Capitulo 6. Encerrados.

Capitulo 6.

Encerrados.

Emmanuel sale del baño dejándola con una pequeña chispa de emoción, esa manera en la que la cargo en sus brazos ejecutando su fuerza, la manera en la que la expuso desnuda con cada rodilla a cada costado de sus caderas la hizo sentir inquieta, como la primera vez que estuvieron juntos, no recuerda si tuvo que ver con que él estaba un poco ebrio, o por la manera intensa en la que la hizo suya, lo único en lo que piensa, es en está sensación que él aún causa en ella y creía que había muerto.

Ambos toman una ducha en espacios separados. Al terminar, Rosaura sale del baño colocándose una bata y se incorpora nuevamente en la sala donde nota la ausencia de Emmanuel, lo que la motiva a buscarlo, encontrándolo en la otra habitación, dónde se escucha la regadera. Rosaura aprovechando que él no está presente, se cura el pie y se levanta recogiendo el desastre en el lugar, cambia todo por sábanas limpias y mete a lavar las otras, mientras recoge las muchas cajas de sopa instantánea y lava los platos, mientras se cocina una exquisita pasta italiana que ella prepara para él, sin notarlo parado en la entrada observándola de lejos.

— ¿Qué crees que estás haciendo?— Pregunta asustándola, lo que la hace detenerse de golpe.

— ¡Dios! No lo ví…— se toca el pecho un poco asustada, su corazón se acelera demasiado para un simple susto, algo que la hace marearse un poco intentado tomar aire.

— ¿Qué te pasa?— Pregunta Emmanuel al notar que se presiona el pecho temblorosa.

— Nada, es…estoy bien…— Responde logrando calmar su ritmo cardíaco que se a elevado demasiado está vez, por un instante la hizo pensar que le podría dar un infarto, ¿Cómo un simple susto podría ocasionar tal conmoción?— Le preparo algo de comer, se que esta cansado de comer sopa instantánea, su pasta favorita lo animará.— Ella toma con la cucharilla un poco de salsa roja y se acerca a él.— ¿Le gustaría probarla?— Ella lo mira con esos hermosos ojos color avellana, llenos de muchas pestañas que forman una tierna mirada que ella solo le dedica a él.— por favor.— dice al notar que no se interesa, logrando que abra la boca y la pruebe.— ¿Y bien? ¿Le gusta?— Emmanuel la mira en silencio por un instante y asiente sin más.— Me alegra que le guste.— Ella le expresa una pequeña sonrisa tocando su cuello para ver si tiene fiebre.— Estará lista en unos minutos, tome asiento.

Rosaura le da la espalda caminando con dificultad de vuelta a sacar la pasta de la olla para empezar a servir. Ella lo atiende como de costumbre, comen juntos está vez, el silencio se apodera de ambos, la lluvia afuera intensifica el frío, ambos vuelven a juntarse frente a la chimenea, dónde él se acomoda, quedándose dormido tiempo después, lo que le da una oportunidad a Rosaura de observarlo dormir, está es una de sus partes favoritas, disfrutar de tener su compañía, ella lo cuida está vez, así como él lo hizo con ella, Emmanuel empieza a sudar frío ante la fiebre que ataca su cuerpo, llevándola a buscar las compresas para él, ella desbotona su camisa e intenta ponerle las compresas siendo detenida por Emmanuel, quien sujeta su mano derecha con fuerza asustándola por su fuerte agarre.

— ¿Qué estás haciendo?— pregunta soñoliento ardiendo en fiebre.

— Yo…yo solo intento ayudarte, déjame ayudarte, temo por usted por favor.

— ¿Quieres ayudarme? Bien…— La toma de las caderas y del muslo de su pierna derecha subiéndola sobre su regazo, descubriendo su pecho con su mano derecha para atar su seno izquierdo expuesto ante él con un intenso lamido, seguido de un ligero mordisco deslizando sus dientes por su débil pezón color marrón que chupa sacándole un intenso jadeo.

— Emmanuel…¡Aahs!

Rosaura cierra los ojos por un segundo sumergida en esa sensación que recorre su cuerpo, su lengua tibia más de lo normal recorre su seno izquierdo con intensidad, haciéndola estremecer.

Emmanuel la sostiene de mbas manos apoyándolas contra su espalda y la acorrálala pasando lameniendo y chupando ambos senos continuamente sin deternerse, como un dulce exquisito que él disfruta ansioso. Un despliegue de su lengua de un lado al otro hasta que se desliza hacia su cuello llegando a su boca que toma con un intenso beso mientras sujeta los muslos de sus piernas acomodándola debajo de él de un solo movimiento que la asusta.

— ¿Está seguro que no desea su medicina?— Pregunta agitada sintiendo como él ataca su cuello bajando en cortos besos a sus senos.

— ¿Crees que ahora quiero medicina?

Rosaura no tiene oportunidad de responder, sus palabras quedan atoradas en su garganta, debido al intenso supiro ahogado que expulsa al sentirlo entre sus piernas. Es una sensación que no había experimentado antes y que la envuelve tan excitante, llena de una adrenalina ante los agarres de su esposo en sus muslos que le impiden moverse. La vena de su frente aparece, está roja y los gemidos que emite son indescriptibles, no puede controlarse, suplica que paré casi en zollosos, mientras se estremece con las piernas temblorosa aclamandolo dentro de ella.

— Emmanuel, ¡Oh Dios!— Rosaura arquea su columna sintiendo una ráfaga de emociones que no puede describir y que aumentan al sentirlo hundirse de golpe.— ¡Aaahs! ¡Oh Dios!— Su mirada delirante lo enfoca sobre ella, ni siquiera se dió cuenta cuando se despojo de su ropa, simplemente está completamente desnudo frente a ella, causando emociones como nunca antes.

La hace sentir pequeña, la sostiene de ambas manos con su mano izquierda, apoyándola sobre su cabeza, mientras que con la mano derecha la toma del abdomen, embistiéndola con movimientos constantes que la tienen sujeta a un frenesí de deseo.

— ¿Cómo puedes estar aún tan apretada? No te había sentido así antes.

— Solo me entrego a tí, no tengo, ni deseo a otro hombre dentro de mí.— Responde débil frunciendo el ceño mientras enfoca su dulce mirada en él.

— ¿Qué tanto lo deseas?

— Mucho. Por favor no te detengas.

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