Capítulo 25

A la mañana siguiente el arquitecto regresó a la propiedad y el resto fin de semana pasó sin sobresalto, no porque se llevaran bien, sino porque cada uno hizo planes separados. Para Milagros fue un alivio que Sara se encontrara en la casa para poder distraerse con ella. Por otra parte Alan tampoco estaba solo, y no necesitaba dirigirle la palabra a la pintora. Supo los detalles del viaje por medio de Anne, de quien comenzaba a sospechar. Sin duda sabía mucha de cocina, pero a veces no se comportaba como empleada, sino como amiga del arquitecto.

Esos pensamientos le generaban una cierta angustia y en el transcurso del domingo su amiga la vio distraída.

—¿Qué sucede? —inquirió Sara mientras miraban una película en la sala.

—Nada. —G

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