Punto de vista de Bronx.“Vamos, hombre. Ha pasado un mes. Estamos hartos de esta mierda. Si esta es tu orden, si esto es realmente lo que quieres, entonces sé un puto hombre y ven al calabozo para que puedas ver lo que hiciste, maldita sea”. Los ojos grises como el acero de Milo se clavan en mí. “Como dijiste, ya no te importa una mierda, así que demuéstralo. Ven a ver lo que estás haciendo”. “Cuida tu tono, Milo”. Me pongo de pie, gruñéndole. “Mira, Bronx, puedes venir con nosotros ahora mismo o puedes buscarle a Río Sangriento otro Beta. Tengo suficientes manadas que ya han dicho que me darían asilo. Al diablo con ser un Beta. Tomaré un trabajo como guardia de la verja principal y me daré por bien servido. Recogeré mis cosas, me llevaré a Codi y me iré hoy mismo si es así como realmente quieres que termine esto. Tú eliges”. Él se cruza de brazos y me mira fijamente. Detrás de él, Reggie tiene las manos en las caderas, mirando al suelo. “¿Qué hay de ti, Reggie? Estás terrible
“¿Está embarazada?”, le pregunto en voz alta a nadie en particular. “Gemelos”, dice Reggie inexpresivamente. “Basándonos en lo grande que está y comparándola con el embarazo de Musu, creemos que va a dar a luz pronto. Como no ha comido, básicamente sus bebés están utilizando su cuerpo para nutrirse. A falta de un mejor término, se la están comiendo viva”, dice Milo mientras le acaricia la mejilla con la mano. Se sienta sobre sus talones y la mira con lágrimas en los ojos. “No sabemos qué le ha ocurrido a Lex. Ya lleva más de tres semanas sin poder sanarla”. “¿Qué ha dicho el doctor?”. Trago con fuerza. Planto los pies en el suelo con miedo a moverme. “Has dicho que nada de putos doctores”, me suelta Reggie entre dientes apretados. “¿O es que se te ha olvidado?”. “¡MIRA LO QUE LE HAS HECHO, HIJO DE PERRA!”. Las primeras palabras de Saint en semanas son pura rabia contra mí. Trata de salir con sus garras para tomar el control y llegar a Kas, pues todavía es protector de ella. D
Punto de vista de Kas.Me siento frente a él, aunque no sabe que estoy ahí. Tengo miedo de que si miro hacia otro lado, no vuelva a verlo. El hocico negro de Elexis empuja bajo mi codo para que la rodee con mi brazo mientras se sienta a mi lado. Me dejo apoyar fuertemente contra ella mientras vemos a nuestra pareja darse cuenta de que mi espíritu ha abandonado mi cuerpo. “Él ha roto el vínculo de pareja, Kas. Los viajes de nuestros espíritus han terminado”, dice Lex en voz baja. “No hay más vidas para nosotras”. “Lo entiendo”. Asiento lentamente mientras paso mis dedos por su sedoso pelaje de ónix. “Lex, a pesar de todo, lo perdono. Estoy segura de que parece tonto, pero no tengo el deseo de aferrarme al odio o a la malicia cuando vaya al otro mundo. Así que lo perdono”. “Por supuesto que lo haces. Tienes un buen corazón, Kas. Sé lo mucho que le has amado a lo largo de los siglos”. “He aceptado mi destino y he muerto sabiendo que hice todo lo que podía hacer para salvar a mis
El olor a agujas de pino y lavanda invade la habitación. Mantengo los ojos cerrados y oculto mi sonrisa mientras las risas se acercan. “¿Mami? ¿Estás despierta?”, susurra con fuerza la vocecita de Maya. Puedo sentir su peso subiendo a la cama. “Shhh, Maya, mami puede dormir, porque es su pumpleaños”. Andreas se ríe mientras también se sube a la cama. Me doy la vuelta y finjo bostezar con un gran gruñido. Luego estiro los brazos para agarrarlos a los dos y traerlos hacia mí. Sus grititos de felicidad me llenan el corazón de alegría. “Hola, queridos”. Los aprieto con fuerza entre mis brazos. “¡Mami, feliz pumpleaños!”, dice Andreas con alegría y me da un beso húmedo en la mejilla. “Mami, la tía Delilah me ha dicho que ha hecho un pastel para ti”, dice Maya con sus grandes ojos grises. Se tumba en mis brazos y juega con mi cabello blanco. Esboza una pequeña sonrisa traviesa. “Creo que ha hecho chocolate”.“Oh, lo hizo, ¿verdad?”. Le devuelvo la sonrisa. Los gemelos hablan co
Me siento en el borde de la cama en la habitación silenciosa. Así que esto es lo que se siente tener veinticinco años. Me pregunto si tener ciento veinticinco se sentirán igual de bien. ¿Y qué tal doscientos veinticinco? Me río para mis adentros ante el pensamiento mientras me dirijo al baño. Me miro en el espejo y me paso un cepillo por mi cabello blanco. No ha vuelto el cabello gris brillante que me creció hace cuatro años y medio. Examino el espejo más de cerca. Parece que hay algunas pinceladas más de color violeta en el gris claro de mis iris, pero tal vez solo sea yo teniendo esperanzas. Sigo sin tener ninguna otra habilidad además de la de transformarme y enlazar mentalmente a otros miembros de la manada. Me echo agua en el rostro y me cepillo los dientes. Ya habrá tiempo de ducharme más tarde, antes de la fiesta del solsticio de verano y de la corrida de la manada. Recojo algunos juguetes que han entrado en el armario y encuentro un vestido de verano azul oscuro para ponerm
La mayoría de la gente ni siquiera recuerda que la casa de la manada tiene un calabozo, pero yo sí lo hago. Tengo una pequeña habitación en la parte de atrás que solía ser una celda de confinamiento solitario. Huele a orina vieja, vómito y sangre. Uno se acostumbra. Tengo un catre y una manta vieja y andrajosa para mantenerme caliente. Incluso encontré una lámpara en la basura. Todavía funciona, así que tengo luz para hacer mi tarea. Hogar dulce hogar y esas cosas, ¿no? Digo, al menos no soy una salvaje. Ah, sí, debería presentarme. Mi nombre es Iokaste Latmus, pero todos me llaman Kas. Nadie me llama Iokaste, excepto mis profesores el primer día de clases. Soy una mujer lobo de la manada Luna Plateada. Como soy huérfana, no estoy completamente segura de cuántos años tengo, pero estoy bastante segura de que tengo dieciséis. Además, soy una Omega, lo que significa que soy una sirviente. Mi trabajo es preparar las comidas para los hombres lobo que viven en la casa de la manada. Entre p
Noto a la enfermera mirándome fijamente. Cuando se da cuenta de que la atrapé, sus ojos se desvían. ¿Qué le pasa? Qué maleducada, señora. “Le daré algo de privacidad”, dice ella. “Puede ir al baño y lavarse. Solo llévese ese poste con la solución intravenosa. Hay pantalones cortos y ropa interior limpia en la bolsa. Debe llevar puesta la bata del hospital hasta que le sane la espalda. ¿De acuerdo?". "Sí, señora. Gracias, Diane", digo, a lo que ella asiente y sale de la habitación. Es la primera vez en mi vida que una persona ha sido amable conmigo. Digo, creo que es parte de su trabajo, pero igual cuenta. Todo lo que he recibido hasta ahora son insultos, castigo físico y trabajo duro. Nunca amabilidad, nunca amor. Siento que puedo confiar en el doctor, pero todavía desconfío de la enfermera Diane. La forma en que me miró hace un momento me incomoda. Tomo la bolsa de lona y voy al baño. Evito mirarme al espejo. No estoy segura de estar lista para ver el daño en mi cara. Todo en
Escucho los pasos del Alfa Graham irse por el pasillo mientras abandona el calabozo. Ryan aprieta su agarre en mi cuello, extendiendo sus garras de lobo, lo cual me hace gritar. Tan pronto como la puerta se cierra, Ryan suelta mi cuello y se arrodilla frente a mí. Su rostro está contorsionado por la ira. Sus ojos parpadean en negro cuando su lobo, Dagger, toma el control. Me agarra por los hombros, me sacude bruscamente y dice: "¿Qué demonios hiciste para que se enojara tanto?". ¿Por qué no me golpea como le dijo a Alfa Graham que lo haría? Todo mi cuerpo se entumece, y evito el contacto visual con él. Estoy temblando tanto que ya ni siquiera puedo hablar. La idea de que dos personas me golpeen con regularidad durante el resto de mi vida... Esto tiene que ser una locura. ¿No? ¿Cómo puede la Diosa permitir que esto suceda? Quiero morir. No exagero, no estoy siendo melodramática. Por favor, Diosa, no dejes que esto suceda. Solo déjame morir. Tiemblo tanto que caigo de rodillas. E