Alan no podía dejar de besarla, realmente se sentía en el paraíso cuando lo hacía. El placer que le producía era adictivo. Ella estaba disfrutando del momento, pero recordó que en esa cama estaba durmiendo su primo y la desinspiró.—¿Qué sucede? —preguntó desconcertado.—Siento que no es correcto. —Se apartó de él, levantándose de la cama mientras arreglaba su cabello y ropa.—¿Qué es lo incorrecto? —interrogó curioso parándose también.—No deberíamos hacer algo en la cama donde está durmiendo tu primo.—¡Qué correcta! —Ca
—¿Tan mal beso? —inquirió interfiriendo entre el elevador y ella.—No, Alan —dijo enojada sin mirarlo, sabía que si lo hacía, caería en sus encantos nuevamente—. Sé que sonará a cliché. Pero no eres tú, soy yo. —Llamó al elevador.—¿Y qué hay de malo contigo? —Giró a verla—. Porque a mi me gusta cómo besas.—No tiene que ver con el beso, yo no… me siento… lista… para una relación a distancia —ingresó al elevador y él también apretando el piso del estacionamiento.—¿Quién habló de relación a distancia? —Lo sabías —vociferó él.—¡Qué lo dijeras una sola vez en medio de la excitación no significa que lo sintieras —expresó ella alterada.—¿No me creíste? —preguntó ofendido.—No puedes haber sido sincero.—¿Y qué te hace pensar que ahora sí?—Estamos en otro contexto —farfulló.—De todas maneras yo jamás te prometí no enamorarme —musitó Alan intentando acercarse a ella, pero la pintora dio unos pasos hacia atrás.—¿Por qué mCapítulo 37
—Averigüé el paradero del abogado del abuelo.—¿Lo dices en serio? —inquirió emocionado.—Sí, ya nuestros abogados se están encargando del proceso. Recuperaremos el dinero, y se lo podremos devolver a su dueña.—No, no lo haremos —dijo determinante.—¿Cómo?—Qué no lo haremos, ese dinero es nuestro.—¿Pero no querías la casa para poder montar el hotel?—Lamentablemente no pudo darse, me dijeron que no.—¡Demonios! —masculló el menor—. ¿Y ahora qué harás? Podemos buscar otros inversionistas.—Ya no quiero hacer nada en esta casa.—¿Te enamoraste? —inquirió su hermano.—Estoy loco y perdidamente enamorado de esa mujer —espetó avergonzado—. No sé que me hizo, pero no puedo dejar de pensarla —agregó mordiendo las palabras—. A veces es tan… desesperante —bufó, acción que hizo reír a su hermano—. Pero me encanta.—¡Vaya! No lo hubiese imaginado. —Su hermano se levantó para ir a la nevera—. ¿Y ella?—¿A qué te refieres?—¿Qué siente ella por ti? ¿O todavía no han hablado de eso?—Me ha dicho
—¡Qué sea rápido! —exclamó ella.—Solo quiero decirte que las cosas no deben ser como las estás planteando. —Resopló—. Déjame entrar, no me siento cómodo hablando con una puerta de por medio.—Está bien. Pasa, pero te quedas al lado de la puerta —espetó condicionando al joven.—¡Cómo gustes! —expresó rendido, mientras ingresaba y cerraba la puerta—. Lo importante es que pueda verte. —Apoyó la espalda sobre la pared.—Continúa —indicó haciendo un gesto con la mano.—¿Siempre eres tan complicada para todo?—Solo para lo que me lastima, no volveré a permitir que lo hagan.—¿Quieres decir que yo te lastimo?—Con tu actitud, sí —respondió sin mirarlo.—¿Cuál actitud?—Te conoces mejor que yo —respondió evasivamente—. Así que lo debes tener claro, no entiendo porque preguntas.—Porque tu percepción de la realidad es algo distorsionada. —Contuvo su risa.—¡Vete a la mierda, Alan! —Le arrojó con un almohadón.—Deja de ser combativa, Mili —espetó tomando el objeto del suelo.—Yo no soy combati
Los hermanos Müller verían al detective al día siguiente, así que esa tarde era solo para ellos. Visitaron la Torre de Londres, caminaron hacia el otro lado el río Walbrook, y vieron el Palacio de Winchester, visitaron el Sky Garden y finalmente agotados regresaron al hotel. Sin duda, Alan descansaría toda la noche por lo mucho que caminaron con su hermano, aunque el detective no tenía los mismos planes, quien llamó cuando ellos pusieron un pie en la habitación, indicándoles que pasaría a recogerlos en cuarenta minutos porque sabía donde estaría esa noche el abogado de su abuelo.Tras ambos darse una ducha rápida, esperaron en la entrada del
—Sí —espetó con pesar—. Lamentablemente el testamento del abuelo fue modificado.—¡Esto no puede estar pasando! —expresó quebrado—. ¿Por qué no nos dijo nada?—Posiblemente no lo hizo porque sabía que no lo dejaríamos —espetó su hermano.—Esa casa significaba todo para nosotros —musitó dolido.—Lo sé, Alan. —Su hermano se acercó para contenerlo palmeando su espalda—. Quizás el abuelo nos quiso dar una última lección al irse diciendo que lo material no es lo importante.—Y dándole la oportunidad a alguien más de disfrutarla —agregó el abogado.—No lo puedo creer —musitó abatido.—Yo tampoco, pero fue la voluntad del abuelo —mencionó su hermano.—¿Qué hay del dinero? ¿Dónde lo tienes? —inquirió mirando a Ricardo.—En una valija dentro del armario en la habitación.—¿Por qué no lo depositaste? —interrogó Alan.—Porque no podía justificar tanto dinero. Mi amigo y su mujer me ayudaron a cruzarlo hacia Inglaterra.—Eso no te corresponde, Ricardo. ¿Lo sabes, verdad? —comentó Logan.El hombre
—No te estoy mintiendo —masculló el arquitecto.—Creo que debo dejarlos solos —comentó Logan—. Estaré en la cocina.—Eres una infantil —agregó Alan cuando estuvieron solos.—Y tú eres un soberbio —insultó ella.—Acaso no podías haber esperado a hablar conmigo para que te explicara.—No necesitaba explicación para algo tan obvio.—Ni siquiera sabes por qué lo escribí o en qué contexto. —Vio los muebles una vez más—. Dañaste propiedad ajena. —Secó algunas lágrimas que se derramaron de sus ojos.—Estaba enojada. —Se excusó encogiéndose de hombros.—Tú sabías bien lo que significaba mi abuelo en mi vida, lo que hiciste no tiene perdón.—¡Lo siento!—No sirve de nada que lo sientas, ya arruinaste todo lo que me quedaba de mi abuelo. —Se sentó en el pasto respiración con dificultad.—¿Estás bien? —preguntó preocupada.—Claro que no estoy bien —vociferó sin mirarla—. Tenía intenciones de devolverte parte del dinero de más que te han quitado, y tú me recibes así.—¿De qué hablas? —preguntó co