Andrea Rowe. Cuando me miro al espejo, me gusta lo que veo. Y como se siente tan bien, así me quedo, no me cambio.Una vez lista, no espero más. Busco la botella de vino y cuando voy de salida, llega un mensaje.»Si ves que te miro toda la noche, no te sientas incómoda. Todavía me cuesta creer que te tengo muy cerca.Todo dentro de mí se sacude. Una corriente me da vueltas de pies a cabeza.—Y ahora, ¿cómo yo dejo de pensar en esto? ¡Maldito Christian! —me quejo, pero salgo del apartamento con una sonrisa.El tramo de escaleras lo hago en un puro nervio. El frío de la botella se siente contra mi palma, pero yo estoy tan ansiosa que en vez de incomodarme, me hace bien.En el pasillo, frente a su puerta, me digo que necesito calmarme. Todo está bien, no hay nada por lo que andar como adolescente hormonal. Es una cena con su familia con motivo de mi incorporación al bufete. Nada más que pensar no cavilar. No estaremos solos, así estemos en su apartamento. Me lo repito muchas veces, r
Christian Anderson.Bebo el último sorbo de vino de mi copa sin dejar de mirarla. Andrea es eso que me tiene embobado y que, estoy seguro, jamás dejará de ser así.Sus ojos verdes brillan. Su cabello rubio suelto se ve tan sedoso, que me dan ganas de deshacer la distancia y acariciar su cabeza, con mis dedos entre sus hebras, como me gustaba hacer cuando ella era mía.Su expresión es de tranquilidad, aun cuando mis palabras, mi afirmación, fue de lo más atrevido que he aceptado frente a ella. Porque no solo quiero que me acompañe a New York; mi brindis fue para que me acompañe siempre.Y eso ella debe saberlo.Escucho que mi padre habla con mi madre, que ya está de regreso con Gwen en el salón, pero nada me saca de lo que el embrujo de Andie es. Ya estamos un paso más adelante, cómo voy a desaprovechar estos momentos fugaces en los que solo somos nosotros dos, aunque estemos rodeados de gente.—Muy buen vino —dice de repente.Se inclina hacia adelante, apoya sus codos sobre la alta en
Christian Anderson.Andrea voltea a verme con los ojos muy abiertos. Un jadeo sale de ella y lleva sus manos a la boca. Al instante sus ojos se vuelven brillantes.Sé que Andie no conoce a Stacey, pero todos conocemos lo que esa enfermedad hace y siempre es duro aceptar que alguien cercano a ti la tiene.—¡Oh, Dios mío! Ahora entiendo a Connor —susurra y voltea a ver a Gwen.Yo también lo hago. Mi sobrina está jugando bien entretenida, ajena a todo lo que sucede con la vida de los adultos que la rodean.—Está siendo difícil de aceptar para Connor y Stacey, por eso estamos ahora más apegados a la niña, para sacarla del ambiente doloroso que ellos están viviendo. Es tan frustrante ver el sufrimiento y no poder hacer nada —exclama mi padre, entristecido, como todos.Andrea pestañea varias veces mirando a mi padre. Sé que está conteniendo las lágrimas.Yo siento también un nudo en la garganta y un retortijón en el estómago. El saber que mi hermano y su esposa están sufriendo, me hace sent
Andrea Rowe.Llego al bufete con los ánimos altos. Estoy ansiosa por ver a Christian.Anoche fue especial. Estar con él, con su familia, recordar lo que éramos, lo bonito de todo, me hizo demasiado bien.Y sí, él tenía razón. Necesito estar lista para avanzar más.Estoy en la etapa en la que recepcionas todo, sabes que quieres más, pero disfrutas ese proceso de conocimiento, de aprendizaje, de nervios por las primeras veces. Y aunque nosotros ya pasamos esta etapa una vez, es reconfortante saber que todo se siente como si nunca lo hubierámos experimentado.Salgo del ascensor con las ansias disparadas, la sonrisa no se me quita de la cara aunque debería al menos contenerme. Saludo a todos con entusiasmo y puede que sea evidente que hoy me siento demasiado feliz.Porque ayer, después de haber tenido algunas dudas, llegué a una conclusión.Yo quería que él me besara, quería decirle que se lo permitía, que ya lo merece. Y a pesar de que entiendo su postura, decidí que el viaje a New York
Christian Anderson.Me quedo congelado solo una fracción de segundo. El agua que sentía fría por la alta temperatura de mi cuerpo, cae sobre los dos y ahora se siente como si pudiera evaporarse.Pienso que podría estar alucinando, pero sus labios suaves impactan contra los míos y lo que había estado deseando desde que nos volvimos a encontrar, sucede. Su forma de abordarme no es ruda, pero sí segura. Y yo, en medio de mi estupor, de igual forma soy capaz de comprender que sí está pasando y abro mi boca para recibir la de ella.Las manos de Andie se apoyan en mis hombros, las mías viajan directo a sus caderas. Mis labios se funden con los suyos, con ansias, con un hambre voraz acumulada por demasiado tiempo. La presión atrae su gemido. Suspira contra mi boca cuando meto mi lengua para buscar la suya.Chupo sus labios, muerdo su lengua. Me como toda su boca como si no hubiera comido en años y estuviera a punto de la inanición. Su ropa está completamente mojada y su pecho se pega al mío,
Christian Anderson.Andie sale del baño y yo cierro los ojos, recuesto mi frente a la húmeda baldosa y sonrío como idiota. Apoyo mis dos manos en la pared, para poder sostener la flojera que me cae de repente.Soy consciente de que el malestar que cargo sigue latente, pero hay prioridades y Andrea Rowe, ante mí, es la primera de ellas.Poco me interesa la fiebre, el dolor de cabeza o la debilidad de mi cuerpo. Después de tanto tiempo sin sentirla, tenerla en mis brazos, tener la oportunidad de volver a tocarla, probarla y besarla como añoraba, se siente como un sueño cumplido que todavía no se cree del todo.Abro otra vez el chorro de la regadera y dejo que el agua caiga sobre mí. La poca energía que tenía se siente revitalizada y sé que es por ella, por tenerla aquí hoy, por lo que me entregó después de mucho tiempo pensando que ya no existiría en la vida, otro beso nuestro.Salgo del baño poco después con una toalla envuelta en mi cintura. Me quedo un poco húmedo por si acaso, todav
Capítulo 120. Hacer el amor (parte 1)Andrea Rowe.¿Es real tanta felicidad? ¿No estoy viviendo el sueño que me quedó pendiente, solo en mi cabeza?Miro a Christian frente a mí, dormido al fin después de no sé cuántas horas de viaje. En cuanto el avión despegó, que pudimos quitarnos el cinturón, mi cabeza se inclinó a un lado y me quedé dormida. Ahora que abro los ojos lo veo a él también descansando y el monitor a una corta distancia de nuestra posición, muestra que estamos por llegar a New York.Pienso en lo que estos días anteriores fueron. Christian enfermo, sí, pero comienzo a pensar que solo fue un problema de rápida solución que provocó nuestra cercanía. Porque luego de todo lo que pasó en esa ducha y de disfrutar juntos viendo películas, su estado comenzó a mejorar mucho.Esta mañana todavía sentía un poco cortado el cuerpo, pero no hubo forma de convencerlo de que debía quedarse. No es que yo se lo dijera en serio cuando lo insinué, pero igual me gané su mala mirada.De su mis
Andrea Rowe.New York es hermoso, pero cuando se vive en compañía de la persona más importante de tu mundo, se siente completamente diferente. Christian es mi guía, es mi amor y es mi mejor compañero, ¿qué más le puedo pedir?Lo que hace solo tres días atrás se sentía como un inicio frustrante, en el que yo sabía que quería algo, pero no me aventuraba a experimentarlo del todo, ahora ha cambiado por completo de perspectiva.El amor está en el aire. Todos los sentimientos que estaban escondidos, salen a flote y a la par de estas sesiones que hemos tenido, donde darnos placer es prioridad, siento que con cada nueva experiencia, volvemos a ese lugar donde comenzamos a sentir. Donde surgió todo.Y no puedo estar más feliz.Caminar de su mano, lo convirtió todo en la mejor experiencia. Que nuestros dedos se entrelazaran al caminar por Central Park, que sus brazos me rodearan mientras veíamos el atardecer en el Puente de Brooklyn, que a nuestro regreso hayamos hecho sonrojar al taxista porq