—¡Qué! —exclamó espantada—. Eso no es posible.—No es común, pero sucede más de lo que te lo imaginas.—Pero mi embarazo no fue mediante inseminación artificial.—Los embarazos múltiples también no son habituales, pero suceden.—¿Está intentando decirme que tendré dos bebés, no uno? —Abrió grandes los ojos.—Es correcto —respondió sonriente.—No, eso no puede ser real. —Milagros se bajó la blusa y se levantó sin ser limpiada por la obstetra—. No quiero saber nada de esto, un bebe estaba bien. Pero dos… —Tomó su bolso de la silla.—Espera Mili —espetó su amiga al verla salir— ¡Lo siento, doctora! —Se disculpó con la mujer presurosa.—Descuida, luego que se comunique para una nueva cita, en unas dos o tres semanas.—Perfecto, le diré. Debo irme si quiero alcanzarla.—Claro, que tengan un buen día.Sara salió a toda prisa del consultorio bajó la mirada inquisitiva de las madres que estaban esperando en la sala. La joven sintió vergüenza y tenía más ganas de matar a su amiga que de auxili
Los días fueron pasando y el vientre de Milagros comenzaba a abultarse. Tenía casi cinco meses de embarazo cuando tuvo una exposición que duraría quince días en Madrid, para ella fue un alivió estar lejos de la casa que no paraba de recordarle a Alan por unas semanas. Su representante había alquilado un pequeño departamento en la zona más céntrica de la ciudad. La mañana previa al evento se encontraba muy nerviosa.—Saldrá todo bien, Mili —espetó su amiga mientras preparaba la cena.—¿Y qué pasa si no? —preguntó nerviosa, mientras caminaba de un lado al otro.—Te puedes sentar —sugirió risueña—. Si sigues caminando harás un hoy tan grande que terminarás en el apartamento inferior. —Carcajeó.—No puedo sentarme, estoy muy alterada.—Sí no te calmas, les harás mal a los bebés. Ellos no saben que esta pasando, pero lo sienten.—¡Ay Sara! —protestó y se detuvo—. No me pongas peor.—¿Cuál es tu gran dilema? —preguntó deteniendo su tarea para verla.—Que la exposición sea un fracaso, nunca
—Porque tengo novia y estoy muy enamorado.—¿En serio? —preguntó curiosa—. No hubiese pensado nunca que tendrías novia.—¿Luzco como alguien que pueda tener novio? —Carcajeó.—No, imaginé que eras soltero.—¿Y por qué has pensado en eso?—Porque una persona que se para a hablarle a otra desconocida y le invita un café, no puede estar con alguien.—¿Por qué no? —preguntó confundido y se dio cuenta enseguida—. ¿Crees que estoy flirteando contigo?—¡Lo siento! Soy una estupida —espetó avergonzado bajando la mirada.—Veo que no te invitan mucho a tomar café —comentó sonriente.—Siendo sincera no, después de mi última relación, me he vuelto bastante ermitaña.—Te refieres al bebe de los mellizos.—No, de la relación que te hablo han pasado varios años. Ahora solo me dedico a pintar.—Y hacer bebes —agregó arqueando una ceja.—Lo que sucedió con estos bebés fue un…—¿Equivocación? —preguntó elevando las cejas.—No puedo decir que fueron un error, estoy feliz de que estén en mi vida y aún no
La semana recién comenzaba y Alan jugaba con la lapicera entre sus manos, mientras veía por la ventana con la mente en blanco, o quizás en ella. Nunca en su vida había creído que podía enamorarse de una forma tan intensa, en tan poco tiempo de alguien, y sobre todo cuando esa mujer era tan peculiar en su forma de ser y carácter como Milagros. Desde que había llegado a Alemania no podía dejar de pensarla, se sintió tentado en reiteradas ocasiones en llamarla, pero al final no lo hacía.—¡Alan! —escuchó una voz femenina desde la puerta de su oficina.—¿Qué sucede? —preguntó taciturno volteando a ver a la joven.—Están esperándote en la sala de juntas para confirmar el nuevo plan del hotel en Barcelona.—¡De acuerdo! —Soltó la lapicera—. Diles que estaré en diez minutos y que empiecen sin mí.—Muy bien.La joven se retiró y él recargó sus antebrazos sobre el escritorio que tenía frente a él tomando el móvil entre sus manos. Revisó los mensajes y no había nada nuevo, luego fue a la bandej
Las amigas descendieron del vuelo varias horas después, pero Jazmín decidió darse una ducha y cambiar de ropa antes de ir al encuentro de Alan. Quería sorprenderlo en las oficinas de su empresa, su hermano Logan le había proporcionado el domicilio. Estaba entusiasmada, aunque el miedo la hacía mostrarse fría y distante.Dos horas después de llegar estaba acercándose la hora del almuerzo y la chica decidió ir sola, Sara se encontraría con Logan y seguramente en la noche con suerte, podrían cenar los cuatro juntos como la pareja había fantaseado casi desde el momento en que comenzaron a salir. Su amiga le deseó suerte y la joven se fue.El trayecto hacia las oficinas, intentó todas las técnicas que Sara le había enseñado para permanecer en calma, pero ninguna estaba funcionando con totalidad. Las palmas de la pintora comenzaron a sudar y sintió un ligero mareo cuando se supo cerca de las oficinas. Cuando el taxi llegó, tardó en pagar para descender, el chofer tuvo que llamar su atención
—¿Por qué hace eso? —preguntó Alan luego de leer la nota.—No lo sé, Alan —respondió su amiga frustrada—. Creí que estaba recapacitando cuando decidió decírtelo. —Sonrió con pena—. Estaba contenta de que lo hiciera.—No parecía muy convencida de hacerlo, más bien empujada. —Pasó su mirada de Sara a Logan.—Hice lo que creí correcto —se excusó su hermano.—¿Para quién? ¿Para ti?—Claro que no, para ti, para los dos y sus bebés —protestó su hermano—. ¿No me culparás de sus decisiones, verdad?—Quizás Milagros no se sentía preparada para enfrentarme y ustedes la obligaron.—Eso no es cierto. —Intervinó Milagros—. Ella estaba decidida a decírtelo, me lo dijo en infinidad de veces en las últimas dos semanas.—Entonces. ¿Qué pasó? ¿Por qué está dejando el país?—Supongo que por el beso con tu ex —respondió Sara encogiéndose de hombros.—Pero yo le expliqué lo que sucedió, yo no tengo nada con Anna. Solo simples reuniones por trabajo.—En vez de seguir excusándote hermano, por qué mejor no v
Habían pasado dos semanas sin que nadie supiera el paradero de la joven. Chequearon todos los lugares a los cuales sabía concurrir, pero el paradero era desconocido. La policía seguía investigando pistas falsas en su mayoría, e incluso Sara pidió ayuda en las redes de la joven por si alguien la veía. Muchos juraban hacerlo, pero nadie realmente sabía nada.Había solo un lugar que no habían revisado, y el cual Sara olvidó por completo. La pintora había nacido en Madrid, pero vivió toda su infancia en Zaragoza luego de que su padre abandonara a su mamá y ella consiguiera trabajo en ese lugar.La joven se encontraba en la casa que ocupaba de pequeña, aún la conservaban a pesar de no vivir allí, y era donde había permanecido oculta durante los últimos quince días. El último movimiento de dinero que la joven hizo en su banco fue antes de irse de Londres, pagaba todo en efectivo para no dejar rastro. necesitaba pensar, alejarse para no sentirse influenciada por las opiniones ajenas. El sent
—Pasa —dijo ella con tono calmado. Alan ingresó al domicilio, encontrándose con una casa muy cálida, bastante iluminada y de colores neutros. Milagros le ofreció un café al cual él accedió, y le indicó que la esperara en la sala indicándole el lugar. El hombre entró encontrándose con un juego de living en colores oscuros y se sentó en el más grande. Ella regresó con una bandeja que contenía dos tazas y un tazón con galletas dulces. —Aquí tienes —espetó dándole su taza—. Traje unas galletas que he hecho yo, no son muy ricas, pero se pueden comer. —Sonrió apenada sentándose en el mismo sofá pero con un asiento de por medio. —¡Gracias! —expresó tomando un sorbo de su café—. Tú no deberías tomar esto —mencionó protector. —El mío es descafeinado —aclaró. —¡Ah! —musitó—. ¿Cómo estás? —Bien, aunque he estado con algo de malestar estos últimos días. —¿Has ido al médico? —preguntó tomando una galleta. —No tengo cobertura aquí, pero sé que no es nada que preocuparse ya que hablé con mi o