevas preguntas surgían, más inquietantes que las anteriores.Decidió salir del edificio y regresar al departamento. Necesitaba un poco de espacio para procesar lo que había descubierto. Las calles de West End parecían más oscuras que nunca, como si el propio lugar lo estuviera absorbiendo. Cada esquina que recorría lo hacía sentir má
La lluvia caía con fuerza cuando Victor llegó al lugar del nuevo asesinato. Las luces intermitentes de los coches de policía daban al lugar una atmósfera surrealista, como si el tiempo se hubiera detenido allí, en ese mismo instante. Los agentes que trabajaban en el lugar se movían con rapidez, revisando cada rincón, tomando fotos, recogiendo pruebas. Todo parecía demasiado familiar, demasiado parecido a los otros crímenes.Victor se acercó al perímetro de seguridad, ignorando las miradas de los oficiales que lo reconocían. No había tiempo para dar explicaciones. Necesitaba encontrar algo, cualquier cosa, que lo conectara con las víctimas, con el asesino. Algo que lo sacara de la espiral de desesperación que lo tenía atrapado.Un oficial se acercó a él. —Detective Crane, tenemos una nueva víctima. El patrón parece el mismo. Herida precisa en el cuello, ninguna señal de lucha.Victor asintió, pero su mente estaba en otra parte. Había algo en la víctima, algo que no podía identificar. E
Victor dejó caer la carpeta sobre el escritorio, sus manos temblorosas. El nombre John Miller lo atravesó como un cuchillo. Recordaba algunas cosas vagamente, pero nunca había oído ese nombre en relación con su familia. ¿Quién era este hombre? ¿Por qué su nombre estaba vinculado a Crane Industries, y más importante aún, por qué estaba en un informe que parecía estar etiquetado como confidencial?Tomó los papeles con cautela, leyendo en silencio las primeras líneas. El informe hablaba de una serie de transacciones financieras, algunas completamente legales y otras que no tenían ninguna explicación razonable. Había menciones a investigaciones internas, experimentos y personas desaparecidas, pero el detalle que más lo inquietó fue una línea al final del informe:"El Sr. Miller ha sido identificado como un testigo clave en el caso relacionado con los experimentos de Crane Industries, pero su conexión con Victor Crane aún debe ser aclarada."Su cabeza daba vueltas. ¿Testigo clave? ¿Qué tip
La noche se cernía sobre la ciudad como una manta oscura, cubriendo las calles de West End con una calma inquietante. Victor y Elena estaban sentados en la oficina de Crane Industries, rodeados por montones de papeles, todos conectados de alguna manera con los oscuros secretos de su familia. Cada documento, cada archivo, parecía una pieza de un rompecabezas que, cuanto más lo armaban, más confuso se volvía.—Todo esto… —murmuró Elena, mirando un archivo que contenía una serie de transacciones bancarias—. Todo esto indica que tu familia no solo estaba involucrada en empresas legítimas. Había cosas… no tan claras. ¿Qué estaba pasando, Victor?Victor observaba los papeles con el ceño fruncido. No podía dejar de pensar en lo que había descubierto. Los documentos hablaban de pruebas experimentales, investigaciones psicológicas y algo que hacía que su piel se erizara: programas de manipulación mental. Pero la pieza más inquietante de todas era un conjunto de nombres: pacientes, prisioneros,
Victor no pudo dormir esa noche. La imagen de la foto, el rostro del hombre desconocido y las palabras que había dejado resonando en la habitación lo perseguían. "Nos veremos pronto. Y cuando eso pase, sabrás la verdad. Toda la verdad."No podía dejar de darle vueltas a las palabras de ese extraño. ¿Qué quería decir con “verdadero yo”? Cada vez más, la duda se instalaba en su mente. Había algo oscuro, algo roto en su pasado, que se mantenía oculto en los rincones más profundos de su ser. Y ahora, parecía que esa verdad estaba al alcance, pero la pregunta era: ¿estaba preparado para enfrentarla?Elena, por otro lado, no podía disimular su preocupación. Se había quedado en la oficina hasta altas horas de la madrugada, revisando los documentos, buscando algún detalle que pudiera explicar lo que acababa de suceder. Pero no había encontrado nada. Nada que le diera sentido.—Victor —dijo finalmente, rompiendo el silencio que había caído entre ellos—, tienes que enfrentar esto de frente. Tod
El aire en la habitación estaba denso, cargado de algo más que polvo y abandono. Victor sintió como si las paredes lo estuvieran presionando, cada rincón de la mansión parecía estar lleno de secretos esperando a ser revelados. El diario en sus manos se sentía como un peso insoportable, como si cada palabra escrita en él fuera una puerta hacia una realidad que nunca quiso conocer.—Victor… —Elena se acercó lentamente, observando el diario con desconfianza—. ¿Qué es esto? ¿De qué experimento hablan?Victor no pudo responder de inmediato. Los recuerdos comenzaban a aflorar, pero no de la forma en que esperaba. En lugar de claridad, una niebla espesa se cernía sobre su mente, como si algo o alguien estuviera tratando de evitar que recordara lo que sucedió realmente.Sin embargo, algo en él lo impulsó a seguir adelante. Abrió el diario con manos temblorosas y comenzó a leer en voz baja."Hoy es el día. El experimento de Victor Crane comenzará. El objetivo es claro: crear una nueva identida
La figura al final del pasillo era una silueta borrosa, como si estuviera hecha de sombras mismas. Victor podía sentir cómo su respiración se detenía, como si el aire a su alrededor se hubiera vuelto denso e irrespirable. Elena, al igual que él, estaba paralizada, incapaz de moverse. La risa que resonaba en la mansión se había desvanecido, dejando un vacío inquietante que los rodeaba.La figura dio un paso hacia ellos, y la luz parpadeó, revelando brevemente el rostro de un hombre que, aunque vagamente familiar, Victor no pudo identificar. Su expresión era una mezcla de burla y desafío, como si supiera algo que ellos no podían comprender."Victor…"La voz era suave, casi susurrante, pero al mismo tiempo llenaba el espacio. Era su propia voz. La misma que había escuchado en sus pesadillas, la misma que resonaba en su mente cada vez que intentaba recordar algo sobre su pasado."Te has tardado mucho, pero finalmente llegaste."Elena, temblando, se adelantó un paso, intentando colocar su