Capítulo 44

Cuando llegamos a casa, Bastian no lo pensó dos veces y me besó, sus manos acariciaban mi cuerpo con desesperación, por un momento pensé que se molestaría e intentaría convencerme de que le contara la verdad, algo de lo que me arrepentía en el fondo.

Recuerdo que aquella noche la vigilante fue y me avisó que alguien había venido por mi, yo fruncí el ceño al no saber de que hablaba y de pensar que tal vez se trataba de una broma, o una trampa de las catrinas, por lo que sin que se diera cuenta aquella mujer, escondí debajo de la manga de mi atuendo, una pequeña navaja que Rapha me había regalado. Salimos y nos dirigimos a unos pasillos enormes, hasta llegar a la oficina principal de la directora del lugar, al entrar, me encontré con Martín y con Milan.

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