El tiempo pasa muy rápido, o muy lento, todo depende de cuan desesperado estás.
Amir por fin se había dado por vencido, parecía que aquella joven de ojos verdes y mirada trasparente no quería ser encontrada, o quizás el dinero que él le dio le sirvió para comenzar una nueva vida, solo le quedaba a él que tendría que aprender a vivir con lo que había hecho, pero ¿y Charly? ¿Él podría seguir callando o debería afrontar su culpa, por guardar silencio?
— Señor, no lo entiendo, durante estas 6 semanas lo único que ha hecho es buscar a esa mujer, Candy, y ahora. ¿Lo deja así? ¡¿Como si nada pasara?! — el hombre se sorprendió por la molestia en la voz de su asistente, Charly jamás replicaba nada, y mucho menos ponía en cuestionamientos sus decisiones, camino hacia el ventanal de su enorme oficina y mirando la ciudad a sus pies lo increpó.
— ¿Qué es lo que te molesta Charly? Solo la buscaba para recompensar mi error, nada más. No entiendo tus reclamos.
— Me molesta mi incompetencia, no sus decisiones y es que... no quise sumarle otro problema y traté de resolver las cosas por mi cuenta. Ya que el objetivo era el mismo, encontrar a esa joven... Candy.
— ¿Qué pasó? ¿Por qué tú la necesitas ubicar?
Amir miraba a su ayudante, cuando él se equivocaba trataba de tenerle paciencia, y es que Charly es hijo de María, la que fue cocinera en la casa de su padre hasta que él marchó a Londres a estudiar, si, le debía mucho a esa mujer que trató de cuidarlo desde niño y aguanto su temperamento. Ella a diferencia de su madre no lo abandonó, y repartió su tiempo entre su hijo Charly y el joven heredero del imperio Diamon.
— Ella no tomó la píldora, la encontré la noche que fui por usted. Pero debido a su estado de... nerviosismo, decidí no sumarle un problema más y tomé el asunto en mis manos.
Amir era un hombre de acero y concreto, aún más fuerte y frío que su padre, eso no lo podía negar nadie, nada afectaba a este hombre, pero desde la noche que esos ojos verdes lo miraron con tanto sufrimiento algo en su interior comenzó a caer, comenzó a desmoronarse, no podía conciliar el sueño con la misma facilidad de antes, sabía que la había lastimado y él, que jamás tomó a ninguna mujer a la fuerza, esa noche lo había hecho, no se detuvo mientras ella le suplicaba, la lastimó, era por eso que la buscaba, para pagar por su falta, Candy solo debía decir el precio y todo volvería a la normalidad, tendría su consciencia tranquila, pero ahora, la que estaba en falta era ella. Así lo vio él. Su rostro cambió al completo, se giró para mirar a Charly directamente a los ojos y dar su orden.
— A partir de hoy tú prioridad es buscarla, y traerla ante mí, como si tu vida dependiera de ello. No me interesa que tengas que hacer, si debes poner una recompensa por ella, o ir en contra de Dominic, ¡haz lo que sea necesario! Y si.... está embarazada, reza porque ese bebé esté bien. De lo contrario acabaré con todos y eso te incluye Charly.
Eso a Charly lo sacó de la jugada, no entendía a su jefe y era la primera vez que eso pasaba. Su mirada azul cobalto denotaba un brillo nunca visto... ¿esperanza? ¡¿Ilusión?!, no, Charly no podía creer eso, su jefe era Amir Zabet, un hombre de corazón duró y sin sentimientos, un hombre tan frio como los diamantes que vendía.
— Disculpe señor, creí que le pediría que se practicara un aborto. Digo, después de todo no se casaría con una... — la mirada de hielo de Amir lo dejó sin habla, Charly podía asegurar que hasta la temperatura de la oficina descendió. No pudo evitar retroceder ante el avance de su jefe, jamás lo había visto así de molesto, se arrepintió de haber hablado.
— Un hijo mío no será abortado jamás, ni tampoco correré el riesgo de que lo dejen en un orfanato, en cuanto a ella le pagaré lo que pida cuando se largue.
— Pero ¿y si ella no quiere entregarlo? Por la descripción que me dio, quizás lo hizo por necesidad o....
— Las mujeres siempre terminan dejando todo, marido, hijos... ellas solo quieren dinero, son todas iguales.
— No mi madre.
— Tienes razón, María es la excepción.
Charly nunca contradecía a su jefe, pero cuando hablaba de las mujeres de esa forma, él se sentía en la obligación de aclarar que su madre jamás lo abandonó, y es que Amir sabía que María quedó viuda siendo muy joven y que cuando su padre le propuso ser la señora de la casa y cuidar de ellos dos, ella no lo podía creer, hasta que le dijo que su única condición era que deje a Charly en otro lugar, ya sería demasiado complicado el hecho de que ella era la cocinera como para que también tuviera en su casa un hijo de otro hombre. Entonces María decidió irse y no volver jamás a esa mansión. Seguía tratando con Amir, pero con su padre no, él entendía que ese viejo terco había arruinado la oportunidad de ser feliz con alguien tan especial como María.
— Solo ve y encuéntrala, ese será tu único trabajo de ahora en adelante.
La ansiedad de Amir alcanzó niveles insospechados durante las siguientes semanas, la bebida se había convertido en algo frecuente, ya no le importaba la hora, ni el lugar, su vida se había reducido a soñar con un niño de ojos verdes, pequeño y sumamente blanco... como su madre, aunque no entendía porque, porque todo lo llevaba a aferrarse a esa ilusión.
Los días de Charly pasaron a ser divididos en buscar a Candy o Ben, amenazar a Dominic con terminar con su negocio o su vida, y pasar tiempo con Violeta, no había podido conseguirle un empleo para la joven, ya que la empresa requería sí o sí que tuviera la primera completa, saber lo básico como leer y escribir, pero eso no le parecía lo más importante para él, lo que más le preocupaba a este joven, era como enamorar a Violeta, cada día que la veía, se enamoraba más de ella.
— Charly, ¿tú no vas a tomar un helado?
— No Violeta.
— Pero le dijiste a tú mamá que querías tomar uno.
— Solo para sacarte a pasear, no entiendo porque te lo pasa encerrada, si entiendes que mi madre solo quiere ayudarte ¿verdad? no es que seas su empleada, te la pasas todo el día limpiando su departamento, eso no está bien.
— Sí, María es mi mejor amiga, sé que solo me quiere ayudar, pero yo necesito hacer algo por ella.
— Violeta, mi madre tiene 55 años, y tú 19, no puedes verla como una amiga, debes conocer gente de tu edad, salir, vivir.
— Eso no importa, ella y tú son mis mejores amigos, sé que en ustedes si puedo confiar, el mundo está lleno de gente mentirosa que solo quiere hacerme daño, yo solo confió en ella y en ti.
El corazón de Charly se aceleraba cada vez que está pequeña sonreía, y a pesar de que su jefe estaba fuera de control, y no podía encontrar ni a Candy o a Ben, siempre veía la forma de pasar un rato con ella todos los días, se había convertido en la luz que hacía brillar sus días, por eso no importaba la hora, él pasaba todos los días a ver a su madre, y le encantaba cuando Candy le calentaba la comida que ella misma había preparado, lo hacía sentir querido.
— Bien dime ¿cómo vas con los deberes que te deje? avanzas muy rápido, eres muy inteligente.
— María dice que lo hago muy bien, ya se escribir sola mi nombre, el de ella y el tuyo.
— ¿En verdad?, me hace muy feliz.
— Si, a mí también y la lectura va mejor, gracias por todo el tiempo que me dedicas, sé que tu jefe es gritón y mandón, María me ha contado que te tiene muy estresado, me gustaría ayudarte.
— Me alegra que avances en tus estudios, pero no me debes nada, somos amigos y los amigos hacen eso, se ayudan sin esperar nada cambio.
— Sabes... no me estoy sintiendo muy bien.
Candy de pronto se puso pálida, y sus piernas temblaron, no entendía que le sucedía, por lo que se apresuraron a volver al edificio, apenas llegaron ella se encerró en el baño.
Mientras que Charly caminaba de un lado al otro, preocupado.
— Creo que el helado le cayó mal. Quizás deba ir a la farmacia y comprarle algo para el estómago.
— Charly...
— Maldición, y si es alérgica, no le pregunte, y por la clase de vida que su padre le daba no creo que la allá llevado a tomar helado antes.
— Hijo, escúchame, eso no es por el helado.
— ¿Como? ¿Acaso a estado enferma? deberías haberlo dicho antes, la voy a llevar al hospital, podría ser apendicitis o algo peor. — Charly comenzó a caminar hacia la puerta para poner en marcha su automóvil, pero su madre lo detuvo.
— Creo que está embarazada Charly. — María hablaba con voz suave y un poco de dolor, al entender que su hijo se había enamorado de aquella dulce niña, y no sabía lo que la noticia de un bebé podría causar en él.
— Pero... tú dijiste que ellos no... Dijiste que ese maldito jamás la tocó. — él recordaba, lo que su madre le contó, como aquel intento de hombre golpeaba a la joven y que era la misma chica por la que ella lo había llamado tiempo atrás, contándole lo extraño de su comportamiento, lo alteró.
— No, ella y ese maldito nunca estuvieron juntos.
— No entiendo mamá, ¿cómo podría estar embarazada si su novio jamás la tocó?
— Mira, ella está muy avergonzada de lo que sucedió, pero sé que tú no la juzgaras. Puedes ver lo dura que la vida ha sido con ella.
— Te escucho, habla claro porque no estoy entendiendo.
— El novio de Violeta, la obligó a vender su virginidad y luego se marchó con todo el dinero.
— ¿Como que la obligó? Nadie puede hacer eso... ¿o sí?
— Hijo, sí que eres ingenuo, ese bastardo le dijo que la llevaría con su padre si se rehusaba y ya sabes como él la golpeaba, Violeta le tiene pánico, además no te olvides que su novio también la sometía, ¿recuerdas lo golpeada que estaba cuando la conociste?
La joven apareció en la cocina en ese momento y la conversación se terminó.
Charly estaba con mil cosas en la cabeza, él sentía que amaba a esa joven, pero apenas tenía 25 años, su trabajo ocupaba casi todo de él, ser el asistente de alguien tan poderoso como Amir tenía sus desventajas, no sabía si estaba capacitado para hacerse cargo de un bebé, como tampoco sabía si Violeta iba a querer a ese bebé, se marchó y mientras conducía repasaba la conversación con su madre en su mente.
De repente la realidad cayó sobre el como una cubeta de agua fría.
— No, no, no puede ser, ella... ¡no maldición!
Giro en U sin importar los insultos y ruido de claxon que se escucharon y retomo el camino a casa de su madre, si estaba en lo correcto o no, lo iba a averigua en ese momento.
Cuando las mujeres quedaron solas, María sintió la necesidad de hablar con Candy, estaba segura de que no se había dado cuenta que estaba en cinta.— Candy, ven mi niña, hablemos un poco, debo decirte algo.— De que quiere hablar María, ¿acaso hice algo mal?— No criatura de Dios, tu no podrías hacer nada mal, pero me gustaría saber, ¿hace cuánto te sientes mal?— Mmm hace unos días, cuando me despierto las cosas me dan vuelta luego se me pasa, y cuando como, me da muchas ganas de vomitar, pero casi siempre se me pasa, solo que hoy después del helado no fue así, debe ser que no estoy acostumbrada a comer tantas cosas deliciosas, mira, hasta mi estómago ha crecido. — La ingenua Candy levantó su remera y dejó ver el pequeño, pero notable bulto que crecía en ella. María ya no tuvo dudas, aun as&iac
El tiempo pasaba, y Charly cada vez estaba más contento con su vida, si bien Candy lo seguía mirando como un amigo, el joven se conformaba con eso, él no quería estropear la relación que mantenían, así se lo había recomendado su madre, la joven parecía un animalito, siempre temerosa de la gente extraña, le costaba salir, vivía siempre con miedo de todos, menos de él, quien aprovechaba cada oportunidad cuando salían de la casa para tomarla de la mano, o abrazarla, para enfundarle seguridad y él a cambio conseguía estar aún más cerca de ella. — ¿Lo viste Charly? Mi bebé está creciendo muy bien. 4 meses, ¡ya tiene 4 meses! — Lo vi Candy, pero también escuché lo que dijo el médico, tu cuerpo a sufrido mucho, tienes que cuidarte, tomar tus vitaminas y evitar las escaleras o cualquier tipo de esfuerzo, ya deja de limpiar mi casa por favor, sabes que no debes hacerlo. — No tienes nada de qué preocuparte, no me dejas hacer nada, ni siquiera me dejas lavar tú ropa.
Matt lo vio alterarse y luego recuperar la calma, o por lo menos colocar la máscara que Amir usaba en los negocios. Creyó que todo se debía a lo que veía en la foto, una joven flacucha, con el labio y la nariz rota, además de varios cardenales esparcidos.— Te juro Amir, si todavía no lo he matado es por el hecho de que es mi padre, pero cuando la encuentre, y ella de la orden, los mataré a todos, Aarón, ese tipo que se la llevó, Ben, y a todo aquel que le haya tocado un solo cabello. — Amir sabía que su amigo hablaba en serio, lo conocí muy bien. Él era Matt Ángel, o como lo conocían en el bajo mundo, El Ángel de la muerte.— Yo la encontraré.Y esa promesa era más para él que para Matt, debía encontrarla, y después darle la cara a su amigo, quien sabía bien que no entendería de r
Candy estaba muda, no se atrevió a hablar, el olor que Amir tenía le traía los peores recuerdos y eso la llenaba de miedo, tenía pánico de decir algo y que Amir la golpeara.— ¡¿Qué haces, Amir a donde la llevas?! ¡Bájala ahora! — Amir se giró y le dedicó una sonrisa a su empleado.— Ella vendrá conmigo, yo la cuidaré, tú mejor quédate en silencio, sabes que es lo mejor que puedes hacer.— ¡¿Acaso le preguntaste?! No me importan las consecuencias, si ella no quiere no se irá, ni contigo, ni con nadie.Miro con enfado a Charly estaba a muy poco de arrancar su cabeza y usarla de adorno en su auto, pero se contuvo, luego miro directo a los ojos de Candy, perdiéndose un poco en ellos, ¿que tenía esa joven que lo hacía sentir de esa forma?— Vendr&aac
Cuando Candy sintió las manos de él en sus caderas y como este la depositaba con sumo cuidado sobre sus piernas se dio cuenta de lo pequeña que era en comparación con él, ella podía perderse en ese enorme cuerpo, blanco, aunque no tanto como ella, de pies largos, al igual que sus piernas, todo músculos, todo duro.Sintió como Amir movía sus manos hacia su vientre y como acto reflejo lo cubrió con las suyas, ella siempre lo cubría ante la presencia de algún extraño, y por más que conociera a Amir, la costumbre ya está instalada en ella.— ¿Que sucede?— No, nada.— Estas rígida. — Candy permanecía en silencio y Amir lo entendió, ellos tenían una conexión.— Jamás lastimaría a mi hijo. — Lo dijo con voz tranquila y suave.— &i
Maldecía por lo bajo, él pensaba que, casándose con ella, Matt estaría conforme, y cuando ella se fuera con algún otro hombre, como según él era común en las mujeres, no tendría nada que recriminarle, pero ahora con el aviso del psicólogo, todo volvía a cambiar, complicando aún más la situación.El especialista le dio a entender que debería cuidarla como si de una burbuja de jabón se tratara, Amir no sabía cómo ser suave, o así sea amable, él estaba acostumbrado a ordenar, gritar y amedrentar, así todos lo obedecían, así todo marchaba bien.Charly se sumió en la pura nostalgia, su casa se sentía vacía sin Candy, por lo que decidió llamar a su madre, en busca de algún consejo.— Dime algo por favor, mamá. — Dijo en un lamento, si, C
Al fin el doctor llegó, la reviso y le inyectó un calmante, inmediatamente las arcadas y los dolores cesaron, y a los minutos ella se durmió. Amir se perdió unos segundos en esa imagen, parecía una perla que brillaba en medio de su cama, entre las sábanas negras, su blancura y belleza eran únicas.— ¿Qué demonios le pasó? ¡¿Acaso es normal que vomite tanto y esos dolores?!— Baja la voz Amir, ella tiene que descansar, vamos a hablar a otro lugar.El doctor parecía molesto, Amir se dio cuenta, por lo que lo siguió. Bajaron la escalera hasta el despacho, el empresario estaba completamente ansioso por la salud de su hijo, por lo que apenas ingresaron, él hablo.— Bien doctor dígame ¿qué paso?— Esos dolores eran contracciones, es por eso por lo que le coloque un calmante.—
Candy se despertó, tenía demasiada calor, mucho calor y cuando abrió sus ojos se dio cuenta que era porque Amir la está abrazando, la tenía atrapada entre sus brazos y una pierna, en un agarre que ella lo sintió especial, nunca había estado así con alguien, esa sensación de protección que solo él le hacía sentir, miro su rostro y llego a la conclusión que era muy hermoso verlo así de tranquilo, le hacía dar ganas de tocarlo, saber que su piel es suave, y la barba bien recortada que llevaba, la llenaban de curiosidad, quería pasar sus dedos por ella, pero desecho ese pensamiento, tenía hambre, por lo que decidió levantarse, tratando de no hacer movimientos bruscos. — No... No me dejes... no...Mamá.“Ahora entiendo a lo que te referías Amir, Tus fantasmas, en realidad es uno. ¿Acaso tu madre también murió?”Al ver que el rostro de Amir se volvía cada vez más triste, decidió despertarlo, él le dijo que no la golpearía, y ella le creía, Amir nunca le mintió, por lo menos hasta ahora.Con