Hugo se quedó observando a su esposa sin entender a cabalidad en que le estaba pidiendo ayuda. Estaba tan concentrado analizando todos los problemas que podía causar que Valeria se estuviera haciendo pasar por Trinidad, que no captó de inmediato el cambio de actitud de su esposa que no se había molestado, ni siquiera ofendido al enterarse de lo que hacía aquella. Giró despacio ante el silencio que siguió a su pregunta, para encontrarse a Trinidad sentada en la cama con una bata blanca que envolvía su recién bañado cuerpo, y a la cual tenía aferrada sus manos como si tuviera una lucha interna en si debía quitarla o no. Y fue entonces que comprendió a cabalidad lo que ella le pedía. Se quedó allí, quieto, sin saber cómo reaccionar ahora que su cuerpo se había enfriado y todas sus testosteronas dormían tranquilas, se enfrentó a un dilema emocional, tratando de reconciliar su amor por Trinidad con sus propios temores y dudas. El temor de recordar sus memorias perdidas le atormentaba. ¿
Con desespero caí de rodillas y me abracé a los pies del Cristo redentor sin percatarme de que aquella enorme cola que había querido para mi vestido de novia había cogido fuego. Yo rezaba y rezaba por un milagro. Mis pensamientos se entrelazaban en una danza caótica de angustia y desesperanza. Cerré los ojos con fuerza, sintiendo el calor abrasador quemando la piel de mis piernas, sabiendo que cada segundo que pasaba me acercaba más al abismo ardiente. Pero en medio de aquel caos infernal, con asombro, incredulidad, y creyendo que era un milagro que me concedía el cristo crucificado al que le rogaba aferrada a sus pies, la pequeña ventana encima de su cabeza se abrió en medio del fuego voraz y mi prometido apareció, me gritaba impulsándome a luchar por mi vida, a resistir hasta el último aliento.—¡Quítate el vestido Trini! ¿No ves que te estás quema
¡Me sentía tan dolida, miserable, pero sobre todo, me culpaba aún lo hago, de la muerte de Hugo! ¿Por qué tuve que llamarlo aquel día? ¿Por qué tuvo que ser él quien respondiera primero a mi llamado y enfrentara el fuego en lugar de los bomberos? ¿Por qué fue él quien perdió su vida y no yo? El remordimiento se enredaba en mi ser, hundiéndome en un abismo de autodestrucción emocional y no veía ni quería ver la realidad.—¡Tú papá te hubiese apoyado, no se hubiera separado de ti un instante Trinidad! No soy él y me duele pensar que lo culpaste de eso. Te entiendo, no me malinterpretes, pero no fuiste una buena hija, debiste saber que ese hombre que te dio la vida, estaría gustoso de haber estado en tu lugar. El señor Muñóz estaba realmente asombrado de escuchar como Hugo lo defendía. Se puso de pie enjugando sus lágrimas y entró despacio a la habitación y se quedó allí mirando la cara de dolor de su adorada hija, con el corazón roto en mil pedazos al escuchar su confesión y al fin e
La mente de Hugo se aceleraba con preguntas mientras se retiraba a su oficina, sintiendo una mezcla de miedo y curiosidad por la situación que se desarrollaba ante él. No podía evitar preguntarse cómo debía actuar ahora que el señor Andrés parecía haber descubierto algo que podría arruinar su matrimonio. En lo más profundo de su ser, temía que su pasado, que había olvidado hace mucho tiempo, estuviera resurgiendo para atormentarlo. Perdido en sus pensamientos, después de escuchar la conversación de la señora Andina con el que preguntó específicamente por la señorita Trinidad Fresneda, y ver como insistió en hablar con ella con urgencia, explicando que acababa de llegar al país, su mente se llenó de preocupación. El corazón de Hugo se había acelerado al escuchar su propio nombre mencionado por el visitante, quien se identificó como Hugo García, un viejo amigo de Trinidad Fresneda. La mención del apodo de Trinidad durante sus días universitarios envió un escalofrío por la espalda d
Leviña se despertó sobresaltada en medio de la noche, alertada por un ruido extraño que provenía de la entrada de su casa. Con el corazón acelerado, se levantó de la cama y se dirigió sigilosamente hacia la puerta. Al abrirla, sus ojos se abrieron de par en par y su mente luchó por procesar lo que veía frente a ella.Allí, de pie, se encontraba Lisandro Smith, un hombre que había desempeñado un papel crucial en su vida, moldeándola hasta convertirla en la persona que era en la actualidad. Sostenía un maletín en la mano, el cual parecía tener un aura misteriosa. La noticia de su liberación de la cárcel no había llegado a los oídos de Leviña, y su presencia inesperada la dejó sin palabras.Lisandro, sin perder un instante, se abalanzó sobre ella y la tomó firmemente por la cintura, devorándo
Hugo saltó asustado, pero un perfume lo hizo darse cuenta de que era su amada Trinidad, quien aparentemente lo había estado esperando en la entrada de la casa en la oscuridad.—¡Trini! Me asustaste, ¿qué haces aquí a estas horas, en la oscuridad?—¡Hugo! Lo siento, no quise asustarte —respondió Trini mientras lo abrazaba con fuerza—. No podía esperar más para verte. Necesitaba verte, hablar contigo. Tuve tanto miedo de que no regresaras.Hugo se sintió aliviado al reconocer la voz y el aroma de Trini. La tensión que lo había invadido se disipó al instante, y sus brazos rodearon con ternura a su amada.—¡Jamás, Trini! Nunca renunciaré a ti mientras me quieras a tu lado. Estaré aquí.—Gracias, amor. Perdona por haberte asustado. No sabía que no había luz.—No importa, cariño. Estoy feliz de verte, pero... ¿qué haces aquí afuera a estas horas? Es peligroso para ti, amor. Debes cuidarte más.Trinidad apartó suavemente el rostro de Hugo para palparlo como si quisiera en ese instante poder
Landon mira a Valeria sin poder creer que estuviera allí a esas horas de la noche. Tiene su pintura corrida y los ojos rojos como si hubiera estado llorando. No dice nada cuando ella se abraza a su cuerpo y sigue llorando desconsoladamente. Se acuerda lo que dijera Hugo en el club de que trabajara con ella igual que Federico con Laura. Por lo que le pasa una mano por la cabeza en espera de que se calme. Hasta que ella al fin lo hace.—¿Se puede saber qué haces aquí sola a estas horas Valeria? ¿Te volviste loca? ¿No sabes lo peligrosa que es la calle para una chica?—Te estuve esperando, averigüé que siempre vienes aquí. —¿A mí? ¿Me esperabas a mí? ¿Y se puede saber el motivo de que sea a esta hora?—Porque no pueden enterarse de que vine a verte.—Explícate para ver si comprendo esta locura que acabas de cometer.—No me regañes Landon, sé que te diste cuenta de que engañé a Marcos haciéndome pasar por Trini, es algo que hago desde niña, pero esto es distinto.—Valeria, ¿sabes que pue
Trinidad se despierta por el tono de su teléfono. Alarga la mano y lo toma, y lo lleva a su oido.—¿Sí?—¿Trini? Soy yo. Se queda sin saber cómo reaccionar, lanza lejos de ella el aparato y llama a Hugo que aparece preocupado con una bandeja con el desayuno que le hiciera la nana. Ha decidido pasar mucho tiempo con su esposa. Había entrado justo a tiempo para ver como ella arrojaba el teléfono lejos de ella y lo llamaba asustada.—Estoy aquí Trini, estoy aquí —dijo mientras colocaba en una mesa la bandeja y corría a su encuentro. —¿Qué pasó? ¿Quién pudo llamarte para que te pusieras así? Trinidad no habla, solo se abraza de él visiblemente asustada. ¡Esa voz en su teléfono era la de su ex prometido muerto! ¿Quién puede estar gastando una broma así?—¿Trini? —la llama Hugo ante su silencio. —Anoche mismo nos prometimos que no nos ocultaríamos nada y que vamos a luchar juntos contra todo que nos lance la vida. ¿No fue así?—Sí, Hugo, espera que me reponga del susto.—¿Qué susto? ¿Qui