Capítulo 28

—Acaso no escuchas —espetó molesto—. Qué la casa puede ser tuya, pero hay una condición.

—Ya me parecía demasiada bondad de tu parte —comentó ladeando la cabeza hacia la derecha—. ¿Cuál es la condición?

—Intentemoslo.

—¿Intentar qué? —indagó.

—Tener una relación —acotó decidido.

—¿Qué sientes por mí? —inquirió ella interesada.

—No lo sé —respondió en automático.

—No lo sabes, y quieres estar conmigo.

—Bueno, me gustas.

—¿Seguro has tenido novias antes? —espetó con gracia.

—¿Acaso quieres que sea tu novio? —retrucó seductoramente y se levantó para dirigirse hacia donde estaba ella.

—¿No te van las formalidades? —preguntó provocativa.

—¿A ti no te gusta dejarte llevar?

Alan se detuvo frente a ella lo suficientemente cerca para sentir la respiración agitada de la pintora, y cómo latía su corazón dentro del pecho.

—¡Acaso a ti sí! —indicó ella, y él asintió—. Para ser arquitecto no tienes muchas estructuras —musitó sintiendo demasiado cerca los labios de Alan.

—¿Quién dijo que los arquite
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