Christian Anderson. Decir que pude dormir, sería la peor mentira de todas. Dos días después, todavía sigo sintiendo esa cosquilla intensa cada vez que pienso en el mensaje, cada vez que veo el celular y cada vez que la veo a la distancia.Pasa el fin de semana y si controlé mis ansias de ir a por ella, de pararme frente a su puerta y preguntarle todo sobre ese comienzo que ella propuso, fue porque sabía que ella estaba acompañada. Maddie y Aiden, incluso Jackson, se pasaron estos dos días en la ciudad. No soy un acosador, solo los veía en su balcón, cada vez que me asomaba a la terraza. Quizás sí es un poco preocupante la emoción que siento ante esta nueva posibilidad, pero de qué forma controlarme, si ella acaba de ofrecerme algo que no obtenía ni en mis mejores sueños. Después de su mensaje y mi respuesta, todo quedó ahí. Yo asumí que todo comenzaría realmente de cero en el momento que nos encontráramos otra vez, pero en estos dos eternos días, es increíble pensar que los vi a t
Andrea Rowe.Me quedé dormida. Después de tanto trabajo para dormirme, ignoré la alarma en la mañana y ahora voy más que atrasada. Mi cuerpo pedía descanso, pero terminó más estresado. Correr por todo el apartamento y luego salir del edificio como si me fuera la vida en ello, me hace reír a la par que llorar. Esto último, por la frustración. No me gusta llegar tarde. No me gusta ser una incumplidora. Menos, si la familia Anderson me está dando toda la confianza. No quiero que piense nadie que yo me aprovecho de la evidente buena fe que me tienen Theodore y Vanessa.Llego al bufete y me duelen los tobillos. Los zapatos que hoy elegí no favorecieron mi caminata de cinco minutos desde el edificio donde está mi apartamento. En la recepción, saludo a todos como si no estuviera atrasada y la sonrisa que muestra mis dientes, más falsa no puede ser. Me suda la espalda y quiero llegar al ascensor para poder relajarme un poco. Pero hoy no parece ser una buena mañana, porque cuando están po
Christian Anderson. El día hoy no es lo que se dice, atractivo. Al menos, no para mí. El cielo está todo encapotado y las nubes se ven tan cargadas que no dudo pronto comience que diluviar.El clima dejó de ser cálido hace unas semanas, pero hoy se siente como si hubiera cambiado, de forma repentina, por uno más que fresco, porque se siente frío.El que estemos ya en noviembre es un indicador a tener en cuenta, pero me llama la atención este cambio brusco. Miro hacia arriba cuando detengo mi trote. Me queda una última vuelta y ya habré acabado mi actividad cardio del día. Unas gotas comienzan a caer y recupero la marcha. Los primeros metros los hago medio relajado, pero pronto me doy cuenta que debo arreciar el paso y ponerme la capucha.Regreso al edificio bajo un aguacero torrencial. Estoy empapado de pies a cabeza, tanto, que me apena subir en el ascensor y tomo rumbo hasta las escaleras. No dejo de chorrear el agua y en el ascensor, solo haría un completo desastre.En el apartam
Andrea Rowe. Cuando me miro al espejo, me gusta lo que veo. Y como se siente tan bien, así me quedo, no me cambio.Una vez lista, no espero más. Busco la botella de vino y cuando voy de salida, llega un mensaje.»Si ves que te miro toda la noche, no te sientas incómoda. Todavía me cuesta creer que te tengo muy cerca.Todo dentro de mí se sacude. Una corriente me da vueltas de pies a cabeza.—Y ahora, ¿cómo yo dejo de pensar en esto? ¡Maldito Christian! —me quejo, pero salgo del apartamento con una sonrisa.El tramo de escaleras lo hago en un puro nervio. El frío de la botella se siente contra mi palma, pero yo estoy tan ansiosa que en vez de incomodarme, me hace bien.En el pasillo, frente a su puerta, me digo que necesito calmarme. Todo está bien, no hay nada por lo que andar como adolescente hormonal. Es una cena con su familia con motivo de mi incorporación al bufete. Nada más que pensar no cavilar. No estaremos solos, así estemos en su apartamento. Me lo repito muchas veces, r
Christian Anderson.Bebo el último sorbo de vino de mi copa sin dejar de mirarla. Andrea es eso que me tiene embobado y que, estoy seguro, jamás dejará de ser así.Sus ojos verdes brillan. Su cabello rubio suelto se ve tan sedoso, que me dan ganas de deshacer la distancia y acariciar su cabeza, con mis dedos entre sus hebras, como me gustaba hacer cuando ella era mía.Su expresión es de tranquilidad, aun cuando mis palabras, mi afirmación, fue de lo más atrevido que he aceptado frente a ella. Porque no solo quiero que me acompañe a New York; mi brindis fue para que me acompañe siempre.Y eso ella debe saberlo.Escucho que mi padre habla con mi madre, que ya está de regreso con Gwen en el salón, pero nada me saca de lo que el embrujo de Andie es. Ya estamos un paso más adelante, cómo voy a desaprovechar estos momentos fugaces en los que solo somos nosotros dos, aunque estemos rodeados de gente.—Muy buen vino —dice de repente.Se inclina hacia adelante, apoya sus codos sobre la alta en
Christian Anderson.Andrea voltea a verme con los ojos muy abiertos. Un jadeo sale de ella y lleva sus manos a la boca. Al instante sus ojos se vuelven brillantes.Sé que Andie no conoce a Stacey, pero todos conocemos lo que esa enfermedad hace y siempre es duro aceptar que alguien cercano a ti la tiene.—¡Oh, Dios mío! Ahora entiendo a Connor —susurra y voltea a ver a Gwen.Yo también lo hago. Mi sobrina está jugando bien entretenida, ajena a todo lo que sucede con la vida de los adultos que la rodean.—Está siendo difícil de aceptar para Connor y Stacey, por eso estamos ahora más apegados a la niña, para sacarla del ambiente doloroso que ellos están viviendo. Es tan frustrante ver el sufrimiento y no poder hacer nada —exclama mi padre, entristecido, como todos.Andrea pestañea varias veces mirando a mi padre. Sé que está conteniendo las lágrimas.Yo siento también un nudo en la garganta y un retortijón en el estómago. El saber que mi hermano y su esposa están sufriendo, me hace sent
Andrea Rowe.Llego al bufete con los ánimos altos. Estoy ansiosa por ver a Christian.Anoche fue especial. Estar con él, con su familia, recordar lo que éramos, lo bonito de todo, me hizo demasiado bien.Y sí, él tenía razón. Necesito estar lista para avanzar más.Estoy en la etapa en la que recepcionas todo, sabes que quieres más, pero disfrutas ese proceso de conocimiento, de aprendizaje, de nervios por las primeras veces. Y aunque nosotros ya pasamos esta etapa una vez, es reconfortante saber que todo se siente como si nunca lo hubierámos experimentado.Salgo del ascensor con las ansias disparadas, la sonrisa no se me quita de la cara aunque debería al menos contenerme. Saludo a todos con entusiasmo y puede que sea evidente que hoy me siento demasiado feliz.Porque ayer, después de haber tenido algunas dudas, llegué a una conclusión.Yo quería que él me besara, quería decirle que se lo permitía, que ya lo merece. Y a pesar de que entiendo su postura, decidí que el viaje a New York
Christian Anderson.Me quedo congelado solo una fracción de segundo. El agua que sentía fría por la alta temperatura de mi cuerpo, cae sobre los dos y ahora se siente como si pudiera evaporarse.Pienso que podría estar alucinando, pero sus labios suaves impactan contra los míos y lo que había estado deseando desde que nos volvimos a encontrar, sucede. Su forma de abordarme no es ruda, pero sí segura. Y yo, en medio de mi estupor, de igual forma soy capaz de comprender que sí está pasando y abro mi boca para recibir la de ella.Las manos de Andie se apoyan en mis hombros, las mías viajan directo a sus caderas. Mis labios se funden con los suyos, con ansias, con un hambre voraz acumulada por demasiado tiempo. La presión atrae su gemido. Suspira contra mi boca cuando meto mi lengua para buscar la suya.Chupo sus labios, muerdo su lengua. Me como toda su boca como si no hubiera comido en años y estuviera a punto de la inanición. Su ropa está completamente mojada y su pecho se pega al mío,