Aurora avanzaba por el sendero oscuro que conectaba la mansión de Damien con el mundo exterior. Aunque la distancia parecía interminable, la calidez de su conexión con él la mantenía firme. Cada paso era un recordatorio de la promesa que había hecho, no solo a Damien, sino también a sí misma y al hijo que llevaba dentro. La noche, aunque amenazante, parecía ceder ante el resplandor dorado que irradiaba de su magia.El viento helado soplaba entre los árboles mientras Aurora ajustaba la capa que Matilde le había entregado. Sus pensamientos estaban divididos entre la urgencia de llegar a Damien y la creciente sensación de que algo más grande se avecinaba. Su magia, aunque ahora más controlada, parecía responder a un llamado distante, como si la Fuente misma la estuviera guiando hacia su destino.Al amanecer, Aurora llegó a una pequeña aldea que parecía abandonada. Los edificios, desgastados por el tiempo, estaban cubiertos de una capa de polvo y ceniza. Sin embargo, no estaba sola. Una f
La mansión, usualmente un refugio seguro, ahora estaba envuelta en una tensión palpable. La aparición de Evangeline en el campo de batalla no había pasado desapercibida para nadie. Su oscura energía seguía resonando en el aire, como una amenaza que no podía ignorarse. El grupo se había reunido en la sala principal, buscando consuelo en la cercanía mientras planificaban su próximo movimiento.Damien, aún visiblemente agotado por la batalla, se apoyaba contra una pared mientras observaba a Aurora con una mezcla de preocupación y orgullo. Su mirada pasaba ocasionalmente por Lysander, quien permanecía cerca de Aurora, siempre listo para intervenir si algo sucedía. Aunque Damien confiaba en él, la creciente cercanía entre Lysander y Aurora despertaba un malestar que no podía ignorar.Matilde entró con una bandeja de té y hierbas, colocándola sobre la mesa con una sonrisa tranquila que contrastaba con la tensión del ambiente. —Todos necesitamos recuperar fuerzas —dijo con su tono maternal,
La mansión de Damien estaba envuelta en un silencio cargado, roto solo por el crujir ocasional de las maderas antiguas bajo los pasos de quienes intentaban encontrar un respiro en medio del caos. Aurora permanecía en la sala principal, mirando el fuego que chisporroteaba en la chimenea, mientras Matilde la observaba desde la cocina con una mirada sabia y protectora.El tiempo en la mansión había dado al grupo la oportunidad de recuperar fuerzas, pero no había calmado las dudas que pesaban sobre cada uno de ellos. La Orden estaba al acecho, y aunque los últimos enfrentamientos les habían dado una ligera ventaja, sabían que no podían bajar la guardia. Cada segundo que pasaba, el peligro se acercaba más.Damien entró en la sala, con una expresión tan seria que parecía cortar el aire. Tras él, Kael, Freya y Lysander tomaron sus lugares alrededor de la mesa, donde un mapa del territorio estaba extendido. Aurora giró su atención hacia ellos, sintiendo cómo su corazón se aceleraba al percibi
La mansión parecía más vacía con la partida de Damien y el grupo. El silencio, que antes había sido un refugio, ahora se sentía opresivo. Aurora trataba de mantenerse ocupada, pero cada rincón de la mansión parecía guardar un recuerdo o una promesa rota. El aire estaba cargado de tensión, como si algo grande estuviera por suceder.En la cocina, Matilde estaba preparando una infusión especial para Aurora. La anciana movía sus manos con destreza, combinando hierbas que parecían brillar bajo la luz tenue del lugar. Aurora la observaba desde la mesa, jugueteando con una cucharilla mientras trataba de calmar su mente.—Toma, querida —dijo Matilde, colocando una taza frente a ella. —Esto te ayudará a relajarte. Es importante que mantengas la calma, por ti y por ese pequeño milagro que llevas dentro.Aurora sonrió débilmente y tomó un sorbo de la infusión. —Gracias, Matilde. No sé qué haríamos sin ti.Matilde la miró con ternura. —He servido a esta familia durante más años de los que puedo r
El aire en la mansión estaba tenso tras la llegada de Damien. Aunque su regreso debía haber traído calma, las emociones se mezclaban en cada rincón. Aurora sentía que algo estaba fuera de lugar, una vibración en el ambiente que le susurraba que los secretos aún estaban lejos de resolverse.Aurora despertó temprano, el sol apenas filtrándose por las pesadas cortinas de su habitación. Damien estaba junto a ella, su postura relajada mientras dormía. Pero Aurora no podía ignorar las preguntas que la atormentaban desde la noche anterior. La habitación que descubrió, el diario, las palabras de Lysander… todo parecía señalar que Damien había estado guardando algo importante.Cuando Damien abrió los ojos, encontró a Aurora sentada al borde de la cama, mirándolo con una mezcla de preocupación y determinación.—¿Qué ocurre? —preguntó, incorporándose lentamente.Aurora se giró hacia él, su voz cargada de seriedad. —Necesito que seas honesto conmigo, Damien. Sobre todo. Sobre la daga, sobre la ha
La mansión de Damien se había transformado en el centro de operaciones del grupo. Las horas se habían convertido en días mientras planeaban el próximo enfrentamiento contra la Orden. Sin embargo, el aire estaba cargado de algo más que estrategia; una tensión emocional y mágica parecía envolver a cada miembro del grupo.Aurora, ahora consciente de la conexión profunda entre ella, Damien y el hijo que llevaban juntos, sentía una determinación creciente. Sabía que no solo luchaban por sobrevivir, sino por construir un futuro donde su hijo pudiera nacer en paz.El salón principal estaba iluminado por la luz tenue de las velas cuando el grupo se reunió alrededor de un mapa extendido sobre una mesa de madera oscura. Damien, con su postura dominante pero tranquila, señalaba varias ubicaciones marcadas en rojo.—La Orden tiene tres bases principales aún activas. Si queremos debilitarlos, debemos atacar estas dos primeras. —Señaló puntos estratégicos al este y al sur del mapa. —Pero nuestra pr
La biblioteca de la mansión estaba envuelta en un silencio solemne, apenas roto por el crepitar de las llamas en la chimenea. Vincent se encontraba de pie junto a una ventana, observando la lluvia que golpeaba los cristales con una mirada distante. Había una tensión palpable en el aire, una mezcla de desconfianza y curiosidad por parte del grupo, que se mantenía a cierta distancia del recién llegado.Aurora, incapaz de ignorar el enigma que representaba Vincent, decidió enfrentarlo una vez más. Su instinto le decía que había más detrás de sus palabras calculadas y su porte elegante. Con pasos decididos, entró en la biblioteca, encontrándolo exactamente donde lo había visto la noche anterior.—¿Quién eres realmente, Vincent? —preguntó sin preámbulos, cruzando los brazos frente a su pecho. Sus ojos lo escrutaban, buscando cualquier rastro de verdad en su expresión.Vincent esbozó una sonrisa suave, aunque su mirada permanecía fija en la tormenta exterior. —¿Sabes, Aurora? Pocas personas
El aire de la madrugada era fresco, pero la tensión que se respiraba entre el grupo hacía que cualquier sensación de calma resultara efímera. Aurora estaba sentada en el salón principal, rodeada de mapas y pergaminos esparcidos sobre la mesa. A su lado, Damien discutía con Freya y Kael sobre los riesgos de la misión propuesta por Vincent. Todos parecían conscientes de que la decisión que tomaran en ese momento podría cambiar el curso de su lucha contra la Orden.Aurora permanecía en silencio, pero su mirada hablaba por ella. Desde el instante en que Vincent había revelado el alcance de su conocimiento sobre la Orden, supo que no podía quedarse atrás. A pesar de las advertencias de Damien y las dudas de Kael, estaba decidida a unirse a esta misión.—Es demasiado peligroso —insistió Damien, cruzándose de brazos frente a Aurora, su postura rígida y protectora. —Tú no vas, Aurora. No mientras estés embarazada.Aurora lo enfrentó, su voz serena pero firme. —¿Y qué pasa si esto es lo que ne