Cuando las mujeres quedaron solas, María sintió la necesidad de hablar con Candy, estaba segura de que no se había dado cuenta que estaba en cinta.
— Candy, ven mi niña, hablemos un poco, debo decirte algo.
— De que quiere hablar María, ¿acaso hice algo mal?
— No criatura de Dios, tu no podrías hacer nada mal, pero me gustaría saber, ¿hace cuánto te sientes mal?
— Mmm hace unos días, cuando me despierto las cosas me dan vuelta luego se me pasa, y cuando como, me da muchas ganas de vomitar, pero casi siempre se me pasa, solo que hoy después del helado no fue así, debe ser que no estoy acostumbrada a comer tantas cosas deliciosas, mira, hasta mi estómago ha crecido. — La ingenua Candy levantó su remera y dejó ver el pequeño, pero notable bulto que crecía en ella. María ya no tuvo dudas, aun así, siguió preguntando.
— Pequeña, ¿hace cuánto que no tienes tú periodo?
La joven bajo la cabeza, y contesto apenada, le costaba hablar de esas cosas, ella era sumamente vergonzosa, más porque su padre la humillaba por ese tema, todavía recordaba como la enfermera que la atendió ese día se había burlado de ella, diciéndole que como era posible que creyera que se lastimó, cuando en realidad era su periodo.
— Desde esa noche que él me hizo sangrar tanto, creo que ya no quedo sangre en mi para el periodo, aún me duele si me siento muy rápido o si no tengo cuidado.
— Ese animal, no me puedo imaginar cuánto dolor te causó y las heridas que te hizo, pero eso no tiene nada que ver, ya lo estudiaremos más adelante, creo que debo llevarte al hospital, será lo mejor.
— No, no por favor, María, no me gustan los hospitales, me trae feos recuerdos, ¿y si Ben está trabajando como enfermero nuevamente? Te prometo que no comeré más cosas dulces, y también te ayudaré en los mandados, no sé leer, pero tengo buena memoria y...
— Tranquila niña, jamás te obligare a hacer algo que no quieras, y estoy segura de que ese maldito de Ben debe estar muy lejos, pero… Creo que estás embarazada.
“¡Embarazada! ¿Un bebé crece en mí? ¿Pero cómo?”
La cara de asombro de Candy era única, María jamás la había visto así, luego que una risita nerviosa salió de su boca habló.
— No puede ser, yo no estoy casada y lo sabes, es imposible que este embarazada.
— Candy, para que quedes embarazada no es necesario estar casada, solo debes dormir con un hombre en la misma cama. — Ahora Candy la miraba con la clara confusión grabada en su cara.
— Eso no tiene sentido, papá dijo que los bebés llegan cuando las personas se casan y... — La chica bajo la cabeza y cualquier rastro de alegría desapareció, ahora sus ojos estaban cubiertos por un manto de tristeza.
— ¿Y qué? Puedes hablar conmigo y lo sabes.
— Que los bebés buenos no matan a sus madres como lo hice yo.
Las lágrimas salían, quemaban en su rostro, ese dolor que siempre la acompañaba sin importar que tan buena fuera María o Charly, Candy sentía ese dolor de no ser querida por su padre cada noche.
— Mira, tú padre es un patán, las cosas a veces pasan, los partos se complican y lamentablemente la madre o el bebé mueren. Debes sacarte eso de la cabeza, tú no eres responsable de lo que pasó con tu mamá.
— Entonces, ¿fue un accidente? ¿Realmente es así?
— Claro que sí corazón, estoy segura de que tu madre te amo y cuido durante todo su embarazo, solo que a veces las cosas solo pasan. Ahora, deberíamos ir al hospital para ver si mis sospechas son ciertas y estas embarazada.
Candy comenzó a pensar en las suposiciones de María.
“Mi bebé, solo mío, alguien que, si me va a amar, una persona a la que podré amar y cuidar.”
La joven comenzó a acariciar su vientre sin darse cuenta, era su instinto materno saliendo a la luz, era su esperanza de poder tener un poco de felicidad en la vida.
— Jamás dejaré que lo lastimen, jamás dejaré que le hagan lo que me hicieron a mí. Voy a cuidar a mi bebé.
— Muy bien mi niña, pero para cuidarlo debemos ir al médico, para que vea que todo está bien, y que cuidados debes tener.
Candy comenzó a llenar de preguntas a María, y esta reía sin parar, el rostro de la joven había adquirido un brillo único, ella ya deseaba tener a su bebé en sus brazos.
Hasta que la puerta sonó.
— Iré yo María, descuida. — Candy no podía estar quieta de tanta alegría que sentía, no sabía qué hacer, daba saltitos de un lado a otro, pero cuando abrió la puerta retrocedió como si hubiera visto al mismo diablo, y es que así era.
— ¡Ben! — el grito de Candy alertó a María, pero poco pudo hacer, ya que él no perdió tiempo en hablar, tomo a la joven del cabello y la sacó a la calle.
— M*****a perra, todos me buscan por tu culpa, ¡¿qué rayos hiciste?!
Mientras gritaba la golpeaba, estaba furioso, ninguna de sus chicas podía trabajar, su cabeza tenía precio, Charly había ofrecido medio millón para dar con él, sabía que todo era por Candy, por eso la golpeaba sin piedad, buscando el mejor ángulo para patear su abdomen, él sabía cómo hacer para someterla, pero Candy no se lo iba a dejar tan fácil, ella cuidaría a su hija, porque ella sabía que sería una niña, Blanca de ojos color mar, como los que la miraron esa noche.
Opto por tirarse al piso y se quedó en posición fetal, no importaba las patadas que Ben le diera a su cabeza, su espalda o brazos, ella no dejaría que alguien golpeara a su bebé, Candy antes entregaría su vida.
Charly llegó en el mejor momento y cuando Ben lo vio, no hubo necesidad de decir nada, el cobarde salió huyendo del lugar, y es que por los rumores que corrían, Charly lo estaba buscando por incumplir con la regla más importante, y Ben se imaginaba cavando su propia tumba en algún lugar en el desierto.
Cuando Charly fijo los ojos en la joven no podía creer lo que veía, ella se levantó por sí misma, aun cuando la sangre brotaba de su cabeza y la bañaba. Era una imagen completamente grotesca.
— Dios, ¡ven aquí! — La tomo en brazos y la subió a su auto, mientras trataba de detener la sangre que salía de su cabeza.
María tomó el lugar del conductor y se dirigió al hospital. Charly la veía tan indefensa, tan débil, si parecía una niña, apenas llegaría a medir un metro sesenta como mucho.
Candy se sentía somnolienta, sabía que eso era a causa de los golpes, los recuerdos de su padre rompiendo su cabeza aparecían como destellos, la primera vez fue con un palo de la escoba, explicándole de esta forma como debía barrer cuando tenía 6 años, la segunda fue con un palo de amasar o rodillo como lo llaman en algunas partes, cuando ella tenía 8, de esta forma Candy aprendió a estirar la masa de las galletas, fueron tantas veces que su cabeza sangró que ya había perdido la cuenta.
— No lo entiendo. — Dijo en un susurro.
— ¿Qué cosa?
— Mi padre, me ha golpeado peor y lo eh resistido mejor, pero ahora, me siento rara, todo se está poniendo negro. — La sangre de Charly se congeló, y es que hasta ese momento no tuvo una verdadera noción del maltrato que ella había recibido.
— Te llamas Candy, ¿verdad? Violeta no es tu verdadero nombre. — Charly no sonaba enojado, su voz era suave, quería distraerla, para que no cerrara los ojos.
— No quise mentirte, solo que no quiero que mi padre me encuentre, por favor, no me delates Charly, no quiero que me golpeen, no quiero que maten a mi bebé, mi papá me matará y a mi hija conmigo.
Y esa frase fue como si le colocaran un hierro caliente en el pecho al joven asistente, mientras la revisaban, una y otra vez, él pensaba que debía hacer, Amir o Candy, su jefe o esta joven que tanto había sufrido y de la que se enamoró, ¿a quién le debía lealtad?
Luego de varias horas en urgencias el doctor confirmó lo que todos sabían, estaba embarazada de 15 semanas, pero también dijo otras cosas.
— No sé qué tipo de vida ha llevado, pero no es la primera vez que su cabeza recibe suturas, si no fuera por su larga cabellera lo podrían ver, su cuero cabelludo parece un puzle, su embarazo estará bien mientras siga las indicaciones, esa chica... en los años que llevo como doctor, jamás había visto un cuerpo tan maltratado. Ustedes saben ¿quién es el padre del bebé?
— No, ¿por qué doctor? Ella es una vecina de mi madre a la cual conocemos hace un año, hoy fuimos testigos de cómo la golpeó su exnovio, y no lo permitiremos nunca más, yo me encargaré de cuidar de ella y el bebé. — Charly habló con un fervor que su madre nunca había escuchado.
— Ella asegura que el acto sexual fue consensuado, pero las laceraciones que presentan son compatibles con una violación, aún después de tanto tiempo se pueden apreciar, no sé cómo pudo soportar el dolor sin recibir asistencia médica, puedo decir sin ninguna duda que esa pobre chica no sabe lo que es vivir sin sentir dolor.
Eso despejó todas las dudas de Charly, por fin entendió lo que desestabilizó a su jefe, y por qué buscaba a Candy desde esa noche en el hotel.
A su mente vinieron los recuerdos de esa noche, cuando lo contactaron desde el hotel porque su jefe estaba fuera de control.
— Todo salió mal, ¡todo se salió de control! ¡maldición! ¡debes encontrarla Charly! ¡debes traer a Candy ante mí! — Amir gritaba y rompía todo a su paso, el joven jamás lo había visto así, parecía un animal herido, estaba fuera de sí.
— Encuéntrala, ¡¿entiendes?! ¡Es una orden! ¡la quiero ya! Debo hablar con ella, ¡debo arreglar todo!
Bien, Charly por fin la había encontrado, por fin dio con la joven de ojos verdes que tanto desequilibró a su jefe, era hora de llamar a Amir, ¿verdad?
Pero primero debía llevar a ambas mujeres de regreso a casa, el rostro de Candy no dejaba duda de que a ella no le gustaban los hospitales.
— María, ¿es verdad lo que el médico dijo? ¿mi bebé está bien?
— Si Candy, a él no le pasó nada, pero mira como quedo tu cuerpo, Dios niña, ¿cómo puedes estar hablando como si nada?
— Esto no importa, lo pude proteger, eso es lo importante, yo que nunca puedo hacer nada bien, por fin pude lograr algo, protegí a mi bebé, viviré solo para ella, voy a estudiar mucho y a trabajar, ya lo verás María, mi niña no sufrirá nunca, yo siempre estaré con ella, jamás dejaré que llore, viviré y moriré solo por ella.
Mientras conducía, Charly escuchaba a la joven, veía como su rostro brillaba, a pesar de los golpes, esto cambiaba todo, ella necesitaba a ese bebé más que Amir, su jefe podía tener otro hijo, con la mujer que él eligiera, pero Candy… ella solo tenía a ese bebé, nada más, decidió en ese momento mantener el secreto, él se juró cuidar y proteger a esa muchacha de mirada color Jade.
El tiempo pasaba, y Charly cada vez estaba más contento con su vida, si bien Candy lo seguía mirando como un amigo, el joven se conformaba con eso, él no quería estropear la relación que mantenían, así se lo había recomendado su madre, la joven parecía un animalito, siempre temerosa de la gente extraña, le costaba salir, vivía siempre con miedo de todos, menos de él, quien aprovechaba cada oportunidad cuando salían de la casa para tomarla de la mano, o abrazarla, para enfundarle seguridad y él a cambio conseguía estar aún más cerca de ella. — ¿Lo viste Charly? Mi bebé está creciendo muy bien. 4 meses, ¡ya tiene 4 meses! — Lo vi Candy, pero también escuché lo que dijo el médico, tu cuerpo a sufrido mucho, tienes que cuidarte, tomar tus vitaminas y evitar las escaleras o cualquier tipo de esfuerzo, ya deja de limpiar mi casa por favor, sabes que no debes hacerlo. — No tienes nada de qué preocuparte, no me dejas hacer nada, ni siquiera me dejas lavar tú ropa.
Matt lo vio alterarse y luego recuperar la calma, o por lo menos colocar la máscara que Amir usaba en los negocios. Creyó que todo se debía a lo que veía en la foto, una joven flacucha, con el labio y la nariz rota, además de varios cardenales esparcidos.— Te juro Amir, si todavía no lo he matado es por el hecho de que es mi padre, pero cuando la encuentre, y ella de la orden, los mataré a todos, Aarón, ese tipo que se la llevó, Ben, y a todo aquel que le haya tocado un solo cabello. — Amir sabía que su amigo hablaba en serio, lo conocí muy bien. Él era Matt Ángel, o como lo conocían en el bajo mundo, El Ángel de la muerte.— Yo la encontraré.Y esa promesa era más para él que para Matt, debía encontrarla, y después darle la cara a su amigo, quien sabía bien que no entendería de r
Candy estaba muda, no se atrevió a hablar, el olor que Amir tenía le traía los peores recuerdos y eso la llenaba de miedo, tenía pánico de decir algo y que Amir la golpeara.— ¡¿Qué haces, Amir a donde la llevas?! ¡Bájala ahora! — Amir se giró y le dedicó una sonrisa a su empleado.— Ella vendrá conmigo, yo la cuidaré, tú mejor quédate en silencio, sabes que es lo mejor que puedes hacer.— ¡¿Acaso le preguntaste?! No me importan las consecuencias, si ella no quiere no se irá, ni contigo, ni con nadie.Miro con enfado a Charly estaba a muy poco de arrancar su cabeza y usarla de adorno en su auto, pero se contuvo, luego miro directo a los ojos de Candy, perdiéndose un poco en ellos, ¿que tenía esa joven que lo hacía sentir de esa forma?— Vendr&aac
Cuando Candy sintió las manos de él en sus caderas y como este la depositaba con sumo cuidado sobre sus piernas se dio cuenta de lo pequeña que era en comparación con él, ella podía perderse en ese enorme cuerpo, blanco, aunque no tanto como ella, de pies largos, al igual que sus piernas, todo músculos, todo duro.Sintió como Amir movía sus manos hacia su vientre y como acto reflejo lo cubrió con las suyas, ella siempre lo cubría ante la presencia de algún extraño, y por más que conociera a Amir, la costumbre ya está instalada en ella.— ¿Que sucede?— No, nada.— Estas rígida. — Candy permanecía en silencio y Amir lo entendió, ellos tenían una conexión.— Jamás lastimaría a mi hijo. — Lo dijo con voz tranquila y suave.— &i
Maldecía por lo bajo, él pensaba que, casándose con ella, Matt estaría conforme, y cuando ella se fuera con algún otro hombre, como según él era común en las mujeres, no tendría nada que recriminarle, pero ahora con el aviso del psicólogo, todo volvía a cambiar, complicando aún más la situación.El especialista le dio a entender que debería cuidarla como si de una burbuja de jabón se tratara, Amir no sabía cómo ser suave, o así sea amable, él estaba acostumbrado a ordenar, gritar y amedrentar, así todos lo obedecían, así todo marchaba bien.Charly se sumió en la pura nostalgia, su casa se sentía vacía sin Candy, por lo que decidió llamar a su madre, en busca de algún consejo.— Dime algo por favor, mamá. — Dijo en un lamento, si, C
Al fin el doctor llegó, la reviso y le inyectó un calmante, inmediatamente las arcadas y los dolores cesaron, y a los minutos ella se durmió. Amir se perdió unos segundos en esa imagen, parecía una perla que brillaba en medio de su cama, entre las sábanas negras, su blancura y belleza eran únicas.— ¿Qué demonios le pasó? ¡¿Acaso es normal que vomite tanto y esos dolores?!— Baja la voz Amir, ella tiene que descansar, vamos a hablar a otro lugar.El doctor parecía molesto, Amir se dio cuenta, por lo que lo siguió. Bajaron la escalera hasta el despacho, el empresario estaba completamente ansioso por la salud de su hijo, por lo que apenas ingresaron, él hablo.— Bien doctor dígame ¿qué paso?— Esos dolores eran contracciones, es por eso por lo que le coloque un calmante.—
Candy se despertó, tenía demasiada calor, mucho calor y cuando abrió sus ojos se dio cuenta que era porque Amir la está abrazando, la tenía atrapada entre sus brazos y una pierna, en un agarre que ella lo sintió especial, nunca había estado así con alguien, esa sensación de protección que solo él le hacía sentir, miro su rostro y llego a la conclusión que era muy hermoso verlo así de tranquilo, le hacía dar ganas de tocarlo, saber que su piel es suave, y la barba bien recortada que llevaba, la llenaban de curiosidad, quería pasar sus dedos por ella, pero desecho ese pensamiento, tenía hambre, por lo que decidió levantarse, tratando de no hacer movimientos bruscos. — No... No me dejes... no...Mamá.“Ahora entiendo a lo que te referías Amir, Tus fantasmas, en realidad es uno. ¿Acaso tu madre también murió?”Al ver que el rostro de Amir se volvía cada vez más triste, decidió despertarlo, él le dijo que no la golpearía, y ella le creía, Amir nunca le mintió, por lo menos hasta ahora.Con
Los empleados se presentaron uno a uno y ella trató de grabar sus nombres. Amir dio una mirada de advertencia a los hombres que trabajaban para él, algunos lo notaron, otros no. Cuando el timbre sonó cada uno volvió a sus quehaceres. — Debe ser tú hermano, ¿podrías quedarte aquí unos minutos? tengo que explicarle unas cosas antes de que te vea. — La mirada de Amir fue al vientre de la joven, apenas tenía 4 meses, pero su estómago dejaba ver muy bien donde estaba su hijo, creciendo poco a poco. — Sí, sí, no hay problema. Candy no quería ver a Matt, estaba tan dolida por su abandono, pero no quería decirle a Amir, él le dijo que eran amigos, y no quería que se enojara con ella. Cuando Amir se fue ella pensaba. “¿Entonces esta es mi vida de ahora en adelante? Mi hija será feliz aquí y yo... ¿podré ser feliz? ¿Por qué me siento tan feliz cuando Amir me toca? ¿o me mira tan fijamente? ¿Qué es lo que me sucede?” <