La semana recién comenzaba y Alan jugaba con la lapicera entre sus manos, mientras veía por la ventana con la mente en blanco, o quizás en ella. Nunca en su vida había creído que podía enamorarse de una forma tan intensa, en tan poco tiempo de alguien, y sobre todo cuando esa mujer era tan peculiar en su forma de ser y carácter como Milagros. Desde que había llegado a Alemania no podía dejar de pensarla, se sintió tentado en reiteradas ocasiones en llamarla, pero al final no lo hacía.—¡Alan! —escuchó una voz femenina desde la puerta de su oficina.—¿Qué sucede? —preguntó taciturno volteando a ver a la joven.—Están esperándote en la sala de juntas para confirmar el nuevo plan del hotel en Barcelona.—¡De acuerdo! —Soltó la lapicera—. Diles que estaré en diez minutos y que empiecen sin mí.—Muy bien.La joven se retiró y él recargó sus antebrazos sobre el escritorio que tenía frente a él tomando el móvil entre sus manos. Revisó los mensajes y no había nada nuevo, luego fue a la bandej
Las amigas descendieron del vuelo varias horas después, pero Jazmín decidió darse una ducha y cambiar de ropa antes de ir al encuentro de Alan. Quería sorprenderlo en las oficinas de su empresa, su hermano Logan le había proporcionado el domicilio. Estaba entusiasmada, aunque el miedo la hacía mostrarse fría y distante.Dos horas después de llegar estaba acercándose la hora del almuerzo y la chica decidió ir sola, Sara se encontraría con Logan y seguramente en la noche con suerte, podrían cenar los cuatro juntos como la pareja había fantaseado casi desde el momento en que comenzaron a salir. Su amiga le deseó suerte y la joven se fue.El trayecto hacia las oficinas, intentó todas las técnicas que Sara le había enseñado para permanecer en calma, pero ninguna estaba funcionando con totalidad. Las palmas de la pintora comenzaron a sudar y sintió un ligero mareo cuando se supo cerca de las oficinas. Cuando el taxi llegó, tardó en pagar para descender, el chofer tuvo que llamar su atención
—¿Por qué hace eso? —preguntó Alan luego de leer la nota.—No lo sé, Alan —respondió su amiga frustrada—. Creí que estaba recapacitando cuando decidió decírtelo. —Sonrió con pena—. Estaba contenta de que lo hiciera.—No parecía muy convencida de hacerlo, más bien empujada. —Pasó su mirada de Sara a Logan.—Hice lo que creí correcto —se excusó su hermano.—¿Para quién? ¿Para ti?—Claro que no, para ti, para los dos y sus bebés —protestó su hermano—. ¿No me culparás de sus decisiones, verdad?—Quizás Milagros no se sentía preparada para enfrentarme y ustedes la obligaron.—Eso no es cierto. —Intervinó Milagros—. Ella estaba decidida a decírtelo, me lo dijo en infinidad de veces en las últimas dos semanas.—Entonces. ¿Qué pasó? ¿Por qué está dejando el país?—Supongo que por el beso con tu ex —respondió Sara encogiéndose de hombros.—Pero yo le expliqué lo que sucedió, yo no tengo nada con Anna. Solo simples reuniones por trabajo.—En vez de seguir excusándote hermano, por qué mejor no v
Habían pasado dos semanas sin que nadie supiera el paradero de la joven. Chequearon todos los lugares a los cuales sabía concurrir, pero el paradero era desconocido. La policía seguía investigando pistas falsas en su mayoría, e incluso Sara pidió ayuda en las redes de la joven por si alguien la veía. Muchos juraban hacerlo, pero nadie realmente sabía nada.Había solo un lugar que no habían revisado, y el cual Sara olvidó por completo. La pintora había nacido en Madrid, pero vivió toda su infancia en Zaragoza luego de que su padre abandonara a su mamá y ella consiguiera trabajo en ese lugar.La joven se encontraba en la casa que ocupaba de pequeña, aún la conservaban a pesar de no vivir allí, y era donde había permanecido oculta durante los últimos quince días. El último movimiento de dinero que la joven hizo en su banco fue antes de irse de Londres, pagaba todo en efectivo para no dejar rastro. necesitaba pensar, alejarse para no sentirse influenciada por las opiniones ajenas. El sent
—Pasa —dijo ella con tono calmado. Alan ingresó al domicilio, encontrándose con una casa muy cálida, bastante iluminada y de colores neutros. Milagros le ofreció un café al cual él accedió, y le indicó que la esperara en la sala indicándole el lugar. El hombre entró encontrándose con un juego de living en colores oscuros y se sentó en el más grande. Ella regresó con una bandeja que contenía dos tazas y un tazón con galletas dulces. —Aquí tienes —espetó dándole su taza—. Traje unas galletas que he hecho yo, no son muy ricas, pero se pueden comer. —Sonrió apenada sentándose en el mismo sofá pero con un asiento de por medio. —¡Gracias! —expresó tomando un sorbo de su café—. Tú no deberías tomar esto —mencionó protector. —El mío es descafeinado —aclaró. —¡Ah! —musitó—. ¿Cómo estás? —Bien, aunque he estado con algo de malestar estos últimos días. —¿Has ido al médico? —preguntó tomando una galleta. —No tengo cobertura aquí, pero sé que no es nada que preocuparse ya que hablé con mi o
—Me tomé tres días, luego debo regresar —espetó apesadumbrado. —¿En dónde te quedarás? —Llegué anoche, estoy en un hotel hospedado. —Bien. —Tomó un poco de su bebida—. Entonces supongo que nos veremos todos los días hasta que te vayas. —Seguro —afirmó el joven—. Dime, ¿qué actividades hay en Zaragoza para hacer? —Hay varias, dependiendo de lo que te guste. —Algo interesante. —Hay varias actividades para que puedas hacer, hay algunas que son de riesgo. —Quería que fuéramos los dos. Claro, si tú no tienes objeción. —A decir verdad, no salgo mucho de casa. De las veces que lo he hecho, la gente se queda maravillada con la panza, y siempre preguntan por ti. —Revoleó los ojos molesta. —Bueno, ahora estoy aquí. Y puedo contestar por ti. —Sonrió. Hubo un breve silencio entre ambos. —Alan, no quiero que te confundas. —¿Confundirme con qué? —Con nosotros, que estemos almorzando juntos y sin discutir o pelear, no quiere decir que volveremos a ser una pareja nuevamente. —Está claro
—¿Qué haces? —espetó esquivando la boca de Alan quien pestañeó aturdido por su reacción—. Creo que es mejor que te vayas, iba a invitarte un café, pero no quiero que te confundas.—Yo no estoy confundido, Mili. Sé lo que quiero, y eso eres tú.—Pero yo te dije que no volveríamos, Alan. —Arqueó una ceja—. Solo estamos en contacto por nuestros bebes —espetó tocándose el vientre.—No entiendo porque eres así.—¿Así cómo?—Tan cambiante, creí que estaba todo bien con nosotros, luego del paseo. Incluso bromeamos con el guía sobre nosotros.—Fue cordialidad, no podía quedar mal, ni tampoco tenía porqué saber sobre nuestra intimidad. No volveré a verlo más. —Se encogió de hombros.—¿Qué tengo que hacer para que me perdones del todo y podamos estar juntos?—Dejarme sola y respetar mis tiempos.—¿Eso quiere decir que sientes cosas aún por mí?—Eso quiere decir que necesito tiempo, Alan —respondió con firmeza—. Ahora necesito descansar, el paseo me agotó. Así que, supongo que estaremos en conta
—Sí —dijeron al unísono.—Por aquí tenemos una niña —espetó la doctora y Milagros volteó emocionada hacia Alan quien la sujetó de la mano—. Y el otro bebe, es un varón. —La mujer revoleó los ojos volteando a ver a los padres—. Sí se están dejando ver bien, son mellizos de distinto sexo.—¿En serio? —inquirió Milagros feliz y vio de vuelta a Alan—. tendremos un niño y una niña.—Así es —espetó él complacido y le dio un beso en la frente que ella no esperaba, pero se sintió contenida.—Felicidades papis, todo se encuentra en los parámetros aceptados, así que puedo asegurar que son niños muy sanos.—¡Gracias! —espetó emocionada la joven.—Gracias doctora —acotó Alan.—Ahora debes prepararte para la ecografía 4D, no tengo el aparato aquí. —La mujer se sentó frente a su escritorio—. Te daré el turno para la próxima cita de control en quince días.—Muy bien.—Y nos vamos a hacer la ecografía.Alan tomó la orden de la doctora para guardarla en la carpeta que llevaba Milagros, mientras ella s