Me rindo ante tí

La pequeña Aurora, al no oír respuesta se regresa a su habitación, pero no puede dormir, mientras que sus padres están en la plenitud del placer.

—eres perfecta Ana— Susurra con dificultad Parrow

—no tengas misericordia— pidió ella, dando a entender, que sea una bestia, y así fue, sienten que no pueden parar porqué quieren más y más

Anastasia está en un mundo del cual no quiere salir, el que la haga sentir mujer, la hace sentirse más viva.

Parrow busca los labios de Ana, los cuales están rojos e hinchados por su causa, pero no sé inmuta a parar o ser cuidadosos, son unas bestias infernales entregándose en cuerpo y alma.

Ana se corre empañando el torso de Sebastián, que al sentir aquel líquido caliente, se corre dentro de ella mientras se besan para ahogar sus gemidos.

—quiero pasar toda la noche a tu lado— súplica Sebastián

Ella niega con la cabeza. —no, no confundas las cosas

—¡Aún sigues con lo mismo, Ana!— Sebastián frunce el entrecejo

—soy mujer, yo quería tener sexo, y ya pasó
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