Lo prohibido es más tentador

—¡No te creo Sebastián...!— ella se cruza de piernas, dejando en vista su desnudes, puede ver cómo la mirada de su ex esposo se torna oscura

—debes... Creerme ¡Ay Ana me estás matando!— confiesa al verla tan sensual, en la isla

—¿Qué quieres, Sebastián?— pregunta susurrando, erizando la piel de Sebastián

Ella lo mira de pies a cabeza y puede ver lo erecto que está, ella recuerda en aquel tiempo cuando era su mucama, y lo vio desnudo, aquella grande anaconda que le atemorizó, pero cuando entró en ella, aunque al principio dolió, luego quería más y más, y solo ha sido su único hombre.

—deseo hacerte mía, recorrer cada parte de tu piel— a Sebastián se le hace agua la boca —besar tus labios e ingresar mi lengua para navegar en tu boca— ella pasa saliva —y de esa manera, lamer y succionar tu feminidad, que te corres en mí boca y yo deleitarme de tus orgasmos— Ana siente su intimidad palpitar por el deseo de ser atendida

—¿Así...?— pregunta ella con sensualidad, lleva su dedo índice a s
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