Al día siguiente Alba solicitó salir temprano de su empleo para esperar a que Santiago dejara a Alex en el apartamento como todos los días lo hacía.
Llegó corriendo con varias bolsas del supermercado y enseguida se puso a preparar la cena. Mientras en el horno se alistaba la lasaña, la joven corrió a bañarse. Cuando salió de la ducha miró sobre la cama el fino conjunto de lencería negro, que compró antes de pasar al súper. Dudó en colocárselo, pero recordó las palabras de María Paz, entonces se lo puso, y luego humectó su cuerpo con su crema favorita, enseguida enfundó su figura en un vestido de gasa en color turquesa sin manga y de corte recto.
Mientras esperaba que su cabello se secará fue a revisar la cena, entonces minutos después con todo listo, caminaba de un lado a otro por el f
Después de varios minutos, la cerradura del departamento sonó. Santiago inhaló profundo. Alba se sobresaltó al momento que abrió la puerta y encontró las luces encendidas. Alex al ver a Santiago corrió a los brazos de su padre. —¡Papi! —exclamó con la mirada iluminada. Los latidos del corazón de Alba aceleraron su ritmo al observarlo; frunció el ceño sin entender cómo estaba en su apartamento. —Santiago ¿qué haces aquí? —preguntó Alba, enarcando una de sus cejas. Él se llevó las manos a la cabeza. Ella lo conocía bien, sabía que ese gesto denotaba nerviosismo. —Discúlpame por haber ingresado sin tu permiso. —Se disculpó mirándola a los ojos con ternura—, no quiero que pienses mal, ni malinterpretes las cosas, mi presencia es necesaria. La forma en la que Santiago la observó estremeció cada poro de la p
En algún lugar del mundo. Las azules aguas del Mar Caribe golpeaban la playa. Él caminaba descalzo sintiendo la cálida arena hacerle cosquillas en sus pies. De pronto ante sus ojos una imagen celestial apareció: Una bella chica de delicada figura, de piel trigueña jugueteaba con las olas, la brisa agitaba su larga y brillante cabellera negra. Ella no advirtió que esos ojos celestes la admiraban, entonces la mirada de él no la perdía de vista, la vio irse adentrando al mar, pero minutos después la joven desapareció. Enseguida corrió hasta el lugar y miró cómo ella agitaba sus manos intentando vencer la fuerza de las olas, pero el mar parecía querer tragarla con voracidad. Sin pérdida de tiempo, él se lanzó al agua, y nadó hacia la chica, la rescató, pero cuando la sacó y la recostó en la tibia playa, la joven no reaccionaba, asustado y agitado, le dio respiración boca a boca, ella tosió un par d
Las palabras de Santiago conmovieron a Alba hasta la médula, sin embargo, no podía articular una sola frase, necesitaba poner en claro sus ideas, y encontrar el momento adecuado para confesar lo que sentía, esa noche habían sido demasiado emociones juntas.—Agradezco tu sinceridad y tus buenos deseos. —Cruzó sus manos con nerviosismo, respiró profundo.—Espero que seas feliz con él. Te deseo lo mejor. —Suspiró sintiendo un vacío en su interior—, siempre en todos años le pedí a Dios por ti, que donde quiera que te encontrarás estuvieras bien, y que, si tenías un nuevo amor, esa persona te amara y valorara como yo no lo hice. —Santiago sentía que su corazón se iba muriendo lento, trataba de encontrar el valor para enfrentar la cruel realidad.«¡Alguna vez sabr&aa
New- York- Usa.La señora María Teresa había reposado con tranquilidad luego de su viaje, como era su costumbre se levantó temprano y empezó a preparar el desayuno: arepas, con chocolate caliente.Entre tanto en la habitación de Alba, Santiago llevó sus manos a su cuello, lo inclinó de un lado a otro, casi no había podido dormir, el sillón era muy incómodo para él, eso sumado al insomnio que le generó lo sucedido con antelación. Se puso de pie, la espalda le dolía, el cuello lo tenía tenso, ladeaba su casa.Alba advirtió eso.—Eso te pasa por necio —reprochó viéndolo a los ojos—; yo no tengo problema de dormir en el sillón.Él dirigió su enrojecida y triste mirada a ella, no dijo nada al respecto.
Manizales-Colombia. María Paz realizaba un recorrido con las recolectoras de más experiencia en la hacienda, ellas le iban explicando las fechas de cosecha y el proceso de recolección del grano, luego de una larga caminata, se sentaron a descansar en las terrazas del cuartel de trabajadores. —Ya son las doce Eulalia, por favor que les lleven el almuerzo a todos los recolectores —ordenó la señora. Y se dirigió de regreso a su casa, mientras caminaba por los senderos varios niños salieron corriendo de en medio de las plantaciones, se pararon de golpe y a coro la saludaron. —Buenas tardes, patrona. María Paz los miró pensativa. —¿Y ustedes jovencitos por qué están por aquí? — cuestionó observando a cada uno—. Deberían estar estudiando —los regañó. —Doñita no se enoje, pues, vea lo que acontece es que nuestros papás van de finca en finca y
Horas más tarde. Alba arribó al banco donde Santiago, laboraba, por pedido de Isabela, fue a dejar unos documentos, cuando tomó el ascensor junto a ella subió una mujer que le llamó la atención por su elegancia y belleza. Al llegar al piso cuarenta la distinguida dama salió del ascensor al igual que Alba, caminando a pasos firmes se dirigió hacia la secretaria de Santy. —Buenos días, tengo una cita con el economista Vidal —informó la mujer que llevaba un vestido azul marino entallado a su espectacular figura, la chica era alta, pero con esos zapatos de tacón de aguja se veía más estilizada. —¿Quién lo busca? —averiguó la asistente. —Fabiola Robinson —habló la mujer, en ese momento Santiago, salió de su oficina. —Economista, la señorita lo solicita —indicó la secretaria. —Fabiola, que gusto volver a
Caminaron con Alex en el medio de ellos, ambos tomados de la mano de su hijo. Graciela y Teresa junto con Mónica iban tras de la pareja Santiago, subió a la embarcación para ayudar a las damas a seguir.Las señoras abrieron sus ojos con sorpresa al ver la hermosa mesa vestida con un mantel blanco y servilletas en tono turquesa, acomodada para ellas.Santiago abrió las sillas para que cada una de las mujeres tomara asiento, entonces la embarcación empezó el recorrido a lo largo de la bahía.Las señoras se fotografiaron cuando el yate pasó alrededor de la Estatua de la Libertad, entonces la música empezó a sonar, para Alba, todo eso era como revivir la noche que se entregó a Santiago, por primera vez.«Porque aún te amo by Luciano Pereyra» se escuchó, el resto de mujeres no le dieron imp
Los primeros rayos del sol alumbraban la habitación de Alba. Ella aún seguía dormida en los brazos de Santiago, entreabrió sus ojos, su cabeza le daba vueltas aún, sin embargo, el olor del perfume de la piel de él y su calor, la obligó a volverse a acomodar en su pecho, y aunque no estaba dormida, cerró los ojos para no desprenderse de su lado ni un segundo. Minutos más tarde el celular de Santiago empezó a vibrar sobre la mesa de noche, él quería seguir durmiendo, abrazó a Alba, con más fuerza, pero el teléfono no paraba de sonar. —¡Santiago tu celular! —exclamó ella. —Deja que suene —murmuró él, colocando su cabeza en el hueco del cuello de la joven para seguir aspirando su aroma sin embargo, su IPhone no dejaba de repicar. Santiago resopló con molestia, a regañadientes se separó de ella, y extendió su brazo a la mesa de noche, al ver el identificador de llamadas, se dio cuenta de que era s