Kilian salió de la habitación y de inmediato cambió su expresión al borrar la sonrisa y sintió que la tensión volvía a su cuerpo. Tenía que reiterarle sobre las medidas de seguridad al hombre que estaba en la entrada del pasillo, aun sabiendo que no era necesario, pero el hacerlo, le brindaba un poco del control y tranquilidad perdida en su vida últimamente. Cuando dio un par de pasos por el pasillo, un enfermero chocó con fuerza contra su hombro. Kilian era de contextura delgada, pero con un cuerpo sólido, lo que impidió que se moviera. Sin embargo, el otro retrocedió un poco debido al impacto. El uniformado continuó caminando como si nada y él no logró ni mirarlo a la cara, porque al voltear con curiosidad por su reacción ya había desaparecido. Kilian retomó su camino, pensando si fue él quien no se fijó por dónde iba y que debió pedir disculpas, pero se le olvidó de inmediato al llegar a la sala de espera, porque su padre y el detective lo esperaban junto a tres hombres más. Él
KassidyUno de los elementos de seguridad de George Fox, el padre de Kilian, viajaba como copiloto en el auto cuando recibió una llamada. Al colgar, habló en alemán con el conductor. En ese momento, Kassidy maldijo por no haber pulido un poco más su dominio en el idioma, pero por lo poco que comprendió se trataba de un cambio de planes, uno de los objetivos estaba muerto y algo sobre una cámara. Ninguna de esas frases era más tranquilizadora que la otra. El temor se apoderó de ella a tal grado que las manos le temblaran y porque se considerara una mujer débil, pero esa situación la superaba y se empezaba a complicar cada vez más. Ni en sus peores pesadillas habría imaginado que el separarse de Roger se convertiría en algo tan tormentoso y menos, que incluiría muertes o persecuciones. Todo parecía demasiado irreal, sin embargo, al observar a los corpulentos hombres que las escoltaban y atisbar las armas que portaban, se dio cuenta de que sí estaba ocurriendo y se estaba llevando consi
KassidyLa noche transcurrió en un ir y venir para todos. Acompañadas por el equipo de seguridad regresaron al hospital a hacerle compañía a Mary y esperaban encontrarse a Kilian junto a ella, pero fue a George a quien descubrieron durmiendo profundamente en el sofá de la habitación.Al entrar, sus fuertes ronquidos produjeron risas contenidas en ambas y más aún lo hizo la cara de fastidio que tenía Mary, quien sentada sobre su cama lo observaba con evidente desagrado. El ruido de ellas lo despertó y cuando notó que lo observaban se desperezó y se puso de pie y salió rápidamente sin decir nada.Mary las censuró con la mirada y giró hacia la pared cubriéndose con una sábana dándoles la espalda e ignorándolas por completo. Ellas se vieron entre sí y se encogieron de hombros para luego ir a la sala de espera conscientes de que debía descansar y no necesitaba que llegaran más personas a importunarla, al menos hasta la hora en que le dieran el alta. —¿Lo llamaste? —preguntó Candace con ca
Kassidy no quería abrir los ojos, deseaba que el tiempo no siguiera corriendo o en su defecto, no vivir ese día de manera consciente. Sentía vergüenza y la acobardaba que las personas más cercanas a su vida estuviesen presentes mientras se desplegaba todo aquello, pues sabía que escucharían cosas terribles, cosas que ni siquiera había compartido con Candace.Giró sobre sí misma y no supo si reír o enfadarse. Frente a su cama había un pequeño sofá y en él, Kilian dormido. Se habían quedado conversando hasta la madrugada cuando el entró a preguntar si necesitaba algo y no se dio cuenta del momento en el que se quedó dormida.Se puso de pie y fue hacia él para darle suaves palmadas en el hombro, seguro se despertaría con dolor de cuello al menos, pero no esperaba que la deslumbrara con esa mirada entre tierna y somnolienta con la que lo hizo.—¿Dormiste bien? —dijeron a la vez. Ambos sonrieron.—No supe cuándo me dormí. Supongo que estaba más cansado de lo que pensaba. —Él se puso de pie
KassidyEl juez lo observó detenidamente por un momento que Kassidy consideró demasiado largo, pero luego suspiró antes de preguntar:—¿Eso es todo? —indagó el juez. Al notar que Roger asintió, él imitó su gesto—. Ahora, ¿me puede explicar el origen del hematoma que lleva ella en el cuello?, ¿sabe de su procedencia? Roger se mostró contrariado con aquellos cuestionamientos, intentó responder un par de veces, sin embargo, le fue imposible hilar una simple oración. Abrió y cerró la boca sin poder emitir un sonido hasta que expresó gesticulando exageradamente:—Señoría, sé que no está bien que yo lo diga, pero a Kassidy... Bueno, a mi nena le gusta, ya sabe... Es una mujer ardiente, si sabe a lo que me refiero y en esos momentos, cuando estamos, pues prefiere usar la vio... —Comprendo. Si tiene algo más que añadir, le escuchamos —interrumpió el juez.Kassidy desprendía llamaradas con la mirada. Al observar la negativa del hombre se dirigió a ella:—Señorita Evans, ¿necesita un momento
El móvil no paraba de sonar. Cada notificación en la pantalla le hacía sentir más culpable y arrepentida y para empeorarlo, ninguna le pertenecía a él. Después de unos minutos, el taxi se detuvo frente al edificio de la empresa automotriz y se sintió paralizada. ¿Qué iba a decirle? ¿Sería capaz de admitir ante él que lo necesitaba? La incertidumbre la abrumó. Solía desdeñar a las mujeres que fingían ser incapaces de dar un paso sin apoyo, aquellas que se valían de cuanta argucia tuviesen a su disposición para que un hombre hiciese cualquier cosa por ellas. Sin embargo, en ese momento deseó poseer esa habilidad. Esa, de la cual, no sería necesario aclarar, ni pedir nada, pero a cambio obtendría todo lo que anhelaba a su lado. Ese día no quería ser tan fuerte, ni tan independiente. Solo deseaba que Kilian la abrazara y que con su calor y su voz calmara su tormenta interior. Se sentía defraudada, aunque también una traidora al saber que pudo hacer algo por Roger si hubiese sido más
Kilian Kilian salió optimista de la oficina de una Kassidy perturbada. Por fin su vida, su historia junto a ella estaba dando un giro positivo y al parecer, definitivo. La sombra de Roger Cole hijo ya no existía más y el beso que recibió minutos antes era su luz verde para llevar a cabo sus planes. Josh se encontró con él apoyado en la puerta de la oficina de la que acababa de salir con aquella actitud desenfadada y pletórica que no podía ni quería ocultar ante nadie. El asistente recibió de su parte los datos de uno de sus empleados en el taller, quien le entregaría el juego de llaves de un auto para que Kassidy pudiese movilizarse con libertad mientras el suyo seguía bajo la custodia de la policía después del accidente de Mary. Poco después, Candace recibió su llamada y como esperaba, fascinada, aceptó y dijo que lo apoyaría en lo que le pedía. Después llegó a su floristería favorita para corroborar el pedido del enorme arreglo que había solicitado para la mañana siguiente. Des
Kassidy estaba decidida a disfrutar lo que la vida le ofrecía. Sopesó las palabras de él y se sintió con el valor suficiente de demostrarle lo que significaba para ella. Había llegado el momento con el que soñó por tanto tiempo y pensaba saborear cada instante a su lado. Tomó las llaves de la mano del joven valet y sonriendo, volteó hacia Kilian para decir: —Hoy, guiaré yo y te aseguro que tendrás una gran noche. La promesa que salió de su boca provocó esperanza en el pecho de Kilian. Por fin tenía a su lado a la mujer que por tantos años deseó. Ahora todo cambiaba a su favor. La dicha lo embargó y no pudo contenerse, cuando Kassidy bajaba la acera para ir a la puerta del conductor, él le haló la mano aprisionando su delgado cuerpo entre sus brazos contra su torso, inhalando su delicado aroma a fresas. —Quisiera llevarte siempre dentro de mi pecho, mi dulce luna. —Besó su cabeza y acarició los pocos mechones sueltos de su cabello, deleitándose con aquella sensación de plenitud, de