Bastian sabía que la razón por la que había regresado, es por él. No había nadie más en el mundo que la conociera tan bien. Tomó fuertemente la mano de Crys, dándole a entender que lo suyo quedó enterrado en el pasado, ahora su presente era ella, su esposa, jamás la cambiaría por alguien como ella.
Se dio cuenta de que Crys los veía, pero era imposible apartar la mirada cuando Karin te retaba. La cena fue de lo más pesada, intentó marcharse en el último momento, pero no lo logró, ¿cómo haría para hablar con Crys? ¡Necesitaba hacerlo!
Al terminar la cena, Crys pidió ir al tocador, quiso acompañarla pero lo cierto era que tenía que respirar. La dejó ir al tiempo que Mathew l
Cuando llegamos a casa, Bastian no lo pensó dos veces y me besó, sus manos acariciaban mi cuerpo con desesperación, por un momento pensé que se molestaría e intentaría convencerme de que le contara la verdad, algo de lo que me arrepentía en el fondo.Recuerdo que aquella noche la vigilante fue y me avisó que alguien había venido por mi, yo fruncí el ceño al no saber de que hablaba y de pensar que tal vez se trataba de una broma, o una trampa de las catrinas, por lo que sin que se diera cuenta aquella mujer, escondí debajo de la manga de mi atuendo, una pequeña navaja que Rapha me había regalado. Salimos y nos dirigimos a unos pasillos enormes, hasta llegar a la oficina principal de la directora del lugar, al entrar, me encontré con Martín y con Milan.
En el desayuno tuve que aparentar con todas mis fuerzas, que estaba bien, me costó pero al final lo pude lograr, Bastian se despidió de mi y yo me puse en marcha, necesitaba saber que tanto hablarían, por lo que en cuanto sale, corro a la habitación, me pongo unos jeans, una sudadera y unos tenis, recojo mi cabello en una coleta mientras bajo las escaleras, no me había tardado más que un minuto, tomo las llaves de mi carro y cuando me asomo por la ventana, veo que a penas se marcha. «Bien»Salgo, me subo al carro y comienzo a seguirlo, cuando llegamos a carretera para mi suerte había muchos carros y eso facilitaba mi plan. No conocía donde quedaba aquel hotel, pero seguí andando hasta que llegamos a la plaza del pueblo, estaba nerviosa, apreté el volante con fuerza y seguí.
Bastian estaba seguro de que esta vez arreglaría y dejaría todo en claro con Karin, ella tenía que entender que solo amaba a Crys, ¡era su esposa! Había recorrido mucho camino para lograr hacerla suya como para permitirse perderla tan pronto. Cuando se despidió de Crys notó algo extraño en ella, una actitud que no iba con su personalidad ni con lo que estaban viviendo en ese momento, pero decidió no hacer nada, regresando hablaría con ella, le contaría todo.Mientras manejaba no dejaba de ver de vez en cuando su anillo de boda, sonrío ante el sueño que se había vuelto realidad, eran marido y mujer. Sus planes consistían en darle todo, tenía una cuenta bancaria en donde hace años fue ahorrando dinero, y su padre le había ofrecido una exorbitante cantidad de dinero c
No podía creer lo que había visto. Me dirijo a la cabaña del bosque con intención de empacar mis cosas y marcharme a casa, necesitaba alejarme de Bastian.Las lágrimas inundan mis ojos y siento que quiero morir, cuando llego a casa, estaciono el carro y veo como Bastian llega enseguida rechinando las llantas, corro hasta la puerta y subo a la habitación, saco una maleta y me apresuro a meter lo poco que estaba cuando entra él.—Crys, escúchame...—¡No!—No es lo que parece.—¡No soy idiota! —le grito mientras suelto en llanto.—No
La cabeza me daba vueltas y no dejaba de pensar una y otra vez en lo mismo. Estábamos en el hospital central de la cuidad de Montreal, después de mi padre cayera desmayado, Milan y Bastian lo levantaron mientras Damaris localizaba el número del hospital general, lo llevaron adentro, lo bueno de todo esto fue que la puerta no tenía seguro y pudimos entrar sin dificultad alguna.Y ahora estábamos ahí, esperando en una fría sala de espera a que un doctor nos diga que le pasó a mi padre. Los minutos se me hacían eternos, y Bastian no dejaba de tomar mi mano, Damaris hablaba con Milan por lo bajo, quienes estaban frente a nosotros, solo nos separaba una mesa de estar, de cristal.—No entiendo que tiene que ver la casa —susurra Bastian sin quitarme la mirada de encima.
Mi padre había dejado un inmenso vacío, aún me costaba trabajo entender cómo es que sucedieron las cosas. Cuando escuchamos aquel disparo nunca se me cruzó por la mente la idea de que pudiera ser él, varios doctores se movilizaron y algunos otros trataban de tranquilizar a la gente que al igual que nosotros, estaba en la sala de espera. A los pocos minutos llegó un doctor y me dio la mala noticia; las piernas me temblaban y la voz había desaparecido. Todo parecía ser un sueño.Los siguientes tres días fueron muy estresantes, Bastian no me dejaba sola ni un solo instante y Milan se mantenía a raya pero con la mirada me pedía a gritos que teníamos que hablar, al parecer antes de regresar a casa, teníamos que ver al notario y a un señor que parece ser de toda la confianza de mi pa
Bastian estaba cabreado, cuando Crys se marchó furiosa, él regresó al carro y abriendo la puerta rápidamente, le da un golpe al volante y arranca, Karin intentaba decirle algo pero no le prestó atención, lo único que quería era hablar por la tarde con Crys.—Bastian, siento haberte metido en esos problemas.—No nos hagamos tontos, no lo sientes, y te advierto que lo que pasó no volverá a ocurrir y Crys no se va a enterar —Bastian estaba cabreado, sí, pero fuera de lo que acababa de hacer lo estaba con él mismo, por haber caído en una tentación.—¿Te arrepientes de haberte acostado conmigo? —Karin parecía indignada.
Cuando Milan llegó en compañía de Damaris y de Rapha; quien solo se inscribió a la misma universidad porque Damaris le había comentado que había muchas chicas guapas, Martín nos dirigió hacia la sala principal del consejo estudiantil, que estaba ubicada abajo del colegio, era un área muy grande y lujosa parecida a la estancia principal de la mansión de los hermanos Ferrer.Equipada con un enorme comedor, un área de entretenimiento con pantalla y sonido, billar, una sala lujosa, y por supuesto no podía faltar una cantina. En aquel sitio estaban dos chicas extremadamente delgadas y muy rubias.—¡Dios mío, eres hermosa! —una de ellas se acercó hasta mi y me dio un abrazo muy apretado, tanto que dolía, se parecía