Capítulo 44

Milagros arrancó el auto y salieron del estacionamiento del aeropuerto hacia la clínica donde solía atenderse para hacerlo por guardia. Llegaron al lugar y Sara pidió un médico porque la joven se había sentido mal de repente en los últimos minutos. La hicieron pasar a una oficina dónde le hicieron preguntas de rutina y el médico solicitó unos estudios de rutina para evacuar cualquier duda.

Regresaron a la casa luego de pasar a una farmacia, la pintora no solo sentía malestar físico sino anímico y su amiga decidió quedarse con ella hasta que se recuperara. Supuso que la molestia podría deberse a la partida de Alan.

—¿Quieres un té? —preguntó luego de sentar a la joven en el sofá.

—No, no quiero nada, o sí, un poco de agua. —Se señaló la garganta—. Creo que tengo un poco de acidez. Traeme una de esas pastillas redondas para tomar.

—No creo que esa pastilla te haga bien, puedo hacerte un poco de leche tibia para que se te pase.

—No me gusta y lo sabes.

—¡Oye! —Se sentó a su lado—. Creo q
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