Christian Anderson.El bullicio que hay a nuestro alrededor de seguro me hizo entender mal. Yo debo estar alucinando.Miro a Andrea a los ojos, buscando algo en ellos, la confirmación de que no estoy loco y que escuché bien. Pero su expresión es seria y tranquila. Sus ojos me devuelven la mirada con confianza, con esperanza y una firmeza tal, que entiendo al fin que no son ideas mías.«Ella quiere hablar. Quiere explicaciones».Suspiro. Todo mi cuerpo tiembla en una fracción de segundo. Porque esta es mi oportunidad, ella me la está dando, aunque podría no merecerla.Asiento y en lo que me pierdo en mi cabeza, para concentrarme en lo que debo decir y por dónde empezar, miro a la distancia. A ese parque que está a pocos pasos, pero solo por buscar un punto en el cual mantener la atención.Pasan algunos minutos y yo sigo en silencio. Los murmullos de Gwen se van apagando, como si se quedara dormida en los brazos de Andie. Le doy vueltas a todo lo que siento que debo decir, pero no alcan
Christian Anderson.Se queda callada y de repente, frunce el ceño.—¿Por qué pasó tanto tiempo? ¿Por qué no intentamos hacer esto antes?Miro al frente, pensando en la respuesta para eso. Pero no puedo aportar nada. Lo único que se me ocurre sigue siendo la misma mierda que nada justifica y que, de repetirse, de seguro lo empeora todo.—Yo tampoco regresé a Santa Marta —digo, para seguir la conversación. Tal vez encontremos la respuesta a su pregunta un poco más adelante—. Intenté hacer mi vida aquí, lejos de todo. De ti, de los lugares que ahora llevaban tu nombre. Me concentré únicamente en mi trabajo, así era más fácil todo; aunque creo que en eso coincidimos…Vuelvo a mirarla, ahora con una media sonrisa. Sin saber el uno del otro, vivimos experiencias similares.Porque sí, yo fui el culpable de que todo se arruinara, pero eso no significa que no haya dolido jodidamente demasiado.—La diferencia es que tú lograste mucho y yo estuve estancada mucho tiempo.No lo dice por ser fastid
Andrea Rowe.El corazón me late demasiado rápido. Toda mi atención está puesta en sus ojos, que me observan con esa adoración que tanto disfrutaba.No sé qué siento, porque es demasiado como para poder identificarlo. Pero estoy temblando, por dentro y por fuera. Su aliento se mezcla con el mío, estamos muy cerca, más de lo que hemos estado en mucho tiempo.Las ansias de deshacer esta mínima distancia y dejarme llevar, son muy fuertes. Un beso sería un cierre a todo lo que él acaba de confesarme, ¿verdad?Todo mi cuerpo cosquillea, mis labios pican con las ansias de sentir los suyos otra vez. Christian, es evidente que está teniendo los mismos pensamientos. Pero, entonces, ¿por qué no avanzamos un poco más?, ¿por qué no nos atrevemos?Cierro mis ojos e inhalo. Él es todo lo que huelo, me embriaga, me hace regresar en el tiempo, a esos días donde su olor masculino y limpio, era mi favorito, era parte de mi día. Sus dedos acarician mis mejillas, me estremecen, me vuelven más receptiva de
Andrea Rowe.Abro la puerta del apartamento y lo primero que veo es a Jackson conversando con Maddie en el sofá, riéndose de algo que dijo uno de los dos.Sonrío al ver a mi primo y también, al estar juntos. De cierta forma me dan ganas de regresar a Santa Marta y recuperar todo ese tiempo perdido, pasándolo con mi familia.—Queremos todos los detalles, para que lo sepas desde ahora —grita Maddie en cuanto me ve entrar.Yo cierro la puerta detrás de mí y ruedo los ojos. Era de esperarse, sí, pero delante de Jackson no voy a hablar tanto. Mi primo es fiel, en ocasiones un buen consejero, pero es un molesto también cuando le da por eso. No puedo darle material para que me joda la existencia con sus indirectas.—No tengo nada que contar, pero sí mucho que reclamar —me detengo delante de ella y con los brazos en jarra la miro con los ojos entrecerrados—. ¿Qué pretendías? Traidora. ¿Cómo me haces eso?Maddie se ríe, orgullosa de lo que hizo y en ningún momento, arrepentida.—Yo no hice nad
Christian Anderson. Llego al apartamento y me cuesta mucho el no mostrarme como en realidad me siento delante de mi hermano. Sé que él está pasando el peor momento de su vida y no puedo ser tan poco empático y dejar fluir la emoción que me recorre de pies a cabeza. Gwen sigue dormida en mis brazos y al entrar, veo a Connor en la terraza, recostado al balcón y mirando sabrá solo él hacia dónde.Al escucharme, se voltea, atraviesa la terraza de regreso al salón y con solo ver su cara demacrada, me doy cuenta que no mejoró ni un poco en este tiempo. «No es que lo esperara, tampoco».Es una dura situación que asimilar. Pero quizás ahora podamos hablar con calma y él explicarme qué pasa. Cómo llegaron a saber sobre el estado de Stacey y cuál es su diagnóstico.Llega a mi lado y hace ademán de cargar él a Gwen. Lo dejo, porque ahora mismo entiendo que él debe buscar el refugio que su hija es en su vida. No dice una palabra, me mira solo un segundo a los ojos y veo en ellos una profunda p
Christian Anderson. Decir que pude dormir, sería la peor mentira de todas. Dos días después, todavía sigo sintiendo esa cosquilla intensa cada vez que pienso en el mensaje, cada vez que veo el celular y cada vez que la veo a la distancia.Pasa el fin de semana y si controlé mis ansias de ir a por ella, de pararme frente a su puerta y preguntarle todo sobre ese comienzo que ella propuso, fue porque sabía que ella estaba acompañada. Maddie y Aiden, incluso Jackson, se pasaron estos dos días en la ciudad. No soy un acosador, solo los veía en su balcón, cada vez que me asomaba a la terraza. Quizás sí es un poco preocupante la emoción que siento ante esta nueva posibilidad, pero de qué forma controlarme, si ella acaba de ofrecerme algo que no obtenía ni en mis mejores sueños. Después de su mensaje y mi respuesta, todo quedó ahí. Yo asumí que todo comenzaría realmente de cero en el momento que nos encontráramos otra vez, pero en estos dos eternos días, es increíble pensar que los vi a t
Andrea Rowe.Me quedé dormida. Después de tanto trabajo para dormirme, ignoré la alarma en la mañana y ahora voy más que atrasada. Mi cuerpo pedía descanso, pero terminó más estresado. Correr por todo el apartamento y luego salir del edificio como si me fuera la vida en ello, me hace reír a la par que llorar. Esto último, por la frustración. No me gusta llegar tarde. No me gusta ser una incumplidora. Menos, si la familia Anderson me está dando toda la confianza. No quiero que piense nadie que yo me aprovecho de la evidente buena fe que me tienen Theodore y Vanessa.Llego al bufete y me duelen los tobillos. Los zapatos que hoy elegí no favorecieron mi caminata de cinco minutos desde el edificio donde está mi apartamento. En la recepción, saludo a todos como si no estuviera atrasada y la sonrisa que muestra mis dientes, más falsa no puede ser. Me suda la espalda y quiero llegar al ascensor para poder relajarme un poco. Pero hoy no parece ser una buena mañana, porque cuando están po
Christian Anderson. El día hoy no es lo que se dice, atractivo. Al menos, no para mí. El cielo está todo encapotado y las nubes se ven tan cargadas que no dudo pronto comience que diluviar.El clima dejó de ser cálido hace unas semanas, pero hoy se siente como si hubiera cambiado, de forma repentina, por uno más que fresco, porque se siente frío.El que estemos ya en noviembre es un indicador a tener en cuenta, pero me llama la atención este cambio brusco. Miro hacia arriba cuando detengo mi trote. Me queda una última vuelta y ya habré acabado mi actividad cardio del día. Unas gotas comienzan a caer y recupero la marcha. Los primeros metros los hago medio relajado, pero pronto me doy cuenta que debo arreciar el paso y ponerme la capucha.Regreso al edificio bajo un aguacero torrencial. Estoy empapado de pies a cabeza, tanto, que me apena subir en el ascensor y tomo rumbo hasta las escaleras. No dejo de chorrear el agua y en el ascensor, solo haría un completo desastre.En el apartam