Observo el plano y los detalles saltan a simple vista, muerdo mi labio tratando de buscar las palabras adecuadas para explicarle a Mariano sus errores y que esto no termine mal.
— Cariño. — lo llamo con un leve temblor en mi voz, y trago grueso cuando este gira y clava sus ojos en mí.
— Odio cuando me llamas cariño. — refuta al tiempo que con pasos lentos llega a mi lado. — Porque solo me llamas así cuando crees que eres más lista que yo. — un impulso casi dormido en mí me incita a gritarle que no pienso que soy más inteligente que él, lo soy, si ese no fuera el caso, mi querido esposo no me pediría que revise sus planos antes de entregarlos.
— Eso no es así… — comienzo a decir al recordar que mi valentía solo me provoca dolor.
— Claro que no, tu eres una estúpida, un ser inservible, que para lo único que sirve es para cuidar a los niños, a no, espera, tampoco sirves para eso ¿verdad? — mis ojos pican ante sus dichos, el dolor tan conocido llega a mi pecho, y hago mis ejercicios de respiración.
— Mariano, lo acabas de decir, no sirvo para nada, no se porque confías en mi para revisar los planos… — antes de poder decir nada más, su mano aferrando mi cabello y jalando de él me silencia, aunque quisiera gritar por el dolor, se que los niños están en la sala, a escasos metros de la oficina de su padre, no quiero que vean esto, nunca.
— No confió en ti, estúpida inservible, solo trato de ser amable, hacerte participe de mi éxito, pero… ¿Qué puedo esperar de ti? — el golpe seco de mis rodillas al chocar con el piso cuando me lanza se mezcla con los débiles toques de la puerta.
— ¿Mamá? ¿mamá estas ocupada? — Mariano me ve como si fuera excremento embarrado en sus zapatos y yo solo trato de que mi voz suene lo más calma posible.
— Sí, Delfina, estoy ocupada, tu padre me pidió mi opinión con unos planos, ¿sucede algo hija?
— Nada, solo que estos demonios están peleando nuevamente. — veo a mi hija palidecer, cuando su padre abre la puerta y me apresuro a llegar a su lado.
— Pues ocúpate, ya oíste a tu madre esta ocupada. — Delfi, me ve con preocupación y trato de acomodar mi cabello, estoy segura de que es un desastre.
— Hija, iré en un momento…
— No hay problema mamá, yo me ocupo.
Esta es mi vida, ¿era lo que deseaba? No, claro que no, pero es lo que mis malas elecciones me dieron de premio, aunque no puedo renegar de mis hijos.
Cuando Mariano se marcha al trabajo, mis hijos al colegio, y obtengo esos diez minutos de paz, luego de limpiar y ordenar todo, es cuando al fin puedo verlo, seguir sus pasos como una m*****a acosadora, Mateo Zabet, es el nombre que coloco en el buscador, y toda su información aparece frente a mí, sus grandes logros, no me sorprenden, Mateo siempre fue muy inteligente, y decidido, hubo un tiempo donde soñábamos juntos, donde yo estaba a su altura…
— ¿Quién es ese hombre? — el corazón casi se sale de mi pecho, al escuchar a mi hija mayor.
— ¿Qué haces aquí? ¿Qué hora es? Dios se me hizo tarde para comenzar con la cena…
— Mamá, ¿quién es él? — mi adorable adolescente me quita el móvil y mis manos sudan.
— ÉL… él es Mateo Zabet. — no pienso mentirle a mi hija, después de todo no hice nada malo, nunca. — Era mi mejor amigo, lo conocí en la Universidad, él revisaba mis planos y yo los suyos, se podría decir que competíamos entre nosotros, siempre supe que llegaría lejos. — informo viendo por un segundo más su foto, para luego quitarle el móvil a Delfina y borrar el historial de búsqueda, lo que menos deseo es no pasar la revisión diaria de Mariano.
— Es un Zabet mamá, claro que llegaría lejos, ellos son multimillonarios, su padre es el señor Amir Zabet, ex dueño de Diamnons.
— El hecho de que Mateo naciera en una buena familia no le quita merito a sus triunfos Delfina, no te permito que hables de esa forma de él, tu no lo conoces, yo sí, lo vi quemar sus pestañas para ser el mejor, para demostrar que él podía por si mismo sin recurrir a la fortuna de su familia. — el maldito instinto de defender a mi amigo sale a flote, haciéndome recordar cuando lo defendía de esos pusilánimes de la universidad.
—... Es la primera vez que defiendes a alguien que no seamos nosotros con tanta energía. — mis mejillas enrojecen y una pequeña sonrisa aparece en mi rostro.
— Lo conozco, o, mejor dicho, lo conocía, veía su soledad, y él… siempre fue un buen amigo.
— ¿Te enamoraste de él? — los ojos de mi hija brillan curiosos y decido ser honesta, pues lo dije y lo repito, nunca hice nada malo.
— Era imposible no enamorarse de Mateo Zabet, imagina si es guapo ahora, lo que era de adolescente, pero siempre conocí mi lugar. — creo que en esta vida no hay nada peor que cargar con el quizás o tal vez, pero no lo hice en ese entonces, ya no puedo hacer nada, deje ir la oportunidad de decirle a ese hombre cuanto lo amaba, por cobarde y estúpida.
— ¿Cómo que tu lugar?
— Tu padre fue mi primer novio, lo sabes, cuando conocí a Mateo, yo ya estaba con tu papá y él… era el más cotizado por todas, su amistad fue lo más que pude desear y con eso me conformo, una inútil como yo jamás estará al nivel de alguien como él. Ahora dime ¿Cómo sabes quien es su padre? — me da un poco de vergüenza reconocer que solo ahora, yo también se esa información, aunque siempre supe que Mateo era millonario, nunca indagué en su familia, más de lo que él me decía.
— Lo estudiamos en el colegio, la familia más rica del continente, luego de los Bach, ¿sabes que sus hermanas están casadas con mafiosos?
Mi dulce adolescente pasa horas contándome los mejores chismes de la familia de mi amor platónico, hasta que comienza con sus desvaríos y suelta una locura.
— Termina la universidad, pídele a tu amigo un empleo y la pagas con eso.
— ¿A quién? ¿de qué? — mi adolescente habla con demasiado rapidez como para que le siga la charla.
— A tu amigo, puedes terminar tu carrera a distancia y pedirle empleo a Mateo Zabet, su empresa principal no queda muy lejos, solo un par de horas en automóvil, yo podría ayudarte con los niños…
— Delfina, él no podrá darme empleo, nunca me gradué ¿lo recuerdas? No creo que en su empresa requieran a alguien como yo, una inútil…
— Mamá, le corriges los planos a Mariano.
— No llames por su nombre a tu padre. — Delfi deja salir un bufido, ella a diferencia de mis demás niños si ha visto a su padre golpearme.
— Lo que sea, tú eres lista, inteligente, tu…
Las palabras de mi hija me llenan de un valor que jamás creí tener, me recuerda que tan lista y útil puedo ser, y es cuando me atrevo a desear algo para mí.
Me esfuerzo por hacer una cena digna de dioses, les pido a mis pequeños que se comporten como cuando sus abuelos vienen de visita y a Dios le encomiendo mis plegarias, mientras sirvo la cena bajo la atenta mirada de Mariano.
— Mariano, hoy estuve pensando… — las carcajadas de mi esposo provocan que aferré los cubiertos con mayor fuerza.
— Eso es nuevo ¿verdad Emilia? Tu madre puede pensar. — mi niña quita sus ojos de su cena y lo ve empática.
— Mamá es más lista que la tonta que tienes de secretaria. — suelta de la nada Delfina y comienzo a sudar.
— Mira jovencita…
— Cariño. —llamo su atención y me alivio de obtenerla, aunque creo que mi plan se fue por un caño.
— Mejor dime que m****a quieres Elizabeth, me toca las bolas que des tanto rodeo para decir m****a. — los ojos de mis hijos sobre mi me hacen hiperventilar, muerdo mis labios para retener las lagrimas y mostrar una estúpida sonrisa.
— Te quería preguntar si podría inscribirme en la universidad, para terminar… — el golpe que da en la mesa me hace pegar un brinco, mientras Delfina se pone de pie y sale del comedor.
— No, sabes que el dinero que tenemos es para la universidad de Delfina, pero como veo que te sobra el tiempo como para querer desperdiciarlo en estudiar a tu edad, sabiendo muy bien que eso ya es inútil, y que mi hija se cree muy adulta para intervenir en nuestros asuntos… será mejor que busques empleo y que Delfina se encargue de sus hermanos cuando salgan del colegio. — el silencio se esparce por un largo tiempo, es como si mi estúpido cerebro no quisiera comprender lo que acaba de decir.
— Cariño… Delfina no tiene porque cuidar a sus hermanos, son nuestra responsabilidad, no la de ella, y ¿Qué tipo de empleo puedo aspirar cuando solo fui un año a la universidad…?
— Primero que los niños son tu responsabilidad, no la mía y lo sabes, segundo si te digo que ella se ocupe lo debe hacer, a no ser que quiera que la coloque en su lugar como lo hago contigo. — Tiara deja caer un vaso de agua y por un segundo creo que ella sabe de los golpes.
— Lo siento, manos de manteca es mi segundo nombre. — bromea como siempre lo que hace que me quede tranquila, no necesito que mis hijos sepan cosas que no se pueden cambiar.
— Es verdad, tú eres mi princesa manos de manteca. — mi hija sonríe cómplice a su padre, dejándome en claro que él es un buen padre, no como yo. — Y en cuanto a lo otro, Elizabeth, trabaja trapeando baños, quizás así Delfina comprenda lo que le espera si no levanta sus notas, ser una inútil como tú, que solo puede aspirar a un empleo de limpieza.
Mateo:Gracias al cristal que remplaza la pared frontal de mi oficina, puedo ver todo lo que pasa en este sector, aunque no son muchos los empleados que comparten mi piso, a decir verdad, tampoco me interesa lo que ellos hacen, solo una persona es el centro de mi mundo, siempre lo fue, la había perdido, me la habían arrebatado y yo solo lo permití, pero el tiempo y la suerte la puso nuevamente frente a mí y yo me encargué de mantenerla allí, a solo unos metros de distancia.Observó cómo sus labios atrapan la punta de la pluma, y mi pene crece de solo imaginarla haciendo con él lo que hace con esa bendita pluma, como a veces la aleja de sus labios, pero aun así su lengua la sigue tocando, me remuevo en el sillón, y no puedo evitar que un suspiro pesado salga de mí, ¿Cuántas noches la imagine dormida a mi lado? ¿Cuántos años desperdicie buscando a una mujer con su mismo color de cabello, sus mismos ojos? ¿y para qué? Todo fue inútil, porque ella es única.Mis ojos bajan para apreciar su
Mateo:Suspiro una vez más, odio esta sensación, el vacío en el que se ha convertido mi vida.— No deberías sentirte culpable Maca, fui yo quien se equivocó, te obligue a estar conmigo, me aproveche de tu necesidad, quise llenar un vacío en mí y termine haciendo un lio aun mayor, además que te quise obligar a abortar y mejor dejo de hablar o patearas mi culo. — veo asombro en su mirada, creó que nunca me sincere tanto con ella y es que ¿cómo hacerlo? lo reconozco, me cuesta disculparme, me cuesta asumir mis errores y Macarena es el mayor error en mi vida, decido correr mi vista de su escrutinio y es cuando veo a Elizabeth morder su labio, nos está viendo, está ansiosa, pero ¿por qué? ¿Qué le preocupa? Si tan solo pudiera volver el tiempo atrás y no perderla de vista, si tan solo pudiera estar con ella y ser amado, quizás el dolor y peso en mi pecho no sería tal.— Estas llorando. — el asombro de Maca me hace girar y al tocar mi mejilla descubro que es así, tengo una puta lagrima corri
Las lagrimas se acumulan en mis ojos, y mi mano se aferra con fuerza al móvil y solo escucho a quien me tendría que apoyar, reclamarme que tan estúpida soy.— ¿Me estas escuchando hija? — la voz molesta de mi madre me recuerda a esas tardes que de niña jalaba mis cabellos cuando la desobedecía.— Si mamá, te escucho, pero…— Tu tiempo ya paso, ya no eres joven, Mariano tiene razón, ¿de qué te serviría ahora un diploma? Solo para limpiarte el trasero, solo para eso, si tu esposo te pide que busques un empleo por algo es, seguro que la economía está mal, dime ¿Qué estupidez has hecho?— Nada mamá, Mariano es quien lleva las finanzas y lo sabes, yo no toco dinero alguno, tú sabes que él me controla…— Te controla porque tu siempre desperdicias el dinero en cosas in
Mateo:— ¿Baltazar? — lo estoy viendo y aun así no puedo evitar que su nombre salga como una pregunta.— Hola Mateo. — sí, me llama por mi nombre, aunque siempre lo hace con desprecio, menos ahora, algo que me altera en lugar de alegrarme.— ¿Estas bien? — sus ojos brillan y esquiva mi mirada.— Sí, solo… queria saber si puedo quedarme contigo una temporada. — mi corazón late deprisa, en estos 18 años nunca paso una noche conmigo, ¿qué digo? Ni siquiera paso una hora a mi lado por voluntad propia desde que supo que era su padre biológico.— Puedes quedarte el tiempo que quieras. — respondo casi con indiferencia y pasando por su lado, dije que era una persona fría, pero no con los que quiero, solo que sé que mi hijo es igual a mí, no nos gusta que nos vean con pena, mucho menos la
Baltazar.Camino sin sentido por la ciudad, escapando no solo de mi madre y sus preguntas, también estoy tratando de escapar de mí mismo, y es muy difícil.¿Cómo fui tan estúpido? ¿Cómo puede ser que el amor te haga caer de esta forma? Soy un asesino, soy el mejor, el que heredo el arma del gran Matt y de Hades, esa que lleva la guadaña en su mango tallada en oro, esa que representa que soy un Ángel de la muerte, soy el Shofar, soy el que te manda a otro mundo con un solo disparo, soy quien debía vengar a sus abuelos… aunque mis abuelos biológicos están vivos aun, es raro, es incómodo, es tedioso, saber que fuiste el producto de un chantaje, que tu padre biológico no solo abuso de tu madre, obligándola a dormir con él a cambio del dinero que necesitaba para poder operar a mi hermana Alma, y luego… el muy hijo de puta queria que abortara, saber que tu padre no te queria es horrible, pero peor es saber que ese hombre al que siempre viste como tu tío favorito, ese que te conocía con solo
Baltazar.Gabriel es de esas personas incondicionales, loco, menso, pero quizás tiene más corazón que Alma y yo, salto las altas rejas, y dejo salir un bufido al reparar en lo idiota que es Mateo Zabet, este lugar carece de seguridad, y solo me basta con tocar la puerta para comprender que ni personal de servicio tiene y no es malo, claro que al poseer una mansión se debe sentir… una gran soledad, Dios, si solo con ver desde aquí en vez de que el lugar te invite a hospedarte, parece una casa fantasmal, de esas donde la soledad te ahoga y mata lentamente… es como si quisiera morir, no solo de soledad, el hecho de que no tenga seguridad que cuide su sueño me deja en claro que no le interesa mantenerse a salvo, ¿Por qué? Es inteligente, eso es algo que jamás podrán negar de él, y por lo que se solo ha matado una sola vez y fue para rescatar a mi madre cuando la secuestraron,
Mateo:Siento un hormigueo en mis manos, brazos y por supuesto pecho, todo el camino fue así, en un completo silencio, pero cómodo, muy cómodo, la ansiedad de saber que la mujer que amo con locura y porque no, la que me ha producido una obsesión y dependencia a disminuido y solo se debe a que mi hijo, me ha abrazado, luego de 8 años, este abrazo fue diferentes, sus manos ya no son pequeñas, y a quien abrazo no fue a “su tío Mateo” aunque si debo ser honesto, creo que fui yo quien lo abrazo primero, pero me agrada como jamás imagine el saber que no me rechazo.— ¿Los llevaras a la mansión? — su voz es tranquila, cubierta de una capa de me importa una mierda, cuando sé que no es así.— Supongo. — mis nervios regresan, no solo por saber de Elizabeth, también por sus hijos, los conozco, de una u otra forma
Baltazar:Veo a la joven frente a mí, es linda, antipática, trata de simular ser paciente, pero no le sale, veo su rostro sin perder detalle, mientras mis labios se estiran en una perfecta y falsa sonrisa, pequeña ratita, ¿Qué es lo que ocultas? Su ropa a diferencia de la de sus hermanos no es un pijama, ¿Quién tiene tiempo de vestirse en medio de un incendio?, además, los niños tienen sus caras llenas de hollín, solo los surcos que dejaron las lágrimas y mocos están marcados, en cambio ella…— ¿Qué tanto me ves? ¿te gusto? — dice con molestia, algo que me hace carcajear.— No pequeña, a mí me gustan los pelirrojos, ya sean hombres o mujeres, las castañas, no son mi tipo. — su boca se abre demostrando el escándalo que pasa por su mente y la pequeña a su lado ríe como