Camino decidida por el corredor principal de la agencia. Es el sexto día de trabajo y mi nuevo uniforme me hace ver muy diferente y llamativa con las medias veladas, falda corta y camisa ejecutiva ceñida al cuerpo. Debo admitir que hubo un error con las medidas de mi ropa, ya que me dieron una talla menos, pero al final el error resultó favorecedor y me siento renovada de pies a cabeza.
Me observo una última vez en el espejo de mano, retoco mis labios con un color rojo suave y acomodo las discretas ondas naturales de mi cabello azabache. Subo al elevador y al llegar, entro en la oficina. Matthew ya está sentado en su cómoda silla, tan perfecto y apuesto como siempre.—Buenos días, señor.Lo saludo con un tono de voz neutral, ocultando mi inquietante emoción y enojo por verle de nuevo. Voy hacia mi escritorio para dejar mi bolso a un lado y revisar los correos que saltan a la vista en la pantalla de la computadora.—Buenos días —responde luego de unos largos segundos.He decidido seguir todas y cada una de sus absurdas reglas. Hago como que no me importa lo que hace en días, pero es complicado fingirlo por esto que siento hacia él. Nos hemos besado y él se abrió ante mí confiado, pero resulta que Libby es su novia. A la larga yo tampoco he sido sincera, no puedo exigir nada.Envío algunos correos y llamo a las personas de un listado que mi jefe dejó en uno de sus tantos mensajes. Es absurdo tenerlo a dos pasos y leer sus correos, cuando en realidad puede decirme todo lo que quiera y romper este incómodo silencio. No lo comprendo, él es tan ambiguo y eso me desestabiliza en ciertos momentos.De nuevo lo observo de soslayo y me es difícil evitar arrojar el bolígrafo sobre una de las carpetas y resoplar airada, de verdad no puedo creer cómo mi grado de inocencia pudo llegar a tan alto nivel de idiotez. Porque no entiendo cómo me creí todas sus mentiras y palabras de un hombre con el corazón roto. Escucho un suspiro de su parte y recuerdo que al señor le gusta el silencio total cuando está concentrado. No soporto este silencio y tenerlo así de cerca, es complicado para mí retener las ganas de plantarle cara y decirle que es un mentiroso. Pero claro, se supone que él no sabe que la señorita Jackson y Jessica Jackson son la misma persona. Una mala situación económica me trajo aquí y por eso me vi obligada a aceptar el empleo, ¿pero y él? Creo que no hay excusa para ocultar una relación amorosa y andar por ahí actuando como soltero.El reloj marca las doce en punto del mediodía y me levanto para ir al baño, necesito de verdad refrescar mi mente o ni siquiera seré capaz de probar bocado.Al ver mi rostro empapado en el espejo, noto esa mirada triste que me delata y eso no es bueno, sobre todo para mí, porque él es un mujeriego y mentiroso feliz de la vida.Bajo a la segunda planta para tomar mi almuerzo, no recordaba que hay un comedor y que la compañía se encarga de contratar cocineros para preparar la comida de sus empleados. Después de todo, Matthew parece ser un excelente jefe con sus subordinados, eso no lo dudo. Reviso el menú y agarro uno de los tantos platos, de esos idénticos a los del comedor de la escuela, camino por una especie de buffet y los meseros se encargan de servir cada porción. Al terminar, me giro buscando algún sitio donde sentarme, pero para mi mala suerte, solo queda una mesa libre y en ella se encuentra sentado Matthew junto a Libby.El chico agradable de ayer, pasa por mi lado y sonríe ampliamente al verme de nuevo.—¡Ciao, ragazza adorabile! ¿Qué tal el día? —Me da un beso en cada mejilla y creo que me pongo muy colorada. Nunca nadie me había saludado con tanta emoción.—Muy bien, ¿y el tuyo? —Sonrío un poco nerviosa, las miradas de las personas de repente se han posado en ambos.—Excelente. Parece que no hay lugares ya, ¿almorzamos en la cafetería? —Señala hacia atrás con su dedo pulgar.Mi vista repara en la mirada de Matthew, quien nos observa atento y con el ceño fruncido, sin embargo, lo ignoro y vuelvo a mi conversación con... Ahora que lo recuerdo no sé su nombre.—Hemos sido unos tontos. —Contengo una risita burlona.—¿Por qué? —Abre los ojos y se acerca un poco a mí.—Porque no sabemos nuestros nombres.Me encojo de hombros y ambos estallamos en risas.—Me llamo Gian Franco, ¿y usted, bella dama? —Sonríe ampliamente.—Jessica, a secas. —Le guiño un ojo.Caminamos hacia la cafetería y escogemos una mesa vacía.—Así que Jessica a secas... eres la nueva asistente de mi primo. —Se lleva un gran bocado de puré a la boca.—Ah... —río nerviosa, tratando de no mostrar sorpresa—. Eres su primo...Bebo un poco de café para aliviar mi dolor de cabeza, el cual comenzó esta mañana.—Ya, ya sé que no parecemos familia, porque se ha vuelto un gruñón. —Sonríe con seguridad, aquello resalta más su belleza que no pasa inadvertida para ninguna mujer aquí.—Entiendo. Pues, yo trato de manejar su temperamento, después de todo es un hombre muy considerado con sus empleados.Gian enarca una de sus tupidas cejas y me dedica una sonrisa maliciosa.—Parece que lo admiras en el fondo, ¿ya son amigos?—No, que va, apenas lo conozco hace unos días, solo lo digo por lo que he visto de él... —Me llevo una gran cucharada de arroz a la boca y veo a mi alrededor, ignorándolo.—¿Y qué te parece la agencia? —Me interpela con interés.—Es increíble. En estos pocos días he comenzado a adorar mi empleo y la agencia. Oye, ¿y cuál es tu trabajo aquí?Bebo otro sorbo y sigo comiendo con ganas, está exquisito el puré de patatas.—Me quedan tres semanas, he venido a vigilar de cerca el trabajo que está haciendo Matthew. Mi tío Michelangelo me envió aquí para eso, pero, soy el gerente de la agencia principal que se encuentra en Italia. Ya sabes, es un negocio familiar.Me sonríe levemente.—Creo que te extrañaré cuando te hayas ido. —Hago una mueca tonta y le robo una sonrisa.—Y yo a ti. Si Matt se entera que quiero robarle su asistente, va a matarme...Cuando acabamos de almorzar nos dirigirnos de nuevo a nuestros lugares de trabajo. Después de ir al baño y refrescarme, camino a paso lento hacia la oficina de Matthew De Vineyard, el hombre que emociona y lastima mi corazón sin saberlo.Tomo asiento en mi silla y lo saludo con un movimiento de cabeza, a lo que él responde frunciendo el ceño y dedicándome una mirada confusa.—Gian Franco está organizando un evento de beneficencia, los fondos recogidos se donarán a los orfanatos de Londres. Asistiremos juntos tú y yo, Libby, Miranda y obviamente Gian.De repente me sofoco y pienso en cómo decirle que no podré ir, ya que precisamente mañana el grupo y yo tenemos un evento de baile donde nos van a pagar cinco veces más de lo que ganamos siempre. La persona que nos contrató lo hizo en tiempo récord y nos dio dos semanas para prepararnos.—Señor... Lo que pasa es que no podré asistir, m-mi abuelita ha... Ha enfermado y luego del trabajo iré a visitarla... —Me da la verborrea.Parece sopesar lo que dirá.—Está bien. —Asiente no muy convencido. —Espero que tu abuela mejore pronto.Comienza a teclear retomando su concentración. Yo suspiro y me acomodo en el asiento, un poco más relajada.Las horas pasan y observo con entusiasmo mi mochila, esa que siempre llevo colgada de mi hombro junto al bolso de trabajo. Cuento los minutos para ir al salón y practicar hasta el cansancio. Acabo de organizar algunos listados y recojo mi cabello en un moño, se me escapa una pequeña sonrisa al ver la hora en el reloj de pared e imaginar la práctica pendiente. Dirijo la mirada hacia Matt, pero casi me atraganto con la saliva al verlo observar con atención cada parte de mi rostro, con aquellos pozos azules en los que me pierdo por algunos segundos y que luego desconectan de los míos. ¿Qué ha sido eso? ¿Desde hace cuánto estaba viéndome así?Mi corazón empieza a latir con frenesí apenas el reloj marca las cinco y media de la tarde, me levanto de inmediato para marcharme.—Hasta mañana, señor.Camino hacia la salida rápidamente, pero las frías manos de Matthew me detienen y giran hacia su pecho firme. Clava esos ojos azules penetrantes en los míos, como tratando de descubrir hasta mi más oscuro secreto.—¿Ocurre algo?, ¿por qué se toma estas atribuciones también conmigo? Seguro que su movia Libby lo espera, suélteme —espeto con rabia.—Hay algo en ti que... —No termina la frase, algo que desconozco se lo impide.—Déjeme... ¡Pero bueno!, ¿qué es esto? —Elevo la voz.Comienzo a forcejear, él se resiste a soltarme, está a punto de descubrirme y lo presiento. Por desgracia trastabillo por culpa de mis zapatos de tacón y termino cayendo sentada sobre el escritorio con Matthew entre mis piernas, en una posición bastante incómoda y erótica. Nos vemos sorprendidos, acalorados y muy avergonzados.Se disculpa por lo que hizo, pero ya no me interesa. Bajo la mirada y me marcho rápidamente del lugar. Corro lo más rápido que puedo para arribar con tiempo a las prácticas. Cuando llego, miro hacia todos lados cerciorándome que nadie está espiando cerca. Voy a los baños y me cambio la ropa en un dos por tres, salgo trotando hacia el salón de baile y me uno a mis compañeros.—¡Hey Jess, así como llegas te vas! —Raquel me sonríe y nos saludamos con un beso en la mejilla.Desde hace poco que salimos juntas con las chicas, hemos iniciado una buena amistad.—Es la chica flash. —Robert ríe.—Quiero que escuchen lo que tengo que decirles —Raquel va hacia el frente y levanta la voz—. Al evento que tenemos mañana van a asistir muchas personas demasiado adineradas y exigentes, por lo cual deben ser muy respetuosos. Ya lo saben, nada de bromas pesadas ni mal vocabulario.Me uno a la coreografía que es muy complicada, tiene danza contemporánea, y también movimientos finos y marcados del ballet. Raquel se ha sorprendido de mi habilidad y flexibilidad para esta coreografía en especial, me ha preguntado si de niña estudié en una escuela de ballet y le he dicho que no. Esa es la otra parte de mí, perdí la memoria, pero mi cuerpo no parece olvidar mi vida antes del orfanato. Siempre me he preguntado quién fui en el pasado y por qué tengo tanta facilidad para el baile y el aprendizaje rápido. ¿Lo habré heredado de mis padres? En fin, creo que nunca lo descubriré.Cuando acaba el ensayo, me despido de mis compañeros y me pongo la gorra, los lentes de sol y un cubrebocas para el frío. Ya sé que parezco una mosca asesina, pero no me queda de otra. Corro hacia la parada de buses que está a dos calles de distancia, pero la manera intempestiva en la que alguien tira de mi brazo, me sorprende.—¡Soy yo! No te asustes.Matthew suspira al verme un poco afectada.—Llevo prisa, otro día hablamos —respondo siendo cortante.Intento marcharme de nuevo, no quiero seguir con esta doble vida. Es mejor cortar todo de raíz.—Por favor, quédate un momento. He venido solo por ti.Posa la mano sobre mi hombro.—No vuelvas a tocarme. —Me suelto de su agarre hecha una furia—. ¡Es más, no vuelvas a buscarme!Doy la media vuelta, intentando recuperar la compostura y tranquilidad. Camino a paso rápido hacia la parada sintiendo sus pasos detrás de mí, casi pisándome los talones.De repente, comienza a llover, el agua nos cubre en pocos segundos.—Estoy jugando a tu juego... Estoy a un paso de descubrirte por completo... —Se queda hablando solo.El bus llega rápidamente y corro sin mirar atrás, sin ver de nuevo a ese hombre que me robó el corazón con su mirada cautivadora aquella noche que escapé del orfanato para bailar. Recuesto mi cabeza sobre el asiento del autobús, con las mejillas empapadas de lágrimas y el corazón aún más dolorido. Todo de él me atrapó y ahora no sé cómo aceptar y hacerme la idea que esto solo ha sido el primer enamoramiento de una chiquilla tonta que ha empezado a conocer la vida fuera de un aburrido orfanato lleno de monjas. Las últimas palabras que dijo hacen eco dentro de mí, porque en el fondo sé que mi mentira en cualquier momento se vendrá cuesta abajo.Tomo el elevador y subo al décimo piso, con café en mano y un dolor de cabeza terrible que me hace sentir más débil de lo normal. Quizá nos excedimos ayer con la última práctica del baile y ahora es que estoy sintiendo el cansancio. Entro a la oficina, sin ver a Matthew por ninguna parte, tal vez llegue algo retrasado.—A ver, ¿qué tenemos aquí? —susurro.Veo un pequeño grupo de cajas y sobres encima del escritorio de mi jefe. Ha llegado la correspondencia y tengo que organizar todo antes que llegue. Clasifico las cosas, dejando lo más importante a la vista, pero uno de los sobres capta mi atención. Sin pensarlo dos veces lo abro con cuidado y leo una última vez la frase “para la boda”. Un bloque de invitaciones cae al suelo y con manos temblorosas escojo una y leo con atención: “Nos complace compartir con ustedes nuestro mejor momento. Acompáñanos en nuestra boda civil este 12 de octubre a las 5 de la tarde, en el salón de eventos Diamond”.Me entran unas ganas terribles de arrugar el
El día siguiente llega y me dirijo a mi empleo, Matthew llega después y entra como un vendaval a la oficina.—Buenos días.—Buenos días, señor. Aquí tiene la agenda de hoy y su capuchino que me pidió. —Dejo todo sobre el escritorio.—Gracias, ve a tu sitio y habla solo cuando yo te lo pida —espeta con desprecio—. Tampoco te muevas tanto, me mareas, mujer.Me quedo boquiabierta por su trato.—Creo que se está pasando de grosero conmigo. ¿Qué le sucede? —pregunto de forma retadora.Levanta la mirada, me observa furibundo.—¿Quieres perder el empleo? —Niego—. Entonces mantén la boca cerrada y ve a tu sitio.—No necesita vengarse de mí de esta forma tan tonta e inmadura. —Me cruzo de brazos—. Además, si no quiero cerrar la boca e ir a mi sitio, ¿qué hará usted?Resopla y mira al techo, después viene y empuja mi cuerpo hacia la pared, hasta hacerme chocar y quedar sin salida.—No aprendes. Jessica, no me desautorices, soy tu jefe y yo mando aquí te guste o no.Mira mis ojos con insistencia
Frunzo el ceño al reconocer las voces de Gian Franco y Matthew. Abro los ojos despacio mientras toco mi frente, debido al molesto mareo que continúa haciendo que todo a mi alrededor parezca dar vueltas. Al incorporarme, me llevo la sorpresa de estar sentada en la camilla de urgencias de un hospital, con una bata puesta y el brazo conectado a una bolsa de suero.—¿Qué me pasó? —Escucho mi propia voz rasposa.—Te desmayaste, bella… ¿Cómo te sientes? —Gian se acerca, pero Matthew se adelanta e impide que me toque.Qué extraño comportamiento. Ignoro su actitud que me molesta y vuelvo la mirada a Gian, quien me observa con preocupación.—Me siento fatal. —Cierro los ojos y vuelvo a recostarme.—Eso es porque tienes anemia crónica. Sufriste una descompensación, tu cuerpo ya no soportaba más. Tienes que cuidarte mucho y no comer comida chatarrua... —dice Gian y yo no puedo evitar reír. —Es chatarra... Ahorrense los regaños, ¿quieren? No me siento bien como para revivir los sermones de la dir
Deshacemos el beso y juntamos nuestras frentes. Suspiro y toco su ancho hombro, algo dudosa.—¿Todo bien? —Toma mi barbilla de nuevo, levantando mi cabeza hacia su rostro.—Sí, todo bien. —Le sonrío y él asiente.—Te dejo descansar. Mañana guarda reposo todo el día, vendré a verte después del trabajo.Me da un beso en la frente antes de marcharse, yo suspiro. Me asomo por la ventana segundos después para verlo partir y me recuesto de nuevo. Estoy tan agotada que podría dormir toda la noche y el día de mañana, pero esta emoción late dentro de mí como si me hubiera nacido un corazón en la barriga... Despierto mucho mejor, con bastante ánimo. Me arreglo, y antes de desayunar un poco de pan, tomo mis medicinas.Bajo al primer piso para dar una vuelta, pero el encargado me interrumpe.—Buenos días, señor Ralph.Me acerco a la escuálida recepción.—Ha llegado una encomienda para ti, aquí tienes. —Deja una gran cesta de mimbre con tapa sobre la mesa y un ramo de rosas rojas que huelo ensegui
Camino hacia el closet y cuelgo algunos vestidos, lo demás lo guardo en las gavetas. Tomo mi liga de cabello para recoger mi pelo, hago un moño un poco desenfadado mientras que tarareo una canción de Sia y muevo mi cuerpo lentamente de un lado a otro, sintiendo la suave tela de mi vestido rozar mis muslos. De repente siento las tibias manos de Matt sostener mis caderas desde mi espalda y su cuerpo pegarse al mío, moviéndose de la misma forma que yo lo hago. Me detengo debido a que mi temperatura corporal parece haberse elevado en segundos, sin embargo, se acerca aún más a mí y me susurra al oído con voz ronca:—No te detengas, me encanta cuando mueves tus caderas así… —Aparta el cabello y muerde el lóbulo de mi oreja, provocando que gima, cierre los ojos y pose mi cabeza sobre su pecho, experimentando de nuevo aquella cálida sensación manifestándose en mi entrepierna.Abro los ojos cuando siento su lengua tibia dejar un camino de saliva sobre la piel de mi cuello, mientras que sus mano
Tiempo después de alistarme bajamos a desayunar al restaurante del hotel que está adornado con un estilo bastante costeño, es agradable a la vista y el viento que se cuela por las grandes ventanas también. Luego vamos a bucear a la playa de Porthmeor, en la bella localidad costera de St Ives.Llega el atardecer y lo vemos juntos sentados en la orilla de la hermosa playa. Escucho música a lo lejos, una agradable y alegre música de fiesta. Las personas van acercándose a una gran carpa en donde hay un DJ y una especie de barra de licores improvisada.—¿Quieres ir? Se ve genial. —Tomo de la mano a Matt y lo llevo hacia allá.—Mmm, no lo sé… —Se rasca la nuca y me mira dudoso.—Solo bailemos entonces.Me lanzo a su cuello y lo rodeo con mis brazos, sintiendo su torso desnudo contra mi piel descubierta, porque llevo un traje de baño de dos piezas que él mismo me obsequió y que me queda bastante bien.El ritmo de la canción cambia a uno bastante movido, haciendo que las personas que están a n
Hoy en la mañana he ido a trabajar con más ánimo, al llegar, algunos de mis compañeros han preguntado por mi salud, pero Gian parecía bastante preocupado. Gran parte del día hemos ido de aquí para allá, a reuniones y conferencias en ambas agencias de Londres. Planeamos el lanzamiento de un paquete promocional que promete derrocar a la nueva agencia de viajes y turismo que ha llegado rápidamente a varios países del mundo, preocupando a los encargados de Vineyard Agency.—Espero que con esta nueva propuesta de mi padre logremos tomar ventaja.Matt se sienta en su silla, relajándose después de tan ajetreada agenda.—Así será, ya lo verás. —Me detengo a un lado de su escritorio.—Ven aquí. —Me toma de la mano y nos guía hacia el mullido sofá que se encuentra al lado del mini bar—. ¿Cómo te sientes hoy? Te noto con más color en el rostro.—Me siento mucho mejor, la medicina y la ida a la playa me han sentado bien. —Acaricio sus nudillos con mis dedos finos.—Eso está muy bien. ¿Este fin de
—¡Suéltame! —La voz déspota de la mujer me toma por sorpresa, pero no me dejo amedrentar y no la suelto, le sostengo la mirada.—¿Qué pasa, mamá?Una voz femenina con un acento extraño me hace desviar la mirada. Una chica bastante guapa se acerca a nosotras, con paso decidido y una expresión de sorpresa. No puede terminar la frase cuando se detiene, frunce el ceño y acomoda un mechón de su cabello rubio detrás de la oreja.Como una autómata me alejo de ambas mujeres, tragando en seco. Exhalo despacio, intentando procesar este extraño suceso que me ha dejado sin palabras y con los ánimos por el suelo. Ava se acerca a la chica y la abraza tomando distancia de mí, como despreciandome y dando a entender que no quiere verme ni hablar conmigo. Me hiere.—¿Quién es esta mujer, mamá? —La jovencita frunce el ceño al detallarme mejor, mientras que frota el brazo de Ava con cariño, de manera protectora.—No lo sé, no la conozco —responde, pareciendo contrariada. De inmediato, todo mi mundo parec