Andrea Rowe.El corazón me late demasiado rápido. Toda mi atención está puesta en sus ojos, que me observan con esa adoración que tanto disfrutaba.No sé qué siento, porque es demasiado como para poder identificarlo. Pero estoy temblando, por dentro y por fuera. Su aliento se mezcla con el mío, estamos muy cerca, más de lo que hemos estado en mucho tiempo.Las ansias de deshacer esta mínima distancia y dejarme llevar, son muy fuertes. Un beso sería un cierre a todo lo que él acaba de confesarme, ¿verdad?Todo mi cuerpo cosquillea, mis labios pican con las ansias de sentir los suyos otra vez. Christian, es evidente que está teniendo los mismos pensamientos. Pero, entonces, ¿por qué no avanzamos un poco más?, ¿por qué no nos atrevemos?Cierro mis ojos e inhalo. Él es todo lo que huelo, me embriaga, me hace regresar en el tiempo, a esos días donde su olor masculino y limpio, era mi favorito, era parte de mi día. Sus dedos acarician mis mejillas, me estremecen, me vuelven más receptiva de
Andrea Rowe.Abro la puerta del apartamento y lo primero que veo es a Jackson conversando con Maddie en el sofá, riéndose de algo que dijo uno de los dos.Sonrío al ver a mi primo y también, al estar juntos. De cierta forma me dan ganas de regresar a Santa Marta y recuperar todo ese tiempo perdido, pasándolo con mi familia.—Queremos todos los detalles, para que lo sepas desde ahora —grita Maddie en cuanto me ve entrar.Yo cierro la puerta detrás de mí y ruedo los ojos. Era de esperarse, sí, pero delante de Jackson no voy a hablar tanto. Mi primo es fiel, en ocasiones un buen consejero, pero es un molesto también cuando le da por eso. No puedo darle material para que me joda la existencia con sus indirectas.—No tengo nada que contar, pero sí mucho que reclamar —me detengo delante de ella y con los brazos en jarra la miro con los ojos entrecerrados—. ¿Qué pretendías? Traidora. ¿Cómo me haces eso?Maddie se ríe, orgullosa de lo que hizo y en ningún momento, arrepentida.—Yo no hice nad
Christian Anderson. Llego al apartamento y me cuesta mucho el no mostrarme como en realidad me siento delante de mi hermano. Sé que él está pasando el peor momento de su vida y no puedo ser tan poco empático y dejar fluir la emoción que me recorre de pies a cabeza. Gwen sigue dormida en mis brazos y al entrar, veo a Connor en la terraza, recostado al balcón y mirando sabrá solo él hacia dónde.Al escucharme, se voltea, atraviesa la terraza de regreso al salón y con solo ver su cara demacrada, me doy cuenta que no mejoró ni un poco en este tiempo. «No es que lo esperara, tampoco».Es una dura situación que asimilar. Pero quizás ahora podamos hablar con calma y él explicarme qué pasa. Cómo llegaron a saber sobre el estado de Stacey y cuál es su diagnóstico.Llega a mi lado y hace ademán de cargar él a Gwen. Lo dejo, porque ahora mismo entiendo que él debe buscar el refugio que su hija es en su vida. No dice una palabra, me mira solo un segundo a los ojos y veo en ellos una profunda p
Christian Anderson. Decir que pude dormir, sería la peor mentira de todas. Dos días después, todavía sigo sintiendo esa cosquilla intensa cada vez que pienso en el mensaje, cada vez que veo el celular y cada vez que la veo a la distancia.Pasa el fin de semana y si controlé mis ansias de ir a por ella, de pararme frente a su puerta y preguntarle todo sobre ese comienzo que ella propuso, fue porque sabía que ella estaba acompañada. Maddie y Aiden, incluso Jackson, se pasaron estos dos días en la ciudad. No soy un acosador, solo los veía en su balcón, cada vez que me asomaba a la terraza. Quizás sí es un poco preocupante la emoción que siento ante esta nueva posibilidad, pero de qué forma controlarme, si ella acaba de ofrecerme algo que no obtenía ni en mis mejores sueños. Después de su mensaje y mi respuesta, todo quedó ahí. Yo asumí que todo comenzaría realmente de cero en el momento que nos encontráramos otra vez, pero en estos dos eternos días, es increíble pensar que los vi a t
Andrea Rowe.Me quedé dormida. Después de tanto trabajo para dormirme, ignoré la alarma en la mañana y ahora voy más que atrasada. Mi cuerpo pedía descanso, pero terminó más estresado. Correr por todo el apartamento y luego salir del edificio como si me fuera la vida en ello, me hace reír a la par que llorar. Esto último, por la frustración. No me gusta llegar tarde. No me gusta ser una incumplidora. Menos, si la familia Anderson me está dando toda la confianza. No quiero que piense nadie que yo me aprovecho de la evidente buena fe que me tienen Theodore y Vanessa.Llego al bufete y me duelen los tobillos. Los zapatos que hoy elegí no favorecieron mi caminata de cinco minutos desde el edificio donde está mi apartamento. En la recepción, saludo a todos como si no estuviera atrasada y la sonrisa que muestra mis dientes, más falsa no puede ser. Me suda la espalda y quiero llegar al ascensor para poder relajarme un poco. Pero hoy no parece ser una buena mañana, porque cuando están po
Christian Anderson. El día hoy no es lo que se dice, atractivo. Al menos, no para mí. El cielo está todo encapotado y las nubes se ven tan cargadas que no dudo pronto comience que diluviar.El clima dejó de ser cálido hace unas semanas, pero hoy se siente como si hubiera cambiado, de forma repentina, por uno más que fresco, porque se siente frío.El que estemos ya en noviembre es un indicador a tener en cuenta, pero me llama la atención este cambio brusco. Miro hacia arriba cuando detengo mi trote. Me queda una última vuelta y ya habré acabado mi actividad cardio del día. Unas gotas comienzan a caer y recupero la marcha. Los primeros metros los hago medio relajado, pero pronto me doy cuenta que debo arreciar el paso y ponerme la capucha.Regreso al edificio bajo un aguacero torrencial. Estoy empapado de pies a cabeza, tanto, que me apena subir en el ascensor y tomo rumbo hasta las escaleras. No dejo de chorrear el agua y en el ascensor, solo haría un completo desastre.En el apartam
Andrea Rowe. Cuando me miro al espejo, me gusta lo que veo. Y como se siente tan bien, así me quedo, no me cambio.Una vez lista, no espero más. Busco la botella de vino y cuando voy de salida, llega un mensaje.»Si ves que te miro toda la noche, no te sientas incómoda. Todavía me cuesta creer que te tengo muy cerca.Todo dentro de mí se sacude. Una corriente me da vueltas de pies a cabeza.—Y ahora, ¿cómo yo dejo de pensar en esto? ¡Maldito Christian! —me quejo, pero salgo del apartamento con una sonrisa.El tramo de escaleras lo hago en un puro nervio. El frío de la botella se siente contra mi palma, pero yo estoy tan ansiosa que en vez de incomodarme, me hace bien.En el pasillo, frente a su puerta, me digo que necesito calmarme. Todo está bien, no hay nada por lo que andar como adolescente hormonal. Es una cena con su familia con motivo de mi incorporación al bufete. Nada más que pensar no cavilar. No estaremos solos, así estemos en su apartamento. Me lo repito muchas veces, r
Christian Anderson.Bebo el último sorbo de vino de mi copa sin dejar de mirarla. Andrea es eso que me tiene embobado y que, estoy seguro, jamás dejará de ser así.Sus ojos verdes brillan. Su cabello rubio suelto se ve tan sedoso, que me dan ganas de deshacer la distancia y acariciar su cabeza, con mis dedos entre sus hebras, como me gustaba hacer cuando ella era mía.Su expresión es de tranquilidad, aun cuando mis palabras, mi afirmación, fue de lo más atrevido que he aceptado frente a ella. Porque no solo quiero que me acompañe a New York; mi brindis fue para que me acompañe siempre.Y eso ella debe saberlo.Escucho que mi padre habla con mi madre, que ya está de regreso con Gwen en el salón, pero nada me saca de lo que el embrujo de Andie es. Ya estamos un paso más adelante, cómo voy a desaprovechar estos momentos fugaces en los que solo somos nosotros dos, aunque estemos rodeados de gente.—Muy buen vino —dice de repente.Se inclina hacia adelante, apoya sus codos sobre la alta en