Capitulo 5. Cuidados.

Capitulo 5.

Cuidados.

Su voz débil y ronca es casi audible ante sus súplicas.

Emmanuel la toma entre sus brazos y la apoya del sofá tratando de despertarla.

— Abre los ojos Rosaura, despierta.— Él intenta dándole palmadas en la mejilla hasta que logra que reaccione.

— No, me lastimes, no me lastimes…— Emmanuel la sujeta fuerte en sus brazos hasta que se calma.

— Contrólate, no me des problemas.— La suelta tomando de la mesa el vaso de agua.— Abre la boca, no te portes como una niña, abre.— Ella le voltea la cara un temblorosa.— No me hagas enojar Rosaura, cuento con poca paciencia, abre.

Emmanuel al notar que se rehúsa la toma de la mandíbula asustándola, lo que la lleva a obedecer a sus órdenes.

— ¿Qué haces?— pregunta débil al notar que la empieza a desvestir.

— Te bajo la fiebre.

Rosaura se conmociona al sentir como empieza a frotarla, su cuerpo cansado duele por los golpes de la fría brisa que la azotaba, su cuerpo arde y no puede evitar quejarse.

— Duele, duele…— Exclama demasiado débil para luchar.

— No puedo bañarte, no cuido niños, tienes que aguantar.

— Emmanuel, me duele, me lastimas.

— ¿Qué quieres que haga? Dime, ¿Cómo pretendes que te baje la fiebre?

Ella llora, al no recibir respuesta, él se levanta muy cansado dejándola sola, su piel se siente como si le fritaran compresas con trozos de vidrio, cada frote duele más que el anterior, su cuerpo se torna rojo, ella no sabe que sentir, intenta moverse, intenta arrastrarse para levantarse lastimando su pie al afincarlo, ella se sujeta del sofá con la visión borrosa, lo busca sin éxito, intenta no temblar mientras camina con dificultad tratando de llegar al baño cuando lo siente sujetar su cuerpo.

— ¿Qué haces?— Pregunta con frialdad, dedicándole una mirada que ella intenta ignorar.

— Tengo sed…— Emmanuel suspira y sin respuesta la toma en sus brazos llevándola de vuelta.

En el camino las gotas de sangre dejan huellas, ella lo mira débil aferrándose a su cuello, lo que le permite notar que él también tiene calentura.

— Tiene fiebre joven, ¿Quiere que le prepare una sopa?

— Lo que quiero es que te quedes quieta, no me causes más problemas, ya dañaste la cura que te hice.

— Lo lamento mucho, yo…— Él la Interrumpe.

— Guarda silencio, no quiero escucharte.

Ella se incomoda y cierra la boca esperando que él regrese. Emmanuel trae para ella un vaso con agua y el botiquín para curar su pie, el dolor empieza de nuevo y ella aprieta el puño aguantando todo lo que puede.

— Vuelve a levantarte y será peor.

Ella lo mira con dolor, tratando de encontrar en él un poco de bondad, sin toda esa expresión fría que la hace sentir una carga.

— Lamento que haya tenido que quedarse aquí y arruinar sus planes.— Sus palabras débiles llenas de nostalgia causan presión en ella.

— No debí volver, si no fueras tan imprudente, todo fuera diferente. Tomate el té.

Están atrapados, esa es la única razón por la cual él permanece con ella, deseando estar con Vanessa.

*

Cautivos, encerrados en lo que ha sido su prisión por meses, después del fallecimiento de Rubén Maglot, todo cambio, la presencia de Rosaura en la gran mansión Maglot se convirtió en una presión constante, tanto para ella, como para Emmanuel, las peleas y discusiones entre Rosaura y su familia no le dieron más salida que buscar un lugar apartado para que ella no fuera más un obstáculo en medio de muchos de sus planes, sin embargo venir a verla con constancia era una rutina que él tomaba, después de todo, es la llave de su banco monetario.

Al morir su padre dejo una cláusula, después de tres años de matrimonio, sino hay heredero, entonces se podrían divorciar y ella debería pasarle sus bienes como corresponde, en ese plazo ya Vanessa debería estar completamente fuera de la vida de su hijo y de esa manera él podría seguir adelante con su legado familiar, sin tener que depender más de Rosaura en el caso de que su matrimonio no funcionará.

*Dos días después.

Las noches han Sido incómodas para ambos, la atención que Emmanuel le dedica a Rosaura es confusa, en el pasado se recuerda sola intentando bajarse la fiebre de un resfriado, ahora lo tiene a él frente a ella intentado que coma de la sopa instantánea que le ha preparado y que a ella a dejado de darle gusto.

— Abre, tomate la sopa.— Ordena impaciente.

— No quiero más.— Responde muy cansada.

— No has comido nada, si no tomas cosas calientes no te vas a levantar de aquí.— Ella lo mira con ternura expresando una pequeña sonrisa que se dibuja en la comisura de sus labios— ¿Qué te causa gracia?— Pregunta con seriedad ante los gestos tiernos que Rosaura expresa.

Mientras que para Rosaura, su expresión hace que ella borre su sonrisa y lo enfoque con más seriedad, intentando incorporarse a su estado de ánimo irritable.

— Su rostro está rojo…—dice curiosa intentando acercarse a él. Al tocarlo ella nota que tiene fiebre, lo que la lleva a tomar el termómetro, lo desinfecta y lo aproxima a los labios de Emmanuel quien nota el gesto un poco fuera de lugar.— Abra la boca.— pide esperando que él ceda a su petición.

— Déjate de tonterías, come.— Rosaura a pesar de su rechazo se aproxima con más detenimiento hacia su encuentro.

— ¿No puede dejar de ser un poco testarudo por un instante y dejarme ayudarlo?

— Déjate de tonterías, no necesito nada de esto, tú en cambio deberías comer, en vez de enfocarte en mí, aún estás demasiado débil para preocuparte por otros, haz caso y tomate la sopa, deja de darme problemas, ya tengo suficiente con estar aquí encerrado contigo, ahora has lo que te digo.

Ella se queda inmóvil en su lugar, siguiéndolo con la mirada mientras él se aleja de ella para continuar en su búsqueda por señal en su móvil. la tormenta aún no se disipa, puede tomar días, incluso, si se terminará ahora, pasaría varios días antes de que puedan salir, lo que la incómoda mucho, no cree poder soportar más su indiferencia mezclada con bondad al intentar cuidar de ella, es confuso. Rosaura ve todo a su alrededor, las gasas con sangre, los envases vacíos de medicina, recipientes con agua, compresas, todo un caos en su casa y no imagina como debe estar la cocina siendo un hombre que jamás a lavado un plato en su vida, su mente da vueltas, está cansada y huele mal, lo que la motiva a levantarse llamando la atención de Emmanuel, quien la nota despojarse de la cobija que la cubre y caminar desnuda frente a él cojeando de dolor.

— ¿A dónde vas?— pregunta sin recibir respuesta.— Rosaura…— La detiene sujetando su brazo.

— Voy al baño, ¿Tampoco puedo ir a tomar una ducha?

— Ya te dije que…— Ella lo Interrumpe.

— Ya se lo que dijiste, lo que dice el internet, pero voy a estar bien, no es que sea algo que importe demasiado.

Ella se suelta de su agarre y camina unos pasos lastimándose el pie que le causa dolor y la lleva a inclinarse.

— ¡Aahs!— su quejido de dolor lo alarma, Emmanuel instintivamente, suelta el celular en la mesa y se aproxima a ella sujetando su brazo derecho y la levanta cargándola de frente, un gesto que la sorprende, ya que se siente inquieta ante la posición en la que está, levanta su mirada enfocando la suya y apoya sus manos sobre el cuello de su esposo quien la sostiene de los muslos de sus piernas, llevándola al baño dónde la ignora dejándola sobre el mesón.

Emmanuel prepara la tina con agua a temperatura y vuelve por ella acomodándola suavemente para que tome un baño.

— No te demores.

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