En todo el trayecto, el teléfono no paraba de sonar al igual que los días anteriores, <<parecía que tenía vida propia aquel aparato>>; eso mezclado con el ruido del vagón donde se encontraba, esa noche y las anteriores, dormir y dejar dormir a sus compañeros de asiento fue completamente una odisea.
Lo peor fue al principio cuando no podía apagarlo ni siquiera un ratito pues su madre constantemente le preguntaba por dónde iba y que hacía, ya que sabía que no estaba bien y se preocupaba, aunque al parecer ella no se acordaba que en los trenes no se hace nada y difícilmente se sabe por dónde vas ya que afuera solo se ven hierbas altas y pequeños poblados en medio de la nada.
Su única opción era aburrirse y pensar.
Por otra parte Lucas y Anna aprovecharon la situación para escribirle mensajes diciendo "Sabrá Dios que cosas" por todas las vías posibles, mensajes que ni siquiera se tomò el trabajo de leer.
Le daban asco.
No tenían para cuando parar y lo peor de todo, solo le estaban haciendo más daño a Alexa recordándole a cada segundo la imagen que había presenciado y que la había dejado en ese estado.
Es fácil cuando estás en depresión imaginarte que esa persona que te hizo daño no te deja tranquila porque quiere terminar su trabajo y dejarte lo más hundida posible.
Y así se sentía : Tocando fondo.
Cerca de las 3 am no pudo más, su compañera de asiento roncaba extremadamente fuerte y eso, junto al vibrador de su teléfono cada que entraba una notificación, hicieron que saliera de sus cabales, apagara el aparato y fuera en busca de un asiento en otro vagón.
Para su suerte, después de haber caminado dos o tres, uno estaba casi vacío y el aire acondicionado estaba en la temperatura ideal, no tardó en conciliar el sueño que producto a dos noches sin dormir se había acumulado y sólo volvió a abrir los ojos cerca de las 7am cuando después de un frenón bastante brusco, la ferromoza se paró a su lado para anunciar que ya habían llegado.
Alexa no había dicho prácticamente ni media palabra en dos días y se sentía la garganta reseca de tanto llorar, lágrimas que ella sabía muy bien que su ex no merecía, pero que por más que quería, no podía contener ya que necesitaba sacar toda esa rabia que tenía por dentro.
Antes de pararse de su asiento se dijo a si misma <<basta>> las limpió, suspiró tomando fuerzas y se levantó en busca de la salida.
No podía llorar tampoco para siempre...
El alba, levantaba brillante en su magnificente esplendor como todas las mañanas al estar en pleno finales de junio, también reinaba el típico calor de un país extremadamente tropical.
Tuvo que cerrar los ojos y abrirlos poco a poco para acostumbrarse al sol.
Afuera había mucho movimiento; familias se reencontraban y podías ver el emotivo abrazo entre ellos, otros intentaban pasar más desapercibidos, como lo hacía ella.
Al principio dudó que su madre la fuera a recoger puntual, casi siempre se quedaba dormida en las mañanas y más después de lo tarde que se había acostado esa noche, así que aprovechó los minutos extras que creía tener para hacer la cola para sacar sus maletas.
Justo después de pedir el último en la pequeña fila, una delicada y conocida voz se encontraba llamándola por su nombre completoLa nostalgia reemplazó momentáneamente la tristeza en su corazón, no escuchaba esa voz en vivo y en directo hacía mucho y ¡La extrañaba tanto!
-Mamá- Le saludó sonriente mientras corría a sus brazos.
-Ale te extrañé un montón. -Su madre se notaba nerviosa, pero a la vez contenta mientras le abrazaba y regaba besos por todo su cabello.
Estaba justamente como la recordaba desde la última vez que la vió hacía ya 3 años, como una señora de 40 atrapada en el cuerpo de una niña de 25 años.
-Y yo a ti mamá.
-¿Qué hacías? No pude dormir toda la noche, apagaste el teléfono y me quedé mortificada. -Le regañò.
-Luego te cuento.
La vió poner sus ojos en blanco, para luego dar un respingo como si recordara algo y buscar en los alrededores hasta dar con el objetivo, un hombre alto, elegante y de cabellos tan oscuros como los de su madre.
Ella le hizo señas y èl se acercó.
-Lamento no haberte contado antes, él es Elías, mi novio.
Alexa divagó unos instantes la vista por los alrededores, como cerciorándose de algo nerviosa, para luego caer en los ojos de aquel hombre, unos grandes, vivaces y alegres ojos celestes.
Estiró una mano para saludarlo, pero se llevó gran sorpresa al recibir un abrazo en vez de otra.
Hasta donde ella tenía entendido su madre vivía alquilada en casa de una amiga, mientras trabajaba en uno de sus locales vendiendo chuches, no tenía novio, ni mucho menos muchas amistades.
Había escondido muy bien su secreto o era muy reciente.Decidió no pensar en eso por ahora y ahorrarse la molestia, cualquiera que haya sido motivo lo iba a averiguar muy pronto.
-Mucho gusto pequeña Alexandra- Le dijo mientras la abrazaba.
Ella se limitó a sonreír y a murmurar un ¨igual¨.
Aquel hombre le imponía respeto con su figura, pero su carácter dejaba mucho que desear de él y eso la confundió en gran manera.
Cuando Alexa se dió cuenta que era su turno para recoger las maletas, él las envió a esperar en el carro, mientras las llevaba una a una hasta allá.
-¿Esto es de él?- Preguntó mientras admiraba el lujoso interior del Audi A3 del 2015 que estaba perfectamente pulcro y cuidado.
En su Provincia era muy difícil ver seguido otra cosa que no fueran Chevrolets de los años 50 o Ladas del los años 80, aunque en la capital si existían carros modernos por montón y lo tenían las personas con ¨dinero¨, por eso no le extrañò que ella lo eligiese, a pesar de que en realidad èl era bastante guapo.
Conocía perfectamente a su mamá.
-Sí lo es.
Minutos más tarde, se encontraba rodando por las calles de La Habana en el asiento trasero del carro, admirando desde una de las ventanas por primera vez las deterioradas fachadas que vestían una de las primeras villas fundadas de la Isla.
Por la cabeza le pasó varias veces nuevamente que era extraño que su madre no le hubiese contado a nadie que tenía un nuevo novio y mucho menos a ella, creía que luego de la distancia se llevaban mejor y se contaban más sus cosas, pero al parecer no era así y aunque pareciese imposible cargarse más de decepción, lo hizo otro poco.
Iban camino a un lugar llamado Alamar y se preguntaba si estaba realmente cerca del mar como su nombre, sus abuelos vivían en frente en su pueblo y cuando niña le encantaba pasarse las tardes enteras mirando el crepúsculo esconderse en el horizonte azul desde el portal.
El trayecto se le hacía bastante largo y pesado, hasta que luego de unos minutos no aguantó y el cansancio de la noches anteriores la venció.
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A lo lejos sintió la voz de su madre y el sonido de las puertas de un auto cerrarse, estaba todo en calma, hasta que a su lado una puerta se abrió y el sol del medio dìa la obligó a abrir los ojos lentamente cegada por su intensidad.
-Ya llegamos princesa
Deslumbrada salió del vehículo y tuvo que frotarse los ojos un par de veces para darse cuenta de que no estaba soñando.
¿Acaso la habían trasladado a otro país?
Pellizcarse era poco para lo que necesitaba, una fuerte cachetada estaría bien.
-Esta es la casa de Elías. -Le dijo su madre haciéndola salir de su ensimismamiento.
-Vivirás a partir de hoy con nosotros. -Comentó Elías observándola y abrazando la espalda de su madre.
Definitivamente era un gran tipo. -Pensó-
No alcanzó a decir nada, a penas podía cerrar la boca, cómo un ratoncito de campo en la gran ciudad.
La mansión era lo más lindo y grande que había visto jamás, estaba pintada púlcramente de blanco con las ventanas de cristalería.En el frente los recibía una enorme reja colonial y un jardín lleno de rosas rojas, al costado desde la parte de alante se podía apreciar una piscina, o al menos un pedazo de ella y a medida que se iba adentrando le iban asombrando cada vez más los lujos, el carro era apenas un juguete comparado con lo que debía costar aquella casa con todo lo que tenía dentro.
-Espera aquí si quieres cariño, Elías va a subir tus maletas a tu habitación y yo voy a calentar el almuerzo que ya debe de estar frío, no dormí nada anoche así que esta mañana lo hice bien temprano para poder ponerme al día contigo.
Parecía que las palabras no le iban a salir de la boca a Alexa, aunque de hecho no tenía nada que decir.
Su madre le indicó que se sentara en una de las sillas altas del desayunador de la cocina mientras ella sacaba toda clase de loza brillante de las alacenas y las iba llenando con deliciosos platillos, se había esmerado bastante en recibirla.
Cuando terminó, la ayudó a colocarlas en la mesa y se sentó en espera de los mayores.
Para su sorpresa, el primero en tomar asiento fue un joven, a penas tenía cabeza para estarse fijando en él, si hubiese sido en otro momento hubiera tonteado o le hubiera sacado conversación al menos, a pesar de ser algo tìmida, porque el chico era muy guapo y aparentaba tener una edad cercana a la suya.
Luego de que ella se diera cuenta de su presencia, él le estiró la mano y le regaló una bonita sonrisa ladina que la dejó completamente hipnotizada y al mismo tiempo con el corazón a punto de estallar.
Por un momento, mientras esa sonrisa relucía Lucas había desaparecido del mapa de sus pensamientos.
-Miguel, mucho gusto. -Se presentò.
Alexa en un primer instante no dijo nada, solo le tomó la mano y lo siguió observando a los ojos embobada, tenía delante de ella un verdadero Dios griego, como les dicen sus autoras favoritas en sus libros a los chicos guapos, aunque esté parecía del tipo fuck boy con los tatuajes tan sexis en sus brazos.
Era del todo perfecto.
Notó en el roce que su mano le había dado una especie de descarga, pero no se inmutó.
El tacto era suave y musculoso, al igual que todo su cuerpo, parecía recién sacado de una revista de fitness.Lo miró un par de segundos más y antes de hacer el papel de tonta despegó la vista y comenzó a jugar nerviosa con una pulsera en su mano que le había regalado Lucas, entonces su semblante se oscureció un poco, volvieron los recuerdos a su cabeza, sacó de golpe la pulsera de su mano, la apretó con rabia y por fin encontró el valor en sus adentro para responderle algo seca.
-Alexandra, igualmente.
El chico la observó algo confundido desviar la atención como si nada a la madre de ella y a su padre que se aproximaban animados a la mesa llevando consigo el último platillo y el postre, sonrió y volvió a lo suyo.
-Veo que ya se conocen. -Observó su padrastro cuando se disponía a tomar asiento.
Miguel solo lo miró y ambos chicos se quedaron callados al igual que el resto del almuerzo, Alexa le dirigió un par de miradas al chico nuevamente sintiéndose culpable por el arranque de antipatía desmedido, pero este no parecía odiarla, de hecho le regaló un par de miradas seductoras.
Cuando terminó de almorzar, igual de misterioso que vino, así mismo se fue y lo que quedó de día no volvieron a saber de él.
Cerca de las 4pm aproximadamente despuès de lavar la losa y ponerse al dìa de lo que le habìa sucedido a la chica, Melissa se encontraba mostrándole la casa, la cual observaba todo a detalle como si solo estuviese haciendo una visita turística por el lugar.
Terminaron el recorrido en la que sería su habitación.
Para nada se esperó que el cuarto se viera con un estilo tan femenino, tenía cortinas y paredes blancas, en el centro una gran cama estilo princesa, adornada con cortinas rosas y en el fondo se podía ver una puerta de cristal que dirigía a un pequeño balcón con vistas al jardín.
En el suelo se encontraban todos los maletines que ella había traído consigo, la chica le dio un vistazo a su alrededor y se sintió completamente agotada, le esperaban unas largas horas de desembalaje, pero por el momento solo pensaba en tomar un baño y dormir.
Estos días para ella habían sido demasiado cargados de emociones, encendió su celular y por un momento pensó que la habían dejado en paz, pero segundos después la oleada de mensajes atrasados le hizo perder la cordura y buscar el sueño con los cachetes colorados de la ira.
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Alexa era apenas una niña de 6 años en su primer curso escolar, no conocía a ninguno de los niños que corrían de arriba a abajo, ni a los que jugaban pelota, y mucho menos a las niñas con grandes moños rojos y blancos como su nuevo uniforme, que compartían una muñeca extremadamente guapa; así que se moría de la vergüenza y de ganas de preguntarle a alguno de ellos si podía hacerles compañía.
Claro que en realidad ella no iba a pedirles jugar a ninguno, era extremadamente tímida para hacerlo, así que cuando su madre la despidió en la entrada no supo que hacer, màs que quedarse parada observando el panorama.
Minutos después, cuando comenzaba a aburrirse, unos chicos por fin se acercaron a ella, no eran precisamente la clase de niños con la que jugaría, pero cuando uno está en primer grado, generalmente no se fija en esas cosas.
-Mira Leo, está sola- A Alexa no le gustó para nada el tono del más pequeño y el tal Leo parecía ser algunos cursos mayores que ella, incluso tenía ya la pañoleta roja, por lo que se intimidò un poco y diò un paso atràs.
-Pobrecita, nosotros la acompañamos. -Dijo el mencionado.
Entre risas se fueron acercando todavía más. Le aterraba la idea de que aquellos niños le fueran a hacer algo y saliera lastimada. Cuando estaban prácticamente arriba de ella, la única opción que vió fue recostarse de la cerca que estaba a sus espaldas y cerrar los ojos, pero no sintió golpes, ni más burlas, ni juegos de palabras extrañas, ni jalones de cabello, sino la voz dulce y tierna de otra niña.
-Déjala en paz Leo- Una pequeña de cabellos rubios encrespados, con una diadema con un gran lazo en un costado se puso delante de ella. -Es mi amiga, si no la dejas en paz, yo misma se lo voy a decir a mi mamá.
-Yi
mismi, ti li digo mimi- Se mofó el chico de la rubia.- Le dices algo a mamá y te juro que te golpeo en casa-Le retó, pero la niña no perdió su posición ruda- Vamos hermana, no vas a defender a la zanahoria andante.-Pruébame a ver si lo hago o no-Lo retó esta vez ella a él.
La chica parecía decidida y a su hermano no le quedó más remedio que sacarle su gran lengua sucia y largarse con su grupo de amigos.
-Hola, me llamo Anna. -Le dijo la niña sonriente, dándole la cara por primera vez.
-Gracias Anna, yo soy Alexandra, pero tù puedes llamarme Alexa, ¿Quieres jugar?
La primera cosa que Alexa odiaba en el mundo era que la engañaran, la segunda, que la luz del sol la despertase demasiado temprano en las mañanas, por esa razón ese día el buen humor como era de esperarse no la acompañó.Lo primero que observó al abrir sus ojos era que sus cosas todavía estaba en maletas así que tarde o temprano tenía que desempacar.Esa noche había dormido en el primer vestido que encontró, pero no podía hacer eso todos los días, aunque está vez no pareció molestarle llevarlo el resto del día y no lo reemplazó, en cambio se dirigió escaleras abajo a desayunar mientras se estrujaba los ojos por el cansancio.Para su sorpresa, su madre estaba parada en la sala mirando hacia la puerta, al parecer Elías había acabado de salir y digo sorpresa porque el fuerte de la peli negra nunca fue despertarse temprano, siempre era ella quien tenía que llamarla para que la llevara a la escuela, hasta que tuvo edad suficiente de ir sola, gracias a eso ella se podìa llamar independiente
Levantaba el sol en La Habana y ya Alexa se encontraba de pie preparando el desayuno para todos.La noche anterior había visto tocino en el frío y que mejor que eso junto a huevos revueltos, una gran taza de café con leche, como a ella le gustaba bien cargado y bastante pan tostado con mantequilla.Los primeros en aparecer en la mesa fueron Elías y Melissa, al parecer se habían quedado dormidos y viniendo de su madre a Alexa no le extrañaba, pero sí lo hizo el ¨gracias¨ qué le susurró cuando se colocó a su lado a ayudar a terminar de servir.Melissa no es de esas personas que agradecen dos veces las cosas, así que las aceptó con una sonrisa.Por último se sumó a la mesa Miguel, tenía unos aros oscuros alrededor de los ojos- Con todo y eso Alexa pensó que se veía guapísimo en su pantalón de chándal de dormir y sin camisa, le daba un aire despreocupado a su elegante figura.Internamente se reprendió por estar admirando al chico.Miguel nunca iba a ser de ella y por ahora no quería nuevo
Esa mañana de pleno inicio de julio, Alexa se levantó temprano, su padrastro ese día la llevaría a conocer el lugar donde trabajaría y tenía tantas ansias que no pudo dormir prácticamente nada.Era su primera vez en algo grande, y aunque no iba a ganar gran porciento según le comentaron, para quien no tiene nada, cualquier cosa que le dieran estaba bien.Para su sorpresa era un bar elegante, en donde según su padrastro tocaban solo los mejores artistas y era visitado por la clase más alta de La Habana, o sea los que tuvieran el bolsillo tan inflado como para pagar el impuesto tan grande de entrada.Según Elías, esto era para que fuese un lugar tranquilo y refinado donde se pudieran divertir las personas de su nivel, y aunque no lo dijera con nada de arrogancia, a Alexa no le gustó en absoluto.Según su plan de trabajo, el cual era muy estricto, en especial con la vestimenta, el bar solo abriría los jueves, viernes, sábados y domingos, debía de ir al menos tres horas de viernes a lunes
Era su segundo día visitando el bar y todavía Elías la acompañaba para asegurarse de que se estuviera apropiando bien del contenido y que aprendiera como funciona ese mundo de los negocios.Los números eran el punto fuerte de Alexa y a veces se preguntaba por qué no estudió una carrera que tuviese que ver con ellos.Luego de un rato acompañándola, el novio de su mamá la dejó en el local familiarizándose y prometió pasarla a buscar en unas horas para regresar a almorzar a casa.Al principio se aburrió un poco sacando cuentas atrasadas hasta que el ruido de un cristal colocándose delante de ella la sacó de sus pensamientos.Un chico se le había acercado con una copa en la mano de crema de leche y canela, no estaba nada mal, pensó, y no se refería al trago exactamente, sino al joven de ojos de distinto color que le sonreía amablemente y se presentaba como Nicolás.A Alexa le pareció más guapo cuando se percató de la anomalía en su rostro y unos cuantos minutos conversando bajo los efecto
No sabía exactamente la hora que era, pero tenía los párpados ligeros y por la poca claridad que los atravesaba, se dió cuenta de que era muy temprano, también de que unas manos robustas la acercaban al cuerpo de otra persona por la cintura.Su piel desnuda desprendìa un delicioso aroma a colonia masculina, una que ella supo reconocer de noches anteriores.¡No había dormido sola como pensaba! sino con el chico de ojos celestes que tantas dudas existenciales le causaba.¿Desde cuándo se había convertido en una chica tan fácil?¿Por qué le permitía dormir con ella?¿Era esto lo que realmente quería? ¿Migajas?Ella no era así y a esas horas no tenía ganas de discutirlo internamente, estaba extremadamente confundida, aunque sabía que tarde o temprano se debía decidir por algo que hacer.No estaba bien dormir con su hermanastro, pero tampoco sentía que le estaba haciendo algo malo, ni siquiera un beso le había robado, "Quizás eso mismo pensaron Lucas y Anna" reflexionó y se descolocó un po
Se le estaba haciendo costumbre despertar calientita dentro de los brazos fuertes de un chico y ese día no fue la excepción, no entendía como, después de lo que pasó la tarde anterior, él seguía intentando colársele en la cama aunque sea solamente para dormir.-Claro que Alexa tan pronto no permitiría que la situación sobrepasase los límites-Se veía tan tranquilo, sus brazos como el 90% de su cuerpo estaban desnudos y pudo ver dos vendas en las heridas de la tarde anterior, también pequeñas venditas en distintas partes y algunos cortes de hace varios días atrás ya casi sanos.Por alguna razón le conmovía que con ella se mostrará al natural y no escondiera los cortes que le hacía la demonio, eso solo podía significar una cosa: confianza.Alexa pensó que las heridas superficiales en el cuerpo sanaban más rápido que las interiores mientras lo miraba, se veía destrozado, pero a la vez terriblemente guapo.Así pasaron minutos, hasta que decidió levantarse, tomó una ducha, se vistió y bajó
Ya había pasado casi la mitad del segundo mes de vacaciones y para Alex las cosas habían mejorado, ahora era la mejor amiga de Lorena, andaba para todos lados con ella, e incluso, de vez en cuando dormían juntas a modo pijamada.Los chicos estaban invitados, pero solo a las fiestas, Leo estaba demostrando demasiado interés en ella y no quería que durmiera a tres pasos, no quería repetir lo de Miguel con otra persona ahora que se había decidido a olvidarlo pero no con otro clavo, cosa que le resultaba bastante difìcil teniendo que convivir con èl y celàndolo cada vez que lo veìa con Lilith.La nueva diversión de las chicas estos días era como Alexa siempre quiso, montar patineta, cosa que estaba acaparando la mayor parte de su dìa a parte del trabajo y de las noches en fiestas y sentada en frente al mar con su amiga, literalmente era la primera vez que la vida comenzaba a sonreírle de verdad.Con Miguel había tenido roce en un par de ocasiones más, pero había decidido que no quería que
Llevaba casi un mes y medio desde que la demonio había dejado a Alexa sin teléfono y hasta ahora nadie lo había descubierto porque con algunos de los pagos que recibió en la discoteca, sumados al del otro negocio que ahora ayudaba a Elías a manejar había podido por fin comprarse uno igual, su padre estaba furioso cuando lo llamó mes y medio después y le dijo que la razón por la que no hablaban era porque se le había roto el móvil. El escándalo que montó porque no le dijo nada fue colosal y explicarle que no tenía otro para escribirle porque el único por el que podía era el de su madre y no quería que ella ni nadie se enterase que ¨se le había roto el suyo¨ fue una odisea, al final de la conversación lo logró suavizar un poco así que quedó tranquila. Esa tarde había quedado con los chicos en casa de Leo, supuestamente era su cumpleaños y la fiesta era en grande, Lore la iría a buscar. El día antes fue el momento en que sucedió el beso con su amiga y el atentado al demonio y aunque l