La calma aparente de la mansión de Damien comenzó a desmoronarse con cada día que pasaba sin noticias del grupo. Aurora, aunque agradecida por la compañía y el cuidado de Matilde, sentía el peso de la espera como una carga insoportable. Su conexión con Damien era un hilo tenue que la mantenía firme, pero la incertidumbre la atormentaba.Aurora despertó con el sol brillando a través de las cortinas de la habitación. Su cabello, suelto y desordenado, caía sobre sus hombros mientras se levantaba lentamente. Matilde entró en ese momento, llevando una bandeja con té y frutas frescas.—Te ves pálida, niña —dijo Matilde con preocupación, dejando la bandeja sobre la mesa. —¿Tuviste pesadillas otra vez?Aurora negó con la cabeza, pero sus ojos la delataban. —No exactamente. Siento que algo está por suceder. Es como si pudiera percibir la tensión en el aire, pero no sé qué significa.Matilde se acercó y colocó una mano en su hombro. —Eso es porque estás conectada con Damien. Él te necesita ahor
Aurora avanzaba por el sendero oscuro que conectaba la mansión de Damien con el mundo exterior. Aunque la distancia parecía interminable, la calidez de su conexión con él la mantenía firme. Cada paso era un recordatorio de la promesa que había hecho, no solo a Damien, sino también a sí misma y al hijo que llevaba dentro. La noche, aunque amenazante, parecía ceder ante el resplandor dorado que irradiaba de su magia.El viento helado soplaba entre los árboles mientras Aurora ajustaba la capa que Matilde le había entregado. Sus pensamientos estaban divididos entre la urgencia de llegar a Damien y la creciente sensación de que algo más grande se avecinaba. Su magia, aunque ahora más controlada, parecía responder a un llamado distante, como si la Fuente misma la estuviera guiando hacia su destino.Al amanecer, Aurora llegó a una pequeña aldea que parecía abandonada. Los edificios, desgastados por el tiempo, estaban cubiertos de una capa de polvo y ceniza. Sin embargo, no estaba sola. Una f
La mansión, usualmente un refugio seguro, ahora estaba envuelta en una tensión palpable. La aparición de Evangeline en el campo de batalla no había pasado desapercibida para nadie. Su oscura energía seguía resonando en el aire, como una amenaza que no podía ignorarse. El grupo se había reunido en la sala principal, buscando consuelo en la cercanía mientras planificaban su próximo movimiento.Damien, aún visiblemente agotado por la batalla, se apoyaba contra una pared mientras observaba a Aurora con una mezcla de preocupación y orgullo. Su mirada pasaba ocasionalmente por Lysander, quien permanecía cerca de Aurora, siempre listo para intervenir si algo sucedía. Aunque Damien confiaba en él, la creciente cercanía entre Lysander y Aurora despertaba un malestar que no podía ignorar.Matilde entró con una bandeja de té y hierbas, colocándola sobre la mesa con una sonrisa tranquila que contrastaba con la tensión del ambiente. —Todos necesitamos recuperar fuerzas —dijo con su tono maternal,
La mansión de Damien estaba envuelta en un silencio cargado, roto solo por el crujir ocasional de las maderas antiguas bajo los pasos de quienes intentaban encontrar un respiro en medio del caos. Aurora permanecía en la sala principal, mirando el fuego que chisporroteaba en la chimenea, mientras Matilde la observaba desde la cocina con una mirada sabia y protectora.El tiempo en la mansión había dado al grupo la oportunidad de recuperar fuerzas, pero no había calmado las dudas que pesaban sobre cada uno de ellos. La Orden estaba al acecho, y aunque los últimos enfrentamientos les habían dado una ligera ventaja, sabían que no podían bajar la guardia. Cada segundo que pasaba, el peligro se acercaba más.Damien entró en la sala, con una expresión tan seria que parecía cortar el aire. Tras él, Kael, Freya y Lysander tomaron sus lugares alrededor de la mesa, donde un mapa del territorio estaba extendido. Aurora giró su atención hacia ellos, sintiendo cómo su corazón se aceleraba al percibi
Capítulo 1: La Marca del DestinoEl amanecer despuntaba tímidamente sobre los suburbios de Blackwood Hills, un pequeño y olvidado pueblo donde el tiempo parecía avanzar más lento que en cualquier otro lugar. Aurora Blackthorn siempre había sentido que no pertenecía allí, aunque nunca había podido explicarlo. En el día de su vigésimo primer cumpleaños, esa sensación se hizo más fuerte, casi como una punzada persistente en su pecho.El aire estaba cargado con un extraño aroma a tierra mojada, aunque no había llovido. Aurora se despertó con el sonido de los grillos todavía resonando afuera. El sol apenas asomaba por las cortinas de su pequeño cuarto, y una sensación de vacío inexplicable se aferraba a su corazón. Siempre le gustaba levantarse temprano, pero hoy algo era diferente. No era el zumbido de los pájaros, ni el crujir de las tablas bajo sus pies. Era algo más profundo, algo que no podía ignorar.Aurora se detuvo frente al espejo que colgaba en su habitación, un viejo marco de ma
La noche había caído sobre Blackwood Hills con una intensidad que Aurora nunca había sentido antes. Las sombras se alargaban como si tuvieran vida propia, y el aire estaba cargado de un peso extraño, casi sofocante. Mientras caminaba de regreso a casa después de lo que solo podía describir como el día más extraño de su vida, sus pensamientos giraban sin cesar alrededor del hombre que había encontrado en el bosque.“Mi magia está despertando. Y no tienes idea de lo que acabas de desatar.”Las palabras del extraño seguían resonando en su mente. Aurora sabía que no estaba loca; había visto la luz dorada, había sentido el calor abrasador en su cicatriz y había presenciado cómo él, con una fuerza sobrehumana, destrozaba a esas criaturas. Pero lo que más la inquietaba no era lo que había visto, sino lo que había sentido: una conexión inexplicable con aquel hombre.La conversación en casaAl llegar a casa, Helen estaba esperándola en la sala de estar, su rostro reflejaba un alivio evidente a
Capítulo 3: Un Pacto en la OscuridadAurora respiraba con dificultad, aún de rodillas en el suelo de la sala destrozada. Las palabras de Damien resonaban en su mente, pero el caos en su entorno hacía imposible que pudiera concentrarse. La habitación, que antes era un refugio familiar, ahora parecía un campo de batalla: cristales rotos, muebles volcados y marcas quemadas en las paredes. Helen, apoyada contra la pared, observaba a Damien con una mezcla de miedo y reconocimiento.Damien se levantó y extendió una mano hacia Aurora. Su imponente figura parecía absorber toda la luz de la habitación, y sus ojos rojos brillaban como brasas en la penumbra. Aurora dudó, pero algo en su presencia la hacía sentir segura, incluso cuando cada parte de su lógica le gritaba que huyera.—No tengo todo el día, Aurora —dijo Damien con un tono que bordeaba la impaciencia—. Si seguimos aquí, otros vendrán. Y créeme, no todos serán tan fáciles de derrotar como esa criatura.Aurora levantó la vista hacia él
Capítulo 4: La Oscuridad LlamaLa noche se había convertido en un abismo de tensión insoportable. Aurora permanecía inmóvil detrás de Damien, sus sentidos en alerta máxima. El aire estaba cargado de una energía que hacía que cada respiración se sintiera como un esfuerzo titánico. El sonido de los golpes en la puerta resonaba en sus oídos como un martillo implacable, y cada golpe parecía desgarrar los pocos restos de normalidad que le quedaban.—No importa lo que pase, no salgas de detrás de mí —dijo Damien, su tono bajo y autoritario, con una calma que contrastaba con el caos que se avecinaba.Aurora asintió, su garganta demasiado seca para formar palabras. Sus manos temblaban, todavía cargadas con la sensación del poder que había desatado horas antes. Aún no entendía cómo lo había hecho ni qué significaba realmente, pero una cosa estaba clara: había cruzado un umbral del que no había retorno.Damien caminó hacia la puerta con una lentitud calculada, como si estuviera evaluando cada s