Capítulo 41

—Sí —espetó con pesar—. Lamentablemente el testamento del abuelo fue modificado.

—¡Esto no puede estar pasando! —expresó quebrado—. ¿Por qué no nos dijo nada?

—Posiblemente no lo hizo porque sabía que no lo dejaríamos —espetó su hermano.

—Esa casa significaba todo para nosotros —musitó dolido.

—Lo sé, Alan. —Su hermano se acercó para contenerlo palmeando su espalda—. Quizás el abuelo nos quiso dar una última lección al irse diciendo que lo material no es lo importante.

—Y dándole la oportunidad a alguien más de disfrutarla —agregó el abogado.

—No lo puedo creer —musitó abatido.

—Yo tampoco, pero fue la voluntad del abuelo —mencionó su hermano.

—¿Qué hay del dinero? ¿Dónde lo tienes? —inquirió mirando a Ricardo.

—En una valija dentro del armario en la habitación.

—¿Por qué no lo depositaste? —interrogó Alan.

—Porque no podía justificar tanto dinero. Mi amigo y su mujer me ayudaron a cruzarlo hacia Inglaterra.

—Eso no te corresponde, Ricardo. ¿Lo sabes, verdad? —comentó Logan.

El hombre
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