New York - Usa. —Buenos días, amor —susurró Alex y acarició la mejilla de Lolita con los pétalos de una rosa. María Dolores se removió en la cama, parpadeó un par de veces, y luego sonrió al ver a Alex de pie a su lado. —Hola —respondió y cuando se sentó los abrazos de Emma y Alexa no se hicieron esperar. —Feliz cumpleaños, mami —dijo la mayor de las niñas estrechándola con cariño. —Gracias mi vida —respondió Lolita con la voz entrecortada. —Muchas felicidades —expresó con dulce voz Alexa. María Dolores abrazó a la niña, con calidez. —Mil gracias, cariño —le dijo a la pequeña. —Te preparamos el desayuno —intervino Alejandro—, hicimos todo lo que te gusta: tostadas, huevos revueltos, frutas, yogurt —enumeró. Lolita parpadeó y su corazón se agitó, lo observó con la mirada iluminada. —Ven —solicitó. Enseguida Alex se aproximó a ella. —¿No me has dado mi beso? —reclamó. Alex sonrió y acercó sus labios a los de ella, la besó con ternura, pues estaban las niñas presentes. —Feli
María Dolores presionó la mano de Alex al instante que ingresaron a la clínica. —¿Nerviosa? —indagó él. —Asustada —confesó Lolita reflejándose en los ojos de él—, tengo cuarenta años, y… Alejandro colocó sus dedos en los labios de ella. —No pienses mal, hoy en día hay muchas mujeres de tu edad embarazadas —expresó suspirando—, más bien esperemos a qué el médico nos atienda. Lolita inspiró profundo, y esbozó una sonrisa. —Tienes razón —expresó, enseguida llegaron al consultorio y la asistente los hizo pasar. —Buenos días —saludó el médico poniéndose de pie. Alejandro y Lolita contestaron la salutación con un apretón de manos y enseguida tomaron asiento frente al escritorio del especialista. El médico se acomodó los lentes y empezó a leer en su computador la historia clínica de María Dolores. —Por lo que veo gozas de excelente salud, además superaste el problema de la tiroides con la medicación —indicó observando a la paciente—, veo que no posees antecedentes de presió
Justo cuando Lolita sintió una especie de escalofrío, el móvil de Alejandro empezó a sonar, miró la pantalla con seriedad. —¿Qué sucede? —indagó a la enfermera que, cuidada a Jackie, entonces palideció por completo—. Tráela al hospital en una ambulancia acá la esperamos. —¿Qué está pasando? —cuestionó María Dolores abriendo sus ojos con amplitud. —Es Jacqueline, está muy mal —expresó con la voz entrecortada. Lolita se llevó las manos al rostro, su corazón dolió, pensó en Alexa, y empezó a llorar. Alex la ayudó a sentarse en una silla, y la abrazó, él también sentía un nudo en la garganta, aunque ya no amaba a Jackie, en el tiempo que estuvo en su apartamento, y la cuidó, dejó de odiarla, y aprendió a quererla, era la madre de su hija, y le afligía pensar en la niña. ****Varios minutos después Jackie inconsciente fue ingresada a urgencias al hospital y luego fue remitida al área de oncología. María Dolores y Alex esperaban impacientes en la sala, hasta que el especialista que at
Santiago y Alba llegaron al hospital, consternados por la noticia, de inmediato el padre del joven se hizo cargo de los trámites para la cremación. —Deben ir a casa, a cambiarse de ropa —comentó Alba—, y también descansar Lolita, nosotros nos haremos cargos de las honras fúnebres —informó. Alex tomó la mano de María Dolores y la abrazó. —Mi mamá tiene razón, en tu estado es mejor que vayamos a casa —solicitó. Lolita asintió y de inmediato abandonaron el hospital. Andrew no se había movido ni un instante del lugar, se vistió de médico para entrar a ver a Jacqueline antes de que se la llevaran. Su mirada se nubló al verla tendida en aquella camilla, pálida, inerte, demacrada. —Alex Vidal pagará con la vida de María Dolores tu muerte —expresó con la voz agitada—, él jamás va a ser feliz —expuso apretando los dientes, se aproximó al cadáver y tocó el frío rostro de la mujer, sintió una punzada en su corazón—. Todo habría sido tan distinto si me hubieras preferido a mí —gruñó—, pero
Una ambulancia llegó hasta la empresa, de inmediato un par de paramédicos atendieron a Victoria, la estabilizaron y la llevaron a un hospital. —¿Te encuentras bien? —indagó Alejandro abrazando a Lolita. Ella se aferró al cuerpo de él. —Estoy algo nerviosa, y bastante contrariada por lo que Victoria contó —expresó con voz trémula. —¿Crees que haya dicho la verdad? Alejandro resopló y la abrazó. —Si me permiten intervenir —interrumpió Oliver. Alex asintió. —Considero conveniente poner en conocimiento de las autoridades lo que la señora contó —indicó—, es posible que Emma tenga padres, y ellos estén buscando a su hija —expuso. El corazón de Lolita tembló al escucharlo, y se tambaleó, entonces Alejandro la sostuvo, y miró su semblante lleno de palidez, fulminó con la mirada a su amigo. —Amor, cálmate, piensa en nuestros bebés —solicitó ayudándola a tomar asiento. Oliver al escuchar la palabra bebés se tensó, y sacudió la cabeza. —Lo lamento… yo no lo sabía. —Se disculp
Alex y Lolita llegaron hasta las oficinas del ministerio público, acompañados de su abogado. Alejandro quería evitarle todas esas situaciones de estrés a María Dolores, pero era algo imposible, pues ella conocía a Ricardo y su familia, y era la persona a cargo de la niña. Cuando el fiscal los recibió de inmediato procedieron a colocar la grabación en donde Victoria relataba los hechos del nacimiento de Emma, también le informaron que las pruebas de ADN salieron negativas, y que por tal motivo sospechaban que Ricardo Benítez no era el padre de la niña. El fiscal analizó los hechos, mientras Lolita entrelazaba sus manos temiendo que Emma fuera llevada a un albergue y separada de su lado, su corazón bombeaba con fuerza, y por dentro oraba suplicando que no la apartaran de su lado. —Vamos a proceder con una investigación —informó observando a la pareja—, no enviaré a la niña a un albergue, puesto que, ante la ley, y mientras no se demuestre lo contrario es hija del señor Benítez, y é
Un par de días después Alex y Lolita anunciaron su compromiso, deseaban una boda sencilla, por lo que quedaron que la ceremonia se celebraría en un mes. Alba quedó en ayudar con los preparativos, para que María Dolores no se sintiera estresada con todo lo de la boda. —Debemos buscar una casa —sugirió Alex, abrazando a su mujer. —Nuestra empresa inmobiliaria tiene varias opciones —dijo Alba—. Deberían ver el catálogo. Lolita sonrió, y suspiró profundo, siempre soñó con tener su hogar, y encargarse ella misma de decorarlo, su corazón se agitó. —Deseo ver las opciones —expuso y de inmediato Alba la llevó hasta el despacho para que viera en el computador y luego escogiera las mejores opciones, para visitar las residencias. Entre tanto Alex se quedó en el salón con su padre. —Interpol ya emitió la alerta roja para arrestar a Andrew —informó a su hijo. Alejandro inhaló profundo. —Espero que lo atrapen, temo por nuestra seguridad —expuso con sinceridad. Santiago le colocó l
María Dolores presionaba la mano de Alex, su corazón retumbaba con cada paso que daba, cuando ingresaron a la oficina del investigador inhaló profundo, y cerró sus ojos por segundos, orando porque fueran buenas noticias. —¿Qué novedades tiene inspector? —averiguó Alejandro, también ansioso. —Señor Vidal —expuso con voz ronca el agente—, tomen asiento —solicitó mirando con profunda seriedad a ambos. Alex abrió una silla para que Lolita tomara asiento, y luego lo hizo él. María Dolores entrelazaba sus manos, esperando que el hombre hablara. El investigador se acomodó los lentes y leyó con atención un documento, enseguida se aclaró la garganta. —Encontramos a un familiar de la niña —indicó—, se trata de una tía abuela. María Dolores sintió estremecerse con la noticia, le dio la impresión que el corazón se le detuvo por minutos. Alex la tomó de la mano, la miró con atención, para él la noticia fue como si le clavaran un puñal. —¿En dónde está esa mujer? ¿Están seguros de que es su