Capítulo 5

Era su segundo día visitando el bar y todavía Elías la acompañaba para asegurarse de que se estuviera apropiando bien del contenido y que aprendiera como funciona ese mundo de los negocios.

Los números eran el punto fuerte de Alexa y a veces se preguntaba por qué no estudió una carrera que tuviese que ver con ellos.

Luego de un rato acompañándola, el novio de su mamá la dejó en el local familiarizándose y prometió pasarla a buscar en unas horas para regresar a almorzar a casa.

Al principio se aburrió un poco sacando cuentas atrasadas hasta que el ruido de un cristal colocándose delante de ella la sacó de sus pensamientos.

Un chico se le había acercado con una copa en la mano de crema de leche y canela, no estaba nada mal, pensó, y no se refería al trago exactamente, sino al joven de ojos de distinto color que le sonreía amablemente y se presentaba como Nicolás.

A Alexa le pareció más guapo cuando se percató de la anomalía en su rostro y unos cuantos minutos conversando bajo los efectos del alcohol, le dieron la valentía para preguntarle si tenía pareja, lo cual la hizo sentirse muy atrevida, ella nunca antes había sido así de coqueta con los hombres, quizás la había dañado demasiado su ruptura reciente.

Para su sorpresa sí la tenía, trabajaba allí con ellos, pero se había ido a casa temprano, era el mesero del lugar, Charlie.

A Alexa aunque le pareciera  mal el hecho de que no le gustaran las mujeres un bombón como él, porque no tendría oportunidad, no la desilusionó y eso la descolocó un poco, ¿por qué no lo haría si ella encontraba al chico claramente encantador?

Se sacudió de un lado a otro como si así espantara las ideas de su cabeza y continuó prestándole atención a Nicolás que le hablaba y había parado confundido por su gesto.

-Creo que ya es suficiente alcohol por hoy. -Le dijo con una sonrisa ladina.

-Si voy a parar pero no porque esté borracha, sino porque viene entrando Elías y eso significa que ya me tengo que ir. -Señaló a la puerta.

-Fue un gusto conocerte.

-Igualmente Nicolás, ojalá y hubiese conocido antes alguien que moviera tan bien sus manos y sacara tanto líquido de esas cosas. -Bromeò señalando a los instrumentos del barman.

Los chicos sonrieron y Alexa se despidió con un gran beso y fue hasta donde estaba su padrastro. 

Intentó comportase, pero en el camino al auto se tambaleó un par de veces por el mareo producto al alcohol.

De regreso a casa todavía no se le había pasado el efecto,  estaba sentada en el asiento junto al conductor y miraba las calles que corrían al lado de ella  destorcionándose rápidamente.

-Gracias por darme trabajo Elías. -Solto sin apenas pensar en lo que decía. 

-Gracias a ti por quitarme una carga más, hoy lo hiciste muy bien. Todo el tiempo extra que tenga para estar con tu mamá vale oro.

La chica lo miró y le sonrió, ese hombre le agradaba y no por el hecho de que le daba trabajo y hogar, sino porque era una persona maravillosa y sobre todo porque su madre era feliz con él.

-Casi lo olvido guapa, esta noche vamos a salir a cenar, hay que celebrar tu llegada. -Dijo sin apartar la vista del camino.

-Gracias -Respondió mientras se ruborizaba- no tienes que molestarte tanto.

-No es molestia. De hecho les compré algo especial para esta noche a ti y a tu madre, el azul es el de ella y el rosa el tuyo, están en la parte de atrás.

Alexa se giró enseguida y en el asiento trasero habían dos bolsas como esas de cartón elegantes que solían llevar las súper estrellas en las novelas de su tía, a ella le encantó el estuche casi más que el vestido rosa que sacó para observarlo mejor .

Era corte de princesa en la parte superior, y en la inferior la sayuela de adentro se suponía que era ceñida al cuerpo mientras que la exterior era un tul transparente y ancho, con una cinta lisa en el borde del mismo color de la parte de adentro y de arriba del vestido, era un sueño y claramente el estilo de ella.

La pelirroja no sabía como agradecer aquella muestra que había tenido el novio de su mamá, así que optó por la forma más tradicional: -¨Gracias Elías, es bellísimo, no tenías por qué molestarte¨

En cambio, el hombre solo le sonrió satisfecho de su buena elección y cambió de tema.

En casa su madre la esperaba junto a Miguel en la cocina para cenar, los ojos de los más jóvenes se intercambiaron miradas después del saludo de la chica, y para su sorpresa, esta vez él le sonrió delante de todos.

No era una gran sonrisa de alegría, sino una cómplice y cerrada. Mientras tanto a Alexa embobada le pareció muy guapa la forma en que movió los labios para decirle bajo, sin que sus padres se dieran cuenta en su ataque de besos que la vería a las 12.

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Eran ya las 6:30 pm y la pelirroja se paseaba por todo el salón en espera de los demás, llevaba el vestido que le había regalado Elías, unos tacones bajitos color oro y en sus largos cabellos lacios las puntas encrespadas y más claras.

Había pasado toda la tarde arreglando su imagen, quería dar una buena impresión y precisamente eso fue lo opuesto a lo que se llevó ella de Lilith cuando abrió la puerta y vió su despampanante figura parada en el exterior mirándola sin cara de buenos amigos.

Sin ofender a las prostitutas por compararlas con la demonio, parecía una de ellas que iba camino a trabajar a una autopista, con un vestido ceñido plateado, con mucho brillo y un escote que lo dejaba ver casi todo y lo que no, se le marcaba por su ausencia de brasier, un par de tacones en punta que Alexa se preguntó como era posible caminar con eso en sus pies tan delgados y para completar la imagen, parecía que se había vaciado un pomo de rímel de pestañas en los ojos mezclado con una sombra gris oscura.

Hasta ese punto la pelirroja pensaba embobada que nadie más tendría tan mal gusto para vestir y no se percató de que no se había movido de la puerta para dejarla pasar.

La rubia aprovechó, la empujó y se coló en la casa.

-¿Qué no ves que intento pasar? Allá en el campo de dónde vienes no creo que tengan muy buenos modales.

Alexa la observó incrédula y decidió no dejarlo pasar.

-Al menos allá tienen mejor gusto a la hora de vestir.

Para su sorpresa la chica solo se rió y caminó a la cocina en busca de agua.

Por las escaleras, como en las escenas donde sale la princesa, bajando para dirigirse al vals de forma subrealista, venía Miguel.

No sé percataron por unos instantes, pero ambos se miraban fíjamente.

Traía una camisa de mangas largas blanca y un jean negro, su cabello oscuro esta vez estaba bien peinado hacia atrás y Alexa se dió cuenta, minutos después cuando vió bajar a su padrastro que se había vestido exactamente igual a su hijo y que su madre traìa el vestido azul que viò en el coche.

Vaya coincidencia, no sabía si era cosa del esposo de su mamá que los cuatro estuvieran iguales o solo casualidades del destino

Cuando estuvieron todos, se montaron en el Audi de Elías y para su suerte o desgracia le tocó compartir asiento con la pareja más joven.

Se sentía incómoda haciendo el mal tercio para ambos noviazgos y a la vez también ridículamente sola, Miguel se había sentado en el medio y ella lo agradecía, así no tendría que chocar con la demonio, aunque en cambio lo hacía con él.

De vez en cuando, por los lugares más oscuros el chico acariciaba delicada y sutilmente, para que Lilith no se diera cuenta, la mano de Alexa haciendo que por todo el camino las dichosas mariposas la volvieran loca y se preguntara mientras lo hacìan, ¿Por què rayos el estaba actuando de esa forma si su novia estaba a su lado? ¿Qué acaso estaba loco?

No tenía la más mínima noción del peligro y eso la asustó un poco.

El restaurant al que llegaron era el más elegante que la chica había visto en su vida. Las paredes se confundirían fácilmente con el suelo y el techo de no ser por los adornos grises en forma de ramas que recorrían el local, las mesas y los candelabros también parecían ser color plata y haciendo contraste en lo blanco de los manteles, los cubiertos brillantes y pulidos estaban colocados llamando la atención.

Cada mesero del local parecía ser  escogido de una telenovela y a la mente de Alexa le vino Charlie, el novio de Nicolás, debía de ser muy guapo también, y se preguntó si ese era un requisito para atender mesas de un restaurant o bar o simplemente en La Habana todos son guapos.

A su mesa se acercó uno rubio, de ojos oscuros y músculos prominentes que no pudo evitar encontrar el parecido con su ex, servía vino en las copas y cuando pasó al lado de Alexa, la miró con picardía y le guiñó un ojo.

La chica no se sintió mal con eso, pero el hecho de que se pareciera demasiado a Lucas la perturbó.

El que parecía ser el gerente del lugar fue quien se acercó a la mesa a tomarles el pedido minutos después.  En medio de sus conversaciones, Alexa se percató de que su jovialidad y buen trato se debían a que Elías era realmente el dueño del lugar y al parecer gran amigo de ese hombre, cosa que para nada extrañaba a la pelirroja.

Unos minutos después su hermanastro estaba de pie a unas mesas conversando con el chico que los atendía, Alexa no les quitaba la vista de encima pues le ocasionaba un mal presentimiento que a cada rato desviaran la atención hacia donde estaba ella, o eso al menos sentía.

Después de un rato, cuando la plática se terminó, la chica se preguntaba que le habría dicho Miguel al mesero rubio en ese instante, que se quedó observándola más tiempo del que había hecho antes y luego se marchó pasándole su turno a una chica castaña de piel morena.

Las cosas no encajaban, le faltaban algunas piezas al rompecabezas y se prometió que tarde o temprano terminaría de armarlo.

En la segunda ronda de vino antes de que llegase la cena, a Elías se le ocurrió hacer un brindis por la pelirroja y sus mejillas se pusieron del mismo color que su cabello.

¨Brindo por la nueva integrante de la familia...¨

Dijo el hombre y acto seguido de sus palabras se escuchó junto con las copas, el estruendo de una de las sillas y de un cristal contra el suelo y a una enfadada demonia caminar apresurada en dirección a lo que parecía ser el baño.

Todos le prestaron atención durante segundos, pero como si estuviesen acostumbrados a esto, Elías continuó con el discurso.

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El regreso a la mansión fue tranquilo, salvo por el golpe que le había dado Lilith a la puerta al salir del coche en los frentes de su casa, la cual quedaba considerablemente cerca de la de su padrastro.

Por esa razón vivía metida en la casa de Elías.

Nada más cruzar la puerta principal, las cosas se tornaron de un color gris oscuro, Elías estaba furioso con su hijo, tanto así que envió a Alexa y a su madre a las habitaciones para poder hablar a solas con Miguel, pero en realidad la conversación se transformó en gritos de ira que se podían escuchar perfectamente por todo el lugar y a Alexa le dió un poco de pena.

"¡QUÉ RAYOS LE VES A ESA CHICA MIGUEL! Te ha hecho un asco la vida y nos está afectando a nosotros tambièn. ¿Qué no te das cuenta que te engaña, no te respeta y te maltrata? Debí de haber considerado llevarte al psicólogo cuando niño, masoquista, arrogante e inútil.¨

La chica entró en su habitación y la dejó sin seguro por si acaso el chico iba a cumplir lo que prometió, pero pasadas las 12: 30 se quedó dormida, sola y con muchas preguntas en su cabeza, como por ejemplo ¿En qué momento había empezado a sentir algo por ese chico? Y el ¿Por qué estaba dispuesta a permitir que durmiese con ella de nuevo? ¿Qué le había hecho? ¿Qué rayos le estaba pasando?

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Alexa tenía 17 años y estaba bastante cerca de cumplir la mayoría de edad. Había terminado el 12 grado y en esa fecha tendría que escoger la carrera que debía de estudiar y en dónde. No era uno de los promedios más brillantes por regada, pero era bastante bueno, lo suficiente para pedir las mejores carreras, pero Alexa quería escoger una que estuviese de acuerdo con sus requisitos, y para su sorpresa, todos en casa lo aceptaron.

La cuestión era que a penas tendría tiempo de ver a Lucas, él estudiaría en una Universidad diferente a la suya y en el extremo opuesto también, así que esa misma noche, ella le preguntó si podía mudarse con él.

Tenía sentimientos encontrados, llevaban dos años saliendo y no quería seguir los pasos de su abuela, pero tampoco quería alejarse pues no creía en las relaciones a distancia  y mientras aceptara, todo estaría bien, tarde o temprano su familia cedería y no habría vuelta atrás.

Esos años de noviazgo la habían convencido de que tenían una vida juntos por delante.

Al principio agradeció mucho la ayuda de Anna, siempre estaba allí, hasta cuando ella no estaba, los adolescentes habían hecho de la casa su hogar para encuentros y le agradaba también la forma en que su mejor amiga y su novio se comenzaban a llevar, nada era más perfecto para ella que eso en esos momentos.

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