Cuando subimos las escaleras, él solo me baja cuando me sienta en el sofá y se arrodilla en el suelo frente a mí para que nuestras miradas estuvieran niveladas. Toma mi rostro entre sus manos y me besa profundamente de nuevo, esta vez más lento y más intencionalmente que el que me dio abajo frente a la manada. Las chispas de nuestro vínculo de pareja me reconfortan más de lo que lo han hecho en mucho tiempo. Dejo que la sensación me invada, sintiendo sus manos cálidas y reconfortantes contra mi piel. Cuando siento una lágrima húmeda en mi mejilla, retrocedo un poco. Puedo sentir emociones poderosas que vienen de él: tristeza, miedo y arrepentimiento.

“¿Bronx?”. Le limpio la lágrima de su rostro. “¿Qué sucede, Cariño?”.

“Kas, cuando recibí la llamada que me decía que esa mujer estaba en el pueblo, me preocupé de no volver a verte nunca más. So-solo sabía que tenía que ponerte a salvo. Todos estos terribles pensamientos comenzaron a correr por mi mente. Y luego, cuando hablé contigo po